viernes, 8 de noviembre de 2019

ROMÁN IBARRA: 16/ N-2019

La circunstancia venezolana es cada vez más dolorosa, porque no se han dado los pasos en la dirección correcta para buscar salidas políticas que ayuden a conjurar la crisis.

Por el contrario, los jefes del régimen siguen poniendo trabas a cualquier posibilidad porque no tienen contención real, y ello les permite ganar tiempo, no importa si con ello aceleran la destrucción.

En la oposición las diferencias se profundizan, y esa circunstancia es aprovechada por el régimen para incidir en la división intrigando entre unos y otros. No termina de ocurrir el milagro de la unidad real en el seno de la oposición para convertirse en una fuerza política poderosa, y capaz de comprometer con sus acciones al régimen.

Algunos siguen apostando a salidas milagrosas como la de una acción militar de los Estados Unidos; de una fuerza multinacional a través del TIAR, o de que nos resuelvan el asunto los cascos azules de las Naciones Unidas.

El Presidente de los Estados Unidos está metido en problemas que ameritan su atención con carácter prioritario, como el caso del impeachment que quieren llevar a cabo desde el partido demócrata para evitar su reelección; la guerra arancelaria con China; los ensayos nucleares del loco de Corea del Norte, o la disputa con Rusia por la supremacía universal; amén de que ha dicho de manera reiterada que la solución pasa por el hecho de que oficialismo y oposición se sienten a negociar.

La mayoría de los países del grupo de Lima están negados a la posibilidad de una acción militar, y lo han dicho de manera reiterada, y en cuanto a las Naciones Unidas nada hace pensar que pudiera existir la intención del envío de los cascos azules, ni siquiera por el demoledor informe de la alta comisionada de los DDHH, Michell Bachelet.

Por donde quiera que se mire, es un asunto que nos toca resolver a los venezolanos, y para ello se hace necesaria la disposición real para ello, esto es, que oficialismo y oposición tienen que sentarse a negociar salidas reales. Pero eso solo es posible, si como dijimos, la oposición es capaz de convertirse en una poderosa fuerza, cuyas acciones muevan el piso del régimen de manera efectiva.

Es cierto que el régimen tiene el agua al cuello por su incompetencia, y corrupción, pero sin un contendor real y poderoso, nada ocurrirá. Puede perfectamente seguir chapoteando en su perversidad, pues al fin y al cabo, no son ellos quienes padecen la crisis humanitaria, ni la de los servicios. Estas afectan a la mayoría depauperada de la población, pero no a los jefes del oficialismo.

Tenemos derecho a exigirle a quienes tienen en su poder las decisiones políticas, que la solución pasa por negociaciones que nos lleven a celebrar elecciones –ojalá que sean generales- para lograr avanzar en la solución de los graves problemas que nos aquejan. 

Del mismo modo, sugerimos no crear falsas expectativas con la convocatoria del 16 de noviembre; es falso que ese sea el día de la solución final. No permitamos una nueva frustración en los venezolanos por el incumplimiento en el logro de objetivos.
La tarea inmediata a resolver, es aglutinar a todas las fuerzas opositoras, lo cual incluye a los factores que se han desprendido del oficialismo, para robustecer y cohesionar a una fuerza que represente  a la mayoría.

Es urgente que, bajo el liderazgo de la AN reunir a todos los sectores de oposición, salir a su encuentro de manera sincera y entre todos alcanzar la fuerza social y política que obligue al régimen -constitucionalmente- a negociar una salida electoral, con nuevo CNE, y supervisión internacional. 

Guaidó tiene la palabra!

Román Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra

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