domingo, 30 de mayo de 2021

ESPECIAL DEL DOMINGO: ESPECIAL DEL DOMINGO. SOLEDAD MORILLO BELLOSO: EL PALABREO DE LAS RAMOS

MANOS CURTIDAS

Eulalia, Eunice y Evangelina eran expertas en el arte del arrollado del tabaco. Acaso por ello, el cabello de todas, largo, sedoso, negro azabache, estaba permanente aromatizado. Cuando caminaban por las calles y veredas de la primogénita del continente, de la ciudad donde nace el sol, dejaban una estela. Dicen que eso era lo que ejercía sobre los hombres una suerte de sortilegio. Que hombre que las olía, quedaba para siempre prendado de ellas.
 
Las Ramos eran de poco hablar, acaso porque, generación tras generación, guardaban un secreto, un gran secreto. Nadie sabía a ciencia cierta cuándo habían comenzado a dedicarse al quehacer de estirar hojas secas, arrollarlas unas sobre otras, hasta producir un tabaco sólido, bien firme y de sabor espléndido. Acaso la tradición provenía de aquellos tiempos de la guerra, luego de la emigración, cuando los hombres se fueron al combate y las mujeres quedaron a cargo de una tierra otrora fértil, otrora linda, otrora amable, otrora…
 
Sin hombres las mujeres se dedicaron a tejer sueños, a arrollar tabaco, a hilar esperanzas, a llenar cántaros con lágrimas, a mirar el mar y buscar una señal, a tratar de vivir. Y las Ramos venían de allí, de esa estirpe de mujeres que vieron dolor, que sudaron angustia, que acunaron y cuidaron a los niños de mantuanos y próceres, con la renuncia a cuestas, con las manos curtidas hasta el punto de asemejar la textura del tabaco. Las Ramos tenían historia metida en los bolsillos de sus delantales y el secreto tatuado en la mirada.
 
Las Ramos eran herederas del silencio forzado, custodias de eso que ocurrió para evitar una enorme tragedia, ese escape que se fraguó en noche de luna nueva, en tiempos de sangre y dolor, de patria naciente, de pólvora y filo de sables, cuando la vida valía poco, salvo para quienes con su sangre y sus lágrimas escribieron la palabra sacrificio. La libertad tiene muchas caras. Y las mujeres, sin importar el linaje, cualquier cosa estuvieron dispuestas a hacer para proteger a quienes no eran sino almas inocentes, víctimas de una tierra que entró en desvarío y tormento.
 
Dicen que todo ocurrió una noche de luna llena, al calor de pasiones y ansiedades. Una noche en la que tres mujeres se despojaron de sus joyas, sus mantos y su honra, y regalaron su amor al mismo hombre. Y esa noche, en Cumaná, cuando un manojo de nubes tapó la luz de la luna, tres pasionarias cometieron el mismo pecado, el de seducir a quien fuera el redentor de los hijos del sol, el que nació en la ciudad de donde nace la luz, en esa villa de leyendas y de sueños infinitos, donde el tabaco se mezcla con la piel y hace que sus vástagos se acerquen a la divinidad.
 
Cierto o no, al menos así se lo habían contado las abuelas a las Ramos y esas lo habían escuchado casi en confesión de boca de sus abuelas. Y si la verdad fue trastocada en el tiempo, se hizo cierta por obra de un deseo infinito de encontrar respuestas a preguntas extraviadas. El ardor del deseo logra lo que lo que el viento de la realidad pretende asfixiar.
 
Si la historia fue apenas ficción o fábula, para las Ramos esa verdad había marcado la vida de todas las mujeres de una familia que, desde tiempos de sangre y dolor, no hizo sino aprender las lecciones de la supervivencia.
 
Aquella noche, aquella noche de tribulación, en la hacienda se preparó festejo en honor de los oficiales patriotas. Las estrellas hicieron guiños, la luna se hizo la tonta y el rumor del mar acalló conciencias. Y el licor le jugó truco a la historia…
 
TRES NIÑOS Y A LA MAR…
 
De ello poco se sabe y acaso mucho sea gorjear de golondrinas. Pero se dice que una noche de luna nueva, teniendo como cómplices a las tinieblas y a una lluvia pertinaz y en medio de una bruma de pólvora, tres mujeres se escabulleron de Cumaná, cargando a tres niños, hijos de augustas mantuanas.
 
La guerra había llegado nuevamente a Oriente y las nodrizas hicieron lo que toca a cualquier mujer que ha recibido en cuidado a infantes: protegerlos contra la adversidad, aun a riesgo de la propia vida. Huir de la muerte, correr hacia la vida, era la única posible consigna.
 
Como pudieron, llegaron a Güiria y de allí, luego de pagar con platería y joyas, embarcaron hacia Trinidad. Allá palabrearon una entrevista con un comerciante canario, con quien pudieron acordar la adopción de los pequeños.
 
El hombre en cuestión sólo hizo una pregunta:

– ¿Cómo se llaman los niños?
 
Tres voces respondieron una tras otra:

– Manuel Antonio.

– Juan Antonio.

– Pedro Antonio.

– ¿Acaso son hermanos?

– Tienen el parentesco que regala la guerra – respondieron las tres mujeres al unísono.
 
Dicen que algunas semanas más tarde, tres señoras jóvenes de Tenerife recibieron en su hogar a los niños y a sus nodrizas, sin mediar preguntas, y los criaron como propios, como una suerte de premonición de los versos aún no escritos del poeta: “Cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos del mundo”.
 
Y así, Manuel Antonio se convirtió en Morales, Juan Antonio en Hernández, y Pedro Antonio en Betancur. Nunca les fue revelado su verdadero origen. Un decreto pesaba sobre su futuro: “Españoles y canarios contad con la muerte…”.
 
Las guerras terminan, pasan, dejan su estela de destrucción y dolor y el olvido y el perdón no encuentran tierra fértil. Y la infancia no le pide permiso a la guerra para seguir su paso por la vida.

– Madre, ¿a quién me parezco? – pregunta un Manuel Antonio ya adolescente
– A un tío de tu padre.

– Madre, en tus múltiples viajes, ¿has estado en Trinidad? – indaga un Juan Antonio a quien la curiosidad le acecha tras los portales de su vida.
– Sí hijo, muchas veces.

– Nana Eulalia, si naciste en Cumaná, ¿por qué viniste a Tenerife? – cuestiona un Pedro Antonio que vigila el hacer de un bollos fritos.
– Porque tu padre me salvó la vida.

– ¿Y por qué tú y las nanas Eunice y Evangelina, si no son hermanas, tienen el mismo apellido?
– Porque llegamos a Tenerife un Domingo de Ramos.

– ¿Y vinieron solas?
– Llegamos con Dios.

Años más tarde, Manuel Antonio, Juan Antonio y Pedro Antonio, ya jóvenes diligentes en las artes del comercio, caminan por Garachico.

– Me dijeron que asesinaron a Sucre, que le tendieron una emboscada en Berruecos. No se sabe quien lo mató. – comenta Manuel Antonio.

– ¿Y quién es Sucre? – Pregunta Juan Antonio.

– Sucre, Antonio José de Sucre, el de Cumaná – apunta Pedro Antonio.

– Ah, ese Sucre, el que la Nana siempre me dice que es el mejor hijo del sol.

– Mi Nana me ha hablado tanto de Cumaná, que sueño con ir allá alguna vez – dice Manuel Antonio.

– A mí la Nana Eunice siempre me insiste que tengo que ir.

– Pues algún día habremos de embarcarnos hacia Cumaná.

– Y llevaremos a las nanas, pues. – Y a las niñas de las nanas también.
– También.

Cuentan las golondrinas que, tan pronto desembarcaron en Güiria, las nanas, acompañadas de sus hijas, se hincaron y besaron el suelo. Y cuentan también que las tres mujeres tan pronto arribaron a Cumaná arrastraron sus huesos débiles, se dirigieron prestas a la Catedral, a la hora del Angelus. Exigieron a sus hijas, de nombre igual al de ellas, y a Manuel Antonio, Juan Antonio y Pedro Antonio que asistieran al servicio.
 
Llegaron, caminaron por la nave central, se arrodillaron frente a la imagen de Santa Inés, patrona de Cumaná, se persignaron, y tan pronto se dieron vuelta, sus miradas se cruzaron con las de otras tres mujeres, enmantilladas, de riguroso negro, con ese aspecto seco que sólo refleja años de dolor.
 
Dicen que se sintió un ventarrón gélido,  que las seis mujeres cayeron muertas, con tan sólo un quejido de asombro de por medio.
 
Dicen que el cura párroco sufrió un vahído, que su cerebro se vio afectado por ello y que nunca más volvió a pronunciar palabra, pero que sus ojos estaban permanentemente abiertos y que de ellos llovía lágrimas.
 
Dicen que a su muerte, algunos años después, Eulalia, Eunice y Evangelina Ramos, ya convertidas en nanas de los hijos de Manuel Antonio, Juan Antonio y Pedro Antonio, prósperos comerciantes establecidos en Cumaná, recibieron una carta, lacrada y sellada.
 
Dicen que en esa misiva, que sólo podían abrir las Ramos, había un secreto que sólo debían conocer ellas, y Dios.
 
1955…
 

En marzo de 1955, Manuel Antonio, Juan Antonio y Pedro Antonio, comerciantes, dueños de “Morales, Hernández & Betancur, Sucesores”, toman unas copas en la terraza del Hotel Majestic y disfrutan una vista espléndida de El Zócalo. Celebran una exitosa reunión de negocios. El tabaco de Cumaná tenía puerta franca en México.
 
En la esquina, un hombre lee, escribe y de cuando en cuando mira. Algo en esos tres que hablan y festejan le resulta atractivo, hasta familiar. Y el aroma de sus tabacos crea un ambiente mágico. A su nariz llegan olores de su tierra, de su playa, de su mar, de sus calles. Hace tanto del exilio, pesa tanto la lejanía, que toda la vida se le volvió añoranza y hasta tiene el dolor apolillado. Cierra los ojos y se deja llevar por los recuerdos. Una voz lo saca de su ensimismamiento.

– Disculpe, ¿no es usted Andrés Eloy Blanco?

– Dirá usted más bien lo que va quedando de él.

– Mi nombre es Manuel Antonio Morales, soy cumanés, al igual que mis socios. Sería un honor que usted aceptara tomar una copa con nosotros.

– Vaya, pues, paisanos. Algo me decía que ese olor era señal de que tenía de vecina de bar a la venezolanidad.
 
Existe una suerte de conexión inmediata entre hombres que beben brandy y fuman tabaco. Es como si requirieran menos palabras, como si los gestos fueran entendidos sin mediar explicación.

– ¿Un tabaco, Maestro? – Ofrece presuroso Manuel Antonio.

– No, gracias, mi alma débil no soporta ya tan fácilmente hundirse en la nostalgia de Cumaná.

– “Luna de Cumaná, para encenderte… la lámpara de arrullo que me duerma… y el postigo de voz que me despierte” – recita Pedro Antonio..

– Caramba, conoce usted versos de este humilde exiliado.

– ¿Y quién no lo conoce a usted, poeta? Mi mujer arrulla con sus versos a mis hijos.

– ¿Qué me cuentan del país? – atina a preguntar.

– Venezuela no es un país, es un patio de trapisondas, de desatinos y desmanes de esbirros trasmutados en gobernantes. Venezuela es el jardín privado de un reyecito inventado en la trastienda de la bajeza – apunta con enfado Juan Antonio.

– ¿Qué lee, Poeta? – pregunta Pedro Antonio.

– Me leo, a ver si logro encontrarme. Leo, y es mi Venezuela como la becerrera, “trenzando cana y quebranto, y ha sufrido tanto y tanto y enterró tanto recuerdo que tiene el costado izquierdo como capilla sin santo”. – Dice el hombre con voz queda.

– Lo noto deprimido, renunciando a todo, apunta Manuel Antonio.

– Mi buen amigo, “a cada instante renunciamos un poco de lo que antes quisimos y al final, ¡cuántas veces el anhelo menguante pide un pedazo de lo que antes fuimos! Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo. Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño; desbaratando encajes regresaré hasta el hilo. La renuncia es el viaje de regreso del sueño… Pero los cuatro que aquí estamos nacimos en al misma tierra, la del pueblo elegido para llenar de tumbas y de patrias a América…”
 
El 22 de mayo de ese mismo año, una noticia acapara los titulares de los principales periódicos de México: “Fallece trágicamente en accidente de tránsito poeta, político y pensador venezolano Andrés Eloy Blanco”.
 
Ese mismo día, un diario de Cumaná publica, en un sus páginas interiores: “En accidente de tránsito fallecen Manuel Antonio Morales, Juan Antonio Hernández y Pedro Antonio Betancur ”.
 
En la tarde de ese 22 de mayo, en una Cumaná de cielo encapotado, en el triple velorio, tres mujeres, Eulalia, Eunice y Evangelina Ramos, están en una esquina. Lloran. Luego de las exequias, se van a la playa, y frente al mar encienden un tabaco.
 
Una de ellas saca del bolsillo un papel, amarillento, comido por los años y el dolor. Poco a poco, el fuego va consumiendo la hoja; poco a poco, el viento se va llevando al mar un secreto convertido en cenizas.
 
 2002…
 
– Eunice, ya pronto será 4 de junio.
– Sí, lo sé, puedo sentir la angustia. Ya tengo listos los tabacos para esa noche. Esta vez será distinto.
 
La noche del 4 de junio Las Ramos se juntaron en al playa. Rezaron un Ave María y un Padre Nuestro, y con un tabaco procedieron a quemar un papel amarillento. El viento se llevó las cenizas y el secreto.
 
 LAS RAMOS
 
Huelga aclarar que la historia de Las Ramos carece totalmente de fundamento histórico. No es ni tan siquiera una leyenda, o algo que se sienten a narrar los lugareños mientras toman el fresco en los portales de las casas en Cumaná. Es tan sólo el producto de la imaginación. Una fabricación, un subterfugio, una excusa para poder adentrarme en temas que considero vitales en este ejercicio de entender a Venezuela, de entendernos como venezolanos, y de quizás por esa vía darle un pedacito de espacio, un refugio, un santuario al buen amor por este país. No hubo noche de plenilunio, ni acto de pasión con esas tres mujeres, ni niños salvados que fueron embarcados rumbos a Canarias, y cuyos descendientes finalmente se toparon con Andrés Eloy. No hubo tal accidente que cegó al vida de tres prósperos comerciantes cumaneses. Este cuento no fue sino una licencia literaria para – ojalá – haber cautivado su atención, y compartir conocimientos y pasiones sobre la hermosísima Cumaná, la industria del tabaco, la relevancia de la impronta que los “isleños” han dejado en nuestro devenir, y una manera respetuosa de rendir homenaje a dos venezolanos de excepción que fueron nuestro Mariscal Antonio José de Sucre y nuestro enorme poeta Andrés Eloy Blanco. Sí, nuestros, dicho así, con la humildad de quien entiende que es una suerte inmensa, una gracia de Dios, una genuina y quizás inmerecida bendición del cielo que esos dos hombres hayan sido venezolanos.
 
Es la primogénita del continente. Hermosa entre hermosas. Y sin embargo, hace años que es la gran olvidada, la malquerida, por utilizar lenguaje de boleros, como si Cumaná nunca hubiera sido gloriosa e importante, como si no tuviera un sitial categórico en nuestra nación. Y la hemos relegado apenas, y con penas, a la mera categoría de “punto turístico”. En ocasiones no sé bien si la tristeza es mayor que la vergüenza. Pregunto a los muchachos qué saben de Cumaná, y sólo escucho respuestas como: “cerca de Mochima, que tiene buenas olas…”. La ciudad donde nace el sol relegada a condición de referencia playera.
 
Pero la culpa no es de los muchachos; es de quien mal les enseña, o, peor aún, nada les enseña. De quienes permitimos que esos cerebros y esos corazones se divorcien de la historia, desconozcan el pasado y se deshagan de él como quien lanza un pedazo de papel al cesto de la basura. Y luego nos preguntamos en qué momento y cómo fue que perdimos el rumbo, y hasta nos llenamos la boca con desparpajo y descaro, y soltamos frases como “bueno, los mexicanos sí tienen historia”. Quizás no alcanzamos a entender que la ignorancia es el pavimento del camino hacia la mediocridad.
 
Pero ahí está Cumaná, bella, incólume, leal, enhiesta, la que se niega a morir a pesar de los desaires y el mal de amores, la que vio nacer a Antonio José, y lo vio tornarse de estudiante de matemáticas en hijo redentor; la que nos regaló la maravilla de un Andrés Eloy cuyas letras no merecemos porque su talla nos queda grande. Esa Cumaná en la que el tabaco se arrolla con los dedos y las emociones, la de un mar que va y viene, eterno y libertario, la de los isleños que vaya si supieron apreciarla, la de la historia inmensa, la de la culinaria mágica, la de los cielos infinitos.
 
Cumaná, en la costa del Mar Caribe en la entrada del Golfo de Cariaco, junto a la desembocadura del río Manzanares, tiene su origen en 1515 como misión franciscana. En 1520 el convento fue destruido durante una rebelión indígena; para el mismo año, el capitán Gonzalo de Ocampo reconstruyó el convento y lo dotó de dos castilletes, bautizando a esta ciudad con el nombre de Nueva Toledo. Una segunda sublevación indígena destruyó de nuevo el convento y los castilletes construidos por Ocampo. La rebelión fue aplacada por el capitán Jácome Castellón, quien en mayo de 1523 concluyó la construcción de la fortaleza (una especie de cal y canto).
 
Al nuevo pueblo surgido alrededor de la nueva fortaleza, Castellón lo nombra Nueva Córdoba. En 1530, arrasada por el primer terremoto que se conoce en la historia de la América. Luego, los cumaneses comenzaron a reconstruir su ciudad. En 1533 la fortaleza de Nueva Córdoba pasó a la jurisdicción de Nueva Cádiz.
 
El 1° de febrero de 1562, fray Francisco Montesinos nombró el ayuntamiento al viejo poblado de Nueva Córdoba, siendo éste el primero establecido en la tierra firme oriental. Con la desaparición de los ostrales, la Nueva Cádiz perdió su antiguo imperio y, tras una terrible tempestad a fines de diciembre de 1541 que marcó la destrucción de Cubagua, llegó una incursión de piratas franceses en julio de 1543, dejando la ciudad en llamas. Como consecuencia, Nueva Córdoba sufrió un proceso de estancamiento en su desarrollo hasta la llegada de don Diego Fernández de Zerpa, quien le dio nuevo gobierno el 24 de noviembre de 1569 y le dio el nombre de Cumaná. El día 2 de julio de 1591, en su residencia de San Lorenzo de El Escorial, el rey Felipe II le otorgó a Cumaná el título de ciudad, a solicitud de Juan López, Procurador General de la Provincia. No debería existir ni un solo venezolano que no se proponga alguna vez ir a recorrer sus calles. Nadie debe privarse de esa experiencia de solidarizarse con todo eso que revela, explica y justifica quiénes somos.
 
Cumaná fue la generosa, la que abrió sus puertas para recibir a los cientos de miles que tuvieron que emigrar a oriente cuando las tropas realistas se tornaron en huestes de perseguidores, que arrasaban todo a su paso, sin atisbo de clemencia o piedad. Esa deuda aún no ha sido saldada, ni tan siquiera con las monedas que podríamos ofrendar, las del respeto y el aprecio.
 
Estemos claros. A Sucre, a nuestro Antonio José, a nuestro mejor hijo del sol, lo asesinaron con una vileza que aún hoy espanta y eriza la piel. Y con esa emboscada al príncipe de los sueños, nos tendieron una celada de la que todavía no logramos recuperarnos. Sucre no era un hombre cualquiera, y me permito reprochar a profesores y maestros el no hacerle justo homenaje. Lo hemos condenado a nombre de plaza, de estado, lo hemos relegado a los confines de actos a cuál más aburrido, a las páginas de discurso almibarado que se dice en tono solemne cuando no hay nada interesante que obsequiar al inventario de pensamientos. Y, ¡ah paradoja!, nos hemos convertido en cómplices de los asesinos de Berruecos, al no recordar a Sucre cada 3 de febrero por su natalicio, y cada 4 de junio con ocasión de un aniversario más del horrendo suceso de su prematura muerte.
 
Gracias a Dios y lo digo con dolor y no poca vergüenza, sus restos reposan en la Catedral de Quito, donde a Sucre no sólo se quiere, sino que vaya si se le respeta.
 
Las Ramos no existieron, pero de haber vivido, cumanesas al fin, de seguro hubieran sentido premonitoriamente que el papel que les había reservado la vida era el de entender lo que con tanto amor y dolor pintó Andrés Eloy en esos versos escritos en 1955, cuando ni tan siquiera presentía su muerte:

 “cuando se tienen dos hijos
se tiene todo el miedo del planeta,
todo el miedo a los hombres luminosos
que quieren asesinar la luz y arriar las velas
y ensangrentar las pelotas de goma
y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda.
Cuando se tienen dos hijos se tiene la alegría y el ¡ay!
del mundo en dos cabezas,
toda la angustia y toda la esperanza,
la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega,
si el modo de llorar del universo
el modo de alumbrar de las estrellas.”
 
¿Nos merecimos a ese joven de la luz que fue Antonio José de Sucre? ¿Y a ese poeta inmenso que fue Andrés Eloy, que tejía con palabras su amor por Venezuela? Quizás entonces, cuando estaban vivos, pero ahora no los merecemos, porque los tenemos como lujo de adorno, condenados a una estantería, o una pared con un retrato de imprenta de baja factura, allí, usados para exhibirlos cuando nos conviene, para citarlos cuando la ocasión la pintan de discurso, pero sin entenderlos, sin comprenderlos, sin apreciarlos, sin respetarlos. Lo nuestro con ellos es como si alguien se atreviera a usar a Mozart como música ambiente de ascensor de hotel.
 
En alguna parte, quizás en las calles o a la orilla de la playa en Cumaná, un Antonio José camina meditabundo y cabizbajo. Y el mar, siempre el generoso mar, le trae una voz muy queda de un poeta sencillo, delgado y tierno, que recita:

 “y verás cómo todo hace falta
y sabrás cuántas estrellas tiene el cielo
cuando sepas que el cielo tiene una sola estrella
para cada momento,
porque con una que se pierda
dará un paso de sombra la luz del universo.”
 
¿Para cuándo vamos a dejar entender, conocer, querer y respetar a Venezuela? ¿Para cuando ya no queden ni tan siquiera pedazos que recoger del fango? Amigo, amiga, hágale un favor a este hermoso y adolorido país nuestro. Busque a sus hijos, a sus nietos, a sus sobrinos o ahijados, o a cualquier niño o joven que esté cerca de sus amores, siéntelos muy cerca y hágales un regalo: cuénteles a Venezuela. Y para hacerlo, recurra a los versos de Andrés Eloy Blanco, el hombre que pintó con versos el palabreo de los venezolanos.

Soledad Morillo Belloso
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob
Venezuela 

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 30/05/2021




 




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TITULARES DE HOY

EMPERATRIZ BETANCOURT: SEMBLANZA DE ANTONIO JOSE DE SUCRE

Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá nació el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, Capitanía General de Venezuela en ese entonces, de una familia cuyos ascendientes son originarios de Bélgica y España. Fue hijo de Vicente de Sucre Pardo y García de Urbaneja, militar y político español y María Manuela Alcalá y Sánchez.

El 4 de junio de 1830, cuando regresaba a encontrarse con su familia en Quito, el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre fue asesinado de un balazo que le causó la muerte de manera inmediata al momento que cruzaba el sendero estrecho de Cabuyal de las montañas de Berruecos (sur de Colombia).

Sucre conoció allá en Bolivia a Rosalía Cortés y Silva, aristócrata de La Paz, con la cual tuvo un hijo –enero de 1826– que fue bautizado con el nombre de José María. Tras un fugaz paso por la carrera militar, este se retiró a la vida privada. Tuvo 11 hijos.

En Tarija, también en Bolivia, el Mariscal tuvo otro romance con María Manuela Rojas, fruto de lo cual nació, el 7 de junio de 1828, su hijo Pedro César Sucre. El hijo de Pedro César se llamó Julio César y tuvo dos hijos más, que a la postre se convirtieron en los bisnietos del prócer.

Antonio José de Sucre, El 20 de abril de 1828, se casó por poderes con Mariana Carcelén de Guevara y Larrea, marquesa de Solanda y Villarocha.

Y aunque no está registrado históricamente, al buscar una explicación al nombre de Simona que puso a su hija guayaquileña, podría servir una carta que Sucre escribió, el 28 de junio de 1829, al libertador Simón Bolívar: “Creo que toda mi carrera y mi vida están marcadas por los testimonios del más sincero afecto por usted, y dudo mucho si a mi padre mismo he querido más que a usted”.

Emperatriz Betancourt
empera7@gmail.com
@empera7
Venezuela

HUMBERTO MARCANO RODRÍGUEZ: ANDRÉS ELOY BLANCO MEAÑO

Nada fácil resulta escribir sobre una personalidad como ANDRÉS ELOY BLANCO MEAÑO, porqué hablar de él, es hablar de Venezuela, del Oriente del país, del Estado Sucre, de Cumaná, del río Manzanares, de Araya, del Salado, de grandes poetas de ese estado como Andrés Mata, Cruz Salmerón Acosta, Ramos Sucre y tantos otros que se pierden en la memoria, de Andrés Eloy Blanco se puede decir que es uno de los más grandes poetas nacidos en Venezuela, poeta, declamador, escritor, político, su fama traspasa los linderos de la patria y va a conocerse allende los mares desde muy joven; su “CANTO A ESPAÑA”, lo lleva a Europa, los círculos literarios de España y Francia que se rinden a sus pies. 

Andrés Eloy Blanco Meaño, nace en Cumaná, Estado Sucre, un 6 de agosto de 1896, muriendo trágicamente en México el 21 de mayo de 1956 a la edad de 60 años, donde se encontraba exilado huyendo de la cruel y sangrienta dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, fueron sus padres: Don Luis Felipe Blanco Fariñas y Doña Dolores Meaño Escalante de Blanco, 

La obra literaria de este gran poeta y escritor, cubre todo el mundo hispánico de las letras y la cultura en general; centenares de poesías, cuentos, obras de teatro, libros, poemas convertidos en canciones y llevadas al cine son un claro testimonio de su fecunda inteligencia para cantarle al amor, al río a las sabanas y adentrarse en el mundo social que lo rodeaba, sus grandezas y miserias, alegrías y tristezas son las musas que lo inspiran, una inspiración plasmada en sus obras a través del tiempo y que perduran no solo hasta nuestros días sino hasta un futuro lejano. 

Andrés Eloy, después de haber cursado sus estudios de secundaria en Cumaná, marcha a Caracas donde estudia en La UCV (La Casa que vence las sombras), graduándose de Abogado y a la vez formando parte activa del Círculo de Las Bellas Artes, recibiendo su primer premio literario en 1916 con el poema pastoral 

“Canto a las espigas y al arado”; Pero va a consagrarse como poeta universal con su muy memorable poesía “Canto a España”, Galardonada con el primer premio, en los Juegos Florales de Santander en España, concurso promovido por La Academia Española de la lengua con un premio en dinero de 25.000 pesetas, una cantidad astronómica para la época. En el año 1923 de España viaja a París donde es agasajado por los círculos literarios de esa capital, En París va a encontrarse con su padre, el cual tenía varios años sin ver debido que se encontraba exilado en Francia, por su tenaz oposición al régimen dictatorial y opresor de Juan Vicente Gómez. Regresa a España en 1924, porque la Real Academia de Sevilla de las Buenas Letras lo ha elegido como miembro correspondiente. 

De regreso a Venezuela pasa por Cuba. Atendiendo una invitación de Los Círculos Literarios de La Habana, allí recibe un gran homenaje de La Juventud Literaria de Cuba y El Casino Español de Cuba organiza una suntuosa velada en su honor. Ese mismo año Andrés Eloy publica dos novelas: “ El amor no fue a los toros” y “Las cuatro puertas”; para la fecha su nombre ya hacía historia en Venezuela. 

Andrés Eloy Blanco, para el año 1911 junto a Salvador de La Plaza, Pedro Zuloaga y Pedro Brito dirigen la revista universitaria de los estudiantes de derecho de la UCV, en 1918 es enviado a la cárcel de la Rotunda por participar en manifestaciones estudiantiles, graduándose de abogado para el año 1919 y en 1921 gana un Concurso Literario en el Zulia, donde hace una estrecha amistad con el gran poeta y escritor zuliano Udón Pérez, del Zulia marcha a ejercer su profesión de abogado al Apure, donde uno de los casos más emblemáticos que le correspondió defender fue de una rica señora ganadera, que es precisamente la persona que le ha de servir a Rómulo Gallegos como personaje central en su célebre novela “Doña Bárbara”. 

Sin duda alguna que Andrés Eloy Blanco marcó en la historia del Siglo XX en Venezuela un lugar relevante de cara al protagonismo como escritor, cuentista, poeta, político y hombre de leyes, todo acompañado con su gran humorismo, fue poeta versátil capaz de cultivar tanto la poesía amorosa, la social como el artículo de opinión como la crítica política, el cuadro costumbrista, el teatro y el ensayo, sin dejar atrás las arengas políticas, convirtiéndose en el mejor orador de Venezuela para su época. Sus obras completas abarcan diez voluminosos tomos que fueron publicados en el año 1973 por el entonces Congreso Nacional de la República de Venezuela. Por su posición política de una total diafanidad democrática, sufrió persecución, secuestro y cárcel, en este aspecto había seguido el camino trazado por sus familiares, en especial por su padre Don Luis Felipe Blanco, opositor tenaz a la dictadura de Cipriano Castro y posteriormente a la de Gómez, por eso no hay que extrañar su posición desde que fue alumno de la Universidad Central de Venezuela y que posteriormente tomara parte en las manifestaciones contra la dictadura gomecista hasta llegar a la rebelión estudiantil de 1928 a cuyos participantes se les llamo hasta los actuales momentos “La Generación de 1928”, que es precisamente el año que va a marcar el destino político de Andrés Eloy Blanco al incorporarse al lado de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Javito Villalba, Miguel Otero Silva, Guillermo Prince Lara, Elide Benearroch, Isaac Pardo, Pío Tamayo, Juan José Palacios y Jacinto Fombona Pachano entre otros a la lucha política. Por estos actos de rebelión fue encarcelado de nuevo y enviado a La Rotunda, de allí trasladado al Castillo de Puerto Cabello y posteriormente se le envía para ser confinado a las duras prisiones de Timotes y Valera, fueron años de duro cautiverio, que las autoridades suspendieron dado al delicado estado de salud que presentaba. 

Regresa a Caracas a comienzo del año 1935, prohibiéndosele hablar por la radio y publicar nada absolutamente en la prensa, dedicándose entonces a publicar un conjunto de composiciones poéticas en dos libros que se hicieron famosos “Barco de Piedra y Baedeker”, composiciones escritas durante sus años de prisión, posteriormente publica los dramas sociales “Abigail y La Juanbinbada”, en estas últimas publicaciones pone de manifiesto su actitud de poeta social en contacto con la realidad americana. 

De Andrés Eloy Blanco, dijo Juan Liscano: Que era un poeta que se reconoció a sí mismo en la figura ya mítica del Juan Bimba, el de poseer la referencia obligada en la historia de nuestra literatura. Andrés Eloy Blanco goza junto con otros poetas anteriores a él de la mayor popularidad en Venezuela, su noble condición humana, su idealismo de otro tiempo, su caballerosidad y su adhesión a la causa de la libertad y la democracia. lo cual le cuesta cárceles, confinamientos y exilios,( de hecho en 1952 cuando muere trágicamente en México, estaba exiliado por la dictadura Pérezjimenista), su humor y su ingenio chispeante , su sensibilidad por lo popular, su elocuencia, sus versos de civilidad vigilante son una expresión genuina de la venezolanidad extrovertida. 

En sus poemas le cantó al mar, a la montaña, a los ríos, al dolor, a la pena, a la tristeza, a la alegría y sobre todo al amor; en sus obras estaban palpadas la realidad social de Venezuela en su época, poemas como “Píntame Angelitos negros, Palabreos de la Loca Luz Caraballo y La Juana Bautista, demuestran claramente el cuadro social que se vivía. 

Mario Torrealba Lossi, apunta en su estudio, “Los poetas venezolanos de 1918”, que Andrés Eloy Blanco es un poeta único, un poeta de varias y marcadas tendencias, que esa estructura polifacética, esas tonalidades divergentes lo distanciaban de sus compañeros de promoción literaria, ya que el adviene a la, poesía cuando el modernismo está expirando y poetas de la corriente modernista como Lugones, López Velarde, Tablande y López Martín ya se abren a otros caminos. 

En realidad en Venezuela poetas como Alfredo Arvelo La Riva , Luis Enrique Mármol y el malogrado Francisco Caballero Mejías responden claramente a esa transición entre el Modernismo y la Vanguardia, por lo que Andrés Eloy Blanco se encontró compartido entre los énfasis del Modernismo y la conciencia de los poetas que reaccionaban contra sus excesos, de allí las tonalidades divergentes tan notorias en sus poemas por ejemplo “ Tierras que me oyeron”, y como se pierde en galanterías florales. “Canto a España”, es un poema modernista típico, en “Carta a Udón Pérez”, afirma el leguaje coloquial, aunque este poema tiene como antecedente un poema de Salustio González Rincones; titulado “ Carta a mi Madre”, otras veces se impone en lo popular desarrollándose en décimas, corríos, coplas y romances. 

Destaca también Andrés Eloy Blanco en el plano político, aparte de lo ya dicho anteriormente en su lucha contra la dictadura sanguinaria Gomecista, que le costó años de cárceles. Fue Concejal de Caracas por la Parroquia San Juan; Presidente del Concejo Municipal de Caracas, Senador de la República y Presidente del Congreso Nacional, Ministro de Relaciones Exteriores (Canciller), en este cargo lo sorprendió estando en el exterior la asonada militar dirigida por el golpista Marcos Pérez Jiménez en noviembre de 1948 contra el Gobierno Constitucional de Don Rómulo Gallegos. Asilándose primero en Cuba y luego en México. 

Andrés Eloy Blanco, fue de los fundadores primero del partido “Partido Democrático Nacional (PDN) y posteriormente del partido Acción Democrática (AD). Su muerte, brutal fatalidad del destino ciego; contribuyo a labrar su vida de prócer, no olvidemos que como dijo Andrés Malraux: “La muerte le confiere a la vida una categoría de destino” y el destino de Andrés Eloy Blanco parecía ser el de mártir. Exilado por los bárbaros militares que le temían a su condición de demócrata, orador y poeta, Andrés Eloy tras una actuación de poeta cantor que arrancaba aplausos de política resplandeciente, amigo de la tolerancia y el respeto por las leyes y las causas reivindicadoras de los pobres; era un héroe romántico al estilo de Lamartine y de Martí, y es por eso que Andrés Eloy Blanco es sobre todo una biografía edificante, ese valor responde a su naturaleza inclinada por su voluntad ética hacia el respeto y la exaltación de un código de honor en el comportamiento social; ya que cultivó el amor a la familia, al amigo, a la esposa, a los hijos, a la patria y al pueblo sentido siempre como presencia de escritor humorista y humanista y poeta; Él ha de ser eterno, como son los verdaderos próceres. Su gran legado no solo está inscrito como un poeta sino como un gran humanista, un político honrado a carta cabal que nunca transito por el camino del engaño y la mentira, un ser que amada a su familia y a su patria por sobre todas las cosas del mundo Para gloria de esta patria y exaltación de su constante recuerdo los restos de Andrés Eloy Blanco, reposan en el Panteón Nacional. 

Andrés Eloy Blanco contrajo matrimonio en el año 1943 con Liliana Iturbe, su gran y descollante Musa (GIRALUNA) de muchos de sus poemas, de esa feliz unión nacieron dos hijos que aún le sobre viven: Luis Felipe y Andrés Eloy Blanco Iturbe. 

Entre las innumerables poesías de Andrés Eloy Blanco resaltan: 

Canto a La Espiga y el Arado, Canto a España, Píntame angelitos negros, Carta a Udón Pérez, Baedeker, Barco de Piedra, Carta a Rubén Darío, El limonero del Señor, Poemas del Apure, Juan Bimba, Carta a Juan Bimba, Las Uvas del Tiempo, Poema a la madre, La Juana Bautista, Palabreos de la loca Luz Caraballo, Amor Viajero, A Florinda en invierno, Palabreos de Sara Cata, El dulce mal del que me estoy muriendo, Río de las siete estrellas; además publico varias obras para teatro y novelas, todo esto conforman ese gran pedestal donde reposa la Gloria Eterna de ese gigante de las letras hispanoamericanas.

Humberto Marcano Rodríguez
hjmrodriguez@gmail.com 
@Hmarcanor
Venezuela

JESÚS GONZÁLEZ BRICEÑO: LA RUSIA DE PUTIN,

Calificado de asesino por el Pdte. Biden, pretende retomar el autoritarismo soviético para desempeñar un rol estratégico en el nuevo orden mundial, junto a EEUU y CHINA
 
Recientemente publiqué por las redes sociales la 1era entrega’’ Los tres colosos actuales, Rusia, China y EEUU, están afectados por severos conflictos en su lucha por la supremacía mundial ’’, disponiendo de las capacidades para ser parte del liderazgo internacional, en un mundo en que no existe una hegemonía tecnológica, militar, económico-financiera y cibernética única, sin esconder sus pretensiones de ejercerla.
 
En esa primera entrega se mencionaban las debilidades estadunidenses que, a pesar de ser la máxima potencia global hasta el siglo XXI, está padeciendo reiteradamente flaquezas respecto a la existencia de resabios de discriminación racial afroamericana, una avalancha inmigratoria sin precedentes, desatención del liderazgo democrático occidental, desestabilidad de su statu quo bipartidista, el control de las armas, y un descomunal déficit fiscal agravado por la actual pandemia
 
Lo que parecía superado tras la disolución de la URSS, a fines del 1991, se ha venido fortaleciendo durante la larga gobernanza del Pdte. Putin, desde 1999, con la renuncia de Boris Yeltsin, demostrando que no ha abandonado su talante autoritario, como agente de la KGB, desde 1975, habiéndose desempeñado en la republica Comunista de Alemania Oriental, en estrecha colaboración con la tenebrosa policía secreta, La Stasi, 1985-dicembre 1989, hasta la caída del Muro de Berlín, con un saldo lamentable humano de encarcelamientos, persecución, heridos, muertos y desplazados de opositores y disidentes del régimen comunista, sostenido por más de trescientos mil soldados, tanques, carros blindados y millones de confidentes por un voluminoso expediente para chantajear, amenazar y castigar la población alemana, como única forma de mantener por tantos años, 1949-1989, la dictadura más feroz del comunismo soviético allende sus fronteras.
 
Es extraño que después de la disolución de la URSS de parte de Gorbachov, posteriormente, el ex agente de KGB Vladimir Putin no fuese acusado por los la ONU ni por las distintas agencias internacionales de derechos humanos por su participación directa en el genocidio perpetuado en la Alemania comunista y, al contrario, se encargó de la dirección de la FSB, Servicio Federal de Seguridad, sucesor de la KGB, en 1995, hasta ser designado presidente interino y posteriormente electo presidente de la República Federal Rusa hasta la actualidad, apoyado y sostenido eficazmente por el nuevo ente de espionaje e intervención, su desbordada pasión y especialidad.
 
LA URSS formó parte activa en la creación de la ONU en 1945 y la Federación Rusa ratifica su adhesión, en 1991, pero no suscribe, junto a China y Cuba, La Carta Internacional de los Derechos Humanos que incluye los dos Pactos internacionales de 1966, y 1976, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 1948, además de dos protocolos Facultativos que devienen en su conjunto obligatorios para sus miembros aunque los países comunistas no lo ratifican aunque la Federación Rusa se adhiere, en febrero de 1996, a la Convención Europea de los Derechos Humanos de Las Libertades Fundamentales, en vigor en 1953, con sede en Estrasburgo, Francia, además de ser miembro activo y deliberante del Consejo de Seguridad de la ONU, que al igual que China y otros países excomunistas están obligados a preservar los derechos humanos, el trato igualitario y soberanía de sus estados miembros.
 
No obstante la historia antes y después de la desaparición de la URSS patentiza rotundamente la constante violación de los derechos humanos y del principio de no intervención en otros países mientras que los derechos humanos son imprescriptibles, sin caducidad; inalienables, no pueden ser despojados, e irrenunciables, ni siquiera por la propia voluntad, de modo que su violadores nunca están a salvo de ser condenados.
 
El largo mandato del Pdte. Putin, más de dos décadas y prorrogables hasta 2036, ha transcurrido con presuntas pero evidentes violaciones de los derechos humanos como de intervención en diversos países, dentro de entorno euroasiático, como extra continental, con persecución, encarcelamiento en campos de concentración, desaparición y asesinato de sus críticos, opositores políticos, contestatarios, artistas, credos o religiones, etc. que llegó a su límite con el envenenamiento de parte de FSB, policía secreta bajo su mando directo, con el intento de asesinato de su opositor Alexis Navalni, salvado, gracias a su traslado a de Alemania, comprobándose su envenenamiento por gases mortales, y al regresar a Rusia fue juzgado y condenado de nuevo a prisión por no comunicar su salida del país en su estado de gravedad, y quien acusó al presidente de ENVENENADOR, juzgado y confinado a un antiguo campo de concentración a 100 km de Moscú, el IK-2; lo que motivó al primer mandatario estadunidense calificara al presidente ruso, en dos oportunidades, como ASESINO, lo que ha descarrillado totalmente las relaciones entre ambos países, en luna de miel con el expresidente Trump.
 
Las organizaciones de los derechos humanos han acumulado varias acusaciones contra el presidente ruso conformando un grueso expediente respecto a las transgresiones más relevantes con la anexión de la Península de Crimea y Sebastopol, apoyo y logística militar a los ruso parlantes de Dombos (regiones ucranianas de Donetsk y Luhansk) logrando su separación de su eterna
 
enemiga Ucrania tras un sangriento conflicto con pérdidas humanas e infraestructuras, y el derribo del Boeing 777 con la muerte de 295 personas, con misil ruso hecho comprobado por las investigadores holandeses, en el primer cuatrimestre de 2014. La larga historia de intervenciones rusas en Ucrania data desde diciembre de 1917 al declarar su independencia de los bolcheviques como República Popular, en 19932-33, el exterminio de casi 4 millones de ucranianos de Stalin, por una terrible hambruna , El Holodomor (muerte por hambre) para establecer la colectivización agrícola. Y desde octubre del 2018 Rusia está obstruyendo el acceso ucraniano por el Estrecho de Kerch, su única vía marítima al sur en el Mar de Azov, para transportar sus productos industriales por el Bósforo, estrecho de Estambul y posteriormente al Mediterráneo por Dardanelos pretendiendo así liquidar la economía ucraniana.
 
Participación con fuerzas marítimas, terrestres y aéreas rusas en el conflicto sirio, desde 2015, con la utilización de armas químicas (cloro, sarín…) comprobado por comisión Ad Hoc, vetada por Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU para perpetuar la dictadura de Basar Al Asad, que junto a su padre, han gobernado por medio siglo autocráticamente te, en peligro de caer ante las masivas protestas armadas de opositores convirtiéndose en un escenario bélico internacional con participación de Estado Islámico, apoyado por Irán, Turquía, el bloque occidental comandado por USA que pronto abandonó la causa, los Kurdos e Irak, El Herbola libanés, originando un gran genocidio, desplazados, muertes, destrucción física y humana y una hambruna generalizada,
 
LA Trama Rusa, significó su intervención en las elecciones presidenciales estadunidenses para exponer a la candidata demócrata Hilary Clinton, al escarnio público en la recta final de la campaña electoral de 2016, mediante jaqueo del Comité Nacional Demócrata y filtrando documentos de WikiLeaks con noticias falsas y desinformación, según concluyó el Informe de la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos,
 
Otras intervenciones rusas, criticadas acerbamente por la comunidad internacional se llevaron a cabo en Bielorrusia con motivo de las elecciones presidenciales fraudulentas, en agosto del 2020, en que Alexander Lukashenko, mandatario de corte soviético, autoproclamado ganador, siendo respaldado integralmente por su camarada Putin, para calmar las multitudinarias protestas, huelga nacional, persecución y exilio de sus opositores ´políticos , en tanto que la el Organización de Seguridad y Cooperación de Europa, OSCE, dictamina que ninguna de las elecciones realizadas en Bielorrusia, desde 1994, han sido libres y justas en que el dictador también resultó electo. La reclamación abrumadora y multitudinaria de la gran mayoría de sus habitantes, por el menoscabo de sus derechos civiles de su dictadura, parece haberse disipado ante el apoyo total de Putin que pretende anexarla a Rusia.
 
El conflicto reciente en el enclave estratégico de Nagorno Karabaj, legalmente de Azerbaiyán pero étnica e históricamente armenio, en septiembre-noviembre 2020, en que Rusia intervino para dar adiestramiento, logística militar y tropas para beneficio de azeríes y el suyo propio mediante un alto al fuego asegurándose el paso para sus exportaciones de hidrocarburos para terminar aislando a Ucrania y desechando Armenia para el emplazamiento de los gasoductos y oleoductos
 
rusos destinados a Turquía y Europa, originado el control de este territorio y el aislamiento de sus enemigos. Hubo intervenciones interesadas de otros países, en especial de Turquía.
 
Un voluminoso y extenso dossié sobre la violación sistem{aticaantes y durante la gestión de Vladimir Putin, sobre graves violaciones de los derchos humanos que, unidos a los casos de arriba citados,( Derechos Humanos en Rusia, Wikipedia, La Enciclopedia universal, art{iculo en discusión) nos demuestra una violación sistemática del derecho de igualdad y soberanía de naciones, objeto de injerencia y transgresión de los derechos humanos de las personas, dentro y fuera de la Federación Rusa que significan la inobservancia de su Constitución ratificada en 1993, a la Carta de loa Derechos Hiumanos y de Convención Europeade Derechos Humanos, referidos al menoscabo del contyrol del sistema judociail, y judicialización de sus opositores , socavamiento de la libertad pol{itica en elecciones legislatyivas y presidenciales; encarcelamiento y asesinatos a de científicos, escritores críticos de su gestión; libetrtad de prensa asesinatois de periodistas y ataques a sus oficinas de trabajo, ejercicio del espionaje como arma principal de intervención, persecusión a las ANGs y libertad de cultos religiosos no tradicionales, etc.
 
Elpresidente Biden le acusó reciente,mente de su interferencia en las elecciones estadunidenses de 2016 para desprestigiar la imagen de la candidata Hilary Clinton, que junto a la anexión de la Peneínsula de Crimea originaron sanciones contra el régimen de Putín, recientemente, además de las sanciones impuestas anteriormente por la acusación del gobierno checo de espionaje que reaacionó expulsando diplomáticos rusos y las sanciones del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos que parecen no causarle preocupación en vista de que tiene a su disposición la llave de la ventas vitales de petroleo y el 30% del GLN a Europa, y otros bienes de exportación esenciales para la Europa Unida y la cuantiosa exportación de gas a China con nuevos proyectos que, junto a a la cooperación política, military financiera a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, le otorgan al mandatario del Krenlin un poder inusitado y relevante para constituirse en un factor decisorio de la geopolítica mundial.

Jesús Rafael González Briceño
jesusrafael768@gmail.com
@jesusgonzalezbr
Venezuela