martes, 1 de diciembre de 2015

ENRIQUE MELÉNDEZ, ¿LA HORA DE LA COHABITACIÓN?

Eso es la evidencia: matar a una personalidad de la dimensión de Lilian Tintori; para que aquí, como decimos en criollo, se forme el gran peo.

La posibilidad de la derrota los tiene muy alterados, si es que nos atenemos a lo que dicen la mayor parte de la encuestas; pues advierto que una de las encuestadoras más serias, como Varianzas, le ha venido diciendo a sus clientes que los números suyos, en sondeos cara a cara en varios estados del país, no le dan una ventaja tan considerable a la oposición; de modo que de ganar no pasaría de una mayoría simple, y lamento tener que pecar de aguafiestas; porque, por lo demás, frente a esta gente en estos terrenos hay que andar con cautela, tanto más que siente que ha llegado la hora de bajarse del tigre; partiendo del hecho de que todas las encuestas en esta oportunidad por primera vez sí dan como ganador a la oposición.
        
Aparte de que, como lo dicen los encuestadores, aquí lo que viene es hostigamiento, provocación y represión; pues no se olvide, como lo señala el politólogo Edgar Gutiérrez (Venebarómetros) que no estamos en Suiza; donde está repartida por todas partes la cultura del honor. 

Aquí estamos frente a una gente muy tribinilera y sin escrúpulos. ¿Cuándo hay cultura del honor, cuando el gobierno, en lugar de acogerse al duelo nacional, en que se ha sumido el pueblo venezolano, con motivo del asesinato del que fue víctima el dirigente adeco Luis Manuel Díaz, lo que hace es prender el ventilador, y “enmerder” la memoria del fallecido?

         Pudo haber sido un matón, como dice Diosdado Cabello. El problema es que este señor es un fallecido, y quien se ocupa de juzgarlo es Dios de ahora en adelante. Ya en este mundo no está este sujeto; cuyo devenir existencial es el que nos tocar juzgar a nosotros, y, en ese sentido, toda sociedad cuenta con una legislación, y de hecho hasta nuestra capacidad de razonar, como bien lo demostró Kant en su momento, constituye un juicio.

         Pero también esto forma parte de esa estrategia de esta gente, una estrategia guerrerista, por lo demás, y yo hasta diría que entramos en un estado de zozobra; que es el que ha estado sintiendo el pueblo francés; luego de los atentados perpetrados por el fanatismo religioso islámico; lo cual ha dado lugar a la declaratoria de la III Guerra Mundial, y la que amenaza con ser tan sangrienta como lo fueron la I y la II Guerra Mundial. 

        Porque el criminal que disparó hacia la tribuna, donde se realizaba el acto, encabezado por Lilian Tintori, actuó con la misma vileza que los que masacraron a los víctimas caídas en dichos atentados; de modo que también nuestra sociedad se ha contaminado de esta atmósfera terrorista; abrigando uno temores, como los que ha expresa Tintori, al señalar que, incluso, los disparos, con los que cayó abatido el secretario de asuntos municipales de AD en Altagracia de Orituco y dirigente de la construcción de la región guariqueña, iban dirigidos a ella.

         Claro, aquí no hay fanatismo religioso, pero sí terrorismo de Estado, como nunca lo habíamos visto en la Venezuela contemporánea. Aunque desde que Hugo Chávez llegó al poder hemos vivido en ese estado de guerra; pues no olvidemos que el propio Chávez exhibía un puño golpeando la palma de su mano; en señal de que con su elección el pueblo había golpeado a los sectores poderosos de este país, y lo que indicaba que su gobierno iba a ser excluyente, exacerbando, en ese sentido, los odios ancestrales, heredados desde la propia génesis de nuestra República.

         Ahora, ¿tendrá el oficialismo la capacidad de llegar a un acuerdo con la oposición, gane o pierda la Asamblea Nacional, para admitir un consenso en torno a un programa mínimo de gobernabilidad? Lo que supone, por lo demás, el levantamiento de ese estado de guerra, que hemos padecido, y el cual ha enlutado a la familia venezolana; cuando no, echado del país, pues a esto se une el flagelo de la inseguridad, que también lo padecemos en grande, y con mucha saña; habida cuenta de la crisis que vive el país, y que implica atender de inmediato la situación económica, que es lo más grave por ahora. 

         Eso es lo que duda mucha gente, e incluso, a días de la justa electoral todavía algunos se platean la posibilidad de que el gobierno a última hora lance sus bandas armadas a la calle; disfrazados de opositores, y generen una serie de amotinamientos que justifiquen la extensión del estado de sitio, que se ha decretado en algunos estados, con la posibilidad de una suspensión de las elecciones, quien sabe si por un tiempo indefinido.

         No hay que perder de vista que el gobierno, de salir derrotado, aún queda con una representación parlamentaria, además de los cuatro poderes restantes y las bandas armadas; de modo que ese cambio que toda Venezuela anhela, no está a la vuelta de la esquina; partiendo del hecho asimismo de que estamos frente a una clase gobernante que es capaz de vender al país, si es posible, con tal de mantenerse en el poder, y que está muy lejos de asumir cualquier postura que incite a una negociación.                           
            Obsérvese que ya comienza a surgir dentro del propio oficialismo una corriente que considera que lo mejor por el momento es la renuncia de Nicolás Maduro y de todo el tren ejecutivo, y que como lo han señalado algunos politólogos, el pueblo chavista no es que quiera un cambio de gobierno, como sí un cambio de modelo, en especial, de modelo económico, pues es más que claro que la política de los controles lo que ha generado es, además de escasez, corrupción, bachaqueo y todas las distorsiones inherentes a la economía; que funcionaba bien hasta el derrumbe de los precios petroleros, y que por el momento están muy lejos de repuntar.

Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo

Lara - Venezuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario