jueves, 19 de marzo de 2020

MARÍA ALEJANDRA DÍAZ MARÍN: TERRIBLE IMPOSTURA

Desde 1095 la banca acumuló dinero a costa de la hambruna y muerte de millones de seres humanos. En 1315, la banca veneciana -manejaba el crédito papal- se apropió de tierras y bienes mediante hostilidades, préstamos, intereses e impuestos agrícolas y comerciales terminando en manos del Papado. Afectaron cosechas, controlaron la producción de alimentos, generaron hambre y muertes, reduciendo la población.

En 1320, la nobleza veneciana: Astirsiena, Franchecci, Scali, Peruggi, Buonacuorsi, viéndose a punto de la quiebra, en medio de la peste negra, cambiaron la economía, modificando el patrón monetario.

Cada 100 años usan la misma coartada: ya no armas convencionales sino con bioterrorismo para, en medio del pánico mundial inducido desde la globalización mediática, implantar el nuevo orden mundial anhelado.

Aplican armas blandas que destruyen el tejido social: Sociecidio Infowar impuesta por la comunicación instantánea en la que el arma social de destrucción masiva es estratégicamente superior al arma de destrucción masiva (Virilio).

Peste negra ayer, caída de las Torres gemelas, coronavirus hoy como impostura y táctica de eutanasia y darwinismo social. Máquina de guerra contra la humanidad, usando el criterio fraudulento de la ciencia y la protección de los derechos humanos, matan lo humano. Encubren la agenda del FMI, quien se queja de la longevidad de nuestros ancianos, casualmente los mayores afectados por la pandemia.

Es la “gobernanza mundial” aplicando vía atención humanitaria y sanitaria global su agenda. Apostemos a nuestra ciencia y nuestros científicos: examinemos exhaustivamente todo: medicinas y vacunas, incluyamos alternativas desde la bionanotecnología nacional, uso de alcaloides y nanopartículas de plantas autóctonas y dispositivos de multifrecuencias para afectar la genética de este virus.

Nuestra Fanb, garantes de la soberanía, deben evitar que minorías impongan desde el poder global ficciones sanitarias y capturen a la mayoría cuantitativa, robándole su potencia. Velar por el bien común. Juntos somos poder y potencia, pero conscientes de serlo. Desde nuestra inmanencia y necesidades, desarrollemos nuestras propias políticas de supervivencia y sobrevivencia de la comunidad, conectada y comunicada.

María Alejandra Díaz Marín
mariaalejandradiazredessociales@gmail.com.
@MariaesPueblo
@UNoticias
Constituyente

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