miércoles, 3 de abril de 2019

ORLANDO VIERA-BLANCO, ¿CUÁNTOS MARREROS, CUÁNTOS BALSÁN MÁS?,


“Si en esos días y horas oscuras que acabaron en el genocidio, una coalición de Estados hubiera estado preparada para actuar en la defensa de la población, pero no reciben una rápida autorización del Consejo de Seguridad: ¿Tal coalición debería haber permanecido aparte y permitido que el horror se desarrollara?”


La detención de Roberto Marrero, Jefe de Gabinete del Presidente Interino Juan Guaidó Márquez tiene implicaciones muy serias. Una arbitrariedad al ritmo criminal de cientos de detenciones de líderes en Venezuela. Como Jefe de un Gobierno legítimamente reconocido por las democracias más solventes planeta esta embestida no es sólo individual sino un asunto de Estado, donde un poder de facto abiertamente transgrede al Orden Público Internacional en materia de delitos de lesa humanidad contra al poder constituido.

¿CUÁNTO MÁS ES TOLERABLE?

Existen siete situaciones básicas reconocidas por la Doctrina Internacional en materia de injerencia legítima (humanitaria no militarista o belicista) por encima del uso del concepto de soberanía, por no corresponder a Estados/gobiernos fallidos: i.-Genocidio (o peligro de exterminio); ii.- Crímenes de guerra; iii.- Crímenes contra la humanidad (Lesa Humanidad); iv.-Convención internacional contra la Tortura y otros tratos o penas crueles inhumanos o degradantes [Resolución 39/46 de 10 de Diciembre de 1984 que y entró en vigor el 26 de Junio de 1987]; v.- Apartheid político. Persecución y privación de libertad sistemática en contra de grupos sociales por razones étnicas, políticas, sociales o religiosas; vi.- Trata de personas. vii.- Catástrofe humanitaria o temor de que ocurra, por causa de un estado ausente, fallido o tiránico. Es cierto que Venezuela no es Ruanda, Bosnia o Kosovo. ¿Pero podría serlo? Es inocultable que en Venezuela sufrimos de un ataque sistemático transgresor de los Derechos Humanos a un ritmo de peligrosidad que nos coloca al borde de una catástrofe social sin precedentes.

KOFI ANNAN. UN DISCURSO PARA LA POSTERIDAD

El 20 de septiembre de 1999, Kofi Annan pronunció su famoso discurso de apertura del 54o. periodo de sesiones de la A/G de la ONU, en el que expuso el dilema de la intervención humanitaria de la siguiente manera: “Por un lado, la cuestión de la legitimidad de la acción tomada por una organización regional sin una autorización de la ONU y por otro lado, el imperativo universalmente reconocido de detener eficientemente las violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos con graves consecuencias humanitarias…La ineficacia de la comunidad internacional en el caso Kosovo para conciliar estos dosobligatorios intereses equitativamente fue una tragedia. Esto ha revelado el principal desafío del Consejo de Seguridad y de las Naciones Unidas como un todo en el próximo siglo: forjar una unión detrás del principio de que las infracciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos —donde puedan tener lugar— no deberían ser permitidas A ésos para los que la amenaza más grande para el futuro del orden internacional es el uso de la fuerza en ausencia de un mandato del Consejo de Seguridad, uno podría preguntar —no en el contexto de Kosovo— en el contexto de Ruanda: si en esos días y horas oscuras que acabaron en el genocidio, una coalición de Estados hubiera estado preparada para actuar en la defensa de la población tutsi, pero no reciben una rápida autorización del consejo: ¿Tal coalición debería haber permanecido aparte y permitido que el horror se desarrollara?”

Hacer de la Responsabilidad de Proteger [R2P] una discusión estrictamente académica es peligroso para los venezolanos y muy mal precedente para la paz y la estabilidad de la humanidad. Después de veinte años de latrocinios, violencia y lapidación material y humana, más de 300.000 muertes por homicidio impune, 8.000 ajusticiados, 13.000 personas sometidos a juicios políticos, mortandad infantil sin precedentes, crisis inflacionaria y económica record en el orbe, pérdida de peso por mal nutrición [comparable con la crisis africana de los años 90] y un proceso de desmantelamiento institucional y moral sin parangón en historia republicana invocar el Capítulo Séptimo de la Carta de las Naciones Unidas no es un asunto retórico.

PACTA SUNT SERVANDA: ONU, UE Y OEA

La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados dispone en su artículo 26 el principio de Pacta Sunt Servanda que establece que todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe, el cual fue aceptado por 103 Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas. En otros términos, viene a constituir el principio del respeto que está dado por la voluntad de que se cumpla con los derechos y libertades reconocidos en los instrumentos internacionales y garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que se encuentre sometida a su jurisdicción.

En Naciones Unidas, la Alta Comisionado de los DDHH Sra. Michelle Bachelet reconoció que en Venezuela reina una indudable transgresión de los DDHH. La OEA de Luis Almagro ha levantado cientos de testimonios sobre Crímenes de Lesa Humanidad y una crisis social provocada por el mayor saqueo republicano de la historia de Latinoamérica. Y se pregunta el S/G “¿Cuándo detengan a Guaidó nuestra actuación se reducirá a a decretar una nueva condenatoria?”

La diplomacia sugiere paz y prudencia. Ella no se riñe con la paz y la vida de los Venezolanos que pone en peligro la paz y la vida del mundo. Actuemos con moderación pero con determinación. ¿Cuántos Marreros o Balsan más?

Orlando Viera-Blanco
@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá.

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