lunes, 16 de noviembre de 2015

EGILDO LUJÁN NAVA, GRAN CRUZADA POR LA JUSTICIA Y LA RAZÓN FORMATO DEL FUTURO

A menos de treinta días de celebrarse el proceso electoral para la constitución de la nueva Asamblea Nacional, dos planteamientos de fondo se hacen sentir en los recorridos nacionales que hace el liderazgo partidista y de los movimientos organizados por pueblos, ciudades y caseríos: para que haya una mejor y más eficiente Democracia, la dirigencia tiene que idear una manera más vigente y fresca de hacer política. El otro es que  las expresiones democráticas del país, es decir, los partidos y los grupos independientes -que vienen desarrollando un ambicioso programa de “Conversatorios Ciudadanos", para interactuar con los “ciudadanos de a pie”- no pueden ni deben transitar el mismo camino, haciéndolo de espaldas entre ellos mismos.

El resumen de lo que allí se escucha, comienza por destacar la incomprensión sobre cómo es que a un país que le ingresó más de un MILLÓN de millones de dólares, esté arruinado, endeudado y pasando hambre. Consideran que Venezuela debería ser un país modelo de prosperidad continental, sin pobreza extrema, con una clase media en proceso de expansión y una economía pujante. También, desde luego, una nación referencial en la región por la calidad de sus servicios de salud, educación y seguridad.

“¿Cómo fue que, repentinamente, dejamos de ser el país de la esperanza y las oportunidades, como era hace apenas 40 años, cuando venían personas de todo el mundo, para convertir sus sueños de una vida digna y próspera?”.

Para la mayoría de los que asisten, la inquietud más frecuente, sin embargo,  es a qué se debe la enorme escasez de alimentos. Productores, comerciantes, amas de casa, por igual, coinciden en que durante los últimos cien años, en Venezuela “nos hemos comido nuestras propias cosechas, salvo algunas excepciones, que, en ningún caso, nos hacían perder el sueño”.

Entre frases de dolor, molestia y frustración, cada uno describe cómo es que ahora se constituye “el simbólico plato nacional”, es decir, el “pabellón criollo”. Y lo enumeran detenida y rabiosamente: “carne mechada de Brasil; caraotas de Méjico o Dominicana;  arroz de cualquier parte del mundo, porque viene desde Uruguay, Brasil, Centroamérica y hasta de Guyana, cuando no hay ruidos políticos. El aceite comestible, las ollas y sartenes también son importados. Lo único criollo lo constituyen los condimentos, el gas y la electricidad. Inclusive, en el caso de estos dos últimos servicios a cargo del monopolio estatal, todo depende de si no hay apagones y si el expendio de bombonas no se ve afectado por la ausencia de transporte

La población, definitivamente, está consciente de que se ha dejado de producir, bien porque no se permite hacerlo, o porque, “con dinero ajeno manejado como propio, el mejor negocio siempre será importar, antes que producir, ya que algún rebusque se puede armar en la mitad del camino”. De hecho, la convicción mayoritaria es la de que las importaciones son hechas por quienes sí saben cómo conseguir dólares baratos y en buenas cantidades, como para que parte de ellos terminen en el ámbito de la conversión: de barato a paralelo, mientras las culpas del desmadre especulativo se le carga al fenómeno del “Dólar Today”.

Inclusive, los que se atreven a opinar para juzgar sobre el “andamiaje de la importación”, concluyen en que no es fortuito que se pierdan grandes cantidades de alimentos importados en las aduanas o en almacenes oficiales. Eso sucede porque carecen de logística, pero también porque el objetivo es no distribuir esos alimentos. El propósito verdadero es la conversión de dólares baratos en bolívares a precio de mercado libre.

El otro gran tema, y tan sensible como el anterior, se lo plantean los asistentes como el hecho incomprensible, ante una situación que demanda “soluciones  aceleradas, de emergencia”. Ellos no se explican por qué las fuerzas opositoras y democráticas del país, se plantean ser una opción alternativa de cambio, sin haberse podido entender para actuar unidas.

Reflexionan sobre la conformación de la Mesa de la Unidad Democrática y la fuerza independiente. Y mientras que a esta última la identifican como una expresión mayoritaria del 60% con respecto al 20% de la otra, les inquieta la posibilidad de que allí esté en juego -o en evidencia-un paso en falso ante una situación que jamás se va a revertir solamente con declaraciones, arengas o discursos para la ocasión.

Ellos, concretamente, afirman que “tenemos una oposición dividida entre los partidos de la Mesa de la Unidad y los Independientes que conforman la gran mayoría. Según las encuestas, la MUD cuenta con, aproximadamente, un 20% de respaldo y los Independientes con un 60% que no aprueba la gestión de Gobierno y que, evidentemente, conforma una mayoría. Pero en lugar de ir unidos a la contienda electoral parlamentaria, los Independientes postulan más del triple de los candidatos que postuló la MUD, y ésta, antes que ocuparse de construir verdadera  unidad, ignora a los independientes y los acusa de divisionistas”.

Para esos “ciudadanos de a pie” de los pueblos ciudades y caseríos del interior del país, “si a la MUD la conforman partidos políticos tradicionales y otros de más reciente constitución, por lo cual deben estar bien organizados hasta llegar a ser legítimos representantes de los más diversos electores del país, entonces, deberían propiciar una gran participación nacional, respetando los liderazgos regionales, hasta conformar una verdadera unidad democrática”.

Desde luego, consideran que  “al no haberse realizado las que debieron ser lógicas y deseadas primarias a nivel nacional, para que pudieran participar todos los interesados, las postulaciones terminaron convirtiéndose en una imposición de candidatos  y en un acto excluyente inconveniente y peligroso para el gran propósito democrático venezolano: impedir que el Partido Socialista Unido siga siendo una fuerza mayoritaria en el Poder Legislativo, o que por la evidente división opositora con miras a dichos comicios, se terminen perdiendo curules”.

Nadie duda que las fuerzas democráticas alcanzarán un “triunfo arrollador el 6 de diciembre”. Sin embargo, insisten en exhortar a la dirigencia política de los dos sectores opositores, para que “pongan la inteligencia a prueba y, con el corazón puesto en Venezuela, se integren la Mesa de la Unidad y los Independientes y constituyan la sólida gran mayoría del 80%. Posible o no, el sentimiento predominante es el de que se conformen acuerdos en los que de la misma manera que la MUD deje sin efecto su respaldo incondicional a candidatos  sin fuerza electoral y respalde a los Independientes, que éstos hagan otro tanto en respaldar a los candidatos de la MUD que necesitan de su apoyo”.

Los conversatorios, que algún dirigente asistente calificó de “gran cruzada  por la justicia y la razón”, arrojaron una conclusión para la evaluación  y consideración de hoy, como para su objetiva valoración histórica. Y es que habrá una gran polarización parlamentaria entre la mayoría opositora y los partidarios del régimen, con un innegable desempeño determinante de la expresión independiente. Este, de hecho, aun siendo minoritario, será el fiel de la balanza para que cualquiera de los dos bloques obtenga la mayoría necesaria.

Por supuesto, ante la posibilidad de que pudiera ser así, es válida, seria y digna de atención la tesis de que es necesario lograr un gran equilibrio opositor, en el que, anticipadamente, se imponga la razón y se desestime la imposición. Nadie puede negar que las solidaridades automáticas ya les han provocado un serio daño parlamentario al país, y que los retos de hoy no  pueden estar supeditados a que se repitan experiencias similares.

Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan

Miranda – Venezuela

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