martes, 29 de septiembre de 2020

MÓNICA PUPO, ANDRÉ KERTÉSZ, “LO QUE SIENTO, LO HAGO”

Ayer lunes se cumplieron 35 años de la muerte de André Kertész, quien había nacido en Budapest, Hungría en julio de 1894.

Quien sería considerado con el transcurrir de los años y gracias a una productiva vida, uno de los grandes maestros de la fotografía, se inició en esta actividad a los 19 años cuando adquiere su primera cámara, una Ica. La “chispa” se le había encendido poco antes cuando en la parte alta de una casa, donde se guardaban cosas viejas, encontró una cámara.

Su vida desde muy joven fue de todo menos convencional. Su padre falleció en 1908, y siguiendo los consejos de quien pasa a ser su nueva familia, su tío Lipót Hoffmann, empieza a trabajar en la Bolsa de Budapest. Antes estudió en la Academia de Comercio de donde egresó a los 18 años.

Aunque en 1915 decide dedicarse por completo a la fotografía, un año antes había empezado la Primera Guerra Mundial. Por tal razón se alistó en el ejército austrohúngaro, siendo herido en combate, lo que le costó mantenerse aproximadamente un año paralizado. Las actividades militares no fueron un obstáculo para que tomara fotografías de la naturaleza y de sus compañeros de armas.

Sin embargo, en 1918 vuelve al trabajo en la bolsa, su actividad fotográfica no se detiene. Ahora cuenta con una icónica cámara Leica, la que va a utilizar para desarrollar los encuadres que, gracias a su imaginación, no pueden ser calificados menos que originales e inéditos. Serían las bases de lo que son considerados importantísimos aportes a la fotografía en forma de composición y el ensayo.

París se convierte en el campo fértil para Kertész. Allí viviría entre 1922 y 1925, específicamente en el barrio de Montparnasse. Es el momento y sitio ideales no sólo para disfrutar de una ciudad maravillosa, sino para conocer el mundo cultural y artístico, y cultivar nuevas amistades tales como la escritora Colette, Piet Mondrian. Pierre Mac Orlan o Brasaï. A pesar de que luego vendrían los éxitos no fueron tiempos fáciles. Para lograr sobrevivir tuvo que vender sus fotografías a precios casi de regalo.

No obstante, en 1922 la Sociedad Húngara de Fotografía le otorgó un diploma de honor, logrando su primera exposición individual en 1928 en París, en la galería Au Sacre Du Printemps. Inicia su experiencia como colaborador de varias publicaciones lo que realizó hasta la década de los 50 y le llevaría a ser objeto de varios premios internacionales.

En 1933 contrae matrimonio con Elisabeth Sali, quien le acompaña en 1936 a Nueva York, donde se establecen en el Beaux Arts Hotel, en la zona residencial de Greenwich Village. Allí trabajaría con la mundialmente famosa agencia Keystone, pero también con Coronet, Collier’s y Vogue, entre otros. En 1944 Kertész y su esposa obtuvieron la ciudadanía estadounidense.

Fue objeto de numerosos reconocimientos a su carrera, entre los que destacan el 21° Premio Anual George Washington de la American Hungarian Foundation, el título de Doctor honoris causa del Royal College of Art, el Annual Lifetime Achievement Award del Maine Photographic Workshop, la Legión de Honor Francesa, recibió el Mayor's Award of Honor for Arts and Culture en Nueva York, se le otorgó el Gran Premio Nacional de Fotografía en París. En 1984 el Museo Metropolitano de Arte (Nueva York), considerado uno de los más destacados del mundo, compró cien de sus fotografías, lo que tiene como particularidad que se trataba de la mayor adquisición hecha por esa institución a un artista aún vivo.

Sus fotografías fueron de interés por revistas de diversa naturaleza, sus obras fueron protagonistas de unos 20 libros entre 1933 y 1981. Por otra parte, entre 1927 y 2016 se realizaron 56 exposiciones en París, Zaragoza, Londres, Nueva York, Osaka, Budapest, Estocolmo, Seattle, Helsinki, Bruselas, Viena, Buenos Aires, Munich, Praga y Róterdam.

Como fotógrafo una de sus características era la altísima capacidad de producción. Por ejemplo, House & Garden publicó entre 1945 y 1962 poco más de tres mil de sus fotografías.

En 1928 Kertész había sufrido la pérdida de todos los negativos que tenía hasta ese momento, a mediados de la década de los años 40 se extravían más de la mitad de los negativos que tenía en París. Seguramente esos eventos lo incentivaron a tratar de preservar su legado, por lo que entre 1983 y 1985 decide donar unos cien mil negativos, quince mil diapositivas y documentos varios al Ministerio de la Cultura y Comunicación del Estado de Francia.

Su esposa Elisabeth muere en 1977 y Kertész el 28 de septiembre de 1985.

Sin duda alguna, la frase de André “lo que siento, lo hago” queda en manifiesto al ver todo su legado fotográfico.

Mónica Pupo
artepupo@gmail.com
@pupo_monica

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