jueves, 14 de enero de 2016

SIMON GARCIA, EL DESCARRILAMIENTO.

El plan del desconocimiento fue expuesto en declaraciones públicas por Diosdado Cabello y su grupo. Un alzamiento para impedir que la nueva Asamblea Nacional emprenda las investigaciones que la anterior negó, para eludir el control parlamentario sobre los actos del Ejecutivo y para evitar la revisión de decisiones apresuradas e ilegales, como las urdidas después del 6 de diciembre. 

Al ponerlo en práctica a través de una Sala Electoral, constituida con unos miembros cuya reciente escogencia está bajo cuestionamiento, se disparó el verdadero desacato: la resistencia a reconocer los resultados electorales. El descarrilamiento de principios constitucionales y de reglas de la democracia. 

La interrogante es si el descarrilamiento va a culminar con la eliminación del poder legislativo y su sustitución por un poder público bajo el control absoluto del gobierno. Como dice Carreño que Diosdado le mandó a decir.

Nadie desea que a Maduro se le ocurra terminar su mandato fuera de la Constitución. Su gestión ha creado tantos males y sufrimientos al país que le corresponde dedicarse a tomar las medidas para resolverlos y a sumar todos los respaldos posibles a su plan económico.  No ganaría nada si continúa usando el poder con fines partidistas, ajenos al verdadero interés de todos los venezolanos, incluidos sus seguidores. Más bien, se arriesga a una pérdida histórica.

El descarrilamiento que encabeza Diosdado deja poco margen a las fuerzas democráticas de cambio. Propulsa un choque de trenes sin importarle los daños mayores que desencadenaría. La movida seguramente fue pensada confiando en que la racionalidad de la oposición moderaría sus respuestas. El punto es que Diosdado no tiene derecho a seguir jugando con la suerte del país.

La primera baja del descarrilamiento fue la instrucción del Comandante (“fuera de la Constitución nada” ) y la posibilidad de acelerar un proceso tranquilo de reconstrucción unitaria y plural. Pero un país no puede irse por el despeñadero porque Diosdado ni se adapta a la derrota, ni admite la disminución de su poder personal      

Es seguro que la Asamblea Nacional adoptará las respuestas indispensables para frenar y eludir el descarrilamiento. La primera respuesta política es mantener en funcionamiento el poder conquistado. La segunda es cumplir con las ofertas que el electorado apoyó. La tercera dar prueba de la disposición de la Asamblea Nacional a contribuir a que el Ejecutivo enfrente las crisis que padecemos.

Sin alarmismos ni altanerías hay que comunicar masivamente los argumentos jurídicos y políticos para defender los cambios en paz y dentro de la Constitución. Necesitamos seguir acumulando fuerzas porque la reconquista de la democracia apenas comienza. Y el camino va a ser culebreo, mientras el pueblo resista.

Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

Caracas – Venezuela

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