viernes, 8 de abril de 2016

DOUGLAS JÁTEM VILLA, POR ENCIMA DEL PESIMISMO

Se considera a la filosofía como el debate más antiguo en el hombre porque   está planteado desde el momento en el cual el hombre empezó a pensar, empezó a buscar respuestas a sus preguntas acerca del por qué de las cosas. Desde entonces y a lo largo de la historia, sin que haya concluido, y con el aporte de numerosos “filósofos”, el debate ha dado mucha atención a la “competencia” entre el racionalismo y el empiricismo, es decir entre la razón y la experiencia como fuente del conocimiento. 

Este debate ha introducido en los último tiempos el planteamiento del pensamiento complejo. Uno encuentra la situación que vivimos, o padecemos, los venezolanos tan inexplicable e incomprensible, aparte de intolerable, que hace que su análisis lleve a una conclusión parecida a la del debate filosófico, es decir, que no parece tener una respuesta definitiva. Luce que se puede exponer a una aplicación de pensamiento complejo, por cuanto, como ya se dijo, es inexplicable e incomprensible; no se detecta la forma de despejar la incertidumbre acerca de la posibilidad de encontrar una solución o salida determinante, y porque la maraña de nuestros tantos problemas, y tan ligados los unos a los otros, es demasiado  grande. 

Se sabe que existe la persona pesimista, o sea la que juzga las cosas con la óptica más desfavorable o mas desesperanzada, en tanto que la persona optimista es la que considera las situaciones desde el punto de vista más favorable. Es fácil asumir que un muy elevado número de venezolanos califica como pesimista ante la imposibilidad de visualizar una solución determinante a nuestra calamidad. Se puede agregar que dentro de ese muy elevado número, abundan los que no creen posible salir de esta tragedia mediante un referendo revocatorio, o una enmienda constitucional, o en general una vía estrictamente institucional, precisamente por la inoperancia de las instituciones del país. 

Por otro lado, se sabe que una protesta popular suficientemente fuerte, canalizada incluso dentro del ámbito constitucional, puede producir la renuncia del presidente Maduro, como ocurrió con Chávez en 2.002. Aquí se cae en la incertidumbre acerca de la probabilidad de su ocurrencia, porque el grado de pesimismo contribuye con la duda, y a esto se debe agregar el poco esfuerzo que hacen los sectores opositores por proponer esa opción a la población porque proponen la vía institucional. 

Es probable que estos sectores opositores estén convencidos de que el pueblo no protestará. En estas condiciones, se pone de bulto la complejidad de la realidad venezolana, la cual no tendría una solución positiva. Sin embargo, también se debe aceptar que dentro de un sistema social, como es Venezuela, más allá de las opciones institucionales, incluyendo la protesta popular, la inoperancia del sistema como consecuencia de la conservación ilegítima y criminal del poder, se generan y se desarrollan situaciones de otra naturaleza, como caos, colapso y otras similares, que producen transformaciones radicales, como alguna que se pudiera traduciría en el fin de la gestión de Maduro. 

Como se puede ver, la filosofía, como la dialéctica socrática, puede conducir a una incertidumbre muy cierta con relación a nuestro desenlace, pero lamentablemente, dada su naturaleza, no nos proporciona una prescripción para curar el mal. Sin embargo, la valoración de los desenlaces que nos posibilita apreciar, puede conducirnos a la decisión responsable que debemos tomar, especialmente por parte de quienes resulten ser realmente nuestros conductores. 

Se concluye en la necesidad de armarse de una fe que genere esperanza y paciencia para perseverar activamente, sin resignación  sin pesimismo, en la gesta por la salvación. Aunque parezca un milagro.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv
Falcon - Venezuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario