domingo, 30 de abril de 2017

CARLOS BLANCO, TÚ TAMPOCO QUIERES MANDO

AL PRECIO QUE SEA

Imagino las vacilaciones de Vicente Emparan aquel 19 de abril.

Habría dicho: “¿Pero es que estos gilipollas pretenden desobedecerme, siendo que soy el representante de Su Majestad, aunque su Alteza Serenísima ande huyendo de Pepe Botella? ¿Debo ir a la Catedral y estos orilleros van a seguir con la vaina de exigirme atravesar la Plaza Mayor para oírles sus quejas? Hoy –he de deciros– los noto más envalentonados que otros días, será que están pensando en… No; imposible. Siquiera imaginarlo me parece pecado”.

Pero el bueno de Vicente, mientras cavilaba, era llevado no digamos que a empujones, pero sí “ayudaíto” con una que otra remolcada por la casaca. “Pero, eh, bueno, basta, que voy, que voy…”, habría dicho a Francisco Salias y otros que le vieron el rostro espantado, los dientes crujientes y la búsqueda con la mirada al capitán de milicias que estaba como silbandito, en la esquina de la Casa Amarilla, haciéndose el desentendido. Subió las escaleras, se asomó a la multitud que le parecía más furiosa que nunca, y le preguntó al cura que andaba por allí: “Su Eminencia, ¿acaso sabéis en qué idiotez andan estos mantuanos y blancos de orilla?”. Madariaga le contestó que solo pensaba que era la euforia mística que provoca el Jueves Santo. Confiado, el Vicentín ofrece que renuncia si eso es lo que quieren, y el curita trabucaire –como camorrista de pueblo– alienta a la multitud para que le acepten la parada. El capitán general se da cuenta de que lo mejor es escurrirse del trance y se lanza de chupulún en la historia: “Yo tampoco quiero mando”.

Nicolás no conoce la historia pero es un actor fundamental de ella en este tiempo, pero ¿por qué prefiere hundirse en la más abyecta represión para mantenerse en el poder? Se podría decir que es por ideología, pero sabemos que esta naufragó en los endulces de Miraflores, y que lo que queda después de quitarle los terciopelos y resplandores al cetro del poder es el mazo de acero para partirle la cabeza a quien no entienda que tú, Nicolás, quieres permanecer allí al precio que sea.

Es que se te nota en tus modos y maneras de referirte al prójimo. Lo del amor y la paz en tu boca suenan como palabra sin eco, vacío; al minuto siguiente sacas a unos pobres muchachos con unas “confesiones” en las que lo único que confiesan es el terror que sienten por ti y tus G2; luego te burlas del sufrimiento ajeno. Todo por permanecer comiendo de la inmerecida batea de chicharrón que te regaló Chávez.

Si el “pooeblo” como lo llamas, no quiere tu mando, tú tampoco lo has de querer.


Dale que no vienen carros.

Carlos Blanco G.
@carlosblancog
www.tiempodepalabra.com
El Nacional
Caracas - Venezuela

MARIANELLA SALAZAR, UNA PRUEBA DE RESISTENCIA

ALTÍSIMA TENSIÓN POPULAR

La cobarde narcodictadura de Maduro pretende que nos acostumbremos a vivir dentro del drama de la violencia y la muerte ordenando a sus grupos paramilitares o brigadas de choque que atenten contra la oposición y un pueblo declarado en rebelión por las miserables condiciones de vida que el régimen genocida lo obliga a padecer.

La violencia se intensifica en un in crescendo escalofriante que se ha topado con una población resteada, sin miedo, hambreada y harta de un gobierno nefasto, ladrón y fracasado. Ya no es la clase media pauperizada la que sale a la calle, son los barrios que aun con las amenazas de los colectivos asesinos armados por la dictadura se aprestan, a punta de cacerolas, a exigir la salida de Nicolás Maduro de un cargo que siempre le quedó grande.

La salvaje represión de los últimos días ha manchado de sangre las calles del país: o son las fuerzas represivas o los colectivos, o juntos, quienes han desatado un feroz terrorismo de Estado. Matar por una fijación política, como el trasnochado socialismo, es una acción terrible. Hacer que los “colectivos” se impongan por la armas y maten a personas inocentes no tiene justificación en un sistema de libertades donde todo se podría defender con argumentos y no con tiros; pero no vivimos en democracia sino en dictadura, donde se impone por la fuerza y el terror el criterio de unos pocos. Estamos frente a un vulgar dictador que aniquila a un pueblo y viola sistemáticamente los derechos más elementales de las personas, como el derecho a la vida.

No se puede esperar otra actuación de un régimen atrincherado, infectado de narcotraficantes señalados con pruebas por la DEA; con un Tribunal Supremo de Justicia presidido por un ex convicto por homicidio, y la mayoría de sus magistrados sin cumplir los mínimos requisitos académicos; a esto se suma la actuación de una Defensoría del Pueblo que ignora las gravísimas violaciones de los derechos humanos y cuyo iracundo titular exhibe un descontrol muy singular en las redes, similar al que produce el uso y abuso de sustancias prohibidas, como los esteroides anabolizantes. En algún momento todos serán sometidos a la justicia internacional por delitos de lesa humanidad.

Estamos ante un escenario de altísima tensión popular y militar en contra del régimen, que constituye una prueba de resistencia para el país democrático; tenemos la mayor cantidad de presos políticos desde la dictadura del general Juan Vicente Gómez, con líderes inhabilitados, dirigentes presos o en el exilio; entonces, el régimen acorralado se juega la ficha de convocar las aplazadas elecciones regionales con la seguridad de que los predecibles dirigentes partidistas dentro de la Mesa de la Unidad Democrática muerdan el anzuelo y le laven la cara a la dictadura, aceptando un proceso electoral cargado de fraude e irregularidad, y evitando así su salida y el llamado a elecciones generales como exige más de 90% del país y espera la comunidad internacional.


La dictadura está caída. Está en manos de la dirigencia de oposición darle la estocada final y convocar a elecciones generales con un nuevo CNE y un TSJ. El momento es crucial, no para mezquinas querellas internas que nos pueden costar aún la libertad. Caer en la trampa electoral del régimen o de un nuevo proceso de diálogo es oxigenar la dictadura y aumentar el sufrimiento de un país que no los perdonará y les pasará factura. Llegó la hora de exigir la renuncia de Maduro y de todos sus secuaces que acaparan los distintos poderes del Estado, mantener la presión en la calle hasta lograr la salida de la dictadura para luego convocar unas elecciones generales que restituyan el orden constitucional.

Marianella Salazar
marianellasalazar@cantv.net
@aliasmalula
El Nacional
Caracas - Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, PEDAGOGÍA DE LA DIGNIDAD

PIDO LA PALABRA

La dignidad del venezolano se transformó en el mejor escudo con el cual hace posible resistir los embates de una violencia desalmada, de una tiranía obscena, de la desvergüenza hecha gobierno. 

Pareciera que el concepto de dignidad, poco ha sido atendido al momento de escribirse leyes que exaltan libertades y derechos humanos. Lo que se tiene en Venezuela, por ejemplo, se ha hecho de manera tan abstracta que a la hora de aplicarse las mismas, quienes administran y ordenan justicia, olvidan atender el respeto a la necesidad de discernimiento como principio de autonomía de vida. Tan cuestionable omisión, ha sido razón de problemas cuya profundidad ha permitido la degradación de valores morales, muchas veces, precariamente advertidos. Tanto, que el ejercicio de la política en contextos de obsolescencia y obcecación, ha desplazado la dignidad para que su lugar sea ocupado por intereses movilizados desde la codicia, la desvergüenza y la indolencia.

Es obvio admitir que la praxis política, se vea sometida a importunos cambios fácticos. Cambios estos que además de direccionar procesos dirigidos a enfrentar problemas relacionados con la incertidumbre, coadyuvan a enrarecerlos y encarecerlos. Sobre todo cuando lidiar con la incertidumbre mal definida, conduce a entrabar la gobernabilidad. Inclusive, desde los esfuerzos que pueden lograrse a través de los recursos de la planificación. 

Pero de ahí, a permitir que contravalores dificulten comprender la dignidad como valor interior y soberano que tiene todo ser humano, indistintamente de su situación económica, social o cultural, tanto como de sus creencias o pensamientos, es un aberración que atenta contra la condición democrática de la cual se precian hoy día importantes sistemas políticos nacionales. 

La dignidad comienza en el mismo punto donde se erige el respeto, por cuanto es significación del alcance de las libertades de las cuales goza el hombre en virtud de las posibilidades que es capaz de construirse en medio de las realidades que enfrenta y de los problemas que desafía y sabe superar. Por eso puede asentirse que la dignidad es un valor político. Está tan consustanciada con la política, que las dignidad no se conjuga en plural. Ni tampoco, es lugar común de corrientes colectivas o espacios de conjuradas afirmaciones que terminan sin nada que proponer. 

La crisis del Estado venezolano, adosada a una estructura social y económica carcomida por un proceso histórico colmado de distorsiones apuntaladas por la futilidad que revistió el modelo político empleado para gobernar al país en el siglo XXI, no tuvo la precisión moral ni ética para considerar la dignidad del venezolano como razón para apalancar el desarrollo nacional en todas sus manifestaciones. 

Mejor demostración del tamaño del yerro cometido, ha sido la vigente gestión gubernamental. Particularmente, en el curso de los años contados a partir de diciembre de 2007, fecha ésta cuando el régimen empieza a mostrar, con su pretendida “Reforma Constitucional”, sus ídolos de yeso soportados sobre pies de barro. O sea, a revelar su verdadera desnudez. A desprenderse de la careta con la que emulaba ser un “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia”. 

Fue momento para iniciar su debut como “dictadura” cuyos efectos eran encubiertos con la excusa de procesos electorales, amañados por un Consejo nacional Electoral cómplice, y realizados a razón de uno por año, aproximadamente. Esas prácticas políticas, incitaron todo un mundo de oscuridad lo que fue permitiendo solapar perversidades e ilegalidades amparadas por la impunidad de un régimen que vino fraguando un estilo de Estado “forajido”. El apetito de poder fue estimulándose cada vez más, toda vez que la codicia del empedernido dictador se hizo directamente proporcional a los recursos provenientes de los jugosos ingresos petroleros que caracterizaron el comportamiento del correspondiente mercado que signó el primer decenio del siglo XXI. 

Los tiempos que siguieron fueron desventajosos. La popularidad del gobernante comienza a declinar por cuanto el populismo forjado a través del indefinido socialismo, se utilizó a manera de burdo pretexto para expoliar los factores de producción de los cuales se valía Venezuela para sostenerse en medio de la debacle que comenzaba a pulular. Así fue, luego que los ingresos de la renta petrolera, igualmente, se vieron contraídos al extremo que afectó la tendencia, ya débil, de la productividad venezolana. 

A la par de tan obstruidas condiciones, el régimen siguió dejando al arbitrio de las circunstancias, la noción de dignidad. Nunca entendió lo que asintió la Constitución de 1999 cuando su artículo 3, fuera redactado en pos de tan noble referente. Describe este precepto que “el Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a la dignidad” Y aun cuando dicha consideración puede resonar en la espiritualidad del venezolano, el constituyente olvidó recalcar su importancia. Tanto así que dicho valor, si bien es referido siete veces más, se hace a desdén de meritorias implicaciones que darían cuenta de su esencia y trascendencia. Sus alusiones, comprometen mezquinamente el deber del Estado a cumplir obligaciones más por el interés político de exaltar la gestión de gobierno en curso, que por la necesidad de exhortar su sentido como valor ciudadano. 

Pero a pesar de que para el régimen la dignidad que alude el texto constitucional suena a cumplidos exentos de la estimación necesaria, para venezolanos de convicciones democráticas la dignidad ha sido la fuerza que ha animado las esperanzas a partir de las cuales enarbola los sentimientos de libertad sobre los que descansa su espíritu luchador y perseverante. Por eso el venezolano demócrata, decidió afrontar las impudicias de un régimen amilanado y pusilánime, en la calle. Decidió demostrar que su dignidad es el bastión de la moral que precederá y presidirá los cambios políticos por venir. Porque para estos venezolanos que, con arrojo han soportado la pestilencia que destilan estos gobernantes de verbo impropio, y embarrados de excrementos del diablo, su dignidad se convirtió en la conciencia de su existencia, en el paroxismo de la vida. 

En medio del caos sembrado por un régimen anulado por su misma opacidad, la dignidad del venezolano se transformó en el mejor escudo con el cual hace posible resistir los embates de una violencia desalmada, de una tiranía obscena, de la desvergüenza hecha gobierno. Por tantas razones juntas, es fundamental significar que para defenestrar tanto impudor con altaneras ínfulas de gobernante socarrón, es ineludible e inminente actuar en lo sucesivo con sentido nacionalista e institucional profundamente apegado a postulados de la pedagogía de la dignidad. 

Cuando no existe distancia entre el deber y el poder, se pierde la capacidad de detectar y otear cualquier peligro que amenace la socialización como principio de libertad y autonomía.

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela 

GIOCONDA SAN BLAS, MARCHAS, AQUÍ Y ALLÁ

AL COMPÁS DE LA CIENCIA

Es sábado 22 de abril, Día Mundial de la Tierra. Día escogido por los científicos norteamericanos para su Marcha por la Ciencia. Día seleccionado por nuestra oposición para la Marcha del Silencio.

Fue una jornada dedicada por los venezolanos a homenajear en respetuoso silencio a los compañeros asesinados en trágicas jornadas de violencia estatal a lo largo de varios años, signadas por el uso de armas letales contra manifestantes pacíficos que reclaman el regreso a la libertad, a la democracia, a la constitucionalidad, a una vida en paz y progreso. Al contrario de las anteriores marchas realizadas en estas dos últimas semanas, esta del silencio no sufrió los ataques despiadados del régimen y pudo cruzar el “límite” del municipio Libertador sin mayores tropiezos, tal vez porque su destino, la Conferencia Episcopal, si bien un factor importante en la sociedad venezolana, no tiene para el régimen la carga simbólica de poder que todavía representan las maltrechas instituciones a las que hemos querido llegar en manifestaciones previas (CNE, TSJ, Defensoría). Al momento en que escribo (25/04/17) se ha anunciado otra marcha hacia alguna de esas 3 instituciones. Ojalá se haya podido llegar sin obstáculos. (Nota del miércoles 26/04/17: la misma furia represora, otro joven de 20 años asesinado con una bomba lacrimógena lanzada a su pecho). 

Ese mismo 22 de abril, tan significativo para la defensa del ambiente, los científicos norteamericanos protestaron contra los dramáticos recortes presupuestarios del presidente Trump al sector y contra la censura que pretende imponer a la difusión de datos científicos que enfrentan su particular percepción del mundo. La marcha fue replicada en más de 500 ciudades de todo el mundo, consolidando la idea de que la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) en el mundo moderno son interdisciplinarias y transnacionales. Las marchas también llamaron la atención hacia la poca valoración política de la CTI como motor indispensable de progreso en el siglo XXI en temas de salud, energía, ambiente, tecnología y más. Y sirvieron para destacar de nuevo que la CTI exige un ambiente de libertades para su apropiado devenir, donde quiera que se realice. 

En fin, dos marchas, una misma brega por un mundo mejor, en libertad y democracia. Ambas, valores representativos de derechos humanos y civiles exigidos por la sociedad y sujetos al escrutinio y presión de instituciones supranacionales. Tales principios son igualmente entrañables a los científicos y a todos quienes trabajan el mundo de las ideas. Porque sin libertad para pensar y democracia para expresar las ideas, no hay progreso social posible. 

En las Marchas por la Ciencia vimos pancartas que nos llaman a luchar contra la ignorancia porque “es el elemento más tóxico”, para lo cual se requiere de “una política de estado en educación, ciencia y tecnología”, mensajes que pueden perfectamente ser usados en nuestras manifestaciones porque ellos apuntan a un mejor país, con educación de calidad para todos y progreso sostenido, aspiración expresada hoy en las voces de protesta contra el atraso decimonónico a que nos ha llevado el régimen en todos los órdenes, en casi veinte años de destrucción institucional.

El pasado sábado 22 de abril, un querido colega exiliado me escribió: “Con cabeza fría marché aquí por la ciencia en esta ciudad lejana que me ha cobijado, aunque con mi corazón ardiente allá, marché en las calles de mi país”. Quiero pensar que no fue el único en hacerlo entre las decenas de miles de profesionales que ahora derraman su saber en comarcas extrañas, emigrados por falta de valoración meritoria en el terruño luego del embate irracional contra el conocimiento, propiciado por un grupete de funcionarios incultos, ágrafos, arrogantes del poder y ajenos a cualquier barniz intelectual. 


Los tiempos cambiarán, más pronto que tarde, estoy segura. Llegará el momento en que dejaremos este desierto para reencontrarnos como país en un proyecto que apunte al progreso basado en el valor del trabajo y no en la limosna, con un programa de consenso que pueda ser aceptado por todos. Antes se ha hecho ¿por qué no ahora? Allí deberán estar la CTI y sus protagonistas como elementos de importancia. Será responsabilidad nuestra impulsar esa ruta de bienestar que bien nos merecemos.

Gioconda San Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
  Miranda – Venezuela

JOSÉ ANGEL BORREGO, ¿QUÉ ES LO QUE QUIERE EL NEGRO?

REFLEXIONES

Si se trata de una estrategia para imponer mayor presión a la situación ya de por sí harto crítica que vive el país, podríamos decir que la respetamos si sus resultados pudieran conocerse -positivamente- en el corto plazo. Nos referimos a la reticencia de los líderes opositores a la realización de elecciones para gobernadores y alcaldes este año y la presidencial en el 2018. 

No es que seamos contrarios a que se realicen elecciones generales, presidenciales incluidas, pero si se critica la violación por el Gobierno de la Constitución Nacional en cuanto a no convocar en el 2016 lo pautado en la Carta Magna, no podemos ahora exigir algo que no aparece en esa misma Constitución como lo es el adelanto de las elecciones presidenciales.

¿Estrategia?

Es posible que se trate de una forma de pedir lo máximo para lograr lo que en realidad se busca. Si la oposición centra su discurso en las elecciones pendientes lo más factible será que el Gobierno le ordene al CNE mantener congeladas las mismas; pero si se mete mayor bulla en la solicitud exigiendo la salida del Presidente, es probable que, aun contrariando la posición de los radicales con Diosdado a la cabeza, Maduro acepte honrar sus palabras sobre estar “ansioso de que se hagan las elecciones”, lo cual no se lo cree ni él mismo. Pero, alguien le habrá susurrado que por esa vía es posible negociar su salida con mayor decoro y en la casi seguridad de que no será perseguido por tribunales venezolanos, porque nuestro país no tiene incidencia en la decisión judicial de otras naciones, en especial en el Derecho Internacional consagrado para castigar tratos crueles e inhumanos.

¿Puede resultar?

No nos atrevemos a asegurar nada porque la turbulencia priva en exceso en las aguas que corren en Miraflores. Hoy, pese a los discursos edulcorados de Diosdado, es inocultable la crisis de posiciones que se sucede en los intestinos del oficialismo. Cuyo motivo no se debe a cuestiones doctrinarias o de algún principio ético y ni siquiera de preservación del “legado de Chávez” traducido en el PSUV, sino, única y exclusivamente, en la protección de las fortunas en dólares que han amasado los generales y algunos civiles convirtiendo en harina al resto del país. Esto último podría impedirle a Maduro consensuar alguna vía en aras propias en función de su futuro inmediato. Porque si de algo podemos estar seguros es que una vez ido del poder, Cuba no lo aceptará bajo condición alguna. Se convierte en un estorbo para mantener algún estatus en la nueva relación con Estados Unidos. De tal forma que Maduro debe tener ya la vista ubicada en otro destino.

Guerra a muerte.

Entendemos que los adobes del oficialismo se están desmoronando y que la tesis mediática que opera en los medios, en especial gubernamentales, no permea hacia derroteros externos. Prueba de ello fue la rueda de prensa convocada en fecha muy reciente por el ministro Villegas (Minci) intentando que los periodistas de medios extranjeros suavicen sus notas, pero cometiendo el error de tratar de convencerlos que de que en Venezuela no existe el estado de caos que “se intenta vender”. Uno de los periodistas (BBC Mundo) le recordó a Villegas que él hace su trabajo en Venezuela, en cada lugar de los hechos y que no los recibe por vía de terceros. Es decir, que no se le puede exigir que transmitan versiones suavizadas o distintas a la realidad que ellos ven, viven y padecen. Más de un corresponsal de medios de otros países ha sentido en carne propia la agresión de la incivilización oficial.

Sin embargo…


Creemos prudente que la oposición marque un lindero que permita algún sosiego en esta encarnizada batalla, absolutamente desigual, que libra contra un enemigo (porque adversario no lo es) que hace uso de las armas de la república para asesinar a los ciudadanos de esa misma república. Digamos que la gota que llena al vaso está muy próxima y es preciso encontrar un interlocutor capacitado para llamar a la reflexión a Maduro y permitir una mínima negociación con la MUD.

José Angel Borrego
periodistaborrego@gmail.com
@periodistaborr1
Anzoategui . Venezuela

IVÁN OLAIZOLA D’ALESSANDRO, VIOLENCIA INDUCIDA

PARANINFO DE LA SEMANA
¿Estaremos asistiendo a los estertores de una tal revolución?

El extinto teniente coronel felón se dio a conocer en el país cuando usando las armas que la República le había confiado para su defensa, las uso para intentar dar un golpe de Estado en contra de un gobierno constitucional. Aun cuando fue un rotundo fracaso ese acto de violencia dejó como saldo más de dos centenas de compatriotas asesinados. Perdonado por su fechoría inicia su carrera pública usando como política fundamental la amenaza, la promesa de violencia  y el engaño. Por esas cosas de que los pueblos a veces se vuelven irracionales logra vencer en unas elecciones y se convierte en presidente de la República. Su juramento al cargo fue un acto de violencia pura en contra de lo estatuido. Hace apología del delito al justificar el robo por hambre. Todo su mandato, sus actuaciones, decisiones, discursos, legislación van precedidas u orientados a la violencia. Hasta su muerte fue convertida en un acto violento. Y la violencia genera más violencia. Eso es una verdad de Perogrullo.

Su heredero, designado en un acto provocador, ha seguido al pie de la letra lo que ellos mismos llaman su legado. Legado de violencia. De generar violencia. De Inducir a la violencia. Los actos más sencillos de este gobierno, como puede ser la inauguración de cualquier cosa, un decreto, un aumento salarial, una celebración patria hasta los más complejos, van acompañados, precedidos, de violencia y de provocación a la violencia. Induciendo siempre a la violencia. El lenguaje oficial en todos los órdenes es un leguaje violento, de guerra, de amenazas, militarista. Su conformación burocrática y política está orientada a la guerra. Revolución. Estados mayores. Unidades de combate. Batallones. Colectivos. Milicianos. Comandante en Jefe. Patria, socialismo o muerte. No volverán. Les pondremos los ganchos. Exprópiese, incáutese, confísquese, tómese. Todo conlleva, presupone, sugiere violencia. Y la violencia genera más violencia. Hasta los llamados de paz, de amor, de felicidad son hechos en forma violenta. El Cristo que ellos, hipócritamente, dicen adorar, es el Cristo violento, el que sacó a los mercaderes del templo. Sus dioses son los dioses de la guerra. Aman a Ares y a Marte. No hay un discurso oficial en donde no se amenace, se insulte. Escuálidos, derecha terrorista, burgueses, oligarcas, imperialistas, capitalistas, expresiones todas dichas con un significado de descalificación. Sus países amigos son aquellos países donde la violencia se ha impuesto. El Irak de Sadam, la Libia de Gadafi, el Irán de los Ayatolas, la Siria de al Asad, la Cuba de los Castro. La FARC, el ELN, Hezbolá, Al Qaeda, Isis. Y la violencia genera más violencia.


Con ese discurso, con esas actuaciones y procederes hemos transcurrido estos ya largos 18 años. El número de víctimas se acerca a los 300 mil. Una inmensa diáspora. Y ahora aspiran que se haga el amor, la paz. Llaman al diálogo a través del maltrato y la violencia. Pero en estos precisos instantes la inmensa mayoría del pueblo, del país, de los organismos internacionales, de las naciones, no compra más ese discurso fariseo. Ellos sembraron violencia y ahora cosechan de su propio fruto. El país se cansó de sus amenazas y su violencia. Quiere que esto se acabe y parece que lo quiere a cualquier precio. Lograron algo muy peligroso, inducir la violencia en un país pacífico. Un país que había dejado de guerrear, de matarse, desde la federación. Esperemos que la sangre no llegue al rio. Y si, lamentablemente, llegase la culpa sería del comandante y su legado.     

Iván Olaizola D’Alessandro
Iolaizola@hotmail.com
@iolaizola1
Miranda - Venezuela           

BERNARD HORANDE, ESPEREMOS HASTA EL 2018...

A PLUMAZO LIMPIO
PREGUNTAS INTERESANTES

Si a algún venezolano se le pregunta hoy 'por qué está protestando, o por qué está marchando', es bastante probable que la respuesta resulte obvia: la protuberante catástrofe económica, social, política, cultural y moral que se ha generado como producto de 18 años de chavismo-madurismo en Venezuela representa una motivación inmensamente poderosa.

Distinto sería preguntar 'para qué esta protestando, o para qué está marchando'. Los más serios estudios de opinión, así como la evidencia empírica, indican que entre un 85 y un 90% de la población quiere salir de este régimen, devenido en dictadura.

En donde podrían haber divergencias en los 'para qué', tiene que ver con distintas soluciones posibles.

Por ejemplo, hay quien afirma que primero hay que salir de la dictadura y luego se harán las elecciones. Otros dicen que precisamente es con elecciones que saldremos de la dictadura.

¿Cuál sería la mejor fórmula? Veamos.

En algunos casos, los pueblos han salido de dictaduras mediante enormes y sostenidos movimientos populares de calle que logran derrocar al tirano.

En otras ocasiones, la intervención directa de las Fuerzas Armadas han definido la situación.

En otros, como el caso de Pinochet, justamente fue un proceso eleccionario - el plebiscito - que el dictador pensaba ganar (con o sin trampa), el que resultó ser el mecanismo que llevó a su salida del poder.

Finalmente, a veces, se dan combinaciones de las vías señaladas.

Lo otro tiene que ver con los los "cómo" y los "cuándo".

Por ejemplo, cuando la oposición organizada pide "elecciones", no precisa con claridad a cuáles elecciones se refiere. Ni cuándo. Es el lenguaje ambiguo, típico de los políticos.

Se habla de las "elecciones que nos deben", asumiendo que son las regionales (gobernadores). Y que deberían ser este año 2017, ya que están "atrasadas".

Pero no precisan otra que "nos deben", que no es regional, sino de rango Presidencial. Es la referida al Referéndum Revocatorio que nos fue robado a todos los venezolanos en el 2016. De haberse celebrado en su oportunidad, hoy Venezuela estaría presidida por alguien muy distinto a Maduro.

Es evidente que quienes estamos protestando queremos la salida de este régimen en el plazo más corto posible. Este mismo año 2017.

Las Elecciones Presidenciales están previstas, en circunstancias normales, para el año 2018. Sin embargo, lo que vive el país es excepcionalmente anormal y trágico. Ello obliga a que todos los mecanismos constitucionales, incluyendo los artículos 333 y 350, se activen y se adapten de tal manera que las mismas se celebren este año 2017.

Un posible escenario es que el régimen, en algún momento presionado por los acontecimientos, lance el 'caramelito' ofreciendo la celebración de las elecciones regionales.

En relación a esto, existe un peligro latente de que alguna parte de nuestra dirigencia política acepte la oferta e intente diferir el tema presidencial para el 2018... "esperemos hasta el 2018, que es cuando corresponde"...

Esto sería absolutamente inaceptable. Produce inmensa decepción pensar que algunos dirigentes políticos y opinadores pudieran inclinarse por una opción como esta, intentando desactivar la protesta masiva, vendiéndose por unas monedas.

Las manifestaciones de estos días contienen demandas populares que están muy claras en términos políticos. En resumen, se pide un cambio de gobierno ya.

Dirigente político u organización política que no sepa leerlas será sobrepasado por la gente. No hay lugar para equívocos. Ni para equivocados.

Bernard Horande
bhorande@gmail.com
@bhorande
@APlumazoLimpio
Miranda – Venezuela

JOSÉ TORO HARDY, YA NO HAY MARCHA ATRÁS

 DERECHOS CONSTITUCIONALES

El derecho a protestar pacíficamente está garantizado en nuestra Constitución, como lo está la separación de Poderes. El principio de que el pueblo es el soberano (no el régimen) está también grabado en nuestra Constitución tal como lo está la defensa de los DDHH. El pueblo sólo delega indirectamente el ejercicio de esa soberanía cuando los Poderes se acogen a la Constitución y respetan la decisión expresada en sufragios libres.

Cuando la decisión del pueblo es violada por uno de los Poderes, como ocurrió cuando la Sala Electoral pretendió acusar un fraude en las elecciones del Estado Amazonas (sin adelantar un juicio ni convocar nuevas elecciones), ese Poder está  violentando la soberanía del popular. Lo hizo para birlarle al pueblo la mayoría de las 2/3 partes que este le entregó a la oposición en el Congreso.

El equilibrio de los Poderes ha desaparecido y con ello la democracia ha dejado de existir. Un TSJ -irregularmente  designado por una repudiada y moribunda Asamblea Nacional que estaba a punto de exhalar su último aliento- se ha enseñoreado en el país.

Cuando la Sala Constitucional pretende acusar de desacato a un Parlamento legítimo (sin estar para ello facultada por nuestra Constitución) también está violentando la soberanía del pueblo, máxime cuando pretende arrogarse funciones que solo corresponden al Poder Legislativo. Al hacerlo rompió el hilo constitucional como lo denunció la Fiscal General de la República.

Y como si fuera poco la corrupción y el narcotráfico, en los más altos niveles imaginables, llenan de vergüenza a unos ciudadanos que no saben explicarle al mundo cómo es posible que esto haya llegado a ocurrir en nuestro país.

El pueblo salió el 19 de abril a protestar, tal como lo hizo en esa misma fecha en 1810, iniciando así el proceso de independencia de Venezuela. En este 19 de abril de 2017 cerca de 2,5 millones de caraqueños repitieron lo que le habían dicho a Emparan: "Fuera, fuera, no lo queremos".

Y a partir de allí el pueblo ha seguido en la calle, reclamando sus derechos, pacíficamente, a pesar de la arremetida con la cual el régimen y sus grupos armados lo han atacado.

El régimen está acorralado. Pretende a la fuerza implantar un modelo socialista que los venezolanos rechazaron expresamente en el Referendo Constitucional del 2007. Ese modelo que de espaldas a la soberanía popular pretende imponer el régimen, además de ilegal, sólo ha servido para arruinar a Venezuela.

Hoy nuestra economía colapsó. Padecemos la inflación más alta del mundo y probablemente la mayor contracción económica del planeta. Destruyeron uno de los aparatos productivos que, aunque en problemas, era uno de los más prósperos del continente. Empobrecieron a la población en términos inaceptables al extremo que hoy el 82% de los venezolanos viven por debajo de la línea de la pobreza y el 50% en pobreza extrema, conforme a estudio de las Universidades Central de Venezuela, Católica y Simón Bolívar. Destruyeron también a PDVSA, que para poder seguir operando requiere hoy de tan abultados auxilios financieros del BCV que se ha transformado en la causa principal de la atroz inflación que nos afecta. Dejaron a Venezuela aislada financieramente del mundo, ya que ninguna institución seria le otorgaría financiamientos sin contar con la autorización de la AN. Arrasaron con nuestros campos. Están acabando con las reservas en oro del BCV a través de oscuras operaciones de SWAP. Hipotecaron en un 100% a CITGO, que es el principal brazo comercializador de nuestro petróleo. Pretenden crear empresas mixtas sin la aprobación de la AN. Expropiaron a infinidad de empresas que antes eran productivas y ya no lo son y hundieron al país en una crisis humanitaria sin precedentes.

Por eso el bravo pueblo está en la calle. Pocas veces en la historia se han visto manifestaciones tan numerosas y otras ciudades del país siguen el ejemplo que Caracas dio.

Y no es para menos. Es un fenómeno humillante que, conquistando a un solo hombre, un país pequeño y pobre haya podido apoderarse de otro país grande y rico, succionándole sus riquezas e imponiéndolo un modo de vida extraño a su idiosincracia.

La paciencia de los venezolanos ya superó todos los límites. También la paciencia de la comunidad internacional. En Venezuela soplan vientos de cambio. Una gesta heroica y cargada de ética se está desarrollando en el país. Un pueblo armado solamente con la Constitución y la ley se está enfrentando con un régimen descarrilado que anuncia estar dispuesto a todo con tal de aferrarse al poder.

Ya no hay marcha atrás. Retroceder implicaría arrodillarse ante una tiranía y resignarnos a ser nuevamente una colonia.


Jose Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josetorohardy
Miranda - Venezuela

JESÚS ENRIQUE MATHEUS LINARES, EL GOBIERNO NOS QUIERE ROBAR EL FUTURO

POR EL RESPETO A LA CONSTITUCIÓN

Los venezolanos somos los únicos ciudadanos en el planeta tierra que luchamos contra el gobierno por desear un sistema democrático. Es absurdo pero es así, nos han arrebatado la democracia gracias a la actuación de un régimen forajido, que es acusado de corrupto, de narcotraficante, de hambreado y violador de los derechos humanos que no quiere aceptar el juego democrático: elecciones.

La carta constitucional de los venezolanos establece que los ciudadanos tienen el legítimo derecho de convocar un referendo revocatorio si no están de acuerdo con la conducción de los asuntos del Estado, y eso en nuestras propias narices fue conculcado por una cúpula o pequeña élite que se han adueñado de la hacienda pública nacional y del destino de 30 millones de habitantes cuales esclavos de la época medieval. Eso es insólito.

Pero es que además, la referida Constitución también nos da el derecho a la manifestación pacífica para demostrar nuestro descontento, pues bien eso en Venezuela es un delito. El derecho a la protesta está tipificado como un delito militar, y violentando el debido proceso te agarran, te encarcelan y te confinan como un reo de la peor calaña, simplemente por disentir de unas políticas e ideología que a nivel mundial ya han sido superadas por otras naciones, basta recordar la disolución de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín. Las dos fatalidades más oscuras que pesaban sobre la humanidad, antes de finalizar el siglo XX. Finalmente vino la libertad y los hombres de esas naciones recobraron su derecho a la elegir su destino.

En Venezuela eso no sucede. Primero nos mienten con la enfermedad del Presidente. Nos engañan y mediante una truculenta jugada se queda en veremos, el conteo de votos para saber si en verdad el gobierno electo era legítimo y ya lo demás, es historia reciente.

Es alarmante para todos los seres civilizados del globo terráqueo el informe de Amnistía Internacional (AI) donde se denuncia la proliferación de detenciones arbitrarias en Venezuela para “acallar a la disidencia política”. El informe “Silencio a la fuerza” que la ONG Amnistía Internacional difundió en México, es desgarrador.

Se recogen varios casos que muestran “las tendencias graves de violaciones de derechos humanos en cuestiones de las detenciones arbitrarias por motivos políticos”, según lo ha explicado a la prensa internacional la directora para las Américas de Amnistía, Erika Guevara-Rosas.

Mil 289 personas han sido detenidas, de acuerdo con datos de la Fiscalía venezolana. “Sabemos que siguen en situación de detención al menos 800, no sabemos en qué condiciones” por el secretismo de la información, porque se les atribuyen delitos del fuero militar, señala Guevara-Rosas. Y lo más lamentable en las últimas semanas, más de 30 personas han perdido sus vidas en estas manifestaciones, en diversos lugares del país.

Funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y la llamada Guardia Nacional bolivariana, acompañados de grupos paramilitares oficialistas de “mercenarios terroristas” identificados como colectivos reprimen con bombas lacrimógenas, perdigones y disparos de armas, a todos los venezolanos que en forma pacífica salen a protestar su descontento por falta de alimentos, medicinas, inseguridad, corrupción, y pare de contar la cantidad de males que nos atañen. El gobierno no acepta salidas pacíficas: elecciones, liberación de presos políticos, canal humanitario para alimentos y medicinas y se aferran en forma dictatorial al poder, valiéndose de las armas en poder de las Fuerzas Armadas Nacionales.

La Mesa de la Unidad Democrática convocó el pasado 26 de abril, a una marcha para intentar llegar por séptima vez a la Defensoría del Pueblo  para exigir  el restablecimiento del orden constitucional y la destitución de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), y la respuesta del llamado Defensor del Pueblo, fue apoyar la represión policial que cobró una nueva víctima, un joven de 20 años, hijo único, estudiante de Economía en la Universidad Metropolitana, Juan Carlos Pernalete, cuyo único sueño era tener un país en paz y en democracia, y un efectivo policial le disparó una bomba lacrimógena a su pecho, que henchido de rabia clamaba respeto y pedía pacíficamente la libertad para su nación. Es una vida que se pierde, es un futuro que nos quieren quitar, pero lo que no saben quiénes así actúan es que ahora los jóvenes reclamaran con mayor derecho una Venezuela libre, lo de Pernalete y las demás víctimas del gobierno ha sido un  aldabonazo por la libertad de nuestro pueblo. Ya oteamos un nuevo amanecer. El futuro sí nos pertenece.


jJesús Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy
Caracas - Venezuela

LUIS FUENMAYOR TORO, EN APOYO A JOSÉ GUERRA

Dirigentes políticos opositores distintos de la MUD defienden a José Guerra de las acusaciones falsas del Gobierno.

La situación de conflictividad que vivimos los venezolanos, producto del deterioro de las instituciones del país y de la crisis social existencial, no solo nos han dividido como ciudadanos, sino que ha desatado por parte de los cuerpos de seguridad del Estado la más terrible y repudiable represión y persecución contra los dirigentes políticos, sindicales, campesinos, gremiales, indígenas y sociales, por estas razones quienes suscribimos este documento, hacemos un llamado al Presidente Nicolás Maduro y al ministro de la defensa G/j Vladimir Padrino a que tomen las medidas necesarias para detener la ola de violencia que ha ensangrentado a la familia Venezolana.

Presidente Maduro, la represión es una expresión de los gobiernos fascistas y militaristas no de los gobiernos revolucionarios y socialistas; plan, palo y plomo fueron las consignas de Pérez Jiménez, Joao Baptista Figueiredo, Jorge Videla, Augusto Pinochet, Alfredo Stroessner y muchos otros con pelaje de demócratas, pero que fueron tan represores que se cuentan por centenares de miles los crímenes y las desapariciones en nuestros pueblos de  Latinoamérica.
Los dirigentes revolucionarios hemos pagado una muy alta cuota de sangre en esta lucha, que aún continúa por la libertad, la soberanía, la justicia y sobre todo por los más necesitados y por aquellos que sobreviven hurgando en los basureros de las grandes ciudades, empañando sus ojos con el olor descompuesto de la indolencia, del olvido y de la incapacidad gubernamental, tal como diría el poeta “como aquellos granujillas otoñales que empañan su renuncia soplando en los cristales de las confiterías.

No podemos aceptar que los métodos policiales de gobiernos anteriores se hagan práctica en tiempos del siglo XXI, vemos con muchísima preocupación cómo se levantan falsos positivos a quienes, asumiendo el deber de acompañar a su pueblo en la lucha justa por sus derechos fundamentales, son acusados de terroristas, fascistas, delincuentes, etc., con el objeto de detenerlos utilizando la complicidad del poder Judicial, cuyos magistrados obedecen ciegamente las instrucciones de la canalla represiva, tal es el caso del camarada José Guerra, militante de las luchas estudiantiles y sociales, académico de solvencia moral y ética, cuyo delito es poseer el conocimiento necesario para indicarle al gobierno con valentía, que el rumbo económico de la nación está equivocado, que es necesario rectificar para resolver las grandes urgencias existenciales que padecemos los venezolanos, haciendo dolorosas y humillantes peripecias para adquirir los insumos básicos.

También nos llama la atención de manera especial que sean los herederos de los dirigentes que fueron reprimidos y asesinados durante los gobiernos puntofijistas, quienes hagan el papel de “Sapos” acusadores, sin prueba alguna. Con mucha pena vemos como Jorgito Rodríguez, cuyo padre fue vilmente asesinado a patadas en los calabozos de la antigua DIDIP y a cuyo entierro asistimos protegiéndonos de los disparos de los cuerpos de seguridad, ahora se convierte en acusador de oficio o agente de pruebas falsas, para incriminar al camarada José Guerra, ese papel se lo dejamos a la sargentada que llegó al gobierno con Hugo Chávez para saquear al país, llevándose la renta petrolera para  las grandes ciudades del mundo, convirtiéndola en lujosas mansiones, en yates, vehículos de lujo y otros juguetes de la burguesía, a costa del hambre, la miseria y la desesperación que vivimos los venezolanos.

Presidente Nicolás Maduro, los analistas políticos, desde los osados hasta los más conservadores, indican en sus estudios que mucho más del 90% de la población exige abastecimiento de medicamentos, alimentos e insumos básicos, de allí que la búsqueda de ellos se convierte en saqueo, desórdenes y otras formas no tradicionales, cuyas consecuencias las hemos visto con dolor. No somos promotores ni auspiciadores de estos métodos de lucha, al contrario creemos que la única manera de salir de esta situación de crisis es la organización social, con criterios de participación de todos los sectores, sin exclusión ni discriminación.

Por los antes expuesto nos hacemos solidarios con el camarada José Guerra y con todos aquellos que sufren la represión; responsabilizamos a los organismos públicos por cualquier atropello que se pueda cometer en su contra, en el compromiso de hacernos críticos irrenunciables a cualquier violación de los derechos humanos.

Por una Venezuela de Justicia
Douglas Bravo, Orlando Ochoa, Luis Díaz, Tito Núñez, Víctor Poleo, Luis Fuenmayor Toro, Camilo Arcaya, Federico Villanueva, Josefina Baldó.

Enviado a nuestros correos por
Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Caracas-Venezuela