domingo, 23 de febrero de 2020

ALFREDO M. CEPERO: ¿ES FRANCISCO UNA NUEVA VERSIÓN DE LUTERO?

"La Iglesia en manos de Lutero" no es una expresión nueva. Ha sido usada para referirse a momentos en que se pone en manos de sus apóstatas, de quienes quisieran verla derrotada o dividida. La referencia es casi siempre peyorativa, pues se parte del supuesto de que son los críticos internos los peores enemigos de la Iglesia católica. Cada mes de octubre, las iglesias protestantes históricas celebran el mes de la Reforma. Lo hacen para rememorar que el 31 de octubre de 1517 un monje agustino, llamado Martín Lutero, clava sus 95 Tesis contra la venta de indulgencias en las puertas de la capilla del castillo de Wittemberg.

Para Lutero el perdón era sólo una prerrogativa de Dios. La venta de las indulgencias y las absoluciones no eran aceptables. Los cristianos debían ganarse su salvación en el seguimiento a Cristo, no por la compra de las indulgencias. 

Para unos, Lutero es el ogro que destruyó la unidad de la Iglesia, la bestia salvaje que holló la viña del Señor, un monje renegado que se dedicó a destruir las bases de la vida monástica. Para otros, es el gran héroe que hizo que una vez más se predicara el evangelio puro de Jesús y la Biblia, el reformador de una iglesia corrupta.

La Iglesia católica de nuestros días está pasando por un  proceso de transformación similar con la elección de Jorge Bergoglio como Papa Francisco 

I. Este Papa se formó en seminarios influidos en gran medida por la llamada de Teología de Liberación, cuyo objetivo fue dar respuesta a problemas crónicos de pobreza, injusticia y mala distribución del ingreso. Fue necesaria una acción disciplinaria papal a mediados de los años 80 para reducir su presencia y su activismo.

Sin embargo, esas ideas radicales ya estaban grabadas en la mente del seminarista Jorge Bergoglio y cuando llegó al papado mostró su inclinación a hacer causa común con las ideologías de izquierda. En sus declaraciones más inquietantes ha llegado a decir que: “El comunismo es la ideología más cercana a Cristo y los comunistas son quienes piensan como los católicos”, “debe existir la redistribución de la riqueza” y “las empresas no deben existir para ganar dinero”.
Unas palabras que parecen haber sido copiadas de una arenga política de Vladimir Lenin. Por lo tanto, se entiende que Francisco no cuestiona el manual de la izquierda para tratar el tema de la pobreza y cae en una peligrosa coincidencia con el materialismo ateo. Además, a pesar de que Bergoglio diga que "los comunistas robaron la bandera de la pobreza" a la iglesia, su enfoque para solucionar el problema es claramente estatista, injerencista y anti mercado. De todo esto podría concluirse que: "La Iglesia en manos de Francisco corre el peligro de sufrir una transformación similar a la que sufrió la Iglesia en manos de Lutero". 

Abundando en el tema, se ha hecho evidente que el Papa Francisco se ha dedicado a idolatrar a la izquierda y darle oxígeno a cada líder socialista que se ha encargado de destruir países latinoamericanos. Ejemplo de ello tenemos la visita de Francisco a Cuba y sus reuniones secretas con los Castro mientras ignoraba a las damas de blanco y apresaban ciudadanos en la isla. Los encuentros con Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y su apego a Nicolas Maduro en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, tanto así que a este último le regaló un Cristo crucificado en el martillo del comunismo, el cual besó y mostró como una imagen religiosa.

Francisco, por otra parte, no ha dejado dudas en cuanto a su perfil ideológico, ni deja nada sujeto a la interpretación. Para el actual Papa el dinero es malo (más precisamente «estiércol del diablo») y la economía de mercado es un sistema que genera exclusión, pobreza y miseria. Pero cae en una deplorable contradicción cuando mantiene silencio sobre las fortunas grotescas y mal habidas de los Castro, los Chavez y los Maduro que fueron robadas a sus pueblos y condena la fortuna de Donald Trump lograda con el fruto de su trabajo en la competencia del capitalismo y el libre mercado.

El Papa muestra asimismo sus colores rojizos a la hora de nombrar a los prelados de la Iglesia en distintos países. Tal fue el caso del nombramiento de Juan de la Caridad García Rodríguez como Arzobispo de La Habana en sustitución del apóstata Jaime Ortega Alamino. Semanas después de asumir el cargo, el nuevo arzobispo generó una enconada polémica al declarar que no quería que en Cuba "haya un capitalismo ni nada por el estilo, sino que el socialismo progrese" para ir "hacia adelante en una sociedad justa y equilibrada y de hermandad".

Ahora bien, a pesar de todos los argumentos que he expuestos en este trabajo, no creo que Jorge Bergoglio sea un malvado que se proponga destruir a la Iglesia Católica. Pero estoy convencido de que es un ignorante y un fanático que pone en peligro la unidad y la integridad del edificio milenario de la Iglesia fundada por el hijo de Dios durante su residencia en la Tierra. Porque hay que ser un ignorante económico para preferir la miseria del  capitalismo de estado de Cuba y Venezuela antes que la prosperidad del capitalismo de libre mercado de Estados Unidos e Inglaterra.

Y hay que ser un fanático ideológico para hacer causa común con una ideología fracasada que ha causado tanta hambre, miseria y muerte dondequiera que ha sido impuesta por la violencia en el mundo. Una ideología que hace pobres a los ricos, hace más pobres a los pobres y los convierte a todos en esclavos. Si alguno tiene dudas que se lo pregunte a los cubanos y los venezolanos.

Alfredo M. Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
La Nueva Nación  
Director de www.lanuevanacion.com
Estados Unidos

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