lunes, 11 de enero de 2016

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, PIDO LA PALABRA: MÁS ALLÁ DE LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

El 5-E fue momento para demostrar cómo de la exclusión, valiéndose de un lenguaje político vergonzoso situado en un pretérito superado, puede llegar a convalidarse el exterminio de la política.

La vida política tiene su propia lógica. Hay circunstancias sin las cuales es imposible argumentar razones que avalen realidades en su forma y fondo. La política, por ejemplo, no tendría significado alguno de no contar con el lenguaje mediante el cual hace posible alcanzar sus propósitos. Es así entonces como la comunicación se hace política lo cual obedece al carácter intrínseco de lo que la palabra determina al momento de convertirse en sonido que se expande hasta llegar a sembrar motivaciones y generar decisiones.

Esto, simplemente, deja ver cómo la política está apegada, estructural y formalmente, a la palabra. Aunque no puede negarse que la dinámica política, en sus trazados de dialéctica y en sus escaramuzas con la semántica cuando es abatida por coyunturas de fuerte pegada, tiende casi siempre a atenuar o amplificar la comprensión de ideas que terminan configurando un discurso. Sobre todo, cuando ese discurso es avivado por contingencias resultantes de emociones o pasiones apremiadas por fuerza de los hechos imperantes.

La referencia que mejor puede servir para dar cuenta de la certidumbre que marca la política desde la contemplación del lenguaje hablado, es el episodio que se vivió como consecuencia del acto de instalación de la Asamblea Nacional, hecho éste acontecido el pasado 5-E. Tan particular momento de la historia política contemporánea de Venezuela, si bien fue marco para destacar palabras y frases empleadas que por su carga ideológica, fueron empleadas para atacar las posturas del contrario o para enaltecer las propias, igualmente fue escenario para asentir una jerga política cuya lectura fue más allá de lo que en principio pudo entenderse.

La confrontación entre los polos políticos que han definido el discurrir del país, o para embadurnarlo de criterios populistas con los cuales el desarrollo económico y social de la nación se ha visto suspendido en el tiempo, representado por la hegemonía gubernamental, o para demandar la conducción de un país sujeto al concepto de Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que establece la Constitución de la República, representado por los factores de la oposición democrática, ha sido el eje sobre el cual ha girado la praxis de la política nacional.

Sólo que ahora, como nunca en los últimos 17 años, tal confrontación llegó a un primer punto de inflexión de un proceso que, aunque no simboliza una función matemática, pasa igualmente de una concavidad a otra. Pero entre concavidades de razón política cuyos siguientes puntos de inflexión o también conocidos “de ensilladura” por la forma que adquiere la relación entre variables políticas, económicas y financieras, estarán determinados por momentos a ser definidos por el poder. No necesariamente del que establece el manejo de mandos para la coacción despótica y la coerción arbitraria. Más que eso, por el poder que a través de la palabra debidamente conjugada y enfocada suscribe la política.

Por eso, el lenguaje de la política debidamente entendida y atendida, busca desoír locuciones que se reduzcan a consideraciones apresuradas o redundantes. Sus contenidos tienden a ser esquemas rehenes de la manipulación o de la ligereza con la cual, fácilmente, incurre en afrentas viscerales que sólo consiguen enredar y enrarecer los niveles de comunicación que requiere, justamente, un comedido y beneficioso ejercicio de la política.

El aludido acto de instalación de la nueva directiva del Parlamento venezolano, fue el terreno preciso para dejar ver lo factible que resulta el hecho de transitar del eufemismo al insulto para lo cual fue obvio demostrar el mal talante de dirigentes del oficialismo que olvidaron que serían investidos como diputados de la República. No como emisarios de un emperador de obstinado carácter. Fue la oportunidad exacta para testimoniar cómo de la exclusión, valiéndose de un lenguaje político vergonzoso situado en un pretérito superado, puede llegar a convalidarse el exterminio de la política sirviéndose de abusivos dictados de gobierno.

Aunque el propósito de esta disertación no es adjetivar el comportamiento político de una representación de dirigentes políticos que ganaron una silla curul para los siguientes cinco años de trabajo legislativo, si es posible apreciar que los factores de la Unidad Democrática intentaron de alguna manera asentir el concepto de ciudadanía a través del lenguaje empleado para justificar la magnitud del momento que significó el pasado 5-E. El sentido que envuelve al republicanismo democrático, fue también en algo translúcido. Más aún, el acto reflejó que las esperanzas de un pueblo que con su voto favoreció el nuevo cuadro de escaños democráticos alcanzado, encuentren al país que yace desaparecido. Para ello, apelan al esfuerzo que bien puede obtener loables y convincentes resultados cuando la labor política escarba más allá  de la palabra.

VENTANA DE PAPEL

DE LAS CONTRARIEDADES DE LA VIDA

En verdad que el hombre no es más que una menudencia frente al tiempo. Mucho más, ante el universo. La vida parece semejarse a un instante. O quizás, es como un sueño. Sólo que la rebeldía propia del ser humano, por validar su presencia, persiste al resistirse ante la vida misma. Por eso, se ve obligado a crear, actuar, escribir, amar, luchar y reflexionar. Pero sobre todo, a reproducirse para prolongarse en el tiempo y asentir que su procedencia y ascendencia es imagen y semejanza del Padre de los Tiempos y de la Naturaleza Cósmica. La Biblia refiere tan hermoso hecho al hacer ver que luego de crear Dios al hombre, siguió creando el universo. Pero mediante las manos, el cerebro y el corazón del hombre. Por eso, lo preparó para dominar las fuerzas de la producción y organizar la sociedad para que todos tuvieran pan y cultura.
Sin embargo, en todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, no es difícil observar que por todos lados hay obstáculos. Obstáculos de distinto tamaño y forma, muchos de los cuales no pueden librarse sin que de ellos surjan otros. Pero hay algunos que se justifican pues incitan oportunidades que permiten demostrar las capacidades suficientes para dejar al descubierto el sentido de humanidad que vive en todo hombre. Aunque también se tienen fracasos por cuanto son los momentos que mejor enseñan a avanzar a pesar de las contingencias.
Cuando así ocurre la vida, los miedos trascienden en vano. Dejará de necesitarse mil objetos o mil elogios pues la persona habrá sabido superar etapas dominadas por el egoísmo, o la envidia que muchas veces apenas sirven para enfrentarse consigo mismo. Sabrá cuál es la verdadera justicia. Sabrá que el sufrimiento es, por ratos, compañero de vida. Aprenderá que la vida es una batalla donde no hay ganadores ni perdedores. Que las contrariedades están por doquier. Pero comprender estas vicisitudes, es lo que en verdad cuesta lograr. Es la lección que no muchos alcanzan a entender.
Un ejemplo que bien valida lo que envuelve el concepto de vida, lo constituye el recorrido que por este mundo tuvo Bernardo Celis Parra. Hizo que las contrariedades se convirtieran en las fuerzas que impulsaran sus decisiones, tanto como que los inconvenientes sirvieran para ensanchar su visual ante las posibilidades de salir airoso de cada compromiso. Desde los que adquirió como dirigente político, hasta los que consiguió como dirigente empresarial.
Bernardo Celis, transformó cada segmento de la vida en procesos de afirmación de ideas. Así, supo armarse del coraje necesario del cual se valió para concebir las tantas razones que motivaron cada emprendimiento trazado. Se permitió buscar respuestas entre las dificultades pues advirtió que en medio de esas dificultades, gravitaban las oportunidades en medio de las cuales sembraría la semilla de un éxito equivalente. Caminar entre pedruscos hizo que valorara la tormenta, tanto como el rocío de la mañana. Así entendió que la vida no pararía pese a los problemas. Quizás el retiro de tanto sacudón que había funcionado como motivación de su vida política y empresarial, le permitió reconocer que su biblioteca era el paraíso terrenal que la literatura indicaba. Por eso su vida logró convertirla en un mágico mundo donde los libros se masticaban y digerían. Sería eso lo que animó a Bernardo Celis Parra a transmutar el curso de su  vida prefiriendo escribir libros que ya habían comenzado a hablar desde su pensamiento y desde sus sueños. Pero también, desde el camino andado por el que atravesó, a pesar de las contrariedades de la vida.

“Cuando la política apela a un lenguaje afrentoso y mediocre, el ejercicio de gobierno tiende a convertirse en confección de sentencias dirigidas a condenar el pueblo al desprecio, la desolación y a la decadencia”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

Merida - Venezuela

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