sábado, 16 de marzo de 2019

ADOLFO RAMÓN RAMÍREZ TORRES, USO DESPROPORCIONADO DE LA FUERZA

Literalmente estamos siendo gobernados por el uso desproporcionado de la fuerza de las armas, la intolerancia, la obscenidad, la más crasa ignorancia y la mayor impunidad de los actos de corrupción que, por sus montos y daños patrimoniales, son los más grandes en la historia de la humanidad. 

Somos una sociedad humillada que está obligada a encontrar el camino de la dignidad, libertad y felicidad propias de una civilización del Siglo XXI. Se trata de encontrarnos con los derechos más elementales de la vida, que nos han sido arrebatados por un grupo de asaltantes del poder público para quienes no existe la obligación de respeto a los derechos humanos ni a ninguna regla de convivencia que pueda frenar sus impetus de resentimientos y desmedidos deseos de enriquecimiento.

No se trata de luchar contra una dictadura militar convencional; en contrario, se trata de luchar contra quienes han trepado a la riqueza fácil y mal habida usando los argumentos de la solidaridad y el bien colectivo; se disfrazaron de socialistas, cuando lo cierto es que sólo buscaban sustituir el disfrute de privilegios sin el necesario conocimiento para la conservacion y renovación de la riqueza. 

Todo lo que tocan lo agotan, lo destruyen, lo aniquilan como la plaga daña al cultivo; no conocen la conservación, el mantenimiento y la planificación. Esa y la corrupción son las causas del desabastecimiento y de los pésimos servicios públicos, incluyendo el reciente apagón, que pretenden atrubuirselo a un hackeo de "del imperio". 

En sus ambiciones desmedidas fracturaron la unidad familiar, y más de tres millones de venezolanos han tenido que emigrar frente a la barbarie, y a muchos de los que se quedaron los están obligando a tomar agua del Guaire, con todas las consecuencias de insalubridad que ello implica. Nos prometieron un río con playa y nos dieron y bebedero contaminado. 

Hablan de soberanía pero la aventura cubana está enquistada en las actividades de inteligencia y contrainteligencia de la República. Hablan de la integridad territorial y simultáneamente, sustentan la tesis que el diferendo del Esequibo es hijo de posiciones imperialistas. "El sol nace en el Esequibo", pero nuestro petróleo alimenta a quienes sostienen que ese territorio es de Guyana. 

En 20 años han sido incapaces de estimular la producción y nunca lo harán porque les da escozor todo aquello que implica trabajo; se apoderan de centros de producción para consumir sus inventarios y luego se inicia el desmantelamiento de la infraestructura para sacarle provecho hasta a la última lámina de zinc. 

Ante esa sombría realidad la sociedad venezolana está legitimada para la aplicación del artículo 350 constitucional, declarándose en desobediencia civil y solicitar solidaridad y ayuda a la comunidad internacional en los términos preestablecidos para la defensa de los Derechos Humanos

Adolfo Ramírez Torres
@Fiforamirez

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