jueves, 7 de febrero de 2019

ACTUALIZACIÓN, DE "EL REPUBLICANO LIBERAL II”, DEL VIERNES 08-02-2019


TRINO MÁRQUEZ, LA COMPLEJIDAD DE LAS ELECCIONES DEMOCRÁTICAS

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 13 minutos
El punto central de la crisis política actual se encuentra en el cuestionamiento a la legitimidad de Nicolás Maduro y en la realización de una nueva elección para Presidente de la República. Los comicios del 20 de mayo del año pasado fueron desconocidos por la mayoría de la oposición y por gran parte de la comunidad internacional. El régimen cometió tantas irregularidades y atropellos, que la convocatoria no logró convencer de que participara a la franja más gruesa de opositores. Tampoco persuadió de su transparencia y equilibrio a los países democráticos que han seguido con det... más »

ANDRÉS HOYOS, LA NUEVA FASE DEL POPULISMO

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 20 minutos
El populismo —o los populismos, pues los hay de izquierda y de derecha— cambiará de fase en 2019. Antes la tenía más fácil que ahora. Dejemos de lado al de derecha, típico de los países desarrollados, y discutamos al de izquierda, que nos afecta más en estos países rezagados, así también tenga representantes, digamos, en España. Por autodefinición el populista es un representante de los deseos del “pueblo”, que a su juicio son traicionados por los políticos “tradicionales”. Perdón por las comillas, pero en esta materia las palabras no significan lo que usted y yo entendemos. Por ej... más »

FERNANDO LONDOÑO, VENEZUELA EN LLAMAS, SANTOS CALLA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 31 minutos
Lo que pasa en Venezuela tenía que llegar y llegó, así sea que todavía falte lo peor. Por desgracia. El castrochavismo será recordado como autor de un milagro económico a la inversa, de los que se registran tan pocos en el devenir de los pueblos. Convertir en país miserable el más rico de América no es hazaña de todos los días. Habiendo tanta pobreza en tantas partes, en pocas tiene que pelear la gente, a dentelladas, por una bolsa de leche, por una libra de harina o por un pedazo de carne. Convertir en despojos una de las más organizadas, pujantes y serias empresas petroleras d... más »

PEDRO ELÍAS HERNÁNDEZ, LA PENITENCIA DEL 4 DE FEBRERO

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 37 minutos
El abrumador descontento nacional decidió el 20 de mayo de 2018 no ejercer su condición de aplastante mayoría electoral. Ese día el abstencionismo prendió y se apoderó de la voluntad de millones de ciudadanos que prefirieron mostrar su rechazo frente al gobierno de Maduro mediante su no concurrencia a las urnas. Varios meses después estamos en un lugar incierto y altamente peligroso, con una severa crisis política e institucional que aplaza más aun las urgentes decisiones que se demandan para atender la situación económica que día a día nos devora. También estamos en la antesala de... más »

JOSÉ ANTONIO GIL YEPES, LECCIONES DE LA EXPERIENCIA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 46 minutos
Los aciertos y errores de los últimos 60 años nos pueden orientar para construir el país para todos. El gran acierto del régimen anterior fue avanzar en el pluralismo democrático. Su gran error fue implantar un pluralismo limitado, partidocrático, en vez de alcanzar un pluralismo efectivo en el que cada sector pudiera, con autonomía y verdadero acceso, participar en los procesos de toma de decisiones públicas. En esta limitación se basan las demás. Por ejemplo, los grandes errores económicos: la política rentista de altos precios y bajo volumen de petróleo, la sobre valuación ... más »

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, ARDIDES DEL APRENDIZAJE

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 46 minutos
Más allá del mágico barrunto que, “salga pez o salga rana”, la fe planta indefectiblemente en algunos, era difícil augurar, razón mediante, lo que hoy ocurre en Venezuela. Nada hacía vislumbrar la vertiginosa recomposición de las fuerzas que adversan al gobierno de Maduro; de hecho, remontar la desconfianza respecto a los propios bríos, la aprensión, el estelero emocional que dejó la acumulación de errores recientes, lucía improbable. Como improbable era, además, aspirar a que una nueva cara surgiera de las filas de ese mismo liderazgo, hasta ayer desarticulado y maltrecho, para si... más »

TRINO MÁRQUEZ, LA COMPLEJIDAD DE LAS ELECCIONES DEMOCRÁTICAS


El punto central de la crisis política actual se encuentra en el cuestionamiento a la legitimidad de Nicolás Maduro y en la realización  de una nueva elección para Presidente de la República.


Los comicios del 20 de mayo del año pasado fueron desconocidos por la mayoría de la oposición y por gran parte de la comunidad internacional. El régimen cometió tantas irregularidades y atropellos, que la convocatoria no logró convencer de que participara a la franja más gruesa de opositores. Tampoco persuadió  de su transparencia y equilibrio a los países democráticos que han seguido con detenimiento la evolución del gobierno de Maduro desde que se impuso sobre Henrique Capriles en las reñidas y discutidas elecciones de abril 2013. Maduro desestimó ese rechazo. Ahora paga las consecuencias de su arrogancia. La única salida posible al desbarajuste que su petulancia provocó es su salida de Miraflores, la formación de un gobierno transitorio y la realización de unos comicios libres y confiables para todo el mundo, incluidos los oficialistas.

            El artículo 233, que establece las faltas absolutas del Presidente de la República, es incompatible con la realización de unas votaciones justas y democráticas. Ese artículo, invocado para declarar usurpador a Maduro, señala que “si la falta absoluta… se produce durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal, directa  y secreta durante los treinta días consecutivos siguientes”. El texto, sin duda, fue redactado para favorecer al partido gobernante. Su propósito es ventajista. Resulta imposible organizar en un mes unos comicios transparentes y equilibrados. El artículo colide con la Ley Orgánica del Sufragio (LOS), aprobada por la Asamblea Nacional en 2009, cuando el chavismo la controlaba en términos absolutos.

En las condiciones actuales, para realizar unas elecciones democráticas conviene acoplar el texto constitucional con los lapsos y condiciones establecidas en la LOS. En primer lugar hay que nombrar un nuevo CNE, o al menos a las dos rectoras, una de ellas Tibisay Lucena, a las que se les venció el período, pero fueron ratificadas por la constituyente y el TSJ, en abierta violación de las atribuciones de la Asamblea Nacional.  Hay que liberar los presos políticos. Permitirles regresar al país a los dirigentes que se encuentran en el exterior. Facilitarles votar en el extranjero a los millones de venezolanos que han huido del país. Abrir el Registro Electoral Permanente (REP) para que los nuevos votantes se inscriban. Auditar el REP para depurarlo. Sólo una vez cumplidas al menos estas tareas, estarán dadas las condiciones mínimas para efectuar unas votaciones limpias, universales, democráticas.

El apego dogmático al artículo 233 de la Constitución, se convertiría en una camisa de fuerza para alcanzar la plena democracia electoral. La justificación, para mantenerse ceñido lo máximo posible al marco legal vigente, hay que buscarla en la LOS. 

Sin embargo, ninguno de los instrumentos jurídicos existentes sustituye el sentido común y los acuerdos políticos. El gobierno que se conforme cuando se realicen las elecciones universales y democráticas de la que habla la Constitución y la LOS, deberá contar con la base popular más amplia posible. A esos comicios deberán concurrir todos aquellos que quieran hacerlo, tanto para ser electos como para votar. Las restricciones arbitrarias le restarían amplitud a la convocatoria y legitimidad al Presidente y al gobierno que emerjan de esa cita.

            La preparación de  la consulta  se llevará, al menos, lo que queda de 2019, suponiendo que la crisis actual se resuelva en el curso de los próximos días o semanas. Mientras más tarde en solucionarse el conflicto, más lejana se pondrá la fecha de celebración de esas elecciones. El núcleo duro del madurismo no muestra ninguna intención de negociar su salida de Miraflores. Pareciera haber optado por la confrontación abierta y hasta el final. Por la inmolación. En el caso de que el chavismo-madurismo se fracturara, y como consecuencia se desprendiera una facción moderada que no quiere hundirse con Maduro, la negociación tendría que incluir a este sector más sensato del oficialismo. Su incorporación al debate y a los eventuales acuerdos que se logren, le daría al gobierno de transición una plataforma más amplia y a las futuras elecciones una base más sólida.

Tenemos que lograr que los próximos comicios superen todos los vicios que el régimen impuso durante veinte años. La comunidad internacional exige elecciones justas y democráticas ya. Hay que explicarle la complejidad del proceso frente al cual estamos.

Trino Márquez
@trinomarquezc

ANDRÉS HOYOS, LA NUEVA FASE DEL POPULISMO


El populismo —o los populismos, pues los hay de izquierda y de derecha— cambiará de fase en 2019. Antes la tenía más fácil que ahora. Dejemos de lado al de derecha, típico de los países desarrollados, y discutamos al de izquierda, que nos afecta más en estos países rezagados, así también tenga representantes, digamos, en España.

Por autodefinición el populista es un representante de los deseos del “pueblo”, que a su juicio son traicionados por los políticos “tradicionales”. Perdón por las comillas, pero en esta materia las palabras no significan lo que usted y yo entendemos. Por ejemplo, pocas más indefinidas que pueblo —a veces se sospecha que es de extrema derecha, a veces que quiere de cena a un oligarca en escabeche—, si bien por definición el caudillo solo habla de una porción del pueblo, grande aunque no necesariamente mayoritaria. Por eso, porque el “pueblo” cambia de opinión con facilidad es imposible generalizar sobre los objetivos concretos del populismo. Más fácil, en cambio, es definir los métodos: contacto directo con la gente, políticas inconsultas, desmonte de las instituciones, odio a terceros, necesidad de hacer reaccionar a los enemigos del “pueblo”, sean ricos u oligarcas, pese a que entre los “enemigos del pueblo” también abundan los sectores de clase media y populares que no comulgan con el caudillo.

Fácil estaría la cosa si hubiera a mano una colección de soluciones viables, necesarias y virtuosas que por A o B razones los gobernantes del pasado han hecho a un lado. Sin embargo, estos suelen ser espejismos o “soluciones” de corto plazo. Un ejemplo clásico es el de Chávez, copiado de Perón. Cuando el Estado adquiere súbitamente o tiene una gran renta, del origen que sea, se puede usar un pedazo para reclutar a los votantes a cambio de su sumisión. De más está decir que esa renta también alimenta a miles de burócratas, empezando por la familia del caudillo, quienes saquean el erario a sus anchas.

El problema está en la sostenibilidad de las “soluciones”, a lo cual suele sumarse una larga permanencia del caudillo en el poder. ¿Por qué? Porque las grandes rentas del Estado menguan o se acaban, como se acabaron los petrodólares en Venezuela, con el agravante de que los burócratas obedientes suelen ser, además de corruptos, ineptos.

Lo anterior sirve para explicar por qué andan tan desorientados los caudillos latinoamericanos más recientes, tengan votos o no. No han perdido ni un gramo del narcisismo ciego que los caracteriza —échenle un vistazo a AMLO—, pero los planes de gobierno —diga usted sembrar muchos aguacates— ya no se ven infalibles. Tampoco luce viable expropiar a los oligarcas para entregar lo expropiado a quienes no tienen ni idea de gestionarlo. Grave es el antecedente cuando las empresas de dominio estatal, tipo EPM, Ecopetrol, Petrobrás o Pemex, sufren grandes pérdidas que, por definición, afectan a sus socios mayoritarios. Lo adivinó, querido lector, las pérdidas las sufre el pueblo, no los oligarcas.

Tema aparte es la ilusión de que la gente puede beneficiarse de rentas cuantiosas sin tener que hacer demasiado esfuerzo. Una cierta izquierda (no la socialdemocracia europea) viene ilusionando a la gente con eso desde hace décadas. Pero hay que citar aquí la vieja frase inglesa: no hay almuerzo gratis. Tema para otra columna. Síntesis: es mejor insistir con los políticos afectos a la democracia liberal, así sean menos excitantes que los populistas.

Andres Hoyos
andreshoyos@elmalpensante.com
@andrewholes
Colombia

FERNANDO LONDOÑO, VENEZUELA EN LLAMAS, SANTOS CALLA


Lo que pasa en Venezuela tenía que llegar y llegó, así sea que todavía falte lo peor. Por desgracia.



El castrochavismo será recordado como autor de un milagro económico a la inversa, de los que se registran tan pocos en el devenir de los pueblos. Convertir en país miserable el más rico de América no es hazaña de todos los días. Habiendo tanta pobreza en tantas partes, en pocas tiene que pelear la gente, a dentelladas, por una bolsa de leche, por una libra de harina o por un pedazo de carne.

Convertir en despojos una de las más organizadas, pujantes y serias empresas petroleras del mundo no es cualquier tontería. Llevar a la insolvencia una nación ante las líneas aéreas, los proveedores comerciales y los que suministran material quirúrgico y hospitalario no es cosa que se vea cualquier día. Y arruinar al tiempo el campo y la industria, el comercio y los servicios, la generación eléctrica, la ingeniería, la banca y las comunicaciones es tarea muy dura, cuando se recuerda que la sufre el país que tiene las mayores reservas petroleras del mundo.

En esa frenética carrera hacia el desastre, el gobierno castrochavista tuvo que proceder a la eliminación paulatina de todas las libertades, al sacrificio del pensamiento y la conciencia, a la ruina de las instituciones, del periodismo, de los partidos, de la universidad, de los gremios, de los sindicatos. Pues todo se ha cumplido tras el designio implacable de los ancianos inspiradores del sistema, Fidel y Raúl Castro, que una vez más han demostrado su audacia, su carencia total de consideración y respeto por los valores más caros de la especie humana, pero también su falta absoluta de talento. Llevar a Venezuela a la ruina total es matar su propia fuente de subsistencia. Y es lo que han hecho, moviendo los resortes del fanatismo más imbécil, de los odios más cerriles, de los desquites más torpes.

Nicolás Maduro tiene la inteligencia y el tacto político que exhibe en cualquiera de sus discursos. Pero al fin de cuentas es un pobre rehén de los intereses inconfesables de la clase corrupta que ha llevado a Venezuela a su perdición. Si ese títere fuera libre, hasta de sus menguadas condiciones de estadista pudiera esperarse algún acto de rectificación, algún gesto de apaciguamiento, alguna voluntad de comprender el desastre y de corregirlo. Pero Maduro es el primer esclavo de las pasiones atroces que dominan en Venezuela. Los saqueadores de esa gran nación no están dispuestos a que nadie ensaye el menor examen de su conducta. En los antros del delito se pierde todo, empezando por el pudor.

El régimen de Venezuela se va a caer, porque se tiene que caer. No podría subsistir sino amordazando totalmente al pueblo, imponiendo cartillas de racionamiento, levantando un paredón, como el del Che Guevara en La Cabaña. Y no están dadas las condiciones para que el mundo soporte estas afrentas. Con una Cuba le basta a América.

El pueblo está en las calles, dispuesto a hacerse matar. Y lo están matando. La juventud estudiantil, que sabe cerrados los caminos del porvenir, le apuesta a cualquier cosa, menos al continuismo cobarde. Los empresarios lo perdieron todo hace rato. No tienen cuentas para hacer. Y los paniaguados del sistema ven con horror que el sistema ya no tiene mercados para comprar sus conciencias.

Y ante esta catástrofe, el presidente Santos no ofrece más que su silencio perplejo. Porque, si sigue ofendiendo a ese pueblo, tendrá un enemigo formidable. Y si ofende a Maduro, se le cae el proceso de paz. Esa es la consecuencia del primero de sus actos torpes, el de tomar por nuevo mejor amigo a un tirano despreciable. Y el de montar un proceso que llama de paz sobre los hombros caducos de unos patriarcas en su ocaso.

Fernando Londoño Hoyos
@FlondonoHoyos
El Tiempo, Bogotá

PEDRO ELÍAS HERNÁNDEZ, LA PENITENCIA DEL 4 DE FEBRERO


El abrumador descontento nacional decidió el 20 de mayo de 2018 no ejercer su condición de aplastante mayoría electoral. Ese día el abstencionismo prendió y se apoderó de la voluntad de millones de ciudadanos que prefirieron mostrar su rechazo frente al gobierno de Maduro mediante su no concurrencia a las urnas. Varios meses después estamos en un lugar incierto y altamente peligroso, con una severa crisis política e institucional que aplaza más aun las urgentes decisiones que se demandan para atender la situación económica que día a día nos devora. También estamos en la antesala de una posible conflagración violenta o esperando que una intervención militar extranjera le haga el mandado a una sociedad que un 4 de febrero de 1992 se sintió encandilada por una salida de fuerza pensando que no podía haber nada peor que el gobierno de CAP II.




“Los pueblos no se equivocan” se dice con frecuencia como una frase hecha políticamente correcta. Nos equivocamos. Claro que había algo peor que CAP II y fue Caldera II y también pensamos que no podía haber algo peor que Chávez y allí está Maduro. Los pueblos sin duda se equivocan y lo hacen con frecuencia, lo cual no se muestra de inmediato sino que suele quedar en evidencia en el mediano y largo plazo, es decir, cuando ya tiene poca utilidad práctica reconocerlo.

Juan Guiadó está allí porque antes la oposición ganó unas elecciones parlamentarias en 2015, es decir, que se conquistaron posiciones que hoy son decisivas para encarar el proyecto autoritario y empobrecedor del socialismo del siglo XXI, como siempre lo ha sido el socialismo de cualquier siglo. La lucha contra un régimen sobregirado en el tiempo debido a los errores de conducción política, siempre ha sido una lucha de posiciones, de acumulación de fuerzas, no de maniobras ni movimientos temerarios. A si lo entendió el chavismo que en 20 años fue colonizando paso a paso todos los poderes públicos y achicando a su mínima expresión la economía privada. No fue de un zarpazo, eso lo entendieron después de la intentona golpista del 4F.

Ese despropósito adelantado desde Miraflores se consumó en dos décadas y durante esas dos décadas el atlético músculo democrático de la sociedad venezolana, para sorpresa de propios y extraños, ha resistido larga y amargamente como una suerte de penitencia que la redima luego de haberse dejado seducir hace 27 años por un demagogo poderoso.

Hacia finales del siglo XX los venezolanos nos cansamos de la partidocracia hegemónica, del condominio adeco-copeyano al optar por una fórmula de cambio radical sumándose a la ola de una atractiva prédica anti política que prendió de forma virulenta entre la población. Poderes fácticos, intelectuales, religiosos, opinadores, militares y políticos ambiciosos, se convirtieron en sus causahabientes. Así nos fue.

Venezuela entró en un terreno de enorme inestabilidad al elegir a Hugo Chávez como presidente y a su revolución bolivariana como ideario. La promesa fundamental era la de una Asamblea Nacional Constituyente que planteaba "un nuevo comienzo republicano", algo parecido a lo que le oímos prometer a Maduro la noche del 20 de mayo durante la celebración de su triunfo electoral. No hubo desde luego nuevo comienzo sino la prolongación, por ahora indefinida de la agonía que vivimos.

El actual momento venezolano luce sumamente peligroso y al mismo tiempo, en contraste, también auspicioso. Como señalara en una oportunidad el gran pensador y economista Milton Friedman, lo que hoy luce políticamente imposible, puede ser en un momento dado políticamente inevitable. Lo que hoy se asoma posiblemente como inevitable es que el país se enrumbe hacia un cambio que rectifique, no sólo los graves errores de las últimas dos décadas, sino los que se vienen arrastrando desde 1977, año a partir del cual Venezuela no crece económicamente.

Pedro Elías Hernández
@pedroeliashb

JOSÉ ANTONIO GIL YEPES, LECCIONES DE LA EXPERIENCIA


Los aciertos y errores de los últimos 60 años nos pueden orientar para construir el país para todos. 



El gran acierto del régimen anterior fue avanzar en el pluralismo democrático. Su gran error fue implantar un pluralismo limitado, partidocrático, en vez de alcanzar un pluralismo efectivo en el que cada sector pudiera, con autonomía y verdadero acceso, participar en los procesos de toma de decisiones públicas. En esta limitación se basan las demás. 

Por ejemplo, los grandes errores económicos: la política rentista de altos precios y bajo volumen de petróleo, la sobre valuación del bolívar (que castró las exportaciones privadas, promovió las importaciones y el desempleo), el control de cambio y de precios, y el reparto populista no eran verdaderas políticas económicas ni quienes las aplicaron fueron mentalmente torpes. ¡No! Fueron políticos muy inteligentes que convencieron al pueblo de que con esos disparates los defendían contra la avidez empresarial, cuando lo que perseguían era limitar la empresa privada y a un sindicalismo autónomo que pudieran retar el poder de los partidos. 

Por supuesto, el chavismo se convirtió en un régimen peor que el anterior en la medida que no cambió sino que profundizó estas reglas de juego: La partidocracia se convirtió en una autocracia y, con ello, profundizó la Polarización, el Presidencialismo, Centralismo, Estatismo, Populismo y Rentismo Petrolero. Nicolás Maduro la transformó la autocracia en un régimen militar para sostenerse. 

En lo político, la regla de desconfiar todos los sectores de todos los demás sectores ha sido el origen de nuestros errores. 

Si queremos aprender algo de los últimos 60 años, es obvio que necesitamos un Plan País que sea pluralizador y no partidocrático, militarista ni autocrático; descentralizador; privatizador; despresidencializador, despopulizador y que arranque de raíz el rentismo petrolero, ahora también de otras fuentes (minas de esclavos y eunucos políticos). Pero, lo que no es obvio es que, para que ese Plan sea implementado, se necesita arrancar y seguir con un gobierno multisectorial y no sólo de partidos.

José Antonio Gil Yepes
Directivo de Datanalisis
@joseagilyepes
04249909099

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, ARDIDES DEL APRENDIZAJE


Más allá del mágico barrunto que, “salga pez o salga rana”, la fe planta indefectiblemente en algunos, era difícil augurar, razón mediante, lo que hoy ocurre en Venezuela. Nada hacía vislumbrar la vertiginosa recomposición de las fuerzas que adversan al gobierno de Maduro; de hecho, remontar la desconfianza respecto a los propios bríos, la aprensión, el estelero emocional que dejó la acumulación de errores recientes, lucía improbable. Como improbable era, además, aspirar a que una nueva cara surgiera de las filas de ese mismo liderazgo, hasta ayer desarticulado y maltrecho, para sintonizar con los ahogos de ese amplio sector que demanda cambios en paz. Todo eso está pasando, no obstante, para nuestra sorpresa y contento.



 El susto no cesa, claro. La tenaza de los extremos, el habitual incordio de los apresurados sigue meciéndose como un avispero. Esas ingratas, a veces atrabiliarias presiones que recaen sobre el candidato a redentor, por cierto, nos recuerdan la célebre “Boule de Suif” de Guy de Maupassant. El cuento narra el viaje entre Rouen y Dieppe que emprende un grupo de franceses para huir de “la peste de la invasión” prusiana en 1870; entre ellos, una rolliza cortesana conocida como “Bola de sebo”. Al ser la única con vianda para el trayecto propone compartirla, y así acaba festejada por sus paisanos, antes crispados por su presencia. Pero el carruaje es detenido: un general prusiano pide pasar la noche con la joven a cambio de dejarlos ir a la mañana siguiente. La puja que arranca con la patriótica negativa de todos termina al tercer día, cuando Bola de Sebo es forzada a inmolarse. El viaje se reinicia, pero los mismos que la alentaron al tomar la decisión ahora la desprecian. Todos comen, menos ella. Nadie está dispuesto a salvarla de su hambre y su vergüenza.

Pero hoy, y hay que decirlo con prudencial entusiasmo, las señas insinúan otra cosa a los venezolanos: que esa egoísta embestida de la irracionalidad puede ser domeñada, que una dirigencia al tanto de las consecuencias de sus acciones sujeta el timón y apela a una visión más cauta, a una astucia (¿cierta “virtù”?) que quizás remite a punzantes, pero útiles revisiones. Que la responsable conexión con el ethos mayoritario y la acumulación efectiva de fuerzas -aunque apalancada principalmente por apoyos externos, lo cual tiende a diluir el protagonismo en la toma de decisiones- es parte del plan para enfrentar a un adversario apaleado, pero todavía con poder fáctico y ansias de perdurar.

Entonces, ¿qué sugiere esa revigorización del liderazgo? ¿Qué tan intempestiva o azarosa ha sido, realmente? ¿Estamos acaso ante un milagroso Ardid de la razón, esa mano misteriosa empujando a la historia que, según Hegel, se sirve de la pasión y los intereses humanos para poner orden en el caos aparente, para dar cabida a una “racionalidad superior”? ¿O hablamos de una bien amarrada estrategia por parte de un equipo de hombres y mujeres que, tras la recurrente pifia, decidió hacer una pausa, mirar objetivamente el momento político en que estaba inmerso para luego reorientar, blindar sus movidas?

Asidos al pesimismo de la inteligencia, al optimismo de la voluntad, desde la modesta visión del espectador podemos hilar algunas tesis. Si bien presumimos que la fortuna (“juez de la mitad de nuestras acciones”, anuncia Maquiavelo) aliñó los caminos del refrescante surgimiento de Guaidó, no es menos cierto que su aparición es fruto de un continuum, un sumario de aciertos y errores que ahora propone eludir los codazos del determinismo. “Cuando los hombres no se adueñan de la historia, esta se gira contra ellos como un chacal”, dice Bernard-Henri Lévy. La autonomía, esa consciencia de la capacidad para incidir en el destino, en fin, debería estar llevando a la oposición -que cuenta con el arma de un liderazgo creíble, a diferencia del chavismo- a optar por el paso-a-paso, a construir diques y puentes, a trabajar como un bloque que dé soporte a una real alternativa de poder.

De momento, aliviará sospechar que tanto el fatalismo como los apuros de guerreristas de distinto pelaje son atajados. Hay auspiciosas señas en el estilo llano, el discurso integrador y sin respingos homéricos del presidente de la AN (no un redentor, sino un hombre correcto en el momento y lugar correctos), el “nosotros” contrastando con el hipertrofiado “Yo” de los autócratas, el llamado a entender que este es proceso que debe librarse de arbitrarios deadlines. Asumiendo que allí se resume el vivo concurso de una saga de eventos y sus actores, de un aprendizaje precedido por los nubarrones del atropellado cálculo o el unilateral voluntarismo, quizás podríamos contar con que las próximas decisiones sigan pasando por el más juicioso de los cedazos políticos. Ojalá. Pues si bien los avances frente al opresor son promisorios, las expectativas y amenazas crecen con el tiempo. Y el tiempo, ya sabemos, sigue siendo variable feroz, una hojilla que mal calibrada siempre atenta contra las mejores intenciones.

Mibelis Acevedo Donís
@Mibelis