martes, 5 de enero de 2016

MIGUEL BAHACHILLE M., ¡NUEVA ASAMBLEA!; ¿Y AHORA?

Nadie en su sano juicio desea para sí y su familia la persistencia de una sociedad económica y moralmente aturdida como la que trató de instituir el oficialismo sobre todo en el último trienio. El venezolano habla de caos porque percibe a diario un país desequilibrado, de concepción brutal y hasta deforme en lo más elemental. No se trata de un recurso lingüístico retorico para espesar un artículo de opinión sino de evidenciar una realidad claramente palpable. La mayoría sufre el caos por la carencia de una administración integral respecto de los deberes que atañen a cada espacio público. Sin embargo el gobierno insiste en hacerse llamar “socialista”.

Mientras la gente reclama lucidez y eficiencia ante sus apremios diarios, en esa medida se percibe el abandono en todos los ámbitos del país. No obstante que la Constitución Bolivariana determina claramente las competencias de cada sector público, en la “práctica socialista” no se percibe una línea de gobierno coherente. “Todos hablan ejecutivamente de todo” mientras los conflictos se reproducen a mayor velocidad que cada cháchara vacía.

La nueva Asamblea que asumirá funciones mañana estará urgida de forzar con todo rigor el restablecimiento de una concepción de Estado ordenada y coherente y, sobre todo, útil. También de robustecer el credo liberal respecto de la Democracia y evidenciar que sólo a través de ella se garantiza la libre opinión y la posibilidad de participar en las decisiones relevantes tal como se garantiza en las Constituciones verdaderamente democráticas. Todo lo demás como colectivos, comunas y análogos, son extravíos que se desnaturalizan por su “exceso de violencia” y carencia de preceptos constructivos.

El Parlamento también debe afincarse en recuperar parte de la certidumbre perdida. Aunque en todas las Democracias se hace gala de una variedad de patrones políticos y sociales, preferiblemente dispares, es común a todas ellas el reconocimiento de cada posición por divergente que sea. Principio negado en Venezuela a partir del año 2000. Peor aún, desde entonces se ha acrecentado el número de minorías excluidas del “ineludible equilibrio socialista” no obstante la vanagloriada Constitución Bolivariana “igualitaria”.

Academias, Universidades, gremios profesionales y estudiantiles, agrupaciones vecinales, sindicatos, entre otros, han sido relegados en los últimos 15 años por “no transigir” con las pautas del pensamiento único exhortado por “el socialismo del siglo XXI”. En el fondo no ha habido otra cosa que un claro propósito de instituir un modelo de segregación social bajo dominio de élites posesionadas tal como ocurre en los sistemas marxistas.

Penosamente debieron transcurrir varios años de infortunios para evidenciar el fracaso del régimen en su intento de instaurar una sociedad de masas única, a su medida. Ciertamente existen aparentes “fenómenos de masas”, pero ello no significa que deban acoplarse fatalmente a un modelo homogéneo. El venezolano, como cualquiera otro, es por naturaleza de pensamiento heterogéneo. Así pues la difícil tarea de la nueva Asamblea, entre muchas, si puede decirse así, será rehabilitar el ejercicio de la libre ideología sin desestimar las tareas Constitucionales propias de un Parlamento democrático. ¡Veremos pues!

Miguel Bahachille M.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
Miranda - Venezuela

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