sábado, 31 de octubre de 2015

EUGENIO MONTORO, PSICOPATOLOGÍA DEL VOTANTE

 Dentro de poco tendremos elecciones a la Asamblea y las encuestas muestran a la alternativa democrática como gran favorita. A pesar de eso muchos no dejamos de tener nuestras dudas sobre si ir a votar o no y, aunque no domino bien el asunto, me arriesgo a repasar algunos de los motivos.

          Lo primero son los paradigmas, creencias formadas por la costumbre pero sin asidero real. Allí está el “estos tipos no salen con los votos”, “tienen la trampa lista”, “lo dijo Maduro, aquí ganamos como sea”. Los paradigmas son paralizantes pues suponen que no hay opciones. La psicología del dominio es bien conocida y el régimen la utiliza: 1-amenazar al ciudadano, 2-paralizarlo por miedo y 3-lograr sumisión. Que lo haga el régimen es comprensible pues no tiene escrúpulos, pero que lo aceptemos es algo muy diferente. La historia muestra centenares de gobernantes “invencibles” que de un día para otro aparecieron llorando e implorando piedad. En nuestras manos está el no caer en esta trampa de desaliento. Venezuela necesita de sus hombres y mujeres recios de propósito que enfrentan y desafían al poder cuando es necesario y nunca ha sido tan necesario.
          Otro miedo es el de la pérdida. Aquí se agrupan los empleados públicos que son amenazados con perder sus puestos si no votan a favor del régimen. Igual son los que están en alguna misión o en algún puesto de comunas. Todos son amenazados con perder su “peor es nada”. A estos hermanos se les entiende, pero cada quién debe enfrentarse a la misma pregunta: ¿Que quiero para mí y mi familia? ¿Sobrevivir y vivir como pobre o vivir dignamente?. En muchísimos Países los ciudadanos tienen suficiente para comprar su comida sin  colas, comprar un carrito y hasta viajar de vez en cuando. Los hospitales son buenos y limpios, la gente viste bien y camina sin que la atraquen. Tienen buenos empleos en empresas excelentes y se divierten. Tu voto elige el camino. Votar por el régimen, o no votar, es quedarte donde estás y, lo peor, sin futuro. Romper las cadenas de esta miseria limosnera donde morimos es votar buscando otro horizonte. Una esperanza de tener un País decente.
          Por último está el miedo a decidir. En su raíz es el miedo a equivocarse. Son fáciles de reconocer por sus frases “yo no me meto en política”, “todos son iguales”, “yo me quedo en la casa, cocino un hervido y que sea lo que Dios quiera”.  Este miedo es muy difícil de vencer y la gran mayoría de este grupo no votará. Usualmente no lo hacen por el miedo a tomar decisiones y por el terror de demostrar su ignorancia frente a la máquina de votación. Sin embargo, para ellos, ir a votar sería un buen reto personal. Los haría valientes frente a todos sus familiares y amigos. Imagínate por ejemplo “papito está tan arrecho que hasta fue a votar”, “no te creo chica, si él nunca va”, “mirá vos”.
          Al carajo los miedos. A votar. Venezuela nos necesita.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

Edo. Zulia - Venezuela

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