lunes, 28 de marzo de 2016

NELSON ACOSTA ESPINOZA, MADURO, OBAMA, JAGGER Y NOSOTROS

Bien, amigos lectores, la semana que finaliza   proporciono un excelente ejemplo, en vivo, de lo que significa la postmodernidad. Entendiendo por esta categoría la coexistencia simultánea de códigos culturales contrapuestos y pertenecientes, por así decirlo, a etapas de “desarrollo” distintas.

Me estoy refiriendo a la presencia en Cuba de personajes tan disimiles como Nicolás Maduro, Barack Obama y Mick Jagger. Con diferencias en días representantes de tres tiempos históricos distintos coincidieron en la Habana: pasado, presente  y futuro. Voy a intentar explicar esta peculiar circunstancia.

Nicolás Maduro, simboliza esa pieza de arqueología política denominada Socialismo del siglo XXI. Su presencia en la Habana obedeció a recibir la más alta condecoración que otorga el gobierno cubano, la Orden José Martí. Una forma gentil y simbólica de dar las gracias por los favores recibidos y, hasta cierto punto, un adiós nostálgico a  generosos tiempos que no volverán. En fin, Nicolás recibió su premio de consolación.

Dos días después, la sociedad cubana presencio la histórica vista del presidente el país más odiado por ese gobierno y símbolo real del llamado imperialismo yanqui. Paradojas de la historia. Cuba y USA han iniciado un periodo de arduas negociaciones para restaurar los históricos vínculos que en pasado existían entre estas dos naciones. El pueblo Cubano expreso con intensidad y alegría  su aspiración de reanudar esta relación y capitalizar los beneficios que la misma conlleva. Pareciera que la consigna a adelantar es: Yanquis Come Back.

Finalmente, el futuro próximo llego a este país a través de la música. En una histórica visita el grupo musical The Roling Stone desató una ola de entusiasmo que, en cierto sentido, anuncia el tiempo por venir. Mike Jagger, de 72 años fue recibido con entusiasmo desbordante.  A pesar de ser exponente de una vida intensa con connotaciones profundas distintas a las que la revolución intento implantar en la población. Para un sistema político que intento formar el “hombre nuevo”, señala Yoani Sánchez, este flaco de vida convulsa significaba el anti modelo, lo que no deberíamos imitar.

Bien retomemos el párrafo inicial. Cuba, sin lugar a dudas,  vivió intensamente su momento postmoderno. En un espacio cronológico pequeño coexistieron el pasado (Maduro), presente (Obama) y futuro (Jagger) y, en cierto sentido, anunciaron lo complejo que ha de ser la vuelta a la normalidad histórica en esta pequeña isla.
Esta heterogeneidad de tiempos históricos no es exclusiva de la sociedad cubana. En Venezuela también la estamos presenciando. En nuestro país es obvio quien simboliza el pasado. Sin embargo, a mi juicio, lo que aún no está muy claro es cuál de los actores políticos expresa con claridad el futuro.

Hay una tendencia a restaurar lo ya vivido. Y esta desviación se expresa en un electoralismo desprovisto de oferta de cambios reales. No es la primera vez en nuestra historia que un sentimiento de transformación es cancelado por apetitos subalternos.

Las próximas elecciones de gobernadores no deben ser un fin en sí mismo. Deben subordinarse a un propósito mayor y dotarse de una agenda de transformación  real. Insisto. La población está esperando ser interpelada por discursos que anuncien un cambio de régimen. La situación económica y social empeora a tasas de velocidad impresionantes.

La MUD, es justo reconocerlo, ha elaborado un conjunto de medidas para poner fin a este gobierno antes que finalice el año. Parece lógico, entonces, que los próximos comicios se subordinen a esta tarea anunciada por esta organización. Ojala que en un periodo corto de tiempo podamos aclamar la vuelta a la democracia y prosperidad económica.

De ser así, celebraremos con intensidad el comienzo de este nuevo espacio histórico en nuestras vidas.

Nelson Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64

Carabobo - Venezuela

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