martes, 28 de enero de 2020

ALFREDO MICHELENA: NAVEGAR SIN ENCALLAR EN EL FANGO INFORMATIVO

¿Qué es verdadero y qué es falso? ¿A quién creerle? Todo empezó con aquello de “mi verdad y tu verdad”; pero ahora pareciera que hemos entrado en el mundo de la postverdad. Y esto tiene efectos nocivos para la democracia y para nuestra  lucha por recuperarla.

La prensa y la política

La importancia de la información es innegable. Además de que en política esa información tiene un carácter clave. La centralidad de un periódico o revista como elemento organizador de un partido o movimiento político ha sido un dogma. Lenin lo dejaba claro hace más de un siglo con la creación del periódico “Iskra”, como elemento de cohesión de su partido.

Para mediados del siglo XX ya no era común, en occidente, que los periódicos, revistas, televisoras o radios pertenecieran a un partido, aunque sin duda, muchos estaban alineados con alguna tendencia política. Sin embargo, aún con sus sesgos, los medios de comunicación trataban de mantener una cierta independencia en cuanto a la información y evitaban convertirse en panfletos de propaganda política.

En cierta forma la gente confiaba en sus medios de comunicación. Por supuesto que hubo manipulaciones de la información y su  utilización en los casos de contrainteligencia. Sin embargo, no era esa la norma.

Informar sin formar

Ahora bien, con la llegada del siglo XXI y los procesos de alta polarización que se han desarrollado en algunos países, esta objetividad no sólo se ha venido perdiendo, sino que la manipulación de la información se ha puesto al orden del día. Así vemos que los políticos, los dirigentes, mienten o cambian de opinión de acuerdo a las circunstancias, e incluso con argumentos contradictorios.

Pero lo realmente grave es la creación de una masa informativa tal que es casi imposible seguir algún hilo informativo y distinguir entre lo que es y no es la verdad. Ni siquiera que hay distintas apreciaciones de un mismo hecho. La verdad se hace esquiva. Es que volitiva y sistemáticamente existen grupos o individuos que están llenando los medios informativos de noticias basura.

La mejor explicación de cómo funciona esto la dio Steve Bannon, exjefe de Breitbart News y exestratega jefe de Donald Trump, cuando dijo en 2008 (refiriéndose al partido contrario a su jefe, el democrático): “Los demócratas no importan”. Y de explicar: “La verdadera oposición son los medios de comunicación. Y la forma de lidiar con ellos es inundar la zona con mierda”.

¡Llenarlo de basura!

En EE.UU. no se puede hacer lo que hizo el chavismo en Venezuela  al abiertamente suprimir los medios de comunicación que no se le humillaran. En Venezuela, este proceso provocó una migración de medios hacia el mundo 2.0, o sea hacia el internet y con éste a todas las aplicaciones disponibles para transmitir información. Hoy por hoy, la mayoría de los venezolanos recibe noticias por estas vías, porque de lo contrario deben informarse de lo que el régimen decide que sepan o crean.

En la actualidad es más fácil llenar de basura la nube de información. Ya no se necesita ser dueño de un medio de comunicación o tener un espacio en él. Ahora cada persona produce noticias y las consume desde cualquiera de las múltiples aplicaciones disponibles.

La mesa para llenar ese mundo de basura informativa está servida. Están dadas las condiciones tecnológicas y políticas, entre ellas: “la fragmentación de los medios de comunicación, la explosión de Internet, la polarización política, los algoritmos de selección y las cámaras de eco”. Entonces es fácil inundar la nube de informaciones y llenar el ciberespacio con basura informativa.

Debilitando la democracia

Volviendo a los rusos, Peter Pomerantsev, quien escribió un libro sobre la estrategia de propaganda del presidente ruso V. Putin, comentaba en una entrevista que no se trababa de vender una idea o una ideología, u organizar a las masas (como quería Lenin), sino que el objetivo era convencer a la gente de que “la verdad es incognoscible” y que la única opción sensata es “seguir a un líder fuerte”. Es éste el mundo de la “post-verdad”. En su contexto, la democracia se debilita y surgen los populismos.

La intervención rusa a través del ciberespacio en el extranjero está muy bien documentada, no sólo en EE.UU., sino en Latinoamérica. Se ha comprobado que uno de cada 10 “tweets” promotores de la violencia en Chile salieron de Rusia. Que las actividades de los rusos aumentaron significativamente en el conflicto boliviano. Incluso la vicepresidente colombiana ha señalado la interferencia de Rusia y Venezuela en los recientes disturbios en ese país, por medio de plataformas digitales.

El ciudadano ciego

La existencia y operaciones de un ejército o granjas de “troll” en Venezuela, la hemos venido analizando en estas páginas desde hace un par de años. Su objetivo es desinformar, llenar de basura la nube de información y crear un caos en la percepción de la realidad. Funciona no sólo para Venezuela, sino que ha intervenido en los procesos de agitación social que se han dado en la región. Su misión es crear confusión, desesperanza y animadversión hacia los gobiernos en la región, y en lo doméstico también dirigir una animadversión hacia la política y los políticos.

Los usuarios que siguen las noticias por los medios sociales y se mueven en internet  se enfrentan al caótico, abrumador e irredento mundo de informaciones, sin saber si son o no verdaderas. Por esto, muchos deciden subsumirse en la tribu con la que se sienten identificados y no hay información, por más irreal que parezca que los haga cambiar de opinión (ideologización). Otros cierran sus teléfonos inteligentes a la política y se aíslan del mundo.

Ya no sabemos qué es mentira y qué es verdad. Esto paraliza a muchos y radicaliza a otros.

Cortando cabezas

Todo lo anterior, automáticamente promueve la antipolítica. Se trata de descalificar y ensuciar a todos los políticos que figuran a la cabeza de la oposición. La lista de líderes que han pasado por esa molienda es ilimitada. Para empezar, las cabezas de los partidos más importantes: Ramos Allup, Julio Borges, Manuel Rosales, Leopoldo López, Henrique Capriles, los coordinadores de la MUD y pare usted de contar. Ahora es el turno de Juan Guaidó.

Es evidente que el objetivo del castrochavismo es inundar el ciberespacio con las consabidas “fake news”, chismes, insinuaciones malsanas y otras maledicencias. Su misión es conformar una oposición sin líderes, sin partidos y sin esperanzas, a fin de evitar que puedan articular y conducir una fuerza capaz de quebrar la alianza en el poder, evitando así una articulación organizativa de la oposición que permita convertir el descontento en fuerza política transformadora. La meta de la mentira es que todo el descontento y la protesta popular se atomicen. Y la única fuerza organizada es entonces la del régimen a través de sus aparatos represivos.

Usted, fiel lector, no sea parte de ese juego. Analice, compare y, lo más importante, no se deje confundir con el fuego amigo, ese que dice dispararle al castrochavismo pero termina desangrando a la oposición.

Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena 
@enpaiszeta

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