jueves, 22 de octubre de 2020

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, VIERNES 23/10/2020


 



  ANA MARÍA MATUTE, ¿POR QUÉ NICO TE ODIA?  

I


A ti, que estudiaste cinco o más años en algún instituto pedagógico o en las facultades de Educación de alguna universidad venezolana. Que después de salir de las aulas te empeñaste en conseguir trabajo en tu área y desde entonces te dedicas a la docencia.

Si además, aprovechando tu juventud, te inscribiste en horario nocturno para hacer posgrado y especializaciones con el único objetivo de prepararte mejor para poder aportar más a tus alumnos. Te quemaste las pestañas trabajando y estudiando hasta que conseguiste un segundo título.

Si para poder redondearte el sueldo de docente, que nunca fue muy bueno, conseguiste un trabajo en algún plantel privado pero nunca abandonaste la enseñanza pública porque sabías que esos niños te necesitaban aún más.

Si además con el mayor de los empecinamientos, cuando viste que las cosas iban empeorando y que ya no te alcanzaba ni para reponer los zapatos rotos, como un verdadero terco insististe en seguir en el país y seguir enseñando, déjame decirte que tu inteligencia, tu capacidad de resistencia y tu voluntad indoblegable te hacen la persona más odiada por el régimen.

Y por eso te mereces de aguinaldo apenas lo justo para comprarte medio kilo de queso.

II

Si eres de los que decidió estudiar Medicina a pesar de que te dijeron que es una de las carreras más sacrificadas y más largas que hay. Si te fascinaba pasar noches en vela en los hospitales públicos aprendiendo de los mejores médicos venezolanos.

Si después de que te graduarte te fuiste a ejercer dos años en un pueblito en el que aprendiste a querer a cada uno de sus habitantes aunque te molestaran de madrugada. Si regresaste a la capital y te inscribiste en un posgrado para especializarte con los mejores.

Si después de terminado tu posgrado te inscribiste en otro y te quedaste en los hospitales públicos aunque comenzaste a ver el deterioro espantoso. Si eres de los que además con todo lo aprendido decidió enseñarle a los médicos jóvenes cómo improvisar un recolector de orina con una botella de plástico.

Si a pesar de que te pagan un sueldo igual que a un obrero que no se quemó las pestañas estudiando por lo menos 10 años, haciendo guardias y salvando vidas, déjame decirte que el régimen te odia porque eres contestatario, porque eres invencible y porque la gente te ve como lo que eres, un héroe.

Y por eso, te toca como aguinaldo lo justo para comprarte un cartón de huevos.

III

Si tuviste la suerte de conocer los periódicos venezolanos en su época de esplendor, cuando tenían cuatro cuerpos y dedicaban páginas completas a reportajes de investigación. Si tuviste la suerte de graduarte como periodista y ejercer tu profesión como reportero “pateando la calle” en búsqueda de la noticia.

Si eres de esos periodistas que parecen sabuesos y que le ha dolido en el corazón que aunque investigues y le busques las cinco patas al gato no hay dónde publicar lo que consigas. Si tu único sueño sigue siendo destapar todas las marramucias del régimen y titular aunque sea en un panfleto que los rojitos dejaron el poder, déjame decirte que solo por ese deseo el régimen te odia y que buscará cómo aniquilarte. Te perseguirá, allanará tu casa y acabará con tu lugar de trabajo.

Y ahora que sabemos las razones por las cuales no nos quieren ni en pintura, no nos extrañe el afán de aniquilamiento, porque todo aquel que piense, que sea capaz de levantarse y decir no, que no se coma los cuentos y que quiera un futuro mejor para el país es un enemigo declarado de esta tiranía que tiene años persiguiéndonos. Y a mucha honra.

Ana María Matute
amatute@el-nacional.com
@anammatute
@ElNacionalWeb

TRINO MÁRQUEZ, EL TRIUNFO LUIS ARCE EN BOLIVIA


El triunfo de Luis Arce y el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia muestra las fortalezas de esa opción y, sobre todo, las enormes debilidades de los factores opositores que provocaron la salida de Evo Morales, luego de pretender consumar el fraude en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2019. Esos líderes, movimientos y organizaciones le hicieron pagar muy caro el abuso al caudillo. Primero, había desconocido los resultados del referendo popular de 2016, cuando el pueblo boliviano le prohibió presentase de nuevo como candidato en las siguientes elecciones presidenciales.  Luego, forzó al complaciente Tribunal Supremo Electoral para que le concediese una victoria  ilegítima en esa consulta, frente a Carlos Meza, su más cercano competidor.

En apenas un año, la alternativa al ‘evismo’ y el ‘masismo’ se desplomó de forma estrepitosa. La amplia victoria de Arce, el eterno ministro de Economía de Morales, mostró que el sentimiento de hastío ante al abuso del autócrata, fue mal interpretado y peor usado por los dirigentes a quienes les correspondía ser la opción, lo que significaba entrar en sintonía con un país que posee 70% de indígenas quechuas y aymaras, terriblemente golpeados por la pandemia del covid-19. 

Jeanine Áñez, la presidente provisional, nunca entendió su papel como timonel de la transición. Jamás comprendió que le tocaba lidiar con una sociedad donde Evo Morales había visibilizado a los pobres y a los indígenas. Los había empoderado económicamente. Había sacado a un buen lote de ellos de la pobreza extrema. Tampoco asumió que le correspondía manejarse con destreza frente a un Congreso controlado por el MAS y Morales. Su ceguera la condujo a convertirse en la líder de una reacción rabiosamente ‘antimasista’ y ‘antievista’. Confundió a Morales con Maduro. Actuó de forma obtusa, pensando que en una democracia la anulación política del adversario significa su aniquilación. Se dedicó a perseguir a dirigentes del MAS y a Morales y su entorno. Los victimizó. No hay mejor manera de levantar la imagen de un ídolo caído, que criminalizarlo con alegatos exagerados. Como esa desmesura no le bastó, pretendió ser candidata a la primera magistratura. Violó una regla de oro de toda transición: quien la conduce no puede aspirar a ser quien se arraigue en el poder en las elecciones que se convoquen.  

Su insensatez contribuyó a avivar la división y contradicciones dentro de los opositores. Se lanzaron varios candidatos con diversos discursos creyendo que, como en Bolivia existe la posibilidad de la segunda vuelta, la primera podía ser asumida como unas primarias. Medidas las fuerzas propias en esa primera cita, a la segunda se iría con una fórmula unitaria. Se les olvidó que, a pesar de que el candidato triunfador no obtenga 50% de los votos, si le saca una ventaja de diez o más puntos porcentuales a su más inmediato oponente, obtiene la victoria en la primera ronda. 

En este error inexcusable hubo mucho de arrogancia, subestimación de un adversario formidable como era Luis Arce y sobreestimación del potencial propio. También se desvalorizaron los logros económicos y sociales de Evo Morales. Se menospreció el ciclo de crecimiento y relativa prosperidad que había impulsado. Estos datos no pasaron inadvertidos para los electores. El ‘voto oculto’ y los ‘indecisos’ entre las franjas más humildes y en capas de la clase media baja –de los cuales hablan ahora los analistas bolivianos- estaban conformados por esa gente que vio suficientes méritos en el tándem Morales-Arce. 

Luis Arce fue ministro de Economía de Morales durante casi todo el tiempo que el antiguo líder sindical estuvo al frente del Gobierno. A él aparecen asociados los más importantes logros económicos y sociales de Evo. El crecimiento de la inversión, el aumento del PIB, el control de la inflación, la recuperación sostenida del ingreso de los trabajadores y de las clases populares y, en general, el mejoramiento en la calidad de vida de los ciudadanos, a partir de mediados de la década pasada, aparecen vinculados con la gestión de Arce  como ministro. ¿De dónde podía sacarse que actuaba como marioneta o era el muñeco de Evo Morales, y que su presencia era más formal que real?  Adicionalmente, el MAS es el partido político más sólido que existe en Bolivia. Los catorce años que gobernó Morales le sirvieron para engrasar la maquinaria en todo el territorio boliviano. Es el único con una firme base organizativa, con arraigo entre los pobres y con una discurso que los prioriza, muchas veces de forma demagógica.

Carlos Meza ni siquiera logró mantener la votación que había obtenido el año pasado. Y Luis Fernando Camacho, el líder de Santa Cruz, no fue capaz de transformarse en candidato de alcance nacional. Quedó circunscrito a su zona natural. La división entre ellos los sepultó a ambos.

Ahora comienza, de nuevo, el largo invierno de la oposición democrática boliviana. Su miopía les va costar muy caro. Pasarán de nuevo varios años antes de que vuelva a ser alternativa de poder. 

Esperemos a ver qué pasa con Luis Arce y el MAS, que vuelve a ser el partido hegemónico. Hasta ahora ha tomado distancia de Evo Morales. Comienza un nuevo ciclo para Bolivia.

Trino Márquez
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc

VICTOR A. BOLIVAR C., QUEREMOS FORMAR PARTE DE ESE 21%

Expresar que este régimen sigue sistemáticamente arruinándonos y seguir en estado contemplativo o lamiéndonos las heridas, en modo alguno hará la diferencia por un largo e indeterminado tiempo. Los indicadores económicos, de manera especial el que refiere al PIB, referidos por Banca y Negocios, son desoladores y nos exigen reaccionar.

Hace poco menos de cuatro meses, ese espacio de opinión especializada, nos señalaba de una manera clara y sucinta este terrible tránsito hacia el abismo. Vale la pena reproducir algunas líneas de ese análisis. “En noviembre de 2020, Venezuela llegará a su tercer año de hiperinflación y en el cuarto trimestre elevará su marca catastrófica a 8 años seguidos sin crecimiento económico, como resultado de una crisis que se viene gestando desde hace cuando menos una década larga, como resultado de la exacerbación de políticas populistas que dilapidaron un boom petrolero de 8 años, junto con ataques constantes al sector productivo interno, que redujeron los niveles de inversión privada a menos de 1% del PIB anual. Venezuela es hoy uno de los países más pobres del hemisferio en función del tamaño de su población”.

Agreguémosle como agravante el pernicioso efecto de la pandemia en nuestra ya contraída economía y tendremos mayores razones para la angustia. Muchos dirán que en un cuadro como este las sanciones que el régimen ha ocasionado, pasan de ser disuasivas para convertirse en una parte más del problema que de la solución. Otros, por el contrario, opinarán que esas sanciones tendrán en poco tiempo un determinante efecto para la salida definitiva de un régimen que atado de manos se entregará o negociará la huida. Apuesta el régimen por su lado a tener el fuelle suficiente para correr la arruga, buscando oxígeno en un modelo chino o ruso tropicalizado, enmascarado en esa llamada Ley Antibloqueo. De allí que el asunto bien merece un detenido análisis por los entendidos en la materia.

Y es en ese trance cuando nos encontramos con un trabajo especial de investigación titulado “El impacto y la naturaleza real de las sanciones económicas impuestas sobre Venezuela. Crisis económica y social. Causas y consecuencias” del economista Manuel Sutherland, publicado por Provea. En el mismo, Sutherland hace un prolijo análisis, bien documentado, sobre los distintos aspectos del tema. En dicho trabajo refiere que la caída tan pronunciada del salario, la escasez de alimentos y medicinas, la falta de créditos internacionales, la caída de la producción petrolera, el incremento de los índices de mortalidad por motivos de salud ante falta de medicinas y atención médica, y el colapso eléctrico, son previos a las sanciones económicas más importantes acaecidas en 2017 y sobre todo a inicios de 2019. Se retrotrae incluso a 2006 durante el mandato del mismísimo Chávez. Las causas, entre otras, que originaron todo ese desastre se resumen en el rentismo, corrupción, incapacidad, opacidad administrativa.

Cuando se adentra el investigador en lo que respecta a las sanciones y sus consecuencias sociales, con énfasis en los derechos humanos y los grupos vulnerables, el estudio se muestra escéptico en cuanto a su pertinencia por el impacto negativo que tiene en las clases más depauperadas. Los datos que nos refiere son impresionantes. Alude a la comprobación de que en 67 países sancionados entre 1976 y 2012, las sanciones han tenido un impacto muy severo en el crecimiento económico; a que con base en un estudio de países sancionados entre 1914 y el año 2000, solo en 21% las sanciones fueron parte del éxito en una transición. Señala que en 65% de los casos las sanciones fueron abandonadas sin apenas conseguir sus objetivos; y que aún 14% de esas naciones seguía teniendo sanciones en el año 2000, sin producir cambio político alguno; y, específicamente, en el caso venezolano las sanciones ingresan cuando el país ya ha perdido alrededor de 30% del PIB, sus efectos pueden ser aún más graves para la población.

De nuestra parte, hemos sostenido el marcado criterio del desenlace por combustión interna, en el que las sanciones, incluyendo las destinadas a los responsables de esta pesadilla, juegan papel preponderante para una transición democrática. Hasta ahora la bizarría del venezolano ha sido excepcional, resistiendo a las penurias, la represión y persecución. Sin embargo, no basta. Es indispensable que nuestra clase dirigente encauce a ese pueblo espartano que espera mejores decisiones que una estéril consulta. Queremos formar parte de esa histórico índice estadístico del 21%.

Víctor Antonio Bolívar Castillo 
vabolivar@hotmail.com
@vabolivar

JUAN GUERRERO, DIARIO DE UN JUBILADO, LECTURAS DE PAPEL

  Esta mañana, cuando estaba revisando libros en mi biblioteca, de repente me acordé que ya hace más de 10 añosterminé mis funciones como docente universitario. También me acordé de los años cuando trabajé en otros sitios. -Total, treinta años de servicios al Estado y la sociedad, pensé.

  Había hecho planes para continuar con mis actividades académicas, mis escritos semanales, mis dibujos, fotografías y mi dedicación a la poesía, oficio que nunca me abandona ni yo a ella. -Además, me decía, iba a desarrollar varios proyectos visitando regularmente sitios poco conocidos del país; sus historias, espacios y uno de mis deseos más añorados: ese tiempo para invertirlo en la contemplación, la meditación después de observar la quietud del espacio de eso que llamo, la venezolanía.

  Porque contemplar el rostro de una sociedad y de un territorio también se encuentra en sus paisajes, el movimiento, los olores, sonidos naturales, sabores y el paso acompasado de quienes nos acompañan. He conocido todo el país, al menos cada capital de estado, los he sentido en la tierra y en el barro, mirando la lejanía, en las palabras de quienes habitan en la anónima amorosidad de lo fraterno y solidario.

  Sé que los nuevos tiempos no traerán nada diferente a estos que he vivido. Sin embargo, es preciso insistir, aunque sea por terquedad, en la necesidad que tenemos para salir adelante, aunque sea registrando este momento gris que nos tiene aprisionados, encerrados. He visto temprano el video de una amiga virtual, poeta, que en su encierro desde Españasaluda con su rostro lloroso indicando que ya no soporta tanta soledad, tanto encierro. Libera sus miedos e incertidumbre, mientras confiesa que ‘-hoy sólo tengo ganas de llorar’. Es un video singularmente humano. Angélica se quiebra en su fragilidad y una multitud de amigos virtuales, desde los confines del mundo, le abrazamos en un mismo llanto.

  Vuelvo a mi biblioteca buscando acaso algún poema en algún libro que me sirva para entender este tiempo, esta mirada fragmentada que se apodera de nosotros y no permite ver la totalidad, la parte completa de este drama, este momento tan sin tiempo. Un año donde se resume toda la maldad humana en un mismo número. Pareciera que estamos transitando los ‘penetrables’ cinéticos de una inmensa obra de Soto o Cruz Diez. Así, con sus colores moviéndose mientras ansiamos conocer, estar presentes en otros escenarios menos gelatinosos. Quisiera tanto oler esos colores, palpar su tensión, su temperatura.

  Pienso y añoro ese lenguaje renovado, ese ángulo original de una imagen para nombrar este tiempo, pero al unísono coexistimos con nuestra propia podredumbre humana. Reviso mis redes sociales y me siento impotente ante tanta solicitud de ayuda. Desde los puntuales casos de enfermedades terminales y cuyos pacientes no pueden esperar, hasta el socorro ante el secuestro, prisión y tortura de perros y gatos. Me sobrepasa tanta súplica, me estremece hasta el llanto tanto mensaje final de jóvenes que se despiden y después, se suicidan, se lanzan por un balcón. 

  Tengo casi tres semanas intentando terminar la entrevista a una poeta y apenas si podemos comunicarnos. Cuando ella tiene electricidad yo tengo ocho horas sin ella, y obvio, sin Internet, sin servicio de agua y con el temor de que se termine la bombona de gas y mi esposa no pueda hacer sus tortas y dulces para vender (-de eso vivimos), porque el sueldo de un profesor jubilado, más la pensión del Seguro Social, no llegan a 8 dólares al mes, y es mucho decir. Pero me colma un mensaje de voz de quien entrevisto: me habla de mi querida amiga y poeta, Hanni Ossott, y me veo en Londres conversando con ella mientras probamos su paté y Rilke nos abraza en su recuerdo.

  Aunque parezca contradictorio, por estos años parece estar apareciendo en nuestra geografía literaria, nuestro arte y nuestra cultura en general, un cierto conglomerado humano con significativas muestras de temas, estéticas y lenguaje que bien merece ser revisado y estudiado, al menos como registros bibliográficos de un acontecer histórico que habla de este paso del ser humano en su eterna circularidad, de levantarse y buscar una identidad y un refugio permanentes. 

  Con nuestros miedos, temores, incertidumbre y esta agobiante censura seguiremos transitando, contemplando estos días tan secamente iguales, tan sin destino, tan odiosamente intranscendentes.

Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com 
@camilodeasis

ALBERTO BARRERA TYSZKA, FRAUDE PREVENTIVO EN VENEZUELA: LOS CARA É TABLA

Hugo Chávez solía enumerar la cantidad de procesos electorales realizados como una prueba irrefutable de que Venezuela era el país “más democrático del mundo”. Nicolás Maduro prefiere no correr ningún tipo de riesgo. Para los comicios en los que se elegirá a la nueva Asamblea Nacional, que por ley deben efectuarse en diciembre de este año, ya ha diseñado un mecanismo perfecto: un fraude preventivo que le permite ganar las elecciones aun antes de realizarlas.

¿Qué pueden hacer la oposición nacional y los países que la apoyan ante este escenario?

En rigor, las elecciones parlamentarias de 2020 solo son otro trámite en la larga lucha del chavismo por conseguir una legitimidad internacional que destrabe las sanciones que han impuesto al régimen algunas naciones y que le permita mejorar su funcionamiento en el mundo. El gobierno necesita desmontar y poner bajo su control a esta última institución democrática que existe en Venezuela. Pero la democracia es peligrosa y Maduro y su gobierno no están dispuestos a volver a vivir una derrota sorpresiva como la de 2015, cuando la oposición ganó la mayoría del parlamento.

Lo que quieren o desean los venezolanos, las aspiraciones o preferencias del pueblo, están ahora relegadas a un segundo plano. En los últimos años, el régimen ha endurecido sus mecanismos de control sobre la población a través de la violencia, de la economía y de los medios de comunicación. Al gobierno no le interesa ni le importa lo que piensen u opinen los ciudadanos con respecto al país y al futuro.

Hay una expresión en Venezuela que describe con gran nitidez a la persona que miente impúdicamente: “cara de tabla”. El uso coloquial, por supuesto, elimina de la letra d en la preposición y deja fluir el conjunto como una sola pedrada caribeña: “cara é tabla”. Es un término que retrata a la perfección a quien intenta engañar a otros de la manera más absurda o grosera pero sin pestañear, sin que una mueca o un gesto lo delate. Cuando Nicolás Maduro invita a todos los venezolanos a votar, cuando asegura que “hay amplias garantías” y dice que las próximas elecciones serán “una fiesta democrática”, Nicolás Maduro solo está actuando como un cara é tabla.

El primer paso para el diseño de este nuevo escenario electoral se centró en la elección de las autoridades del Consejo Nacional Electoral. Aunque constitucionalmente es una tarea que le corresponde a la Asamblea Nacional, el chavismo acudió a un ardid legal poco sustentable para que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) bajo su control pudiera elegir a los nuevos rectores de la institución. Tanto los jueces como los nuevos rectores, así como quienes colaboraron activamente con esta maniobra, son fatalmente unos cara é tabla, dispuestos a ignorar impasiblemente que el árbitro lleva puesta la camiseta del equipo del gobierno.

Una vez garantizado el control del sistema electoral, el segundo paso fue la apropiación de los principales partidos de la oposición por parte del chavismo. Es la cúspide de un proceso que se inició con la llamada Operación Alacrán, un movimiento de compra de diputados de segunda línea de partidos opositores, quienes finalmente han reclamado ante el TSJ su derecho a ser las autoridades legítimas de dichos partidos. El TSJ por supuesto ha fallado a su favor. De esta manera, también, el gobierno ha ocupado los espacios naturales de la disidencia. Es una artimaña que, sobre todo, delata muy bien el miedo que le tiene “la Revolución” al voto popular.

Habría que sumar a este escenario el discurso pronunciado por el general Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa, el 5 de julio, fecha en la que se cumplía el aniversario de la firma del acta de independencia en Venezuela. Nada de lo que ocurre en el país puede analizarse sin tomar en cuenta a los militares. Ellos son una fuerza protagónica, con iniciativa y peso político y económico en cualquier decisión. Padrino López, refiriéndose de manera ambigua y confusa a la oposición, fue sin embargo enfático al sentenciar: “Nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela”. Es la confirmación de que, incluso en el imposible escenario de un triunfo electoral, la oposición se encontraría con un obstáculo enorme: el ejército le impediría ejercer la victoria.

Todo esto supone claramente que se ha cancelado cualquier posibilidad de diálogo y de negociación. El chavismo piensa que la mejor manera de salir de la crisis es profundizar la crisis. La apuesta por desgastar al adversario volvió a funcionar y ahora están en la fase del contraataque. Si la experiencia del parlamento opositor y del liderazgo de Juan Guaidó representó —en algún momento— el regreso de la alternancia política al país, hoy esa esperanza está liquidada. Es el clímax del cara é tablismo político. El talante democrático se mide, sobre todo, en las derrotas. El chavismo ya ha confirmado que no está dispuesto a permitir, ni siquiera, la hipótesis de una derrota.

Ángel Álvarez, politólogo venezolano residenciado en Canadá y una de las miradas más atentas y lúcidas sobre el proceso de nuestro país, ha analizado asertivamente el supuesto debate sobre la participación electoral: “En estos momentos es irrelevante que la oposición participe o se abstenga. Hagan lo que hagan, el resultado va a ser absolutamente el mismo. La oposición ha estado debatiéndose entre participar o abstenerse, por lo menos, desde el año 2005. Y cuando se abstiene, no pasa nada. Y cuando participa, tampoco pasa nada, entre otras cosas, porque la oposición carece del poder necesario para obligar al gobierno a hacer absolutamente nada”. Ahí respira el gran desafío y la gran pregunta: ¿acaso es posible obligar al chavismo a negociar y someterse a unas elecciones libres y transparentes? Hasta ahora, ni la oposición ni la presión internacional lo han conseguido. Ser cara é tabla ayuda. La falta de escrúpulos es una ventaja política.

Alberto Barrera Tyszka
abarrera60@gmail.com
@Barreratyszka
Mexico

Tomado de: https://www.nytimes.com/es/2020/07/12/espanol/opinion/venezuela-asamblea-nacional-elecciones.html

JOSÉ ANTONIO GIL YEPES, ELECCIONES Y ESTUPIDEZ

Para esta entrega, tenía unas notas -conceptuales- sobre la estupidez, pero aparecieron las elecciones en Bolivia y creo que debo relacionar ambos temas porque sus resultados son un buen ejemplo de lo que nos trata de decir el catedrático de psicología de la Universidad de Granada, Emilio Gómez Milán, sobre ese grave síndrome mental.

La estupidez, dice el Gómez Milán, no sólo es una aptitud que revela bajo coeficiente intelectual, sino que también puede ser generada por una actitud que no permite al afectado ver la realidad ni las consecuencias de sus acciones. 

En el fondo de los casos de estupidez como expresión de actitud, señala Gómez Milán,…”suele haber un conflicto de poder”. Es decir que…”el estúpido tiene su propia lógica y actúa de ese modo y no de otro porque su objetivo no es resolver el problema que enfrenta sino preservar su estatus”. 

“Sobre el ‘modus operandi" de los estúpidos y sus motivaciones nos ha contado cosas fascinantes”… dice Gómez Milán. Por ejemplo, entre quienes creen que hay que quedarse en casa (para evitar enfermarse), predominan gente y gobiernos de izquierda; y entre quienes creen que hay que salir a la calle, no sólo a trabajar (para no morirse de hambre) sino también a hacer lo que les dé la gana, predominan los de derecha. La estupidez llega a politizar y polarizar el manejo de una pandemia; flagelo que no puede ser manejado en una sola dirección porque, si te quedas en casa, te mueres de hambre y, si sales sin precaución, te mueres de enfermedad. Se trata de un dilema y los dilemas hay que manejarlos como tales: buscando el equilibrio entre dos polos, en este caso, salir a trabajar con máximas precauciones.

El orgullo, el egoísmo, el resentimiento, los intereses creados, las ideologías políticas y religiosas extremas tienden a convertir a los humanos en estúpidos interesados que no piensan sino que dejan que “el librito”, sus prejuicios o intereses particularistas les dicten lo que tienen que hacer. El problema está en que esos estúpidos no sólo se perjudican a si mismos sino que terminan perjudicando a muchos porque tienden a polarizar sus posiciones y la polarización hace que los dilemas o conflictos no se puedan resolver negociando o buscando un equilibrio porque, para los polarizados, moderar o negociar es renuncia, pecado o traición. 

Las elecciones presidenciales bolivianas del domingo 18-10-2020 son un ejemplo de estupidez de parte de la oposición de ese país: un clarísimo ejemplo de que su objetivo no era resolver el problema que enfrenta (el régimen hegemónico, polarizador y perpetuo al que aspira Evo Morales) sino preservar su estatus (el afán de cada líder de ser Presidente, lo cual colide con conformar un frente común y elegir un solo candidato).

El contraste entre la unidad del MAS boliviano, el partido de Evo, y la desunión de los partidos de oposición, fue la clave de la derrota. En ese divisionismo ya habían caído los mismos partidos en el proceso electoral anterior, en el cual Evo pretendió un fraude para declarar mayoría absoluta sin tenerla. El problema original no eran el ventajismo y la trampa de Evo, lo cual está cantado en los gobiernos chavistas, sino que la oposición fue desunida, apostándole a que el entonces presidente no sacaría la mayoría absoluta. Si hubiese presentado un solo candidato, probablemente habría ganado la oposición de una vez; evitándose tener que recurrir a la OEA para que constatara el fraude y la creación del débil interinato de la Sra. Jeanine Áñez en la Presidencia. 

El error de cálculo de la oposición se repitió al dar por sentado que habría segunda vuelta; quiso ver la primera ronda como unas primarias para decidir a quién apoyarían todos al final. Pero, ganó Luis Arce, el candidato del MAS. En este triunfo también contribuyó que ese partido fue apoyado por la izquierda internacional alineada en el Foro de Sao Paulo; mientras que las derechas no tienen un mecanismo similar que encauce a sus movimientos a evitar estupideces.

La oposición también se equivocó al hacer campaña alrededor del tema de la legitimidad política, el tema que sacó a Evo del poder. Pero, cada vez que se tocan temas principistas, como el de la corrupción, el pueblo siempre se pregunta: “¿Y con qué se come eso?” En contraste, Evo colocó como candidato a su ministro de finanzas por 10 años en una época de crecimiento socioeconómico, evocando así mejores tiempos. 

En el caso de Venezuela, si la oposición fuese unida, con un solo candidato por curul, le ganaría al chavismo 80 a 20 en las parlamentarias; repetiría el triunfo del 2015; pero…, como Ud. no necesita que le vuelva a escribir el artículo, sólo añado que las condiciones clave para que la oposición pueda ganar elecciones no dependen tanto de las que pone el gobierno sino de su propia unidad, como lo demostró en 2007, 2015 y 2018.

José Antonio Gil Yepes
prensayradio9@gmail.com
@joseagilyepes
Director de Datanalisis
Contacto: 0424.9909099