miércoles, 10 de febrero de 2016

EGILDO LUJAN NAVAS, LA NECESARIA VISIÓN DE FUTURO,

Recientemente, se celebró una Cumbre en Ecuador. Fue la última reunión del CELAC. Se dio cita la mayoría de los Jefes de Estado de Centro y Suramérica. Cada uno habló en nombre de “su” pueblo y de su país. El sentido de pertenencia fue lo común y normal. Quizás algunos gobernantes fueron más allá: lo hicieron haciendo creer que estaban allí para validar su dominio, posesión del país y de los habitantes de los mismos, mientras hablaban de Democracia y de libertad, como de la sabiduría administrativa convertida en ejemplo y en modelo de eficiencia.
El ciudadano común latinoamericano se tendría que preguntar: ¿es que acaso estos señores que se reunieron en supuesta representación de cada uno de los países integrantes, viven y sienten lo que viven y sienten aquellos a quienes dicen gobernar y representar?. ¿Están verdaderamente conscientes del costo implícito de lo que significa vivir en esta parte del mundo?.
Fue desconcertante escucharlos. Cifras de supuesto progreso, de avances sociales y logros para “sus” pueblos, es lo menos. Lo magnánimo en el recinto del encuentro fue la apelación recurrente a tratar de convencer al de al lado, como a los que dedicaban su tiempo a hacerle seguimiento televisivo, que allí, poco más o poco menos, estaban los continuadores de la gesta independentista de cada uno de los próceres regionales. A su manera, con traje para la ocasión y la sensación de llevar corona como muestra del ejercicio del poder, los discursos parecían estar inspirados en las faenas logradas por Bolívar, Sucre, San Martín, entre tantos otros. Es decir, había que capitalizar, de alguna manera, la obra real de aquellos que dieron sus vidas en procura de independencia y libertad, en promedio, hace  más de dos siglos.
¿Se dan cuenta o ignoran deliberadamente quiénes son realmente los Latinoamericanos,  de qué padecen y qué han hecho o dejado de hacer?. En la región, mientras corre aceleradamente el Siglo XXI, no hay un solo país que pueda exhibir un rostro distinto a aquel que refleje más pobreza que riqueza, grandes brechas sociales y enormes rezagos en los niveles de preparación educativa, salud pública, vivienda, y alimentación, entre otras tantas necesidades.
Los presupuestos anuales de cada nación regional reflejan grandes absurdos, como los de la educación.  Siempre son muy inferiores a las otras áreas. El común denominador es tener más asignación presupuestaria para las Fuerzas Armadas y las compras de armamentos que, al final, solamente sirven para intimidar a los ciudadanos de los distintos países, hacer grandes desfiles; justificar una denominada soberanía cuyo mayor y mejor aprovechamiento, irónicamente, siempre recae entre los que saben perfectamente que su responsabilidad no es la de servir, sino de servirse del ejercicio gubernamental.
Pocos asumen que  lo importante, necesario y urgente es, además de educación,  invertir en salud, servicio de agua potable y de electricidad, infraestructura y otros tantos campos indispensables para el sano desarrollo de los pueblos. Ya luce ofensivo  el argumento de siempre acerca de que lo importante cuando se compran armas, es para defender territorios patrios ¿De quién?. ¿Del reclamo de los ciudadanos insatisfechos?.
En la región, pululan organismos “ideales” para la integración. Pero lo que predomina es la desintegración.  El análisis de las causas incluye motivos culturales y “péndulos gubernamentales por razones ideológicas”. 0tros, inclusive, se atreven a añadir que es la consecuencia del sometimiento gubernamental a la voluntad imperial occidental. Mientras tanto, entre dudas sobre la capacidad humana  para avanzar, se deja a un lado la utilidad de aceptar que la región necesita apresurar la marcha alrededor de propósitos comunes, de un abrazo integrador para derrotar desequilibrios sociales y construir desarrollo integral.
Cuando predomine una visión de futuro en la región, habrá posibilidades de asumir como propósito la administración eficiente, útil y adecuada de recursos humanos, naturales y económicos, entre otras tantas áreas realmente necesarias para beneficiar y mejorar las condiciones de vida de cada hombre o mujer latinoamericana. Será, entonces, cuando, además, comenzará a sustituirse ese eterno laboratorio de improvisaciones políticas e ideológicas, cargadas en su mayoría de un empuje populista y caudillesco, por el desarrollo intelectual de cada individuo y su conversión en un  ente productivo.
Hasta el presente, la historia política de todos los países de la zona  está plagada  de formatos gubernamentales interesados en el ejercicio del poder y la permanencia en el mismo para el enriquecimiento fácil, y la proliferación de oportunidades para que esa misma “ventaja” favorezca el entorno familiar, los favoritos de los que detentan el control gubernamental  y los cómplices de turno.
Es importante estar convencidos de que mañana es casi hoy. Que  no se puede seguir desperdiciando el tiempo ni abusando de la paciencia de los ciudadanos, y mucho menos seguir ocupados en propiciar  situaciones que se traduzcan en más hambre para quienes han sido históricamente excluidos, y los que excluyen los propios formatos gubernamentales contrarios al derecho a vivir en un ambiente de libertad real, no concesionaria.
Urge la formulación de un gran proyecto continental fundamentado en las innegables ventajas culturales regionales, y que debe comenzar por el acceso a la tecnología y a la infinita fuente de información cibernética de parte de  todos los habitantes de los distintos rincones del Continente. Siempre fundamentado en un objetivo educacional homogéneo para toda América Latina, con la mirada puesta en su desarrollo, a partir del óptimo aprovechamiento  de la Gerencia Técnológica pública y privada.
La investigación en atención y en razón del aprovechamiento de las ventajas  y condiciones regionales debe estar alineada a ese mismo proyecto, que tiene que incluir, además, el factor salud como un propósito social prioritario, para garantizar el crecimiento y sano desarrollo de vida de todos los ciudadanos, libres de enfermedades, epidemias y desnutrición.
Asimismo, es fundamental garantizar la seguridad agroalimentaria, uno de los principales fantasmas que asoman la debilidad entre algunos países regionales, en comparación con otros vecinos. El crecimiento poblacional y la hambruna tienen que dejar de ser una amenaza regional, y convertirse, por el contrario, en un reto de acciones inmediatas. 
Valorando lo interno y conscientes de las innegables ventajas regionales de que se dispone, hay que trabajar inteligentemente en el aprovechamiento de esa innegable ventaja consistente de la disposición de la mayor extensión de tierras cultivables y mayormente ubicada en la gran franja ecuatorial, lo cual permite cosechar cultivos hasta tres veces al año, sin la penuria de grandes e inclementes inviernos. Además, se cuenta con las reservas hídricas más grandes del mundo, las que en un futuro serán más valiosas que el oro; igualmente, con grandes reservas de materias primas y recursos naturales. Y lo que es más importante, con un recurso humano valioso y productivo, convertido, para desgracia de la región, en otra de las exportaciones más ansiadas por otros países en envejecimiento acelerado y organizados para competir globalmente. Ellos, desde luego, lo reciben con beneplácito, al huir de sus respectivos países en procura de calidad de vida y seguridad.
En el caso de Venezuela, para su dirigencia, indistintamente del lugar donde se desempeñe, su comprensión de los retos contempla que mañana es el día después de hoy, pero hoy hay que trabajar responsablemente para que esa misma extensión del presente no siga signada por inquietudes e incertidumbre. No hay tiempo que perder. También hay que identificar y descartar oportunamente todo renacimiento de más populismo, del  mesianismo abarrotado de  oportunistas, llenos de discursos y promesas que sólo prosperan a partir del uso criminal de la ignorancia de algunos y las necesidades insatisfechas de otros.
Aquí tampoco, como en el resto de Latinoamérica,  el pan y el circo no pueden seguir siendo el guión para el engaño ciudadano. Hay que desenmascarar a los falsos líderes y elegir inteligentemente, aprender a visualizar el mundo de los mejores, de las gerencias efectivas, del empleo de la tecnología y de la información como la base cierta para el progreso, de la vida de calidad.
Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan
Fedecamaras
Fedenaga
Miranda – Venezuela

Enviado a nuestros correos por
Edecio Brito Escobar

ebritoe@gmail.com

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