jueves, 24 de marzo de 2016

JUAN JOSÉ MONSANT ARISTIMUÑO, DE LO GROTESCO Y ARABESCO

No solo Venezuela se encuentra en una espiral, vorágine, de lo grotesco y arabesco, como tituló Edgard Allan Poe una serie de sus cuentos insólitos, marcados por lo inverosímil, el terror y lo desconcertante que no llegaba a ninguna parte o culminaban en lo inesperado. Quizá por ello “de lo grotesco” y, en cuanto a lo de “arabesco”, en aquél entonces, a mediados del siglo XIX cuando los publicó, no existía Al Qaeda, Al Fatah, el Califato Islámico, el Socialismo del siglo XXI, la Mara Salvatrucha, el kirschnerismo ni Podemos de España, lo arabesco no era sinónimo de reserva ante el islamismo, se refería al arte moruno expresado en sus enrevesadas tallas de madera y filigranas en las paredes, que tanto admiramos en el arte al-Andalus. Pero el título en sí, del autor de El cuervo y La fosa y el péndulo, es una definición de comportamiento extraño en lo humano.

En Tumeremo, una pequeña villa del Estado Bolívar en Venezuela cuya única razón de existir en medio de la selva es la de proporcionar aposento, rocolas, cerveza y ron a la gente de paso, así como mineros a destajo a los explotadores de los preciosos minerales que yacen en el subsuelo, desaparecieron; así de repente, de un día para otro 28 precarios mineros soñando siempre en la veta principal, en el diamante escondido que les pudiera sacar de la miseria del día a día, llevarse a su mujer a la ciudad, vestirla de suaves tejidos de algodón o tafetán, según su gusto, bañarla en cremas, de esas que aparecen en los anuncios para recuperar la lozanía dejada en la batea, comprarle una moto a su hijo y un 4×4 doble cabina con aire acondicionado para sí, no regresaron.
Se corrió el rumor, se escapó uno; y sus mujeres salieron a la calle. Hasta que la sospecha se convirtió en certitud: fueron asesinados bajo la aparente protección de oficiales del SEBIN y de la Guardia Nacional, según se decía. Demasiado dinero de por medio para que unos sin camisa vinieran a entrometerse; políticos poderosos, chinos, rusos, brasileros, boliburgueses, cualquiera de ellos podría estar detrás del crimen colectivo. El gobernador sempiterno, el general Rangel, negó los hechos y acusó a la oposición, a Uribe, Obama, de querer desprestigiar la revolución.
Hasta que no fue posible ocultar los hechos. Rangel tuvo que decir que no fueron 28 sino menos, que fueron paramilitares, que no estaba involucrada la Fuerza Armada Bolivariana, que estaban politizando el caso. Y allí está, un nuevo escándalo del Estado Forajido dirigido por forajidos, que será superado por otro mayor, para olvidar el anterior.
En España, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, militante de Podemos, irrumpe en la Feria de la enseñanza, se detiene ante el stand donde los militares informan sobre oportunidades, y les dice: “Ustedes saben que no son bienvenidos aquí”, “es mejor que se vayan, por aquello de separar los espacios” dio media vuelta y continúo su ronda. ¿Y estos chavistas españoles, militantes espirituales del Califato Islámico, de Belcebú y lo grotesco, qué se creen? Esos militares le ganaron la guerra en su momento, y con el tiempo, le abrieron la puerta, para que estos Colaus llegaran al Congreso y alcaldías.
En Brasil, se derrumbó el Foro de Sao Paulo en las manos de Dilma Rousseff, no pudo con la tramposería heredada, hasta al mismísimo Odebrecht paró en la cárcel, detrás de los directivos del Petrobrás y el Tesorero del Partido de Lula, ahora acusado formalmente de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito. ¿Y qué dice Lula?, que es una conspiración de la derecha (pues Odebrecht que es de derecha, era el socio de la Petrobrás de Lula, que es de izquierda).
Así las cosas, los cuentos de Poe parecieren más cándidos que los escritos por Hans Christian Andersen.
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
El Salvador                                       

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