jueves, 22 de agosto de 2019

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, VIERNES 23-08-2019

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: LA DUDA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 8 minutos
En habitación reducida, las horas transcurren a duras penas gracias al sofoco del verano neoyorkino. Allí, tras la presentación de alegatos por parte de los abogados, doce hombres deben decidir unánimemente si el joven de 18 años y presunto asesino merece exoneración o castigo. El desencajado semblante del acusado, sus ojos muy abiertos anticipan la encerrona. Tal vez vislumbra que la pena de muerte es sino del cual no podrá librarse. El film de Sidney Lumet basado en la obra de Reginald Rose, “Doce hombres en pugna” (“12 Angry Men”, 1957) nos embute en los agobios del recinto don... más »

TRINO MÁRQUEZ: ENTRE EL CENTRO POLÍTICO Y LA FIRMEZA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 31 minutos
El proyecto político hegemónico instalado en Miraflores hace más de veinte, reeditó el canibalismo y la radicalización extrema, un estilo político que había desaparecido en Venezuela luego del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. No fueron casuales los acuerdos del Pacto de Punto Fijo, o los del Pacto Obrero Patronal firmados entre los empresarios y los sindicatos la víspera de las elecciones de diciembre de 1958. La dolorosa experiencia del Trienio adeco había dejado como lección que sin un modelo incluyente y consultivo, basado en la persuasión, no sería posi... más »

JOSÉ TORO HARDY: CUANDO LOS HIJOS SE VAN

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 40 minutos
Mis temas usualmente tienen que ver con la economía, el petróleo y la geopolítica. Hoy me quiero referir a una materia diferente, pero que está estrechamente vinculada a los tópicos anteriores. Según cifras proporcionadas por las Naciones Unidas, más de 4 millones de venezolanos han emigrado desde 2015 y advierten con preocupación que muy pronto esa cifra podría duplicarse. Nuestros compatriotas se van huyendo de la crisis económica, de la inTODO, seguridad y de las múltiples tragedias inducidas por los Cuatro Jinetes del Apocalipsis que asolan nuestra patria: la corrupción, el dog... más »

GONZALO VILLAMIZAR A.: LLEGÓ LA HORA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 48 minutos
Merece destacarse en la historia de nuestro país, lo inédito y ejemplar para lo bueno y lo malo de lo acaecido a lo largo de los tiempos. Un caso que llena de perplejidad es oír a quien detenta el poder, cómo informa en tono exitoso su proclama para futuras elecciones de Asamblea Nacional, diciendo que cuenta con la abrumadora mayoría del pueblo venezolano; una capacidad para mentir a la vista de todos en lenguaje inapropiado para quien ejerce la Primera Magistratura; él vencería si esta gente logra evitar lo que exige constantemente la mayoría de los venez... más »

ALFREDO M. CEPERO: LA GUERRA NECESARIA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 56 minutos
El guerrero y el poeta, el pragmático y el idealista, entendieron que hay guerras no sólo necesarias sino inevitables cuando se trata de conquistar y preservar la libertad. Desde el comienzo de su campaña por la presidencia Donald Trump prometió poner fin a los conflictos militares extranjeros que no tuvieran una relación directa con la seguridad de los Estados Unidos. Después de ser electo, en numerosas ocasiones ha dicho que no es presidente del mundo sino presidente de los Estados Unidos de América y que este país no puede ser el policía de todo el planeta. De ahí el lema que en... más »

MARYCLEN STELLING: ENTRE DOS FUERZAS

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 1 hora
La actual coyuntura internacional y nacional producto de las recientes medidas tomadas por la administración Trump, la decisión del Gobierno de “no asistir a las reuniones pautadas para los días jueves 8 y viernes 9 de agosto”, más la reacción celebratoria de ciertos sectores de oposición, afectan indudablemente al diálogo en su más amplia expresión. Situación coyuntural que incide no solo en el proceso formal que se lleva a cabo en Barbados, sino en el diálogo en tanto poderosa fuerza social emergente, que, sin distingo de tolda política, se ha ido apoderando y empoderando a impor... más »

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: LA DUDA

En habitación reducida, las horas transcurren a duras penas gracias al sofoco del verano neoyorkino. Allí, tras la presentación de alegatos por parte de los abogados, doce hombres deben decidir unánimemente si el joven de 18 años y presunto asesino merece exoneración o castigo. El desencajado semblante del acusado, sus ojos muy abiertos anticipan la encerrona. Tal vez vislumbra que la pena de muerte es sino del cual no podrá librarse. 

El film de Sidney Lumet basado en la obra de Reginald Rose, “Doce hombres en pugna” (“12 Angry Men”, 1957) nos embute en los agobios del recinto donde un jurado discute lo que de entrada parece no tener discusión: que este muchacho maltratado, resentido y con antecedentes penales cometió el crimen, que acuchilló a su padre a sangre fría, que huyó del lugar esperando no ser capturado. Todo lleva a presumir, en efecto, que es culpable.

Al aguijón hincado por el juicio se suman los cuerazos del clima: la mayoría apura el veredicto, uno incluso hace planes para ir al juego de béisbol, casi todos esperan huir ya de ese apretado infierno desprovisto de ventiladores. Eso, hasta que la ronda de votación revela que el jurado número 8 -individuo cuya reserva contrasta con el hervidero del entorno- tiene una duda razonable. Aun cuando no descarta que el acusado sea el homicida, les dice, no puede pronunciarse a favor del fallo de “culpable”. Su disidencia marca así el inicio de una intensa, furiosa puja en pos de la verdad. 

La alegoría de la deliberación democrática encuentra en esta historia giros memorables. La rigurosa defensa de puntos de vista, la duda como premisa y condicionante de la eventual elección y el consenso, la ardua tarea de disentir y convencer al oponente con argumentos, el trance de lidiar con la diferencia, el tenaz deseo enfrentado a la no menos persistente razón; y la angustia, el desbordamiento emocional al que este forcejeo puede llevar, el choque con el prejuicio y sus esguinces, la vanidad de los pequeños tiranos, la frivolidad de los mezquinos, la fosilizada creencia que impide analizar lo factual con serenidad y mirada amplia: todo ello es fotografiado generosamente en el tránsito. 

Así, la deliberación como “punto de partida de las acciones mismas” y precursora de la voluntad, según anuncia Hannah Arendt, encuentra en el logos, la palabra razonada, su arma por excelencia. A sabiendas de que su discordante postura desafiará a la de una mayoría ganada por la verdad aparente, el jurado número 8 (interpretado por un impecable Henry Fonda) buscará influir en la toma de decisiones a través del análisis de los hechos, de la exhaustiva disección de testimonios y hallazgos. Poco a poco y gracias a esa serena persuasión, la inflexibilidad de los involucrados va cediendo. A merced del llamado a hablar-pensar juntos, la duda -germen de la tolerancia y por tanto, némesis del prejuicio- se encaja también con éxito en un proceso de autoexploración que permite a cada individuo identificar facetas de la realidad que antes no había advertido. (El hombre, decía Turgot, cuando comienza a buscar la verdad entra en un laberinto con los ojos vendados: gracias a la proliferación de ideas y los múltiples tanteos ese conocimiento le es dado). 

He allí la virtud de una dinámica que remite a los efectos que las decisiones políticas tienen en el colectivo. La responsabilidad de un inconforme con causa, de un “escéptico” en el mejor sentido del término -aquel que le concede Raymond Aron cuando invita a dudar “de las utopías, a rechazar a los profetas de la salvación, a los heraldos de las catástrofes” para extinguir el fanatismo- lo lleva a pedir examen de lo visto: después de todo, la vida de un ser humano dependía de ello. Contra la opinión aparentemente inamovible, el liderazgo irrumpe para proponer nuevos enfoques y retar la cómoda obediencia, más cuando la evidencia es insuficiente, más cuando no da respuesta a preguntas cruciales. 

En atención a esa identidad que lo contiene y define, el demócrata no tiene más opción que aprender a abrazar la deliberación, que dar cabida a la duda razonable. Un contexto autoritario como el de Venezuela, por cierto, no debería malograr ese ideal regulativo, ese ethos que invita a conseguir la cohesión de la polis a partir del fundado convencimiento: todo lo contrario. Es preciso que la lógica de los autócratas, su pretensión de aniquilar la voz incómoda, de imponer blackouts a la diversidad y criterios únicos al pensamiento sea contrastada en todo momento. A despecho de tales designios, la cultura de la civilidad dependerá de mantenernos apegados a ciertos modos, valores y conductas, a ciertas pautas normativas orientadas por la facultad de la elección pensada. 

Que la disidencia reflexiva cunda, entonces, si aspiramos a verdaderas transformaciones. Incorporar matices a una verdad en construcción será más provechoso que pedir fe, más efectivo que recetar silencios, más coherente que oponerse a que la marcha sea revisada cada vez que el buen juicio lo estime necesario. 

Mibelis Acevedo D.
@Mibelis

TRINO MÁRQUEZ: ENTRE EL CENTRO POLÍTICO Y LA FIRMEZA

El proyecto político hegemónico instalado en Miraflores hace más de veinte,  reeditó el canibalismo y la radicalización extrema, un estilo político que había desaparecido en Venezuela luego del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. 

No fueron casuales los acuerdos del Pacto de Punto Fijo, o los del Pacto Obrero Patronal firmados entre los empresarios y los sindicatos la víspera de las elecciones de diciembre de 1958. La dolorosa experiencia del Trienio adeco había dejado como lección que  sin un modelo incluyente y consultivo, basado en la persuasión, no sería posible borrar las huellas del caudillismo militarista presentes desde el siglo XIX. Esos rastros gravitaban con fuerza en sectores poderosos que todavía a comienzos de la era democrática, se sentían atraídos por la fuerza de la tiranía. La postura excluyente y soberbia de Acción Democrática durante el período que va de 1945 a 1948, había sido en buena parte la responsable de que esa primera experiencia democrática encallara.

Luego de 1999, el diálogo volvió a desaparecer del espectro político. Un país acostumbrado a la confrontación dentro de un ambiente plural, de repente se encontró con que había resurgido el canibalismo político. Los espacios para la negociación entre el gobierno y la oposición, se habían cerrado. Instituciones como la Copre –Comisión Presidencial para la Reforma del Estado-, creada en 1984,  se convirtieron en  quimeras. La Copre había sido un modelo de coexistencia en medio de la confrontación. Esa comisión, integrada por distintos partidos y sectores sociales y académicos, llegó a acuerdos que permitieron modernizar el Estado, y hacerlo más eficaz y democrático. La elección directa de gobernadores y alcaldes, la elección nominal de diputados y concejales, y, en general, la descentralización, surgieron de las investigaciones y discusiones efectuadas en este complejo foro. La Copre, al igual que el Congreso de la República, eran espacios que demostraban que  la oposición y el gobierno podían cohabitar a pesar de las diferencias que los separaban.

Esta característica del sistema político venezolano, propia de los sistemas democráticos, fue interrumpida de forma abrupta por Hugo Chávez. Los adversarios pasaron a ser enemigos a los cuales había que exterminar. La política dejó de ser el arte de convencer e imponer a través del respaldo o anulación de corrientes encontradas, para convertirse en la práctica del aniquilamiento del contrincante. Ya no hubo más adversarios, sino enemigos.  Chávez trasladó a tierras venezolanas el esquema sellado con sangre y fuego impuesto por Fidel Castro en Cuba.

El estilo fue mantenido por los herederos. Cabello hace algunos años llegó a decirle a la oposición: liguen que Chávez no se muera porque quienes lo rodeamos somos unos locos. Sus palabras fueron proféticas: el modelo sectario patentado por el fundador, se fortaleció con sus discípulos. Solo las protestas populares, la resistencia, el heroísmo opositor y el inquebrantable apoyo de los países aliados, han obligado al régimen a conversar. Lo han conminado a buscar salidas negociadas, aunque aún parecen remotas. A través de la presión constante  y creciente, Maduro y sus colaboradores han tenido que regresar poco a poco al redil de la política. Se han visto obligados a entender que para Maduro es preferible negociar a que lo negocien, Vladimir Villegas dixit. Al parecer es lo que sucede en cenáculos foráneos.

En el escenario político, dentro de sectores críticos del gobierno, está gestándose una tercera vía. Una postura que quiere recuperar el centro, aislándose de los extremos que han marcado el ejercicio de la política durante los años recientes. Uno de los promotores de esta iniciativa es Simón García, el talentoso e incansable dirigente que hace bastante tiempo formó parte de la dirección nacional del MAS. 

La iniciativa debe eludir varios peligros. La primera es no debilitar a Juan Guaidó, el líder opositor de mayor arraigo nacional. El otro es no convertirse, por la fuerza de los hechos, en un factor adicional de división dentro de las fuerzas democráticas, ya seriamente amenazadas  por un régimen que desprecia los derechos políticos. 

Un tercer desafío consiste en evitar la ingenuidad; caer en la trampa de imaginarse un oficialismo susceptible a dejarse convencer por los argumentos racionales de sus interlocutores. La destrucción de Venezuela no es el resultado de la ignorancia y la incompetencia, que sin duda existen, sino de un plan de dominación basado en la premisa de que hay que gobernar sobre la exclusión, el sectarismo, la soberbia, pecados que inevitablemente conducen a la ruina. Maduro todavía no ha entendido las enseñanzas que dejó el Trienio adeco.

El centro político no está reñido con la firmeza. Pero el orden de los factores importa mucho: firmeza inquebrantable, con la  amplitud y flexibilidad que debe tenerse para lograr los cambios que se buscan.

Trino Márquez
@trinomarquezc

JOSÉ TORO HARDY: CUANDO LOS HIJOS SE VAN

Mis temas usualmente tienen que ver con la economía, el petróleo y la geopolítica. Hoy me quiero referir a una materia diferente, pero que está estrechamente vinculada a los tópicos anteriores.

Según cifras proporcionadas por las Naciones Unidas, más de 4 millones de venezolanos han emigrado desde 2015 y advierten con preocupación que muy pronto esa cifra podría duplicarse.

Nuestros compatriotas se van huyendo de la crisis económica, de la inTODO, seguridad y de las múltiples tragedias inducidas por los Cuatro Jinetes del Apocalipsis que asolan nuestra patria: la corrupción, el dogmatismo, el populismo y la incapacidad.

Su bestial presencia ha desatado una destrucción sin precedentes de lo que antes fue una de las economías más prósperas del continente. De hecho, entre 1920 y 1980 Venezuela fue la economía de mayor crecimiento en el planeta y nuestra moneda, junto al franco suizo, la más sólida del mundo.

Cada golpe de espada de esos cuatro engendros ha sido capaz de descabezar sectores enteros de nuestra economía, tal como ocurrió con la industria petrolera; la agricultura, dejando una secuela de hambre, escasez y desnutrición;  la salud, con la consiguiente estela de muertes y enfermedades;  los servicios públicos, dejando sin electricidad y sin agua a ciudades enteras; la educación, con lo cual se vacían escuelas y universidades que se quedan sin maestros, profesores ni alumnos; el sector manufacturero, generando el cierre de miles y miles de industrias donde antes se fabricaba la prosperidad de Venezuela.

En fin, como suerte de Gengis Khan, cuyas hordas no dejaban nada a su paso, estos Jinetes del Apocalipsis lo han destrozado todo, matando, robando y saqueando sin contemplaciones y engañando a un pueblo al que hicieron creer que eran unos redentores, cuando en realidad no son más que una abominación surgida de los avernos del odio, el resentimiento y la falta de valores.

Pero no quiero insistir en datos ni cifras que, aunque devastadores, no alcanzan a describir  la magnitud de la tragedia medida en la escala que más cuenta: el sufrimiento humano.

Me refiero al sufrimiento de los que se ven obligados a dejarlo todo huyendo, en condiciones precarias, hacia un futuro incierto, buscando en otras tierras lo que la suya les negó.

Me refiero al sufrimiento de los padres que acompañan a sus hijos al aeropuerto, pero sin saber si podrán volver a verlos. A las familias desgajadas, repartidas en varios países que van a luchar en lugares donde no tienen raíces y donde, por tanto, se les hace mucho más difícil conseguir las metas que en su propia patria hubiesen estado a su alcance.

Me refiero al sufrimiento de una sociedad que se sentía orgullosa de su historia, que había llevado la libertad a otras naciones vecinas, una sociedad que había acogido con generosidad a quienes venían huyendo de sus propias tragedias, pero que hoy con frecuencia son percibidos como una carga por aquellos mismos que alguna vez habían acogido.

Me refiero al sufrimiento de algunos abuelos que se han quedado huérfanos de hijos y de nietos, y que se levantan cada día paralizados sin la ilusión de recuperar aquella vida en familia que antes era la razón de ser de una lucha cotidiana. A la angustia de saber que cada hijo está librado a su propia suerte y que la suerte de uno mismo está atrapada dentro de un torbellino caótico de acontecimientos absurdos que nunca han debido ocurrir.

Me refiero a la frustración por los logros y las oportunidades perdidas. A la incertidumbre que omnipresente llena los espacios antes ocupados por la esperanza.  Al abatimiento que cada mañana embarga a muchos al despertarse con la sensación de que todo lo que hubiera podido ser se les está escapando como sal y agua entre manos impotentes que antes eran capaces de labrar con esfuerzo un porvenir lleno de compensaciones.

¡Pero no! ¡Basta! Lo anterior no es más que pensamientos negativos que nos embargan en ocasiones. En verdad, todo indica que el tan anhelado cambio está a punto de producirse. Vivimos en un país lleno de oportunidades que puede y debe volver a ser el país del futuro. Ese país donde todo está por reconstruirse, donde sabemos lo que hay que hacer para devolverlo a la senda del progreso y donde también conocemos por dolorosa experiencia los errores que ya no debemos repetir en el futuro.

El drama que vivimos está llegando a su fin. Las condiciones se están dando. La crisis económica, el fracaso y la impopularidad del régimen, así como la reacción de la comunidad internacional, permiten ver la luz al final del túnel.

Con sólidos argumentos, el Barclays Bank de Londres considera que en Venezuela se producirá el mayor boom económico de Latinoamérica durante los próximos cinco años.

Como es lógico esperar, la gente –en particular, los jóvenes– van hacia donde están las oportunidades y si las oportunidades surgen donde están sus raíces, el atractivo para ellos será doblemente irresistible. Dadas las condiciones adecuadas, no lo descartemos, nuestros hijos volverán.

José Toro Hardy
@josetorohardy

GONZALO VILLAMIZAR A.: LLEGÓ LA HORA

                   Merece destacarse en la historia de nuestro país, lo inédito y ejemplar para lo bueno y lo malo de lo  acaecido a lo largo de los tiempos.  Un caso que  llena de perplejidad es oír a quien detenta el poder, cómo informa en tono exitoso su proclama para futuras elecciones de Asamblea Nacional, diciendo que cuenta con la abrumadora mayoría del pueblo venezolano; una   capacidad para mentir a la vista de todos en lenguaje inapropiado para quien ejerce  la Primera Magistratura; él vencería si esta gente logra evitar lo que exige constantemente la mayoría de los venezolanos y la comunidad internacional: elegir un nuevo CNE. 

Entre tanto, soportamos  lo insólito por tratarse de un individuo que no es venezolano por nacimiento, como lo exige la Constitución Nacional para desempeñarse como Presidente de la República. Luego de disfrutar por cuarenta años una democracia cercana a la ejemplaridad, hemos terminado siendo víctimas de semejante violación, suficiente causa para un levantamiento colectivo, “cuando la tiranía se hace rey la rebelión es un derecho”, Simón Bolívar.      

            Motivo de admiración, respeto y afecto, culto a su figura que nos honra, es la presencia del Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar y de cinco naciones latinoamericanas, orgullo nuestro porque aquí se combinaron genes y medio ambiente para crear el Genio de América, civil y militar, cuya estrategia magistral y combatividad  permitieron derrotar al ejército realista con experiencias en la guerra napoleónica. Entre nosotros se originó el grito de  Independencia, también de aquí salieron las tropas que acabaron con el Imperio Español en América.  

Otra  vergüenza para el pueblo venezolano es  ofender el honor militar de nuestro Ejército Libertador  cuando la actual cúpula militar apoya  y se compromete personalmente cada uno de los oficiales en la corrupción del gobierno, interactuando para despojar al tesoro nacional de mil millones de millones de dólares. Han vejado la figura del Libertador al colocar su retrato al mismo nivel del malévolo personaje llamado Hugo Chávez y han ofendido profundamente al supremo jefe de la Guerra de Independencia, al rechazar al General en Jefe José Antonio Páez- hasta han tratado de sacarlo del Panteón Nacional-  siendo que a Bolívar y Páez siempre los unió fraterna amistad, lealtad a pesar de circunstancias políticas adversas, quien rindió culto  a Bolívar luego de la muerte de su amigo. El General Páez y el Mariscal Sucre son sus amigos leales. 

Detalle sorprendente es la expresión del Gran Almirante al abordar por primera vez el Continente Americano: “Tierra de Gracia” exclamó al posarse en nuestro lar. Incomprensible para el mundo es presenciar el macabro espectáculo de hambruna generalizada con centenares de miles de muertos, éxodo de cinco millones de venezolanos, la mayor inflación a nivel internacional en un país de los más ricos de la Tierra por los tesoros acumulados en el subsuelo. 

Producto de la descomposición de los partidos democráticos a finales del pasado siglo, logró tomar el poder de Miraflores un sujeto ignorante, lleno de malas intenciones, imponiendo un régimen que ha permanecido por veinte años, ahora ejercido por  Maduro y su banda comprometida en gran cantidad de hechos delictuales que han conducido a la muerte de la Democracia con violación permanente de los Derechos Humanos  y colapso total de la institucionalidad: pérdida de  la soberanía alimentaria, la salud, la educación, los deportes, medios de comunicación, la economía, mataron a PDVESA que nos daba el alimento. 

También laborada  por  Chávez y Maduro,  se nos aproxima otra catástrofe como es la extinción de la población venezolana, a toda prisa este régimen nos encadena a otros Imperios tratando de salvarse, permitiendo establecer minerías que nos dejarán sin aguas profundas, sequedad espantosa; firmando  compromisos militares que pueden traer enfrentamiento entre potencias en nuestro suelo, para una mortandad que pasaría de millones sumados a más éxodo. 

La Segunda Guerra Mundial tuvo 50 millones de muertos para 7.000 millones de habitantes, esto no resiste comparación de porcentajes. Reaccionemos a tiempo, necesitamos absoluta unidad de la Oposición para lo de ahora y enseguida reconstruir al País, tarea de unos cuantos años, nada de ambiciones personales, es una lucha para restablecer nuestro signo positivo consagrado en la Historia. 

Gonzalo Villamizar A 
gonvillan1924@gmail.com
@GonzaloVillami2 
Desde Caracas Asociación de Médicos Escritores FMV

ALFREDO M. CEPERO: LA GUERRA NECESARIA

El guerrero y el poeta, el pragmático y el idealista, entendieron que hay guerras no sólo necesarias sino inevitables cuando se trata de conquistar y preservar la libertad.

Desde el comienzo de su campaña por la presidencia Donald Trump prometió poner fin a los conflictos militares extranjeros que no tuvieran una relación directa con la seguridad de los Estados Unidos. Después de ser electo, en numerosas ocasiones ha dicho que no es presidente del mundo sino presidente de los Estados Unidos de América y que este país no puede ser el policía de todo el planeta. De ahí el lema que encabezó su campaña electoral y definió su pensamiento político: "Hagamos grande a América".

Este pensamiento de Trump se encuentra en total concordancia con los consejos dados por George Washington a sus conciudadanos durante su discurso de septiembre de 1796 anunciando que no aspiraría a un tercer período presidencial. El hombre que encabezó la Guerra de Independencia contra Inglaterra, dijo específicamente: "Mantengamos la paz, el comercio y la amistad con todas las naciones; pero alianzas o conflictos militares con ninguna". Trump, como Washington, es contrario a la guerra.

De igual manera, nuestro José Martí, el arquitecto de nuestra Guerra de Independencia de 1895, era tan contrario a la guerra que recurrió a ella cuando se le habían agotado todas las demás opciones. Por eso la llamó: "La guerra necesaria". Yo me he apoderado de la frase para encabezar este artículo. El guerrero y el poeta, el pragmático y el idealista, entendieron que hay guerras no sólo necesarias sino inevitables cuando se trata de conquistar y preservar la libertad.

Es cierto que la guerra debe de ser el último recurso de cualquier nación civilizada. Pero no por ello deja de ser un elemento crucial de una diplomacia exitosa. Una amenaza creíble de guerra es el único estímulo que lleva a la mesa de negociaciones a bribones como Vladimir Putin, Kim Jong-un, Hassan Rouhani y Xi Jinping .

La frase "Paz por medio de la fuerza" fue utilizada por primera vez por el Emperador Romano Adriano en el primer siglo de la Era Cristiana. Ronald Reagan la hizo piedra angular de su presidencia en 1980. Fue precisamente, una amenaza creíble de guerra el arma que utilizó Ronald Reagan para derrotar a Mijaíl Gorbachov en sus negociaciones diplomáticas durante la Cumbre de Reykjavík en octubre de 1986. Como reza la frase a menudo utilizada, lo demás es historia. El 9 de noviembre de 1989 fue derribado el Muro de Berlín y poco tiempo después desapareció el abominable y sanguinario experimento político que fue la Unión Soviética.

Todas estas reflexiones han sido provocadas por las recientes negociaciones entre los Estados Unidos y los Talibanes afganos para llegar a un acuerdo que ponga fin a una guerra que se ha prolongado por 18 años, la más larga de este país a través de toda su historia. Pero lo más preocupante es que, en su prisa por cumplir una promesa de campaña, Trump cometa el error de firmar un acuerdo de paz que ponga en riesgo la seguridad de los Estados Unidos.

Debe tener presente que fue precisamente desde territorio afgano que los terroristas de al Qaeda lanzaron el ataque contra las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio el 11 de septiembre de 2001. Que ante las presiones a las que se encuentra sometido ISIS en Iraq y Siria podría trasladar muchas de sus operaciones a territorio afgano. ISIS ha sufrido daños considerables pero no está totalmente derrotado y podría resucitar en cualquier momento. Porque es casi imposible erradicar el odio de la mente torcida de los fanáticos que integran cualquier fundamentalismo religioso.

Por otra parte, de ninguna manera debe de repetir el error de Barack Obama cuando le entregó miles de millones de dólares a los clérigos iraníes antes de que éstos cumplieran una sola de sus falsas promesas. Este es el consejo que le han dado el Secretario de Estado, Mike Pompeo, y el Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton. Hasta su amigo el senador Lindsey Graham le ha advertido: "Cualquier acuerdo de paz que le niegue a los Estados Unidos una robusta presencia anti terrorista en Afganistán no es un acuerdo de paz. Es, por el contrario, un camino abierto a otro ataque contra territorio norteamericano o contra nuestros intereses en el resto del mundo".

Sin embargo, los intereses de los Estados Unidos en Afganistán van más allá del terrorismo. Con una frontera común de 2,640 kilómetros, un Afganistán desestabilizado podría desestabilizar a Pakistán y, como resultado, desestabilizar a todo el sur y el centro de Asia. Es importante tener en cuenta que la cooperación de Pakistán, aún cuando hasta el momento no se ha materializado, es crucial para combatir el terrorismo en Afganistán. Y sin dudas el mayor peligro es el hecho de que Pakistán forma parte del limitado club de naciones con poderío de armas nucleares. Resulta inimaginable el infierno en que se convertiría un mundo donde grupos terroristas estuvieran en posesión de armas nucleares.

Luego, Donald Trump tiene que tomarse un calmante y andar con mucha cautela en estas negociaciones. La mejor lección podría encontrarla repasando la historia de las transiciones militares de los Estados Unidos. Cuando terminó la reconstrucción de Japón por el General Douglas A. MacArthur en 1952, los norteamericanos no se retiraron en su totalidad. Se aseguraron de que Japón no volvería a sus andanzas militaristas, así como garantizaron la seguridad japonesa y la de los Estados Unidos dejando una considerable tropa de ocupación norteamericana. Tan reciente como en 2013 había 50,000 soldados norteamericanos destacados en Japón.

Cuando las hordas norcoreanas invadieron a Corea del Sur en el mes de junio de 1950 el Presidente Harry Truman convocó al consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y se creó una fuerza internacional que se enfrentó a la invasión. Cuando se firmó el armisticio que puso fin a las hostilidades entre ambas naciones el 27 de julio de 1953, los soldados norteamericanos no se retiraron en su totalidad. Por el contrario, dejaron atrás una fuerza militar con la misión de garantizar las paz y la seguridad en Asia. En la actualidad, con más de 23,000 soldados, marineros e infantes de marina norteamericanos en Corea del Sur los Estados Unidos envían un mensaje claro y contundente a sus adversarios en la región de que no se dejarán intimidar.

Algo muy similar tiene hacer Donald Trump en el contexto de estas negociaciones con los talibanes afganos. Porque, aún en la remota probabilidad de que los talibanes cumplieran sus promesas de impedir el regreso de grupos terroristas no cuentan con los efectivos militares para impedirlo. Solamente los Estados Unidos pueden hacerlo dejando una fuerza militar de asesoramiento y vigilancia de los militares afganos, tal como lo ha hecho en Japón y Corea del Sur.

No es la solución drástica prometida por Donald Trump durante su campaña electoral, pero es parte de la responsabilidad inevitable que cae sobre los hombros de una potencia mundial como los Estados Unidos. Y, más todavía, es parte de las decisiones difíciles de un presidente que, aunque le moleste admitir errores, tiene que comprender que "rectificar es de sabios".

Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
@AlfredoCepero

MARYCLEN STELLING: ENTRE DOS FUERZAS

La actual coyuntura internacional y nacional producto de las recientes medidas tomadas por la administración Trump, la decisión del Gobierno de “no asistir a las reuniones pautadas para los días jueves 8 y viernes 9 de agosto”, más la reacción celebratoria de ciertos sectores de oposición, afectan indudablemente al diálogo en su más amplia expresión.

Situación coyuntural que incide no solo en el proceso formal que se lleva a cabo en Barbados, sino en el diálogo en tanto poderosa fuerza social emergente, que, sin distingo de tolda política, se ha ido apoderando y empoderando a importantes sectores poblacionales. Una amplia expresión de la ciudadanía concuerda en apoyar e impulsar el diálogo y las negociaciones políticas en Barbados, como respuesta concertada ante las sanciones de EEUU. Sin embargo, un posible efecto a contemplar es la perdida de legitimidad de las negociaciones y el consecuente debilitamiento del apoyo ciudadano al diálogo Gobierno-oposición.

La actual coyuntura alimenta la polarización y, paralelamente, refuerza la necesidad urgente de dialogar y negociar. El amplio apoyo social al diálogo se topa con fuerzas repotenciadas, como son la polarización y radicalización política. Además de afectar el diálogo en las bases sociales, se observan otros efectos inmediatos en las dinámicas internas de los factores políticos, que alertan sobre el peligro de una posible escalada de violencia, producto de la radicalización de sectores extremistas.

La polarización, que supone el máximo de distancia posible entre rivales políticos, se potencia en situaciones políticas de ausencia de consenso básico, o en condiciones de baja legitimidad. La radicalización, en tanto proceso, conduce a posiciones extremas de intransigencia o fanatismo. Y, cuando en ambos lados se fortalecen tales posturas, disminuyen las probabilidades de alcanzar una salida negociada.

Es imperante anteponerse y atacar estos procesos negativos que conducen peligrosamente a la radicalización política violenta y que, sin duda alguna, generarán graves consecuencias negativas de carácter político, económico, psicosocial… Suerte de retroceso, que conduciría a un punto de no retorno en lo que se refiere a cualquier posibilidad de pacto social entre las parcialidades políticas, sobre dialogo, paz y democracia.

Maryclen Stelling
@maryclens