sábado, 14 de marzo de 2020

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, DOMINGO 15/03/2020

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: LA BULLA CONTRA EL “NOSOTROS”

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 25 minutos
A sabiendas de que sin unidad opositora (lo más ancha, inclusiva y plural posible) luce cuesta arriba enfrentar el autoritarismo imperante en Venezuela, habrá que recordar que el nervio de toda asociación estriba en blindar cierta afinidad, cierto consenso básico entre sus miembros. Hablamos de una visión compartida, una disposición a comunicarse y cooperar que, gracias a su permanencia en el tiempo, genera conexiones más acabadas: la identificación con saberes, creencias y pautas comunes de conducta. Una cultura, en fin, que funda el “nosotros” y lo distingue. A la luz de esa cer... más »

MERCEDES MALAVÉ: EL ABISMO DE LA INDIFERENCIA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 28 minutos
Existe un abismo insondable entre la vida y la muerte. Pero el Evangelio nos recuerda que la muerte es el paso a la otra vida, con lo cual tal abismo no existiría. Sin embargo, el mismo texto evangélico se refiere al abismo que separaba al hombre rico del pobre Lázaro. Del rico no sabemos ni el nombre, sólo el adjetivo que hace referencia no a lo que era sino a lo que tenía. En cambio, del pobre Lázaro sabemos que descansaba en el seno de Abraham, y que el rico tenía mucho interés en comunicarse con el pobre Lázaro para enviar un mensaje a los ricos de la tierra. El abismo no exist... más »

SOLEDAD MORILLO BELLOSO: EL GRITO DE LOS INTELECTUALES

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 32 minutos
Hace unos días en un foro organizado por la UCAB una amiga ponente dijo que "un país puede equivocarse; pero es inmoral obligar a un país a equivocarse". La frase no es tan solo un ingenioso juego de palabras. Es un pensamiento profundo que debe invitarnos a la reflexión. Por diversas razones en diciembre de 1998 Venezuela erró. Erró al elegir a una tendencia política que planteaba la destrucción para sobre las ruinas refundar el país. Tal promesa básica condensada en una palabra -Revolución- fue un disparate de marca mayor que sin embargo una mayoría numérica de electores activos ... más »

LUIS FUENMAYOR TORO: EL CORONAVIRUS ES UN ENEMIGO DE TODOS

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 37 minutos
La epidemia mundial, hoy ya pandemia, producida por el nuevo coronavirus ha tenido una difusión abundante, más que inusitada, a través de la prensa internacional y de las redes electrónicas. Este fenómeno informativo no ha ido reduciéndose con el tiempo sino que se ha mantenido e incluso exacerbado. La información y la desinformación han corrido en forma paralela y entremezclada una con otra por el mundo entero. El exceso informativo puede perfectamente ser calificado de propaganda, muchas veces confusa, incompleta y contradictoria y dirigida en varias direcciones y con diferentes ... más »

JOSÉ LUIS MÉNDEZ: LA POLÍTICA EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 41 minutos
Encontrarme con un viejo compañero de estudios en un café del centro de la ciudad me parecía algo de lo más normal, hasta que después de darme con el codo en la mano que acababa de tenderle para saludarlo, caí en cuenta que no lo era. No al menos en tiempos como los que corren de coronavirus. Disculpa, pero es lo que se hace en España, refiriéndose al país del que acababa de llegar, así como en toda Europa, donde tocarse con las manos está prohibido desde hace unos días, me dijo Ramiro que es el nombre de mi amigo. Le expliqué a modo de disculpa que en Latinoamérica apenas acababa... más »

ROMÁN IBARRA: LA GENTE SALIÓ EL 10

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 50 minutos
Convocados todos por el líder de la oposición, Juan Guaidó, el 10 de marzo la gente salió masivamente en todo el país para manifestar su rechazo al régimen hambreador de Maduro y sus amos cubanos; chinos; rusos; iraníes; FARC; ELN, y Hezbollah. Vaya familia! Como era de esperarse, el oficialismo convocó una contramarcha, pero ya sin alma, sin gente, pero armada hasta los dientes, dando rienda suelta a sus esbirros de la GNB, la PNB, FAES, y los infaltables Colectivos del terror, para impedir la llegada de la oposición al palacio federal legislativo, órgano natural de la AN. Por fo... más »


MIBELIS ACEVEDO DONÍS: LA BULLA CONTRA EL “NOSOTROS”


A sabiendas de que sin unidad opositora (lo más ancha, inclusiva y plural posible) luce cuesta arriba enfrentar el autoritarismo imperante en Venezuela, habrá que recordar que el nervio de toda asociación estriba en blindar cierta afinidad, cierto consenso básico entre sus miembros. Hablamos de una visión compartida, una disposición a comunicarse y cooperar que, gracias a su permanencia en el tiempo, genera conexiones más acabadas: la identificación con saberes, creencias y pautas comunes de conducta. Una cultura, en fin, que funda el “nosotros” y lo distingue.


A la luz de esa certeza, es bueno mirar las movidas a las que apelaron líderes democráticos para concretar avances a favor de ese “nosotros”; ver cómo la habilidad estratégica para aterrizar expectativas, convencer a los no convencidos y moderar al exaltado, resultó aliño clave en medio del salto político. Es el caso de Sudáfrica. Tras 27 años de cárcel, Mandela -primero, un joven incurso en planes terroristas, jefe del MK; luego, un político de excepción- entendió que su mayor problema vivía embutido dentro de sus filas: ese pétreo convencimiento de que las políticas subversivas que alentaban sectores extremos eran la vía para acabar con el apartheid (eso incluía el exterminio de los afrikáners, la “supremacía blanca”; expresión de un “todo o nada” avivado por el revanchismo, esa furia unificadora tan vigorosa como tóxica). 

Combatir esa opinión –parte del nuevo paradigma que exigía la democracia en puertas- fue vital para la negociación. En 1990, consciente de que lejos de ayudar, el desbordamiento de la lucha armada hacía más esquiva la solución y los acercaba a la guerra civil, Mandela instó al Congreso Nacional Africano a abandonar posturas radicales: eso suponía la renuncia a la violencia y consecuente ruptura con el Partido Comunista.

El deslinde del extremismo, así como la destreza para persuadir a sus compañeros del CNA acerca de la necesidad de convertir una coalición de grupos radicales en partido dispuesto a compartir gobierno (“cooperación antagónica”, dice David Welsh) dio piso al entendimiento con un rival que, fiel a su ortodoxia, apenas asomaba intenciones de reformar el sistema, no desmontarlo; actor del que, sin embargo, no podían prescindir. La tarea, en efecto, habría sido imposible mientras los extremos siguieran estorbando, malogrando acercamientos, atajando todo amago de salida pacífica. Algo similar ocurrió en Chile, en 1986, tras el bumerang del fallido atentado contra Pinochet. En virtud del episodio, cuenta el ex ministro de Estado Enrique Correa, “rompimos todo vínculo con las fuerzas violentas… a partir de allí hubo un cambio sustancial dentro de la oposición”. Una cultura política coherente con la índole de sus impulsores, un “nuevo orden” empezaba así a perfilarse.

Lo anterior invita a revisar lo ocurrido en Venezuela, donde parte de esa coalición opositora otrora impulsada por una visión común -la de que una transición democrática demanda medios cónsonos con sus fines- ha aparecido no sólo fragmentada, sino presa del sex-appeal del radicalismo endógeno. Luego de nadar en el marasmo de las salidas “no convencionales” (recordemos el fiasco del 30A) o intervenciones “quirúrgicas” para el cese de la usurpación, todos delirios incompatibles con las señas del entorno, el viejo-nuevo coco de los extremos reaparece: elecciones. Y con ellas, la hendidura que exhibe dos vistas del conflicto, la de quienes preconizan una ruptura acelerada, unilateral y sin contratos sostenibles, y la de aquellos que -aún con zigzagueos- reconocen el potencial de cambio implícito en el voto, su utilidad para elevar costos de permanencia al régimen.

“Preparémonos para ir a las elecciones que la Constitución dice que hay que hacer, las de la Asamblea Nacional… ¿qué vamos a hacer, nos vamos a quedar sentados?”. Junto con la instalación del comité de postulaciones para renovar CNE, las declaraciones de Ramos Allup caen como sal sobre algunos tajos sangrantes. ¿Implica esto la revisión de los términos de una asociación que retorna sin devaneos al carril electoral? ¿Anuncia esa admisión del hecho político real –Capriles dixit- la recomposición de una alianza que para ser eficaz, exige debilitar a los intransigentes y atraer de nuevo a los resteados con la idea de una unidad diversa, pero ante todo democrática? ¿Se prepara la dirigencia asociada al G4 para un rescate del énfasis en la cooperación amplia, del “nosotros”, del impulso que genera una presión interna sustantiva y enfocada? 

En momento de incertidumbre, desacuerdo táctico e infeliz antagonización producto del “divide et impera”, son muchas las dudas surgidas a raíz de esos eventos. Queda esperar a que las condiciones que abren puertas a la democracia -esas que remiten al compromiso firme de los individuos con sus valores y prácticas- sean oportunamente abrazadas. La eventual, milagrosa convergencia debería vivir libre de la bulla, eso sí, de quienes de ningún modo están dispuestos a evolucionar.

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis

MERCEDES MALAVÉ: EL ABISMO DE LA INDIFERENCIA

Existe un abismo insondable entre la vida y la muerte. Pero el Evangelio nos recuerda que la muerte es el paso a la otra vida, con lo cual tal abismo no existiría. Sin embargo, el mismo texto evangélico se refiere al abismo que separaba al hombre rico del pobre Lázaro. Del rico no sabemos ni el nombre, sólo el adjetivo que hace referencia no a lo que era sino a lo que tenía. En cambio, del pobre Lázaro sabemos que descansaba en el seno de Abraham, y que el rico tenía mucho interés en comunicarse con el pobre Lázaro para enviar un mensaje a los ricos de la tierra. El abismo no existía para Lázaro, sí para el hombre rico de quien solo sabemos que era rico y fue sepultado.

El Papa Francisco ha recordado recientemente que ese abismo comienza en esta tierra. No se trata de la distancia infinita que separa a ricos y pobres únicamente por sus posesiones materiales, sino a tantas personas que viven ajenas, indiferentes, a los problemas de su alrededor. Existe en nuestro mundo un progresivo abismo entre los problemas y quienes pueden ayudar solidariamente a resolverlos; una especie de desmovilización moral de la sociedad porque el fin de la moral es el amor al prójimo. Miles de ciudadanos permanecen indiferentes ante los padecimientos humanos: niños pasando hambre, personas sin medicinas, migrantes que huyen de la guerra y se topan con un muro. Son realidades que no pasan ocultas ni ante los ojos de los más pequeños, que observan –y aprenden– de la indiferencia de sus padres. Realidades dolorosas que a diario aparecen reportadas por grandes o pequeñas cadenas de información. Así como existe un abismo insondable entre la vida y la muerte, así de grande es el abismo que separa a las personas por la indiferencia.

“El drama de estar muy muy informado pero con el corazón cerrado –alerta el Papa Francisco–. La información no llega al corazón, no conmueve el drama de los demás”. El drama de la información que no llega al corazón, luego los problemas no se resuelven, aumenta la responsabilidad de los gobiernos y por ende, los ciudadanos se vuelven más dependientes. El estado crece pero es ineficaz porque no hay sistema que pueda con toda la iniciativa que deberían tener las personas para remediar situaciones de su entorno. El drama de la indiferencia aumenta el abismo entre ricos y pobres y no hay estado ni buen gobierno que pueda resolver este divorcio entre la información y las posibilidades de remediar situaciones. Estamos frente a la globalización de la indiferencia como la llama Francisco.

El abismo entre los políticos y la gente

En Venezuela pareciera que el abismo de la indiferencia no se da entre ricos y pobres, entre favorecidos y desposeídos sin más, sino entre el liderazgo político y la sociedad civil. Cada día llegan más y más noticias acerca de nuevas iniciativas, ong´s, fundaciones, operativos, cooperativas, movimientos, asociaciones, que intentan contribuir a paliar el drama alimentario, canalizar situaciones de emergencia, sembrar valores y cultura democrática, subsanar el déficit educativo, la falta de medicinas, de vivienda, de ropa, de transporte.

Mientras tanto, sentimos un liderazgo político absolutamente divorciado tanto de los padecimientos de las personas como de las soluciones emergentes de la misma ciudadanía organizada. Las movilizaciones de calle hoy deberían ser de otro tenor. Deberían mover a la solución, o al conflicto; estimular, difundir y promover diversas iniciativas de solidaridad, antes que incitar el odio entre los venezolanos. Utilizar esos laboratorios de redes sociales para difundir la buena noticia: aquí hay venezolanos haciendo cosas por los demás, mientras los gobernantes sólo piensan en sus corruptelas y en cómo desangran más a la nación. Y la mejor noticia de todas: el bien siempre vence al mal. Ojalá que haya muchos políticos de bien que se decidan a ser la voz y la conducción de esa gran red de ciudadanos haciendo cosas buenas por Venezuela.

Mercedes Malavé
mmmalave@gmail.com
@mercedesmalave

SOLEDAD MORILLO BELLOSO: EL GRITO DE LOS INTELECTUALES

Hace unos días en un foro organizado por la UCAB una amiga ponente dijo que "un país puede equivocarse; pero es inmoral obligar a un país a equivocarse". La frase no es tan solo un ingenioso juego de palabras. Es un pensamiento profundo que debe invitarnos a la reflexión.

Por diversas razones en diciembre de 1998 Venezuela erró. Erró al elegir a una tendencia política que planteaba la destrucción para sobre las ruinas refundar el país. Tal promesa básica condensada en una palabra -Revolución- fue un disparate de marca mayor que sin embargo una mayoría numérica de electores activos escogió. Las razones para tal selección fueron variadas y han sido estudiadas por toda suerte de expertos, y van desde el agotamiento de los partidos tradicionales hasta la instigación al uso del voto como método para ejercitar el odio. Los promotores de esa "revolución" no actuaron con inocencia. Sabían muy bien lo que hacían. Pero en esa elección de 1998 el país se equivocó.

Cosa muy distinta ocurrió después, en los años sucesivos, pues ese nuevo régimen, haciendo abuso de la debilidad de las organizaciones políticas y de la ingenuidad de un pueblo en estado de ensoñación forzó inmoralmente al país a equivocarse. Y en efecto, el país erró una y otra vez, con las notables excepciones del proceso electoral de 2007, en el cual el régimen perdió el referendo para la reforma de la Constitución, y, en 2015, la estruendosa derrota sufrida por la Revolución en la elección de la Asamblea Nacional.

La Revolución tiene unos modos, unos códigos, unos sistemas que pretende imponer al país a trocha y mocha. Cuando no gana (es decir, cuando no consigue forzar al país a equivocarse), arrebata. Así hizo con la gobernación de Bolívar, ganada por Andrés Velázquez, que le fue robada por el régimen. Así ocurrió con la Asamblea Nacional, puesta en desacato por el TSJ. Así también ocurrió con la fraudulenta elección presidencial de 2018, proceso que por la vía de toda suerte de violaciones a la Constitución y las leyes hizo de Maduro un usurpador del Poder Ejecutivo, con la pro de otros poderes encabezados por funcionarios que allí están sin cumplir las exigencias constitucionales y legales. Y, como éramos muchos y parió la abuela, en el pasado enero, unos quisieron apropiarse de la junta directiva de la AN. No han tenido éxito porque la trácala ha sido demasiado burda.

Ahora el régimen tiene ayuda de algunos (pocos pero que hacen mucho ruido) que se dicen de oposición. Esos, farsantes, quieren tender la cama para que el pueblo, agotado y adolorido, se acueste sobre unas sábanas con pica pica. Dicen que por de pronto solo hay que tener elecciones parlamentarias. En ellas quieren cambiar las proporciones de curules uninominales y por lista, aumentando las últimas, para colarse en ese escenario e implantar el filibusterismo, que es una de las prácticas más deleznables del ejercicio parlamentario, una enfermedad del sistema democrático. Ellos reconocen (y le sonríen y aplauden) a Maduro como presidente legal y legítimo. Y hacen más. Dicen que como Maduro es el jefe de estado legítimo y legal no hay que hacer elecciones presidenciales. La impostura de estos personajes es un desperfecto de fabrica que pone de bulto la inexistencia de ética y moral.

La destrucción económica, financiera, social y moral de Venezuela no puede quedarse apenas en el material que nutra enjundiosa obra de académicos con la que ellos puedan lucirse en congresos, conferencias y fotos. No puede ser lo que alimente "trabajos de ascenso" o papeles para nutrir publicaciones para bibliotecas. Esos académicos, que mucho saben y más comprenden, tienen la responsabilidad de denunciar y alertar; eso no es moralmente suficiente. Esos muy inteligentes profesionales tienen la obligación de desatar fuerzas de presión en los ámbitos nacionales e internacionales. Forzar el cambio. Usar su inmenso poder académico e intelectual. No basta con la denuncia que se traducirá con el tiempo en el inútil "yo lo dije". Porque con esos decires no están evitando que los venezolanos sigan emigrando y muriendo.

Leo en el Twitter de @amoleiro

: El chavismo alguna vez fue un movimiento de masas. Hoy en sus concentraciones se ven militares, milicianos y matones armados disfrazados de "pueblo". El mito del "pueblo chavista" se extinguió.

Eso lo saben los académicos e intelectuales. Y vaya si sería poderoso verlos haciendo una manifestación de calle y estandarte en lugares públicos del mundo y frente a las mismas puertas de organismos internacionales, gobiernos, embajadas, etc. Sus gritos y activas protestas tendrían quizás el peso y la fuerza que no tienen sus textos.

A muchos tengo la suerte de conocerlos. Sé que son perfectamente capaces de dejar de ser pasivos analistas a activistas de la protesta. El grito de los intelectuales y académicos del mundo puede contribuir a hacer la diferencia.

Soledad Morillo Belloso
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

LUIS FUENMAYOR TORO: EL CORONAVIRUS ES UN ENEMIGO DE TODOS

La epidemia mundial, hoy ya pandemia, producida por el nuevo coronavirus ha tenido una difusión abundante, más que inusitada, a través de la prensa internacional y de las redes electrónicas. Este fenómeno informativo no ha ido reduciéndose con el tiempo sino que se ha mantenido e incluso exacerbado. La información y la desinformación han corrido en forma paralela y entremezclada una con otra por el mundo entero. El exceso informativo puede perfectamente ser calificado de propaganda, muchas veces confusa, incompleta y contradictoria y dirigida en varias direcciones y con diferentes propósitos. La generación de miedo parece muchas veces ser su objetivo, miedo que degenera rápidamente en terror. Miedo que es aprovechado en distintas formas para el control de la población, para la generación de xenofobia y para la creación de conductas no necesariamente adecuadas socialmente con miras hacia el futuro. 

Los efectos de la epidemia sobre la vida cotidiana de la gente han sido trágicos y más que evidentes en muchos países. El efecto sobre la producción ya se siente en todas partes y ha afectado tanto a los grandes productores  desarrollados como a los encargados de generar las materias primas. El uso industrial del petróleo ha caído y con ello su precio en el mercado internacional, lo que en el caso de Venezuela nos coloca en situaciones peores que las vividas hasta este momento. En nuestro caso, además, dado el enfrentamiento a muerte existente entre el gobierno depredador y la oposición extremista transnacionalizada, el escenario es más grave por la contaminación politiquera de todo lo que ocurre. Los primeros, cultivando su demagogia, su autoritarismo y su modo militar de hacer política. Los otros, esperanzados en tener de aliado al coronavirus en el derrocamiento de Maduro. 

Por su parte, la gente, los venezolanos, enloquecidos con tantos videos, audios, imágenes, caricaturas, humor negro, consejos de supuestos expertos, programas televisivos, noticieros nacionales y mundiales, sin saber realmente qué hacer se dedican a compras nerviosas de lo que se les ocurra: tapabocas, papel sanitario, alimentos, frutas con vitamina C, enseres de limpieza, preparaciones y geles alcoholados muchas veces inservibles, gasolina, desinfectantes y paremos de contar. Hay quienes ya son capaces de establecer el diagnóstico diferencial entre un paciente con coronavirus y uno con resfriado común. Se los oye dando “conferencias” a sus amigos sobre la materia y sobre cómo proceder. Ni qué hablar de las soluciones mágicas o provenientes del campo de la brujería.   

Guaidó y su séquito ya han dicho que no es el gobierno quien tiene la capacidad de enfrentar la epidemia, sino que son ellos quienes disponen de los contactos internacionales para “salvar” a Venezuela de este virus castro comunista. Juegan claramente al desastre. No les importa que los venezolanos se enfermen y mueran, mientras crean que se acercan al cese de la usurpación. Distintos gobiernos han tomado medidas drásticas para contener la expansión de la infección; el nuestro, presidido por Nicolás Maduro aunque no me guste, también ha ido tomando las suyas. Tenemos un gobierno muy malo desde el punto de vista de su eficiencia, entre otros, pero es quien administra el sistema de salud y es el que tenemos. O apostamos a que haga las cosas bien o sucumbiremos ante la epidemia.  

Se impone una tregua para enfrentar a un enemigo común: el coronavirus. Este virus infecta por igual a chavecistas, opositores de todos los partidos, apartidistas, independientes y gobernantes de todos los signos. Infecta a venezolanos y extranjeros que vivan en Venezuela, que es donde podemos actuar. ¿Es mucho pedir esta tregua? ¿Es alocado exigir que unamos esfuerzos contra un enemigo común que nos afectará a todos? 

Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro  

JOSÉ LUIS MÉNDEZ: LA POLÍTICA EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

Encontrarme con un viejo compañero de estudios en un café del centro de la ciudad me parecía algo de lo más normal, hasta que después de darme con el codo en la mano que acababa de tenderle para saludarlo, caí en cuenta que no lo era. No al menos en tiempos como los que corren de coronavirus. Disculpa, pero es lo que se hace en España, refiriéndose al país del que acababa de llegar, así como en toda Europa, donde tocarse con las manos está prohibido desde hace unos días, me dijo Ramiro que es el nombre de mi amigo. 

Le expliqué a modo de disculpa que en Latinoamérica apenas acababan de aparecer los primeros casos en algunos países y que quizás, por eso, no se habían adoptado todavía medidas drásticas, similares a las del viejo continente o China. Su respuesta no se hizo esperar, ni siquiera para decidir si el café lo quería con o sin leche, ¡ni drásticas, ni atenuadas, ni nada!, exclamó; estos países están siempre a remolque de lo que hacen otros, lo mismo que hizo Italia con respecto a China y unas semanas luego España. Bueno, comenté con cierta timidez, hay que reconocer que en eso el gobierno chino, más autoritario y con un régimen de controles ciudadanos inexistentes en nuestros países, lo tiene más fácil a la hora de tomar decisiones y ejecutarlas, pero yo me quedo, me atreví a decir ya más envalentonado con mi argumentación, con todo y los errores que podamos cometer, con las decisiones más transparentes, tomadas por gobiernos democráticos. 

Ramiro hizo una pausa para beber un sorbo de café y yo me disponía a cambiar de tema pues quería que me enterara de algunos asuntos que me interesaban particularmente, pero no me dio tiempo a preguntarle nada, inmediatamente retomó el hilo de la conversación para decir que estaban equivocados quienes creían que por ser regímenes autocráticos, el chino, el ruso o el cubano, por ejemplo, eran los únicos capaces de manipular la información a la hora de atender una calamidad pública como la del coronavirus o similar. ¿Qué quieres decir?, pregunté, ingenuamente. Pues que la democracia o el totalitarismo no hacen siempre una gran diferencia cuando de mentir o de mangonear una situación determinada se trata; bien sean sus causas o efectos, las fechas, incluso, si conviene, y menos con respecto a la toma de las decisiones apropiadas, me respondió mi amigo tranquilamente. Lo que quieres decir es…comenté a modo de pregunta, pero sin finalizar la idea, pauta que mi contertulio captó perfectamente para quitarme la palabra. Lo que quiero significar, me dijo, a modo de aclaratoria, es que cada gobierno, sea el que sea, tiene su propia agenda  y actúa o reacciona de conformidad con ella sin importar el tamaño o naturaleza de la catástrofe o desastre nacional al que tenga que enfrentarse; siempre existen  intereses políticos, nacionales, partidistas o ideológicos, así como puntos de vista particulares de sus integrantes, que se ponen primero o por encima, aunque sea unas horas, unos minutos, de la realidad que se debe atender y de la verdad que hay que reconocer. De modo que no fue China la única que falseó la información sobre el coronavirus. Italia y España también lo hicieron en su momento quizás sin concientizar en los primeros días la gravedad de la contingencia que se les venía encima o desestimar la data que tenían frente a sus narices, pero en todo caso, sin prever, en toda su dimensión, sus terribles consecuencias.

¿Pero tú crees, entonces, si te entiendo bien, le dije a modo de pregunta, qué se tomaron decisiones a destiempo o con retraso en el caso de Italia y de España?, por supuesto, me respondió; al igual que ocurrió en China. Pero en el caso de España es mas grave ya que viendo la rapidez con la cual se desarrollaban los acontecimientos, de un día para otro, en Italia, permitieron e incluso auparon que se diese una manifestación gigantesca, el pasado domingo 8, donde se debió haber contagiado media España, siendo casualmente al día siguiente que se decretaron una serie de medidas, para muchos tímidas e insuficientes, que fueron complementadas con otras como el “estado de alerta”,  anunciado cuatro días después,  con antelación suficiente, contradictoriamente, para que la gente saliera de sus casas huyendo de ciudades como Madrid en  busca de la costa o ciudades más pequeñas, sirviendo así de agentes  multiplicadores de contagio del coronavirus.

O sea, que tú piensas que el gobierno de España es responsable de haber expandido la enfermedad; me parece una acusación muy grave, le dije. Lo que yo pienso, como ya te dije antes, es que cada gobierno es un poco culpable, unos mas que otros, a la hora de tomar decisiones y de anteponer objetivos e intereses propios al interés general. ¿En qué medida lo es el de España? Que cada quien lo juzgué.  

Y sobre las medidas que acaba de anunciar Trump en los Estados Unidos donde la cifra de casos es irrisoria para el tamaño del país ¿qué opinas?, le pregunté, convencido ya de que había que agotar aquel tema. Pues que, aun dictadas con retraso, Trump hará todo lo que sea por impedir que el coronavirus se convierta en un tema politico que le empañe la carrera presidencial en la que está inmerso y si tiene que maquillar la realidad, modificar algunas cifras o incluso mentir para lograrlo lo hará. No importa si allí no hay un sistema público de salud como en Europa y tiene que pagar a la red de medicina privada que posee el país todos los test y exámenes del coronavirus además de los honorarios médicos. La conversación continuó por un buen rato más, en la cual hablamos sobre si Trump ayudaría a cubrir los efectos del desempleo y de la recesión económica, o sobre qué haría el gobierno de Sánchez con el secesionismo catalán y vasco, después de haber recurrido al nacionalismo de todos los españoles para salir de la crisis.

Al irnos del lugar nos despedimos. Mientras buscaba mi teléfono, pude ver como Ramiro se alejaba caminando por una calle llena de transeúntes. En una de las redes sociales habituales, alcancé a leer que Maduro acababa de decretar varias medidas contra el coronavirus. Una de ellas cerrando los aeropuertos, por un mes, a todos los vuelos provenientes de Europa, tal como había hecho Trump un día antes. La otra, prohibiendo las reuniones y manifestaciones multitudinarias, así como el cese de las sanciones impuestas por los Estados Unidos contra su gobierno. Recordé, entonces, durante la conversación con Ramiro, aquello que había dicho sobre que este tipo de emergencias catastróficas como la del coronavirus, a veces, le venían como anillo al dedo a algunos gobiernos. Me quedé pensativo y triste, pero no me quedó más remedio que darle razón.

Jose Luis Mendez
Xlmlf1@gmail.com
@Xlmlf1

ROMÁN IBARRA: LA GENTE SALIÓ EL 10

Convocados todos por el líder de la oposición, Juan Guaidó, el 10 de marzo la gente salió masivamente en todo el país para manifestar su rechazo al régimen hambreador de Maduro y sus amos cubanos; chinos; rusos; iraníes; FARC; ELN, y Hezbollah. Vaya familia!

Como era de esperarse, el oficialismo convocó una contramarcha, pero ya sin alma, sin gente, pero armada hasta los dientes, dando rienda suelta a sus esbirros de la GNB, la PNB, FAES, y los infaltables Colectivos del terror, para impedir la llegada de la oposición al palacio federal legislativo, órgano natural de la AN.

Por fortuna, la dirigencia de la oposición tenía planificado un plan B, ejecutado cabalmente, con lo cual, la actividad prevista, a pesar de las agresiones del primitivismo tiránico, resultó un éxito.

Nuevos aires se respiran en el mundo opositor por las iniciativas de su dirigencia, y el respaldo popular abierto y decidido de la población que ya no soporta una mentira más de los secuestradores de las instituciones en nuestro país,  responsables totales de la más grave crisis socioeconómica de toda nuestra historia.

El punto más importante del día, el punto de inflexión, fue la declaración del dirigente Henry Ramos Allup, en el sentido de advertir que la oposición, y así lo está haciendo su partido Acción Democrática, debemos prepararnos para acudir a las elecciones parlamentarias, y no regalárselas al régimen. Dijo además, que la oposición unida debe presionar también para lograr la convocatoria de las elecciones presidenciales para que el pueblo decida libremente el destino del país.

Esta declaración nos alegra sobremanera, porque es la tesis que hemos venido sosteniendo junto a otros venezolanos desde hace bastante tiempo. No podemos abandonar los espacios electorales y salir a derrotar al oficialismo en cualquier contienda.

Sabemos que siempre van a querer actuar con ventajismo, cosa que les es habitual, pero no podemos ceder espacios, y aprovechar cada elección para convertir eso en una gran manifestación contra el régimen; emocionar y convencer a la gente de que se exprese votando, y por sobre todas las cosas prepararnos para la defensa del voto en cada mesa.

No puede haber ninguna mesa sin representación de la oposición con sus suplentes respectivos, y la logística garantizada para que no les falte comida y refrigerios suficientes. Esa es la forma de garantizar un triunfo, toda vez, que la mayoría está de nuestro lado; con máquinas o sin ellas.

Ya vimos que –convenientemente- se produjo un incendio que destruyó las máquinas electorales, y quien sabe que patraña estarán diseñando las malandras del CNE para justificar semejante despropósito.

Lo cierto es que así como Ramos Allup expresó lo que es un clamor de quienes auspiciamos salidas políticas en forma pacífica, toda la dirigencia de la oposición, comenzando por Juan Guaidó, tiene que enviar un claro mensaje a la población en el mismo sentido. Tenemos que ir a las elecciones, defender los votos, y ganar.

Hay que olvidarse de los errores cometidos con el mantra, no funcionó. Guaidó y la dirigencia tienen que arrancar ya con una campaña nacional, e internacional para llamar a votar en las parlamentarias, y salir a presionar con toda la unidad opositora junto a la comunidad internacional, y con ello alcanzar la convocatoria para realizar elecciones presidenciales este mismo año, de ser posible.

No hacer caso de voces agoreras, extremistas, y mucho menos a quienes ejercen el periodismo basura, y mercenario al servicio de intereses oscuros. Hay que atender el reclamo popular que se expresa en las encuestas, y quiere resolver la crisis mediante métodos electorales, pacíficos, y constitucionales.

Vamos adelante, todos a votar, defender y ganar!  

Román Ibarra:  
romanibarra@gmail.com
@romanibarra