lunes, 23 de diciembre de 2019

LINDA D'AMBROSIO: LA ÚLTIMA CENA, UNA VENEZOLANA

Acudí, en días pasados, a la presentación de una obra de teatro en Barista, un atractivo local español ubicado en pleno corazón de Chueca. Un poco al estilo de los tradicionales café concert, el público se preparaba a disfrutar de un espectáculo al tiempo que paladeaba su trago.

En esta oportunidad se trataba de La última cena. El retorno del chef, una obra escrita e interpretada por el actor Dimas González, producida por Natasha Gómez Rocha y Clay Hernández, y dirigida por Pedro González. Un equipo venezolano, en suma.

Si bien la trayectoria actoral de Dimas permitía anticipar que presenciaríamos algo interesante, no esperábamos el giro que cobraría lo que se anunciaba como el eje central de la obra: las peripecias de un chef venezolano en Nueva York.

Una historia profundamente personal, la de Jorge, se desvelaba ante el público con todas las vicisitudes de la migración forzosa: el piso compartido, las arduas jornadas de trabajo y la soledad, así como los esfuerzos inútiles por acceder a quienes le habían precedido en el exilio y estaban ya establecidos en la ciudad. Resultaban también personales las anécdotas, las preferencias del protagonista, sus rasgos de carácter, su vocación por la cocina, su historia familiar y su pueblo, uno de Venezuela.

Mas, de repente, la historia se tornó también estremecedoramente colectiva, cuando afloraron los términos en los que el chef llegaría a los Estados Unidos: las condiciones que habían rodeado a su partida, la progresiva desintegración de su familia; la pérdida de las personas más próximas en oscuras y dramáticas circunstancias; la resistencia y sus peligros. Cualquiera de los venezolanos allí presentes pudo haberse visto reflejado en el personaje, sabría a quién y a qué se estaba aludiendo. Pero, sobre todo, agradecimos que alguien levantara la voz para decirle a los españoles lo que nos forzó a tantos a salir de Venezuela….

Jorge narra su vida en fechas señaladas: canjea la posibilidad de presentarse a relatar su historia por la preparación de una comida opípara, la última que elaborará: una cena navideña a la venezolana. De allí el nombre de la obra que, además, introduce al público en las tradiciones culturales y gastronómicas de nuestro país.

El texto cuenta con diversos méritos, entre los cuales está el movilizar una enorme cantidad de emociones que varían desde la ternura hasta la náusea, valiéndose además de sub-historias dentro de una trama que, lejos de ser lineal, va arrojando diversos episodios ante el espectador, quien debe organizarlos hasta construir una imagen nítida de las fuerzas que constriñen al personaje a tomar las decisiones que toma.

Invalorable resulta la estrategia de personalizar la historia contemporánea de nuestro país para comunicar el verdadero significado de la diáspora. Cualquier persona ajena a nuestra realidad nacional puede, sin duda, empatizar con la figura trémula de Jorge e identificarse con lo esencialmente humano que hay en ella. A eso contribuye la veteranía de Dimas González, quien no solo ha recorrido una ya dilatada senda como actor, productor y director, sino que además ha sido reconocido por sus méritos con infinidad de premios relacionados con el teatro, el cine y la televisión.

La crisis de nuestra nación ha engendrado estupendas creaciones que, a más de servir para que cada autor elabore individualmente su tránsito a través de la realidad, constituyen eficientes estrategias para visibilizar la realidad de Venezuela, trasladándola al plano de lo humano y yendo más allá de la esfera de las estadísticas.

Linda D´ambrosio
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal

No hay comentarios:

Publicar un comentario