martes, 28 de mayo de 2019

REINALDO J. AGUILERA R.: VENEZUELA Y UN AÑO DE SOLEDAD

No siempre es fácil escribir desde la perspectiva propia, mucho menos si se ha sufrido en carne propia lo que muchos han pasado antes a causa de la situación país que parece no querer terminar nunca, pero se hace el intento, sobre todo cuando mí historia es la de casi 4 millones de compatriotas que están regados por el mundo pudiendo estar aquí en Venezuela con sus familias, amigos y en fin con los suyos.

Tampoco se puede pretender narrar una historia como la de los Buendía en aquella Macondo llena de realismo mágico del Novel de Literatura 1982; lo cierto es que lo vivido en Venezuela durante el último año, entre mayo de 2018 y mayo de 2019 es simplemente espeluznante, con mayor razón para el 98% de los que aún aquí estamos, las historias son infinitas y más aún cuando no imaginábamos ser los protagonistas de las mismas.

Para muchos como mí caso particular, cuando tuve que ver partir a mis hijos en busca de una salida al actual desastre, la solución por más dura fue irse, abandonar sus cariños, sus cosas, su familia, amigos, casa, juguetes, instrumentos de música y un largo etcétera, para partir con una o dos maletas llenas de sueños y también de incertidumbre y hasta inmenso miedo por lo que se tiene que enfrentar.

Hay situaciones en los que el llamado duelo migratorio es total y permanente, personalmente fui testigo de las lágrimas y tristeza de mis muchachos al decir adiós a seres queridos que supieron en ese momento que no volverían a ver jamás, a los abuelitos, incluso a las mascotas, créanme el mundo se le transforma al más pintao y lo más triste es que no es por gusto que se llega a tal circunstancia, es por obligación, por sentido de supervivencia en muchos casos.

Dejar atrás a la familia más íntima, a los amigos cercanos, es tal vez el duelo más duro de llevar, mucho más si hay que dejar hijos, padres mayores, abuelos como señalé; con todo acumulado sin duda para algunos será más difícil, pues todos ellos le dan seguridad, apoyo, cariño, comprensión y confianza al que se va y eso es lo que más pega, el duelo visto de algún modo es lo que podríamos llamar un duelo bidireccional, afecta a los que se van y también a los que nos quedamos, de allí que para mí ya un año es como los “Cien Años de Soledad” de García Márquez.

Sin duda alguna que el año que casi termina en cuanto a mí ha sido uno de los peores de mi vida y también para muchos en nuestro país, la situación en la que nos tiene inmerso el actual régimen, hace que más de uno caiga en la desesperación, quizás con toda razón; pero en éste artículo de opinión, quiero cambiar la óptica de tanta negatividad y pensar aunque sea brevemente en que el cambio hacia un mejor país será posible y lo será si todos nos involucramos en el esfuerzo para que así suceda.

Con mucha frecuencia trasladamos nuestras responsabilidades como ciudadanos a otros, para que sean esos terceros quienes ejecuten y hagan todo cuanto esté en sus manos para que se den los cambios, sin que nosotros como seres pensantes hagamos y demos nuestro aporte, por eso es que se hace imprescindible en los tiempos que vivimos que el concurso sea de "TODOS”, es decir mis estimados lectores, que los cambios inician por nosotros mismos, en nuestros hogares, con la familia, con los amigos y eso activará el efecto multiplicador.

Ahora bien, algo si tiene que estar muy claro y es que para obtener el  éxito esperado, no sólo depende de establecer metas, se trata muchas veces de aprender cómo hacerlo; no tener las metas claras, es algo así como pretender salir a algún sitio y al mismo tiempo no saber a dónde, por lo tanto es de suma importancia establecer la ruta, crear los planes y proyectos necesarios para obtener los mejores resultados; desde el preciso instante en que quedé sólo en el país comenzó esa planificación para lograr reunirme de nuevo con los míos, sucederá pronto.

Cada día que pasa y con la crisis social, moral, económica y política agudizándose, se exige de los que pensamos y queremos un mejor país que tripliquemos o cuadrupliquemos nuestros esfuerzos desde el puesto que desempeñe cada quien, ésta lucha es desde todos los frentes, comenzando por nuestros hogares, es una lucha por sentar nuevamente las bases de la cordialidad, de educación familiar, que parecen tan disminuidos hoy en día, sólo así se podrá reconstruir el entramado social gravemente dañado por más de 20 años de locura revolucionaria.

Algo tan espontáneo como dar las gracias es sin duda necesario en nuestros días y hasta eso se ha perdido, el trabajo que nos viene no será nada fácil mas no imposible, por tal motivo en cuanto a las gracias se refiere, siento que debo agradecer profundamente y siempre a todos mis amigos virtuales, los que siguen y repasan semanalmente mis artículos de opinión, también a los que no, gracias a ustedes es posible estar en las redes, transmitir de modo simple lo que muchos quieren expresar y a veces no pueden hacerlo, gracias especiales a mi editor de todos los días, quien me acompaña en la maravillosa aventura de escribir, gracias hijo querido, aunque lejos físicamente siempre estamos juntos, dios te bendiga, sin tú apoyo y labor mis escritos no llegarían a quienes amablemente los leen, gracias.

Como reflexión final en medio de los preocupantes días que transcurren y los sobresaltos que nos envuelven, me permito decirles que con seguridad los negocios y el trabajo son importantes, pero nunca se debe olvidar que lo más valioso e importante en nuestra vida deberían ser: la familia, los amigos y demás seres queridos; en cada oportunidad que tengan regalen un abrazo, una sonrisa, demuestren cariño y hagan saber lo valiosos que son y cuanto significan para cada uno de ustedes, el afecto y sentimientos si son verdaderos y profundos llenan más que cualquier cosa, así de simple y sencillo. 

“Porque la soledad le había seleccionado los recuerdos, y había incinerado los entorpecedores montones de basura nostálgica que la vida había acumulado en su corazón, y había purificado, magnificado y eternizado los otros, los más amargos".  

“Cien Años de Soledad” Gabriel García Márquez (1927-2014)

Reinaldo J. Aguilera R.
@raguilera68/@AnalisisPE

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