La farsa comunista
siempre queda al descubierto por el miedo de sus dirigentes a perder el
poder y por la inagotable capacidad que
poseen sus líderes de
reprimir el descontento popular y mantener las cárceles llenas de
presos políticos. Los desmanes ocurren a pesar de que su discurso
lastimero se funda en subrayar la importancia de la protesta y defender los
derechos humanos. Esos ideales los enarbolan cuando están
en la oposición.
Luego que conquistan el poder, se desentienden
de ellos. Esta es la historia de los rusos, los cubanos, los nicaragüenses,
los pueblos de Europa del Este y de otras zonas del planeta
donde los rojos han gobernado.
En el pasado, varios
connotados dirigentes del régimen construyeron su carrera
política levantando las banderas de los derechos humanos. José
Vicente Rangel, Tarek William Saab y Eleazar Díaz Rangel son
algunos de esos nombres. Hoy estos personajes son cómplices
de que Venezuela sea el país de América Latina con mayor número
de presos políticos, sitial que se disputa con Nicaragua, azotada
por la crueldad del binomio Ortega-Murillo.
De acuerdo con el Foro
Penal, 2018 cerrará con 278 presos políticos, entre civiles
y militares, la inmensa mayoría de los cuales no saben ni siquiera de
qué se les acusa. No se les han respetado sus derechos procesales, no
se les ha asignado un defensor, ni les
nombrado jueces
imparciales.
Emblemático es el caso de Juan Requesens, quien para el
momento de su detención era diputado de la Asamblea Nacional. El
gobierno, amparado por una decisión de su obediente TSJ, violó
su inmunidad parlamentaria. El atropello contra Leopoldo López
también resulta ejemplar. La principal acusación contra él
consistía en que su discurso en 2014, cuando “La Salida”, había incitado
al odio y la violencia. La experta contratada para validar este
señalamiento no encontró ninguna prueba en las intervenciones públicas
del líder de Voluntad Popular.
Iván Simonovis lleva más de
catorce años detenido sin que el régimen haya podido presentar
ninguna prueba que lo incrimine como responsable de los
sucesos de abril de 2002.
Contra los presos
políticos el gobierno actúa con maldad, alevosía y nocturnidad.
El Foro Penal señala que -además de los dirigentes partidistas,
militares, policías, sindicalistas- al menos cincuenta de los
detenidos fueron apresados por haber escrito un comentario contra el
régimen en tuiter, facebook o instagram. La paranoia lleva a los
jerarcas hasta el delirio.
La locura no solo afecta
a los venezolanos, también perjudica a los extranjeros. El
joven periodista y documentalista alemán, Billy Six, lleva dos meses
detenido en el Sebin. Está siendo acusado de espía y de atentar
contra la vida del señor Nicolás Maduro porque se
atrevió a tomarle unas
fotos al mandatario en un acto público celebrado en el estado
Falcón. ¡Pero, bueno!, ¿Maduro no es acaso el Presidente de la
República, el hombre más fotografiado de la nación? Por supuesto que
un periodista tenía que tratar de tomarle una instantánea. A ese
joven, hasta ahora, el gobierno alemán lo ha dejado solo. Su padre es
quien ha salido a enfrentar la barbarie tropical a través de
mensajes en los que pide la liberación de su hijo.
La represión, producto
del terror y la alucinación persecutoria del jefe del Estado,
incluye a venezolanos y extranjeros. Dentro del territorio nacional no
hay quien esté seguro. El propósito consiste en inyectarle el miedo
hasta los tuétanos a la gente. Quien proteste,
quien se queje, quien se
oponga, podrá sufrir el castigo de los cuerpos policiales y de
los tribunales, convertidos en brazo ejecutor del terrorismo de Estado.
La eventual visita al
país en las próximas semanas de Michelle Bachelet, alta
comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, será una oportunidad
excepcional para que el tema de los presos políticos y, en general,
de los derechos humanos, se trate con la amplitud y profundidad
necesarias, se desenmascare al gobierno y se le obligue a terminar
con el secuestro de los reos detenidos injustamente. En su
estadía, la señora Bachelet tendrá que reunirse y analizar el problema con
los diputados, familiares de las víctimas, los partidos opositores
y las organizaciones no gubernamentales que monitorean la situación
de los derechos humanos y los presos políticos. La
expresidente de Chile deberá romper con los prejuicios tan arraigados de la
izquierda, en la que ella milita, que llevan a aplaudir de forma
mecánica todo lo ejecutado por los gobiernos “progresistas” y
condenar de antemano la actitud y comportamiento de los gobiernos
“derechistas”.
El año 2019 pinta duro y
difícil, tanto o más que 2018. De todas maneras les deseo,
especialmente a esas víctimas de la intolerancia que son los
presos políticos, lo mejor en los tiempos por venir. ¡Feliz Año!
Trino Márquez
@trinomarquezc
No hay comentarios:
Publicar un comentario