jueves, 14 de enero de 2016

LUIS ALBERTO MACHADO SANZ, EL VALOR DE LA PALABRA

El Valor de la Palabra



1-Marco Atilio Régulo, fue general y cónsul romano. Lo fue por dos veces. En su primer mandato, durante el noveno año de la Primera Guerra púnica, derrotó a los salentinos y capturó Brundisium, lo que hoy en día se llama Brindisi. Esto sucedió en el año 267 antes de Cristo. También conquistó Túnez. Además, derrotó a los cartaginenses en la batalla de Adys, cuidad muy cerca de Cartago. No olvidemos que las guerras púnicas fueron entre romanos y cartaginenses. Tras la derrota de Adys, los cartaginenses quisieron firmar la paz pero consideraron muy duros las condiciones propuestas por Marco Atilio Régulo. Por lo tanto, decidieron seguir combatiendo.


A pesar de lo anterior, en el año 255 antes de Cristo, los cartaginenses contrataron a un mercenario, al general griego de nombre ‘‘Jantipo’’. Éste supo reestructurar muy bien el ejército cartaginés y por lo tanto, derrotó a Marco Atilio Régulo, en la batalla de ''Los Llanos de Bragadas'', en la que Marco Atilio Régulo, cayó prisionero con 500 de hombres. 
En dicho año, Marco Atilio Régulo tenía 5 años en cautiverio. Durante todo ese tiempo, los romanos se rearmaron y también reestructuraron su ejército y luego de esto, los romanos mandaron al general Quinto Cecilio Metelo, con varias legiones de soldados, para volver a continuar el asedio a Cartago. El general Metelo derrotó a los cartaginenses en Panormus, en lo que hoy se conoce como Sicilia.
Ante esto, los cartaginenses vuelven a pensar en una nueva negociación de paz y a tal efecto, decidieron enviar a Roma una delegación que buscara la paz o en su defecto, lograr un intercambio de prisioneros, sobre todo, un muy importante general cartaginense, como lo era Bostar. A tal efecto, sucede algo muy llamativo y muy curioso:
Los cartaginienses decidieron que Marco Atilio Régulo fuera enviado como parte de dicha embajada de paz. Sin embargo, los cartaginenses le pusieron una condición y fue que diera su palabra que regresaría a Cartago, si no se lograban los objetivos de paz, antes dichos. Y bajo dicha condición, partió a Roma. Pero Marco Atilio Régulo los sorprende a todos, a romanos y a cartaginenses. En efecto:
Ante el senado romano, en vez de hablar de paz o de intercambio de prisioneros, alienta a los senadores que continúen la guerra hasta alcanzar la historia total y absoluta. Hay que notar que Marco Atilio Régulo no le dio su palabra a los cartaginenses de lo que iba a decir en sus discursos ante los romanos, sino de volver a Cartago, si no se conseguía la paz entre Cartago y Roma, o en su defecto, un canje de prisioneros.  Y efectivamente, logró convencer a los romanos para que continuaran la guerra hasta que derrotaran a los cartaginenses. Pero luego vino otra sorpresa:
Marco Atilio Régulo les dijo a sus compatriotas que volvía a Cartago, que tenía que honrar su palabra. Sus familiares, amigos, colegas, conocidos y no conocidos, le rogaban que no volviera a Cartago, que los cartaginenses lo iban matar pero Marco Atilio Régulo les respondió que su palabra era sagrada y que iba a volver. Y volvió a Cartago, pero los cartaginenses arremetieron contra Marco Atilio Régulo ya que en vez de premiar su honor, su dignidad y la fidelidad, al compromiso de haber honrado su palabra y ser ante todo un verdadero hombre de honor y de palabra, y lo que hoy llamamos un auténtico ''señor y caballero''.

El historiador Horacio, en sus ''Odas, III. 5'', dice que a Marco Atilio Régulo, los cartaginenses lo ''torturaron hasta la muerte''. Otros historiadores dan detalles y dicen en su versión menos cruel y dura, que la tortura contra Marco Atilio Régulo consistió en encerrarlo en un cofre claveteado y posteriormente arrojarlo por una ladera. Posteriormente los romanos se vengaron, torturando y matando, al muy importante y famoso prisionero cartaginés antes dicho, como lo era el general Bostar y a otros más prisioneros cartaginenses.

2-El honrar la palabra, el honor y la dignidad, privaron en la etapa de la República de Roma. Esto hizo a Roma, soberana, libre y próspera.  Recordemos al gran Cincinato, hombre austero que vivía muy dignamente en el campo, era un labriego, pero que cuando había una guerra, lo llamaban para que se pusiera a comandar, lo para esa época, era el equivalente a un ejército de hoy en día.

Cierto, Cincinato se iba a la guerra como comandante pero antes de partir le daba su palabra a su familia, que luego de finalizada la guerra, volvería a su casa para continuar como agricultor, tal cual como estaba antes de la guerra. Además, los conciudadanos romanos de Cincinato, que le pedían que fuera a la guerra, le daban su palabra que le respetarían que volviera a su casa, como un ciudadano común.

Mostrando la columna de hierro.jpgLuego de acabado el conflicto, Cincinato no se aprovechaba, ni mucho menos abusaba por los servicios prestados a la República Romana como comandante. Aun sin saberlo, ya que para ese momento, no había nacido Jesucristo, Cincinato tenía lo que posteriormente sería, un sentido cristiano de la vida. Para Cincinato, la autoridad era la de un servicio hacia los demás. Como tiempo después, diría Jesucristo, que había venido al mundo “para servir y no para ser servido” (Mateo: 20,28).

Otro hombre de palabra, honor y honradez, fue Marco Tulio Cicerón, él fue definido por la escritora Taylor Caldwell, como ''ciudad fortificada, férrea columna y muro de bronce''. Lo fue, en su libro en su libro ’’la Columna de Hierro”. Lo hizo, citando al profeta Jeremías (Jer: 1: 17-19). Una de las frases de Cicerón, así lo demuestra:

''Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo''

Cicerón fue el que tuvo el valor de enfrentarse a Catilina, lo hizo en sus famosas catilinarias. Una de las más famosas fue la siguiente:

“Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?

‘‘¿Hasta cuándo Catilina, abusareis de nuestra paciencia? ''

 La República Romana llegó a ser tan fuerte y a tener tanta solidez interna, que ni siquiera pudo someterla, uno de los genios militares más grandes de todos los tiempos como lo fue Aníbal, en consecuencia se tuvo que devolver frustrado a su país.

Estamos hablando nada más y nada menos que de Aníbal, el que cruzó los Alpes e introdujo los elefantes como un elemento moderno para su época y dentro de las guerras que le tocó vivir, ya que los utilizó como lo equivalente a lo que hoy en día se conoce como los tanques de guerra. Los elefantes tenían una rapidez cercana a los caballos.

La República Romana vivía en base a tres fundamentos:
Honeste vivere (vivir honestamente), suum cuique tribuere (dar a cada uno lo suyo) y alterum non laedere, (no dañar al otro).

En esto de '' vivir honestamente '', estaba el ser fiel a honrar la palabra empeñada, y tener honor, honradez y dignidad, tal como hicieron Cincinato, Marco Atilio Régulo y Cicerón. 

En cambio, cuando Roma se convirtió en Imperio, se relajó. El honrar la palabra, el honor y la dignidad de los ciudadanos romanos, entre otros efectos, produjo un gran relajamiento moral y también que la libertad se convirtiera en libertinaje, que no es libertad. Los emperadores se convirtieron en relajados, depravados y dictadores, excepción hecha con el emperador filósofo Marco Aurelio, el mismo que dijera que “nuestra vida es la obra de nuestros pensamientos” y no podemos dejar de reconocer sus méritos, a pesar de todos sus fallas, los dotes de gran estratega militar y de estadista. También está la excepción que como estadista y gran estratega militar, que tuvo Julio César. Pero fuera de algunos emperadores, que fueron casos puntuales, el Imperio Romano se convirtió en una dictadura en la que además abundaba el deshonor de no honrar la palabra empeñada; y a larga o la corta, todas las dictaduras, terminan cayendo y desplomándose por sí mismas, aparte de lo que en eso, pueden contribuir ciudadanos que no tienen honor, porque entre otras malos hábitos, no honran su palabra.

En la etapa del Imperio Romano, Roma dejó de ser la República de Cincinato, Marco Atilio Régulo y Marco Tulio Cicerón, y se convirtió en la Roma de Nerón,  Calígula y  Cómodo.

En su amena y a la vez profunda y densa “Historia de Roma”, el historiador Indro Montanelli dice que al Imperio Romano no lo derrocó nadie, se cayó solo, al igual que a un enfermo que se muere por sí mismo sin que nadie lo hubiere matado.

En consecuencia, Atila y demás bárbaros, lo que se encontraron fue con un cadáver llamado Roma. Atila era el rey de los Hunos, el llamado  "azote de Dios", aquel que se autodefinía que donde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba.

En el año 451, cuando Atila se disponía a atacar y a saquear la cuidad de Roma, le salió al encuentro, el Papa San León Magno y en las puertas de Roma, se reúne con Atila, logrando convencerlo que se retirara y no saqueara la ciudad, como en efecto no hizo.

Como dijimos: El Imperio Romano no la acabó Atila. El Imperio Romano se había previamente suicidado debido al relajamiento moral, la falta de libertad y el no honrar la palabra, y por lo tanto, perder el honor y la dignidad, tal cual no la perdió nunca Marco Atilio Régulo, así le costara la vida, como le costó.

En el libro los "12 Cesares", del historiador Suetonio (Siglo I), abundan los detalles, acerca de cómo en muchos casos, se perdió el sentido de honrar la palabra, el honor y la dignidad, por parte por ejemplo de emperadores como Nerón, Calígula y Cómodo, a pesar de ser este último, hijo de Marco Aurelio (la excepción de la regla).

En el Imperio Romano, el sentido de honrar la palabra, se devaluó tanto que por ejemplo, Nerón, en uno de sus ataques de locura, mandó a incendiar Roma, con el fin de componerle unos versos, pero al ver las consecuencias políticas negativas que le podía causar dicho incendio, no se le ocurrió otra cosa que echarles la culpa a los cristianos y en consecuencia, desató una feroz persecución contra ellos, muriendo entre ellos, el primer Papa, San Pedro, quien pidió morir crucificado boca abajo, ya que no se consideraba digno de morir como Jesucristo, su Maestro, su Señor y su Dios.

Con estos crímenes, la palabra de un emperador, quedó en menos que cero, porque no se trataba solamente de la injusticia de haber desatado dichas persecuciones sino también en la mentira que dijo Nerón, de culpar a los cristianos de un crimen que no habían cometido.

También está el caso de Calígula y lo que por ejemplo sucedió en el caso de su caballo "Incitatus". Calígula dijo que nombraba al caballo "Incitatus", como cónsul y sacerdote.

Leamos lo que aparece en la enciclopedia Wikipedia y que nos ilustra al respecto:

"Incitatus (en latín, Impetuoso) fue el caballo preferido de Calígula (12-41 dC).

Calígula otorgó a Incitatus el título de Cónsul de Bitinia.

Este hecho ha sido tradicionalmente interpretado como fruto de la demencia del emperador, pero lo cierto es que la actitud servilista y pusilánime de los senadores del reinado de Calígula, bien pudiera haber influido en dicho nombramiento, volviéndolo un hecho irónico que denotaría el sarcástico desprecio de Calígula hacia las instituciones públicas del Imperio.

Como caballo de carreras que era, Incitatus participaba en las competiciones celebradas en el hipódromo de Roma. La noche anterior a una competición, el emperador dormía junto al animal y se decretaba un silencio general que nadie podía violar en toda la ciudad bajo pena de muerte, con el fin de que el caballo descansase correctamente. Al parecer, Incitatus solo perdió una carrera en su vida, tras la cual Calígula ordenó al verdugo que matase lentamente al auriga para asegurarse de que sufriera" (fin de la cita).

¿Qué tipo de respeto por el honor y el valor de la palabra empeñada, podía haber tenido en un momento, semejantes personajes como Nerón y Calígula?

3-Se observa lo siguiente, en la película "Troya", basada en el poema griego, "La Ilíada", escrita por Homero:

Aquiles mata a Héctor. Éste era príncipe de Troya. Lo mata en un duelo, con el fin de vengar a su joven amigo Patroclo y posteriormente se lleva su cadáver, a su campamento. En consecuencia, Príamo, legendario rey de Troya, va de noche y se infiltra en las filas enemigas de Aquiles y le pide que le entregue el cadáver de su hijo Héctor, con el fin de honrarlo con los respectivos funerales (Príamo era también padre de Paris, siendo este último, el desencadenante de la Guerra de Troya ya que París raptó a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta. París se llevó consigo a Helena, a Troya).

Ante la aparición del rey Príamo, Aquiles se sorprende y le pregunta:

-"¿Y cómo corres este riesgo viniendo a mí, si sabes que tengo poder para no darte el cadáver de tu hijo y de paso, matarte de una vez?" 

-"Porque a pesar de ser mi enemigo, eres hombre de honor y de palabra, y sé que no matarías cobardemente a este anciano Rey. A mí hijo lo mataste en un duelo, que es algo distinto y además, hasta los enemigos se deben mostrar respeto"

-¿"Qué me pides? "

-"Deja que me lleve a mi hijo y que lo entierre como lo que es: como a un Príncipe"

-¿Cuántos días durarán sus funerales?

-"Doce días"

 -"Que se haga como has dicho, vuelve a tu reino, te doy el respectivo salvoconducto y una escolta de Rey: tú y tu hijo merecen todo mi respeto, llévate a tu hijo y entiérralo como a un príncipe, tienes mi Palabra que no atacaré a Troya mientras duren los funerales. Héctor fue un digno rival y merece ser enterrado como a un príncipe".

Hay que resaltar dos aspectos:

I-El respeto, que se deben mostrar, hasta con los enemigos.

II- Aquiles empeñó su palabra y con honor la cumplió, y la honró, tanto como cuando le puso un salvoconducto al rey Príamo para que llegara sano y salvo a Troya, como en efecto llegó; como el no haber  atacado Troya, durante los 12 días que duraban los funerales.

4- En los apartes anteriores, vimos a farsantes, como por ejemplo, Calígula y Nerón, siendo este último quién grosera y descaradamente, mintió sobre el incendio de Roma que él mismo había creado, pretendiendo salvarse él y a la vez, inculpar a los inocentes cristianos. También vimos a locos desquiciados, como Calígula y el caso de su caballo "Incitatus"; pero también vimos, por ejemplo, el honor, la dignidad y la fidelidad a su Palabra, que tuvo el general y cónsul, Marco Atilio Régulo.

Queremos resaltar que Marco Atilio Régulo sentía que tenía que volver a Cartago, así lo mataran; que su Palabra de Ciudadano Romano, era ''una Palabra de Honor'', como a veces decimos hoy en día y que tenía que volver a Cartago ya que había dado su "Palabra" que volvería (Palabra con ''P'' mayúscula, Ciudadano con ''C'' mayúscula y Honor con '' H '' mayúscula).Que si no volvía a Cartago, viviría el resto de su vida como un ''ciudadano sin honor’’ (en este caso, para Marco Atilio Régulo, la ''c'' y la ''h'', hubieran sido en minúscula).

También vimos, como Cincinato, era hombre de valor, honradez y como honraba su palabra, al volver a su casa, luego de terminar las guerras. También vimos como Cicerón era hombre de valentía, dignidad y honor. También vimos La Ilíada, que si bien, es un poema, escrito por Homero, lleno de mitologías y leyendas, trata el tema de la palabra, el respeto y el honor, tanto por parte de Aquiles, como parte del rey Príamo.

5- Hay que pone la lupa en el valor de la palabra, el honor, el respeto, la honradez, los principios y la valentía; sobre todo, en los actuales momentos que vivimos, donde en por ejemplo, en cuanto a la palabra empeñada, vemos como tanta gente, no cumple con honor, ni honra su palabra empeñada, y que miente sabiendo que miente, y que al final, no tiene ni siquiera vergüenza para decir la mentira que sea. Más bien, llegan a desarrollar una tecnología de la mentira, donde dice la mentira más espantosa y grotesca, aun inculpando a gente inocente y que al final puede llegar a mentir como bien se dice: ''con su cara de tabla'', con su cinismo y con desfachatez, sin que se le arrugue ni un solo músculo de la cara. Es decir, el típico "caradura", capaz de engañar al detector de mentiras más sofisticado: el típico farsante y mentiroso que no es ni siquiera, capaz de honrar su Palabra.

6- La palabra empeñada debería ser algo sagrado. Debería ser un gran orgullo de sí mismo y de la más alta auto estima, cuando alguien dice "le doy mi palabra", "tiene mi palabra". Esto quiere decir: "mi palabra es la garantía que tal cosa, la voy a cumplir ", que es uno de los más excelsos grados de virtud que se puede adquirir. Es un gran valor humano, que se pueda decir de alguien:

"Es seguro que tal cosa, en un 100 %, se va a cumplir, porque está por medio, la palabra de fulano. Su palabra es nuestra mejor garantía”

Es muy importante, tener siempre presente, aquello que aprendimos de pequeños:

"Palabra de hombre", "Palabra de Honor".

La palabra, como el honor, es indivisible; o se mantiene intacta, o se pierde entera.


Luis Alberto Machado Sanz
Abogado
@caballitonoble


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