jueves, 23 de enero de 2020

RICARDO VALENZUELA: CHINA VS EU. ¿QUIERES QUE TE LO CUENTE OTRA VEZ? PRIMERA PARTE. REFLEXIONES LIBERTARIAS

Los EU en su joven vida republicana ha tenido que enfrentar grandes amenazas a su hegemonía y seguridad, pero siempre han emergido victoriosos. Han sido tres las más importantes. La primera sería la amenaza nazi de Hitler que se definiera a través de la guerra, muerte y destrucción. La segunda fue el comunismo y expansionismo de la Unión Soviética que se enfrentara con estrategia económica. Y en estos momentos tiene tal vez la más peligrosa que asoma con perfiles diferentes. Con la misma estrategia usada para seducir a la URSS, comercio, apoyos, capital, se ha tratado de cambiar la fisonomía de una China tiránica, opresora, igualmente expansionista, que no solamente no ha resultado, sino que, al igual que la URSS, todo ese apoyo lo ha utilizado para fortalecer su tiranía anti occidental.   

Roger W. Robinson, ex director de asuntos económicos internacionales de la NSA en la administración de Reagan, se convertiría en el arquitecto de la estrategia económica y financiera que provocaría la desintegración y caída de la Unión Soviética, acaba de publicar un artículo que, a quienes lo hemos leído, nos ha provocado el congelamiento de la sangre. Anterior a su estancia en la administración pública, había sido vicepresidente del Chase Manhattan Bank a cargo de la división de Rusia y Europa Oriental, en donde constantemente monitoreaba el grado de riesgo financiero de esa región. 

Explica cómo al inicio de la administración de Reagan los soviéticos mantenían un imperio que se extendía desde la Habana hasta Hanoi, pero su ingreso vía monedas duras era solo de $32 billones de dólares—una tercera parte del ingreso anual de GM en esos tiempos. Eso provocaba que con su nivel de gasto emergiera un faltante de $16 billones—pero los bancos occidentales lo financiaban dándole una urgente respiración artificial. El presidente Reagan entendía la vulnerabilidad económica de ese país por su falta de libertad, falta de emprendedores y de un dinamismo tecnológico. Pero cuando se enteró que el oeste financiaba a ese brutal régimen, tomaba la decisión de inmediatamente terminar ese flujo de dinero. 

Los europeos le daban una lectura diferente al problema. Ellos pensaban que era mejor construir un puente comercial con Moscú, del cual emergería la cooperación geopolítica y una nueva cara soviética. Si el oeste ofreciera financiamiento y comercio abriéndoles los mercados el resultado sería paz, prosperidad y la transformación de Rusia al capitalismo. Sin embargo, los rusos estaban usando los flujos de esos préstamos que le proporcionaba occidente—una cascada de moneda fuerte—y el soporte tecnológico para ampliar su fuerza militar, expandir su imperio y continuar involucrándose en todo tipo de actividades anti occidentales. Es decir, los europeos estaban rescatando y financiando la expansión de su enemigo más letal. 

La administración Reagan pintaba la raya con el proyecto Siberian Gas Pipeline. Un proyecto de 3,600 millas de ductos gemelos que se extendía desde Siberia hasta la conexión con Europa Occidental. Si se completaba, sería no solo la pieza clave para que los soviéticos adquirieran la estructura para hacerse de un ingreso de moneda fuerte, pero también establecerían la dependencia de Europa por casi el 80% de su gas natural, debilitando las ligas de EU con el viejo continente y dejándolo abierto a las extorciones de la USSR. Ese proyecto estaba siendo financiado en condiciones de subsidio a cargo de los causantes, porque Alemania y Francia consideraban la USSR un país no desarrollado merecedor de tratos especiales e intereses por debajo de lo que cotizaba el mercado. 

En aquellos días, los EU tenían el monopolio de la tecnología para extraer petróleo y gas con la que se podía perforar en lugares que se pensaba imposibles, lo que les había permitido perforar las laderas del norte de Alaska. De inmediato Reagan se daba a imponer un embargo en equipos y tecnología para la USSR y compañías europeas que estaban ayudando a construir la tubería conductora de Siberia. A ese punto, a pesar de la tensión provocada en las relaciones con sus aliados de OTAN, los EU cerraban por completo sus mercados a compañías que continuaran surtiendo a los rusos. Cuatro de las seis empresas afectadas quebraban en los primeros seis meses y los europeos despertaban ante la encrucijada de hacer negocios con los soviéticos, pero no con EU. 

El resultado fue que se estableciera un límite del 30% en los envíos de gas de la Unión Soviética a Europa, dilatando años la primera fase del proyecto y prácticamente destruyendo la segunda y eventualmente secaran el torrente de crédito de occidente a la URSS. En un acuerdo secreto, EU convenció a Arabia Saudita de producir 2 millones diarios adicionales de petróleo enviando el barril a $10 dólares—algo significante puesto que, con cada dólar que bajaba el petróleo, los soviéticos perdían cerca de un billón de dólares. La Unión Soviética nunca se recuperaría de estos golpes y pasaba a incumplir el pago de $96 billones de préstamos con bancos de occidente, y poco después se iniciaba la desintegración y caída de su imperio.  

La historia de la China actual tiene muchas similitudes, pero con una gran diferencia: EU ha estado jugando el papel de los inocentes europeos de los años 80 que se dejaran explotar por la URSS. Desde que se adoptara la política de Kissinger en los 70s para cortejar y seducir a China, el gobierno ha operado asumiendo que relaciones económicas y financieras con Beijing resultaría una China liberada políticamente. Y, desde 2001, cuando EU apoyó su entrada a la Organización Mundial de Comercio, el ritmo que le daba el acceso a lo mejor de tecnología, capital, y mercados de EU, el intercambio se aceleraba. Sin embargo, China no muestra señales de abrazar libertades individuales ni el estado de derecho. 

Con el soporte y capital de EU, China ha lanzado una campaña masiva para convertirse en el único super poder que deba liderar el mundo retando directamente a Washington. A través de su “Belt Road Initiative” ha ubicado grandes segmentos geográficos del mundo bajo su influencia o su control. El llamado “Made in China 2025”, es una estrategia designada para dominar sectores tecnológicos clave—desde inteligencia artificial y computadoras quantum hasta misiles hipersónicos y 5G. Siempre con el capital de EU y con estrategias que distan mucho de la integridad y buena fe entre países. 

EU conoce las prácticas de China de forzar transferencia de tecnología obligando a compañías americanas compartir sus secretos comerciales y su R&D, como condición no negociable para hacer negocios en su país. Sus prácticas predatorias también son bien conocidas. Y nos hemos enterado de esta peligrosa situación solo porque el presidente Trump la ha puesto en el escaparate de la atención nacional, por lo cual merece crédito. Y la guerra de tarifas es una buena medida y necesaria con la cual finalmente EU ha asumido su defensa ante un país aprovechado, abusivo, sin escrúpulos, que transita por los mercados del mundo sin la ética y sin la moral que se requiere. ¡Y esto no se debía permitir!

Ricardo Valenzuela
chero@reflexioneslibertarias.com
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero  

Los grandes hombres son como las águilas. Construyen sus nidos en una majestuosa Soledad. Porque un alto grado de intelecto tiende a convertir al hombre en un ser antisocial. Arthur Schopenhauer

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