lunes, 22 de febrero de 2016

EGILDO LUJÁN NAVA EL BOLIVAR TIENE ZIKA

Hace 133 años, se inició la historia bancaria moderna en Venezuela. Eso sucedió en 1883 cuando se funda el Banco de Maracaibo conjuntamente con el Banco Comercial, que luego se convirtió, 7 años después, en el Banco Venezuela. En 1890, se fundan el Banco Caracas, el Banco Venezolano de Crédito y el Banco Mercantil y Agrícola. 

Todos eran bancos privados, que emitían sus propias monedas y billetes, enteramente respaldadas en forma real con oro y plata como garantía de sus respectivas emisiones de monedas. Eran los momentos felices cuando el honor y la honestidad en Venezuela sí eran la divisa. Entonces, el Gobierno de turno no intervenía en la creación del dinero y no tenía al alcance de su mano ni de sus caprichos, la "maquinita" mágica para imprimir billetes con la consecuente devaluación. 

En 1939, el Congreso Nacional aprobó la creación del Banco Central de Venezuela (BCV) como Compañía Anónima. Y nació teniendo  al Sector Privado y al Estado como dueños en partes iguales.  Es decir, cada uno era propietario del  50% de las acciones. Un año después, exactamente el  10 de diciembre de 1940, el BCV emite sus primeros billetes con la denominación de Bs. 500,oo. Acto seguido pasa a ser el ente emisor y asume el control y la emisión monetaria, y le ordena a la banca privada no imprimir más billetes o monedas. También le exige la entrega de sus reservas privadas de oro. Y los bancos, a cambio, reciben  billetes del BCV por el monto correspondiente. "Cachicamo trabajando para lapa". Todos los bancos privados cumplieron con la exigencia, menos el Banco Venezolano de Crédito, que decidió entablar un pleito judicial, oponiéndose a entregar sus reservas en oro. El BCV también dispuso que del dinero circulante, sólo estaría respaldado el 50% con el patrón oro. En otras palabras, se da así la primera gran devaluación del Bolívar. 

La proporción accionaria compartida se mantiene hasta el año 1974 cuando, en la primera gran euforia histórica petrolera y entre discursos grandilocuentes de  La Gran Venezuela, el Gobierno estatiza totalmente al Banco Central y  pasa a ser su único propietario. 

A partir de ese momento, comienza el derrumbe del valor del signo monetario venezolano, y al Gobierno de turno se le permite tener injerencia en la institución. En 1974, la paridad del Bolívar por dólar era de Bs. 4,30; en febrero del 2016, en el mercado paralelo, la paridad es de Bs. 1.016.000 por dólar. Dicho de otra manera, del Bolívar considerado una de las monedas más estables y fuerte del mundo, en poco más de cuatro décadas se pasa a la disponibilidad de sólo un símbolo redondo que exhibe el rostro del Padre de la Patria, mientras que su nombre plena discursos al por mayor, en el medio de alabanzas a la supuesta Soberanía alcanzada por los "nuevos libertadores", responsables históricos de concluir su gesta independendista.

Por supuesto, todo eso sucede mientras más de treinta millones de ciudadanos viven la inobjetable e incuestionable verdad. Y es que el Bolívar es sólo un símbolo acusador de lo que sucede cuando se combinan desajustes monetarios, fiscales, cambiarios y corruptelas, entre controles usados como “garrotes” políticos para, supuestamente, favorecer al pueblo. La fórmula perfecta para empobrecer a la gente, crear una vía rápida hacia la corrupción desmedida y destruir la economía de cualquier país. 

Porque es así como se ha conducido la economía en los últimos años, es por lo que todo ha terminado siendo lo que es hoy: un cáncer metastásico económico en Venezuela. En 1999, la paridad era la de que  un dólar valía Bs. 573,oo.  En el 2016, un dólar en el mercado paralelo vale más de un millón de bolívares, no olvidando, desde luego, que al valor del Bolívar le eliminaron 3 ceros en el 2008, cuando la Revolución parió su Bolívar Fuerte. 

Para tener una idea del daño causado por esta terrible devaluación convertida en eterna política de Estado, un elemento referencial indica que hace apenas 10 años, cualquier ciudadano podía comprar un apartamento tipo clase media, con apenas un millón doscientos mil bolívares. Con esa misma cantidad, hoy, restándole los 3 ceros que le fueron eliminados para disfrazar el daño causado a los venezolanos, solamente se puede  comprar un kilogramo de cebollas. 

¿ Cuál es realmente la magnitud del daño que a los venezolanos se les ha causado en apenas cuarenta años, y en el medio de alzas y descensos en los precios petroleros y lo suficientemente abundantes como para que hoy Venezuela fuera realmente un paraíso?. ¿Existe en el mundo otro país con ese registro de destrucción y a cargo de sus propios gobernantes?. 

En fecha reciente, el actual Presidente de la República anunció un aumento salarial que, en conjunto, llega a los Bs. 24.853,oo mensuales. Es un monto que, convertido a la paridad con el llamado dólar paralelo, representa un ingreso de sólo $24 mensual, es decir, $ 0,80 diarios. Es decir, ese ingreso sitúa internacionalmente al trabajador venezolano en una categoría de víctima de pobreza extrema. Por otra parte, si el aumento anual del salario fue del 70% en el 2015 y la inflación, según el BCV, fue de 180.9%, aunque las amas de casa estiman una inflación subyacente que supera fácilmente 250%, ¿ cómo vive un trabajador que gana $ 0,80 diarios y que ahora, por la insaciable voracidad del fisco nacional, en razón de dicho monto, además, se les incluye entre los ciudadanos obligados a declarar y pagar Impuesto Sobre la Renta?. 

El Banco Central de Venezuela tiene que ser autónomo y actuar con base en el comportamiento de las variables macroeconómicas y microeconómicas del país; nunca del capricho administrativo y populista del Gobierno de turno; tampoco de lo que disponga  un partido político, o un autócrata  mesiánico. Junto con dicho cambio legal, la primera medida que tiene que ponerse en marcha es la eliminación del control cambiario e ir a una progresiva liberación cambiaria. Este errado control es el factor principal del colapso de la economía Venezolana, además de la emisión de dinero inorgánico para financiar el festín burocrático de los últimos años. Los venezolanos no merecen ser víctimas de la inflación más elevada del Planeta; tampoco que sean, quizás, los únicos en estar obligados a subsistir en el medio del vendaval de la última hiperinflación Latinoamericana. 

Esa hiperinflación, sin duda alguna, es el verdadero legado de quienes aún se empeñan en mantener vivo, en el medio de hambre, miseria y destrucción moral, eso que pedante y arrogantemente mercadearon alguna vez como Socialismo del Siglo XXI. 

Realmente, esa aventura política llamada revolución siempre fue el zika con el que anduvo el signo monetario venezolano durante los últimos años. Lo destruyó. Y lo que esperan millones de ciudadanos, es que luego no se les diga que la Democracia hoy está embarazada de esperanzas, y con la posibilidad  de que el feto esté afectado por una eventual microcefalia. Ese añadido maligno en la existencia de cualquier criatura, por supuesto, sería la ausencia de suficiente voluntad para cambiar las causas estructurales que trajeron los vientos del populismo a la realidad de hoy. 

Cambiar, definitivamente, no es sólo alimentar gatopardismos en el medio de expectativas, y valerse de un aprovechamiento cuasi criminal de las esperanzas.

Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan
Fedecamaras
Fedenaga
Miranda - Venezuela
Eviado por
ebritoe@gmail.com

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