domingo, 29 de diciembre de 2019

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, LUNES 30/12/2019

ISABEL PEREIRA PIZANI: EL ESTRECHO CORREDOR

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 7 minutos
En medio de la angustia, el aparente declinar de la esperanza, surge lo que he llamado la gran oportunidad, nacida de vivir en una especie de infierno en corrosión, los jueces roban la confianza en la dignidad humana y los poderosos estan armados con bombas matagente para destruir, atacar, nunca una apertura a la redención, jamás pedir perdón. Es la tristeza que nos embarga cuando oímos a Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Vladimir Padrino, seres que han apagado la onda de la conciencia, solo actúan para amenazar, extorsionar y tratar de engañarnos. Cerramos el año con 388 presos p... más »

MARYCLEN STELLING: NARRATIVAS MESIÁNICAS POLARIZANTES

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 9 minutos
Tiempos decembrinos, de mesías, de unión encuentro y reconciliación. Pese a las fuerzas despolarizantes que espontáneamente emanan de una sociedad desgastada y propensa al diálogo, sobreviven los intentos de fortalecer narrativas polarizantes y mesiánicas. Narrativas que pretenden posicionar en Venezuela un mesianismo bifronte que obedece a una clara intencionalidad política polarizante (madurismo–guaidoísmo). La narrativa es una forma político-mediática de interpretar un determinado fenómeno, donde impera la competencia por audiencias afines. Más allá de la pretensión de objetivid... más »

OFELIA AVELLA: EL DON DE LA VIDA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 11 minutos
El nacimiento de un bebé llena de alegría a una familia. Cada nuevo niño surte el efecto de una renovación en la vida de todos los que estamos relacionados con el hijo, sobrino o nieto que acaba de nacer. La experiencia de la maternidad física, porque también la hay espiritual, es un don especial. Concebir un hijo, llevarlo en el vientre durante nueve meses y darlo a luz, es un proceso que da una profunda felicidad. Ver llegar al mundo una nueva vida, empezar a conocer a esa personita que hasta ese instante no sabíamos cómo sería; escuchar su llanto; tocarla y sentirla cerca, sobre... más »

JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE: VENEZUELA, ESPAÑA, Y EL PERSONALISMO POLÍTICO

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 12 minutos
La alucinación y el absurdo pareciera que se han apoderado del imaginario colectivo de algunas sociedades. Esta suerte de surrealismo que se nutre más de la infamia y de la pesadilla que de lo irracional y lo onírico tiene ya algún tiempo recorriendo países como Venezuela y España sin que nadie lo detenga. Un gobierno puede equivocarse, meter la pata e incluso en su desacierto e ineptitud colocar a su país al bode del precipicio, pero lo que no puede es estando en ese borde darle una patada y echarlo por él. En Venezuela se ha pasado de lo primero a lo segundo en estos últimos ... más »

ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO: EL MISMO AMOR, LA MISMA LLUVIA. CASO ARGENTINA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 18 minutos
Como parte importante de la blitzkrieg del peronismo pegoteado (impuestazos, degradación de las instituciones, abuso de medios públicos) la clara intención de Cristina Fernández de obtener total impunidad respecto a las innumerables causas por corrupción que la afectan -y, con ella, a sus hijos- se materializa diariamente a través de su control sobre los organismos que actúan como acusadores en las mismas y en el Consejo de la Magistratura, que controla la designación y la remoción de los jueces. Por lo que se ha visto en los últimos días, me atrevo a decir que la obtendrá. Por o... más »

TOMÁS STRAKA: CESARISMO DEMOCRÁTICO: LA VICTORIOSA DERROTA DE VALLENILLA LANZ

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 23 minutos
En diciembre de 1919 –pronto hará un siglo– se publicó Cesarismo democrático. Estudios sobre las bases sociológicas de la constitución efectiva de Venezuela, controvertido texto de Laureano Vallenilla Lanz donde se expone la tesis del “gendarme necesario”, doctrina que sirvió para sustentar, intelectualmente, la dictadura de Juan Vicente Gómez. No obstante, el volumen continúa generando reflexiones pues varios de los asuntos que trata mantienen inusitada vigencia en el contexto venezolano actual. ¿Cómo imaginaría Laureano Vallenilla Lanz el centenario de Cesarismo democrático? ¿Ha... más »

ISABEL PEREIRA PIZANI: EL ESTRECHO CORREDOR

En medio de la angustia, el aparente declinar de la esperanza, surge lo que he llamado la gran oportunidad, nacida de vivir en una especie de infierno en corrosión, los jueces roban la confianza en la dignidad humana y los poderosos estan armados con bombas matagente para destruir, atacar, nunca una apertura a la redención, jamás pedir perdón. Es la tristeza que nos embarga cuando oímos a Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Vladimir Padrino, seres que han apagado la onda de la conciencia, solo actúan para amenazar, extorsionar y tratar de engañarnos.

Cerramos el año con 388 presos políticos, vejados, torturados, con crímenes impunes de personas cuyo único afán ha sido comprometerse con la búsqueda de la libertad.

Sin embargo, lo bueno cuesta y lo estamos pagando, conscientes de que hay un retorno de valor imponderable, encarnado por primera vez en nuestra historia en “el estrecho corredor” (Robinson, James). Un proceso en el cual la sociedad se reorganiza, las normas se transforman en favor del ciudadano y nace la posibilidad de que el Estado se fortalezca en favor de la gente, momento de albergar la esperanza de que la sociedad y el Estado se transformen en competencia por la libertad y la inclusión. Sustituyendo el Leviatán totalitario que impera sobre nuestras vidas por el Leviatán Encadenado (Robinson) portador de la esperanza de un Estado distinto a la máquina opresora, que siempre hemos conocido.

Lo que escribo no son vanas ilusiones, es la oportunidad de cambiar el Estado y su corte de instituciones depredadoras, ilegítimas, por otras que transiten el estrecho corredor hacia la libertad. La posibilidad nace de haber vivido el extremo, la anulación total del ciudadano, la desaparición de la responsabilidad individual, la quiebra ética que implica robar a quien debes servir. Caer en estos abismos nos ha permitido vernos a nosotros mismos, calibrar nuestras instituciones, aspiraciones y obligaciones.

Es la hora de soñar la sociedad que queremos, tiempo favorable para afianzar una nueva narrativa, aquella en que circula la libertad, un bien escaso y preciado. Surge la gran oportunidad para mirarnos, no solo la tragedia que nos aplasta, levantar la mirada y ver lo que podría ser. No lo podemos ocultar, ni hacernos los locos, el Estado venezolano tiene que transformarse, imposible desconocer que las sociedades que depositan todo su poder, su fuerza, en un aparato represor, son sociedades que caminan hacia el abismo, la destrucción y el esclavismo. Si el Estado es todo el individuo es nada. Imposible escapar de esta ecuación.

Con la licencia del fin de año veamos algunas ideas que necesariamente tendremos que examinar y comprender, si aspiramos a cambiar. La primera es despojarnos del mito de la igualdad concebido como una guerra entre los seres humanos, donde solo se trata de aniquilar al creador, inventor, al que es productivo. Un mito de igualdad que monta una loza de hierro encima de nuestras cabezas, que oprime y obliga a rebuscar y apropiarse de lo que existe sin crear nada nuevo. La igualdad es el mito que ha hundido todos los experimentos socialistas, que quebró las 15 repúblicas de la URSS, Cuba y todas las iniciativas de imponer la igualdad a la fuerza, robando propiedad. No se pueden desconocer las diferencias, la segregación económica y social pero su antídoto es la generación de oportunidades para crecer y capacitarse.

Es primordial mirar con realismo nuestros derechos. Obligado preguntarse cuáles en verdad son derechos inalienables y cuáles falsas apropiaciones de ventajas que no hemos construido con nuestra voluntad. Ejemplo, los reclamos de beneficios en las quebradas empresas básicas de Guayana. Los derechos aparecen como territorios que defendemos casi irracionalmente, sin pensar ni valorar el brío humano, el costo de recibir gratuitamente aquello que solo puede tenerse como respuesta del esfuerzo empleado. Los derechos tienen que contrastarse con las responsabilidades, con las obligaciones que respetamos y cumplimos. La mejor terapia que podemos realizar es comparar con objetividad la enorme lista de derechos que creemos nos acompañan desde la cuna, con otra, las responsabilidades y obligaciones con las que estamos comprometidos.

Estas dos reflexiones tienen que relacionarse con la valoración de nuestra dimensión ética, las  decisiones que asumimos y la relación que existe entre nuestros esfuerzos y logros.

Isabel Pereira Pizani  
@isapereirap 
@ElNacionalWeb

MARYCLEN STELLING: NARRATIVAS MESIÁNICAS POLARIZANTES

Tiempos decembrinos, de mesías, de unión encuentro y reconciliación.

Pese a las fuerzas despolarizantes que espontáneamente emanan de una sociedad desgastada y propensa al diálogo, sobreviven los intentos de fortalecer narrativas polarizantes y mesiánicas. Narrativas que pretenden posicionar en Venezuela un mesianismo bifronte que obedece a una clara intencionalidad política polarizante (madurismo–guaidoísmo).

La narrativa es una forma político-mediática de interpretar un determinado fenómeno, donde impera la competencia por audiencias afines. Más allá de la pretensión de objetividad, el poder político-mediático acorde a su posición política, construye “imaginarios polarizantes” provenientes de enfoques parciales, tendenciosos y deliberados de la realidad política. Narrativas simplistas que, en lugar de relatos “unificadores”, niegan la heterogeneidad y la pluralidad. Construcciones simplificadoras que, en vez de promover el necesario acuerdo nacional, insisten en la estrategia de dividirnos en buenos que nos salvarán y malos que nos destruirán. Legitiman y deslegitiman; oponen y polarizan. La ciudadanía impulsada por sesgos de confirmación, se aboca a seleccionar aquella evidencia que corrobora sus prejuicios.

Narrativas mesiánicas que combinan salvación y política; ceden a la tentación de buscar el liderazgo de un héroe, redentor, hombre providencial, “ungido” por el pueblo, capaz de interpretar y realizar sus deseos. Un mesías político cargado de promesas, al que correspondería la histórica empresa de fundar un nuevo orden que acabaría con todos los males. En suma, el símbolo de la redención.

Narrativas que resaltan el clima de inestabilidad, desconfianza y miedo proclive a la implantación de mesianismos políticos. Ondean la bandera de la reconciliación a la vez que hieren a muerte la unidad. Promueven la mediación, negociación, dialogo y simultáneamente deshumanizan al contrario.

Narrativas polarizantes que promueven una concepción antagónica de la política y, en consecuencia, impulsan la reducción del pluralismo. Lógica reduccionista que niega la heterogeneidad y las diferencias; tiende a la binarización política y nos condena a la polarización.

Negación de la posibilidad de explorar y vivir en la diversidad y, además, de convivir con las diferencias plurales.

Maryclen Stelling
@maryclens
@UNoticias

OFELIA AVELLA: EL DON DE LA VIDA

El nacimiento de un bebé llena de alegría a una familia. Cada nuevo niño surte el efecto de una renovación en la vida de todos los que estamos relacionados con el hijo, sobrino o nieto que acaba de nacer. La experiencia de la maternidad física, porque también la hay espiritual, es un don especial. Concebir un hijo, llevarlo en el vientre durante nueve meses y darlo a luz, es un proceso que da una profunda felicidad. Ver llegar al mundo una nueva vida, empezar a conocer a esa personita que hasta ese instante no sabíamos cómo sería; escuchar su llanto; tocarla y sentirla cerca, sobre el propio pecho, es solo el comienzo de lo que significa ser madre.

Un bebé rejuvenece, porque las etapas de la vida comienzan de nuevo, una tras otra. Se ve crecer a alguien y se aprecia el despliegue de un proceso natural, en el que el orden de las cosas se manifiesta. Ver lo pequeño que fuimos; lo vulnerable que somos los hombres sin la atención de unos padres, ayuda a tomar conciencia de lo delicada que es la vida que nace. La alegría que se siente en torno a un bebé se explica por la apertura interior que se experimenta ante lo nuevo que irrumpe como un milagro.

Un nuevo rostro y una nueva voz es toda una sorpresa y ante las sorpresas no queda más que asombrarse. Además, la inocencia de un recién nacido es algo que toca y alivia del contacto cotidiano con la malicia humana: una especie de mancha que ese bebé desconoce todavía. Esas miradas limpias que solo buscan inconscientemente los rostros de los seres queridos, son siempre impulsos para apostar por la vida y la buena voluntad que late en el fondo de muchos corazones. Un bebé abre al amor, al don de uno mismo, al deseo de cuidar de esa criatura tan pequeña que no puede ni moverse. Su indefensión, junto a sus expectativas de ser amado, hace tender al adulto a entregarse y a salir de sí para velar por ese otro que provoca en uno el amor, porque nada despierta tanta ternura como un bebé.

No hay nada como la infancia; como esa etapa de la vida en que se descubre el mundo con humildad y curiosidad, con esa apertura espontánea que lleva a sorprenderse de todos los detalles y de los grandes misterios. Un bebé nos recuerda que lo esencial es más sencillo que lo que hemos creído. Nos lleva a apreciar, además, que la felicidad está en cosas muy pequeñas y tiene que ver con valorar la presencia de sus vidas, la pequeñez de sus rostros, de sus manos, de su cuerpo entero. Es que es eso: un recién nacido es la patencia del valor de la vida.


Todo lo nuevo nace tras un largo y doloroso parto, unos más que otros, pero siempre en lo más íntimo de uno, en lo secreto, como dice el evangelio que debemos orar. Así como el embrión, todo brote de vida es siempre muy pequeño y tímido, frágil y limpio. En palabras de mi hermano, el padre de esta nueva criatura que hoy es mi sobrina: “Naciste sana y bella, con la fuerza con la que irrumpe todo lo bueno en la vida”. Con esa fuerza que trascendió las dificultades y se resistió a morir porque quería vivir.

Un niño viene a decirnos que todo puede empezar de nuevo; que en medio del dolor patente hay pájaros que vuelan y flores que nacen. Un niño descubre un gusano caminando en las hojas de un árbol; saca sonrisas de un corazón duro; cree que el Ratón Pérez se llevó su diente y pide al Niño Jesús un trabajo para su papá. Toda nueva vida reclama amor de nuestra parte y nos recuerda, al despertar en nosotros la apertura al otro, que nacimos para trascender. Imagino que al morir nos esperarán allá arriba con la misma ilusión con que nuestros seres queridos esperaron aquí abajo nuestra llegada, porque ese día naceremos a otra vida y nunca nada acabará.

Ofelia Avella
ofeliavella@gmail.com
@ofeliavella
@ElNacionalWeb

JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE: VENEZUELA, ESPAÑA, Y EL PERSONALISMO POLÍTICO


La alucinación y el absurdo pareciera que se han apoderado del imaginario colectivo de algunas sociedades. Esta suerte de surrealismo que se nutre más de la infamia y de la pesadilla que de lo irracional y lo onírico tiene ya algún tiempo recorriendo países como Venezuela y España sin que nadie lo detenga. 


Un gobierno puede equivocarse, meter la pata e incluso en su desacierto e ineptitud colocar a su país al bode del precipicio, pero lo que no puede es estando en ese borde darle una patada y echarlo por él. 

En Venezuela se ha pasado de lo primero a lo segundo en estos últimos veinte años, con desaciertos seguidos, uno detrás de otro, que unidos a un desprecio por la legalidad, por los poderes públicos e instituciones, que tiene sus raíces en la propia Constituyente de 1999, ha conducido al establecimiento de un gobierno que viene pregonando ser socialista pero que no lo es y que además alega ser antimperialista y anticapitalista, aunque las muestras  que deja a diario enseñan todo lo contrario. 

Todo ello ha pervertido no solo la forma de ejercer el poder sino igualmente de mantenerlo, convirtiendo el sistema democrático conocido hasta ahora, en un aparato, en un esqueleto, que sirve únicamente para formatear procesos electorales donde hasta los resultados están previsiblemente automatizados. 

El último ejercicio de este tipo lo acabamos de ver en Bolivia, donde un presidente electo alguna vez con la adherencia del pueblo, se convirtió con el paso del tiempo y una permanencia políticamente envilecedora en un monarca sin corona o si se prefiere en un dictadorcillo de esos tan típicos del siglo pasado en Centro y Suramérica disfrazado de demócrata entre reinas de carnaval y elecciones amañadas. 

El personalismo, en definitiva, es lo que sigue prevaleciendo en estas latitudes y también en algunas otras, a costa de lo que sea, incluso del propio país gobernado; esto es, de sus riquezas más importantes como lo son su gente y su territorio.

Así por ejemplo, en España, aunque la situación de democracia actual en lo social y en lo económico puede lucir de bulto muy diferente a la de Venezuela, cuando la observamos bien y nos aproximamos a ella nos damos cuenta de que al igual que allá, el personalismo campante desde hace año y medio de Pedro Sánchez se ha venido tragando el sistema de partidos, el de pactos de gobierno y ,por ende, el electoral y el de la democracia en su mejor sentido.  Y que de forma semejante, aunque con muchísimo menos tiempo en el poder, hace a un lado algo tan esencial como la búsqueda de la preservación del Estado que gobierna, poniéndolo de manera similar al borde de un precipicio y sin tomar en cuenta el riesgo en que coloca su unidad e integración.

A Pedro Sánchez le corresponde, lo obliga el hecho simple de haber ganado las elecciones, aunque fuese con una mayoría relativa, la formación de un gobierno; esto es, de buscar los apoyos políticos y por lo tanto los votos en el parlamento para ser investido presidente. Una circunstancia en la que se encuentra desde principios de mayo de este año cuando con una minoría parlamentaria no puso su empeño en intentarlo, prefiriendo volver a las urnas en busca de una victoria que se anunciaba en las encuestas aplastante. 

Unos comicios forzados por su propio irresponsable proceder, pero que tuvo un resultado en votos menor que la anterior y que ahora, con una actitud terca e irracional, le conduce al desfiladero de las Horcas Caudinas que supone pactar con el separatismo catalán y vasco.  Unos brazos abiertos que tendió al secesionismo en el mismo instante en el cual pactó con Podemos varios cargos del futuro gobierno y, una vez más, sin haber intentado tan siquiera, buscar esos apoyos en otros partidos que a diferencia de los separatistas si son constitucionales, por el hecho aparente de no ser de izquierda.  

Una razón para nada entendible y que no explica porque una posible negociación izquierda-derecha para investirlo en el gobierno resultaría tan dañina y perjudicial para España. Y es que no puede serlo. No al menos una peor y mas venenosa que la que supone un pacto politico con todos los partidos segregacionistas catalanes, algunos de cuyos dirigentes se encuentran tras las rejas por, entre otros delitos, malversación de fondos destinados presupuestariamente al gobierno de Cataluña pero que fueron desviados y utilizados ilegalmente en propaganda, acciones y eventos políticos independentistas.

O, dicho de otra manera, que el personalismo de Sánchez, animado por una particular revancha personal contra los denominados “barones” y “vacas sagradas” del PSOE que lo obligaron a renunciar en el 2016 a la secretaría general, es en realidad quien ejerce la presidencia de España, prefiriendo en esa alocada rebeldía seguir sus propias reglas que las tradicionales, sin importar que las suyas vayan además contra el sentido común y la historia. 

Una política personal que ha llevado a Sánchez a gobernar dentro del cascaron del PSOE, pero sin el PSOE, y que nos trae a la memoria algo parecido a lo que hicieron en Venezuela Carlos Andrés Perez en 1989 y posteriormente Rafael Caldera en 1994, cuando llegaron a su segunda presidencia con los votos de los socialdemócratas y socialcristianos, respectivamente, pero gobernaron después sin sus partidos tradicionales Acción Democrática y Copei, algo que sin duda no contribuyó a mejorar la delicada situación que vivía el país. 

Lo que vino posteriormente todos lo conocemos. Venezuela estaba al filo del acantilado, pero nadie empujó para atrás, para alejarla de él.  

España mira también hacia abajo, hacia su propia sima; es diferente a la de Venezuela, pero igualmente desquiciante y profunda.

José Luís Méndez La Fuente
xlmlf2@gmail.com
@xlmlf
Caso España

ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO: EL MISMO AMOR, LA MISMA LLUVIA. CASO ARGENTINA


Como parte importante de la blitzkrieg del peronismo pegoteado (impuestazos, degradación de las instituciones, abuso de medios públicos) la clara intención de Cristina Fernández de obtener total impunidad respecto a las innumerables causas por corrupción que la afectan -y, con ella, a sus hijos- se materializa diariamente a través de su control sobre los organismos que actúan como acusadores en las mismas y en el Consejo de la Magistratura, que controla la designación y la remoción de los jueces. Por lo que se ha visto en los últimos días, me atrevo a decir que la obtendrá.


Por otra parte y como era de esperar dada su ideología, Sabina Frederic, la Ministro de Seguridad de Alberto Fernández, adoptó desde su designación, hace sólo dieciocho días, una serie de medidas que tendrán fuertes consecuencias sobre la sociedad.

Derogó el protocolo que había promulgado Patricia Bullrich sobre el uso de armas de fuego por las fuerzas de seguridad bajo su mando (Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria, Gendarmería Nacional y Prefectura Naval) y, en la práctica, transformó a éstas en inocuas frente al delito en todas sus formas. A partir de ahora, no solamente los uniformados deberán pedir por favor a los ladrones y asesinos que se entreguen sino que, si tuvieran que disparar para salvar su propia vida, quedarían a merced de los jueces y, dependiendo de cuán garantista (la famosa escuela de Raúl Zaffaroni) sea el magistrado que le toque en suerte, podría terminar absuelto o preso por larguísimo tiempo. La seguridad, ¡bien, gracias! 

También retiró del equipamiento del que dispondrían los agentes que se desempeñan en sitios muy concurridos (estaciones ferroviarias o subterráneas, etc.), las famosas pistolas eléctricas Taser, diseñadas precisamente para evitar riesgos para los ciudadanos durante hechos de violencia en esos ambientes. Y suprimió el Servicio Cívico Voluntario en Valores, creado durante la gestión de Patricia Bullrich y que tuvo una enorme y positiva repercusión en la sociedad, sin dar otra explicación que no se trataba de una actividad específica de la Gendarmería. 

Pero si algo peor cabía esperar, rápidamente se arrogó facultades judiciales -lo mismo que hizo Axel Kiciloff cuando designó dos ministros provinciales, pese a que se encuentran procesados, invocando la teoría del lawfare- cuando dijo que volverá a investigar la presunta responsabilidad de la Gendarmería en la muerte por ahogamiento de Santiago Maldonado y, además, que revisará la pericia que esa fuerza realizó, con control de los jueces, y concluyó en que Alberto Nissman fue asesinado. 

Suprimió la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico y hay fuertes rumores y trascendidos acerca de una suspensión total del famoso "Escudo Norte", montado durante la presidencia de Mauricio Macri para terminar con la porosidad de nuestras fronteras y evitar el tráfico de drogas provenientes de Bolivia y Paraguay. Si esa medida se confirmara, obviamente se revitalizaría la alianza que tantos años vinculó a los grandes carteles con la asociación ilícita que encabeza la familia Kirchner. 

Mientras tanto, la catarata de empresarios, gremialistas y políticos presos por corrupción que salen de la cárcel después del triunfo de Fernández² en las PASO -Julio de Vido, Roberto Baratta, Cristóbal López y Fabián de Souza, Carlos Kirchner, Gerardo Ferreyra, Oscar Thomas, Atanasio Pérez Osuna, Fernando Esteche, Miguel Angel Plo, Omar "Caballo" Suárez y César Milani- continúa sin pausa y, como dije más arriba, van cayendo las causas que involucran a Cristina y sus cómplices.

En todos los casos, esas excarcelaciones y prisiones domiciliarias obedecieron a la nueva norma que dictara el Hº Aguantadero para limitar el arbitrio de los jueces, o a razones humanitarias vinculadas con la salud de los detenidos, bajo el argumento de las carencias que tiene el Hospital Penitenciario Central, ubicado en el penal de Ezeiza.

Es entonces, cuando la indignación me supera. Porque es en ese mismo nosocomio donde se deben atender los militares y civiles, todos ellos ancianos, que se encuentran detenidos en las inventadas y tergiversadas causas llamadas "de lesa humanidad" y que debieran denominarse "de venganza". Nuestro Congreso se cubrió aún más de indignidad cuando sancionó una "ley interpretativa", que dispuso que sólo a ellos no le resulta aplicable la norma del 2x1, es decir, computar dos días soportados de prisión preventiva para reducir en uno cada condena. 

No debería sorprenderme, ya que tampoco rigen con respecto a los dos mil ciudadanos que se encuentran en esa situación -los verdaderos presos políticos- los principios de inocencia, de la duda a favor del reo, de jueces naturales, de irretroactividad de la ley penal, del juzgamiento bajo el régimen jurídico imperante al momento de los hechos, de legalidad, de la ley más benigna ni, por supuesto, las limitaciones a la prisión preventiva. 

En la medida en que las nuevas reglas establecidas para ésta, precisamente las que habilitaron tantas liberaciones de ladrones, debieran ser aplicadas también a estos soldados que, cuando jóvenes, cumplieron su deber con la Patria, no dudo que el inmundo Hº Aguantadero volverá a las andadas, como acaba de hacer con la nueva delegación de facultades legislativas al Presidente, y sancionará otra ley interpretativa que los margine de esos beneficios generales. 

Como se ve, los seculares tangos siguen describiendo, como hiciera "Cambalache", esta Argentina que vive siempre "el mismo, el mismo loco afán(o)". Mientras tanto, que usted y su familia tengan el mejor 2020 posible, que seguramente no será mucho. ¡Hasta el año que viene!

Enrique Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro
Desde Argentina

TOMÁS STRAKA: CESARISMO DEMOCRÁTICO: LA VICTORIOSA DERROTA DE VALLENILLA LANZ

En diciembre de 1919 –pronto hará un siglo– se publicó Cesarismo democrático. Estudios sobre las bases sociológicas de la constitución efectiva de Venezuela, controvertido texto de Laureano Vallenilla Lanz donde se expone la tesis del “gendarme necesario”, doctrina que sirvió para sustentar, intelectualmente, la dictadura de Juan Vicente Gómez. No obstante, el volumen continúa generando reflexiones pues varios de los asuntos que trata mantienen inusitada vigencia en el contexto venezolano actual.

¿Cómo imaginaría Laureano Vallenilla Lanz el centenario de Cesarismo democrático? ¿Habrá soñado en algunas de sus largas jornadas de escritura en la Venezuela de 2019? Tal vez el treintañero que brillaba en los fastos por

los primeros cien años de la república, hacia 1910, tendría respuestas para esto, como en general las tenía para todo. La seguridad, casi la arrogancia, que mostraba al defender sus ideas, dan pie para suponerlo así. Demoler la Historia Patria a martillazos, con sus cantos épicos y semidioses; pasarla por el tamiz de la sociología, buscar leyes sociales que creyó indefectibles y con todo eso inventar una teoría política para su país, hablan de una valentía, un talento y una capacidad de trabajo enormes. Además, hacerlo con el aplauso y las bendiciones del poder, dan para alimentar el ego de cualquiera. Pero si le hiciéramos las mismas preguntas al sesentón que en 1935 vivía una especie de exilio dorado en Europa, coqueteaba con el fascismo y al morir Juan Vicente Gómez veía resurgir muchos de sus peores temores sobre Venezuela, la respuesta hubiera sido otra. Tal vez reconocería el valor de un libro que al cabo había entusiasmado al mismísimo Mussolini, quien tuvo el gesto de recibirlo en Roma, pero no como la solución a todos los males que soñó hallar en los ensayos reunidos en Cesarismo democrático, sino como su advertencia fallida: el pueblo venezolano, habría espetado, no tiene remedio.

Esa ambivalencia ante Cesarismo democrático la seguimos teniendo hoy. El tiempo se ha encargado de desmentir casi todas sus conclusiones. Sus ideas políticas en lo fundamental fueron derrotadas. Buena parte de los criterios teóricos en los que se basó, hoy están superados y muchos no pasan de ser vistos como pseudociencia. Pero en medio de todos estos descalabros, el libro sale victorioso en dos cosas fundamentales: en su manera de interpretar la historia, que marcó un antes y un después; y en la dificultad de quienes trataron de desmentirlo, para ofrecer una visión alternativa. En 2019 no hay dudas de que eso que llamó «cesarismo democrático» existe, y no sólo en Venezuela: de hecho parece ser un fenómeno mundial. No por las razones que pensó Vallenilla Lanz, tampoco con las consecuencias benéficas con las que se ilusionó, pero existe. Tampoco puede obviarse la revolución que generó al interpretar nuestra historia. El grito que pegó Eduardo Blanco durante una conferencia suya en 1911: “¡Ud. va a acabar con la epopeya!”, tenía mucho de razón. Así como los vanguardistas le torcieron el cuello al cisne modernista, Vallenilla Lanz hizo lo propio con la epopeya romántica. Estrangulamiento del que sólo hoy lamentamos los historiadores que no haya sido total: el cisne, para nuestro mal, en muchos ámbitos logró sobrevivir. Pero al menos no en el de la historiografía, y ese es un mérito que no se le puede regatear.

Las derrotas del cesarismo

La primera gran derrota sufrida por Cesarismo democrático, es la de las intenciones de Vallenilla Lanz. El objetivo final de los ensayos que reunió en el libro y publicó en 1919 era el de sostener una nueva corriente política, cuyo nombre usó como título de la compilación. Hay que entender que es un libro de historia, con análisis de la independencia y los años inmediatamente posteriores a ella, pero su finalidad no es sólo la de comprender unos fenómenos, ni siquiera el de comprender con base en ellos su contemporaneidad. Su objetivo es ofrecer una solución para los mismos.

La tesis fundamental de Vallenilla Lanz es que debido a las condiciones geográficas de Venezuela, el caudillo, es decir, un césar elevado al poder por la voluntad del pueblo (césar por el poder absoluto que tiene, y democrático por esa elección popular), es su gobierno natural. Pero ese césar, como quiera que es el único capaz de controlar al país, se puede convertir en su «gendarme necesario», categoría que extrapola de Francia, país dado a los césares si los ha habido (de hecho, lo de cesarismo viene, sobre todo, de Napoleón III). O lo que es lo mismo: el gendarme que garantiza el orden indispensable para que haya progreso. Por eso, hasta que no lleguemos a ese orden impuesto por el rejo del césar/gendarme, la democracia liberal es, cuando menos, un «error de psicología», algo antinatural, que no responde a como los venezolanos somos realmente. Son tesis que por todas partes respondían a las ideas y angustias de su tiempo, por lo que el día de hoy deben verse con mucho cuidado. Primero, porque Vallenilla Lanz fue un escritor extraordinario, con una gran capacidad de persuasión. Ya volveremos sobre eso, pero de una vez hay que advertir que es muy fácil enamorarse de su prosa y, por esa vía, de sus ideas. Segundo, porque expresan la angustia de la élite venezolana por el desastroso final de siglo XIX. Es decir, son el resultado de un tiempo y unas vivencias concretas, no del todo extrapolables por mucho que a trechos se parezcan a los nuestros. En la década que va de 1892 a 1903, Venezuela vivió cuatro grandes guerras civiles (con algunos alzamientos menores y una desastrosa participación en la Guerra de los Mil Días colombiana), la bancarrota de sus finanzas, el bloqueo y bombardeo de sus costas por enardecidos acreedores, la ruptura de las relaciones diplomáticas con casi todo el mundo y la pérdida del Esequibo, o en todo caso la ratificación de esa pérdida por un tribunal internacional. El «finis patriae» con el que cierra su novela Ídolos rotos (1901) Manuel Díaz

Rodríguez era un clamor general: en efecto, la idea de que la república había sido un completo fracaso estaba muy extendida, por lo que era necesario refundarla bajo nuevos términos. No en vano, la sociedad se echó a los brazos de Gómez.

Es en esa época en la que los jóvenes educados en las ideas positivistas, o en ese conjunto de corrientes que en Venezuela englobamos bajo el rótulo de «positivismo», se aplicaron en serio en estudiar la historia y la sociedad con las herramientas de la nueva ciencia social del momento. Del mismo modo en el que en la actual crisis muchos buscan una explicación (y una solución) en la historia, en las décadas de 1890 a 1910 intelectuales en ascenso como José Gil Fortoul o Vallenilla Lanz seguían el mismo empeño. Para el segundo, la clave estaba en la geografía, que según creía la mayor parte de los científicos sociales de entonces, determinaba (de ahí lo de determinismo) a los pueblos. Hoy sabemos que eso no es, ni remotamente, así, pero para un venezolano del siglo XIX, que se había formado en la idea de que uno de los grandes conflictos del país era el del Llano contra la ciudad, de los llaneros que cada tanto se desbordaban como hordas bárbaras sobre la civilización, la idea tenía sentido. La vieja dicotomía que en toda América Latina se resumía en la contradicción entre civilización y barbarie, en Venezuela se entendía en la del Llano contra la ciudad. Y los llaneros de entonces, semi nómadas, pastores, eran el ejemplo perfecto del bárbaro, de los pueblos esteparios que erigían a sus líderes en el campo de batalla, por la aclamación a una especie de macho alfa de la manada. Ese es nuestro cesarismo como, concluyó Vallenilla Lanz, se había demostrado desde la Independencia con casi todos nuestros grandes caudillos.

Pocas de estas bases sobre las que se levanta Cesarismo democrático son sostenibles el día de hoy. El determinismo geográfico resultó ser pseudociencia, los llaneros ya no son semi nómadas y desde que hay ametralladoras sus cargas de caballería no inquietan a nadie. Y no por eso hemos dejado de tener césares. Pero eso es sólo una parte del asunto: hemos tenido una ristra de césares, de «gendarmes necesarios», y más allá de los logros de la administración de Gómez sentando las bases de un Estado moderno, que en alguna medida confirman la tesis, no es posible ver una relación directa entre ellos y lo que entonces se llamaba progreso. Cuando Cesarismo democrático se hizo famoso internacionalmente, y los fascistas italianos vieron en él una confirmación más (¡y además latina!) de la

«democracia directa» a la Mussolini, lo que parecía la consagración definitiva de Vallenilla Lanz era en alguna medida su desmentido final: ni Mussolini era producto de algo que se le pareciera al Llano, ni en la historia anterior o posterior al fascismo hay algo que confirme un fatum que separe a los italianos del «error» del liberalismo (Vallenilla Lanz decía, manipulando un poco, «jacobinismo»).

Pero todo tiene al menos dos caras. La otra derrota, siquiera parcial, es la de quienes han tratado, por un siglo, de desmentir Cesarismo democrático. Sus tesis no son completamente verdad, pero tampoco son completamente mentira. Por mucho que hombres del talento de Augusto Mijares, con su ineludible La interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana, aparecida en 1938; o como el marxista Carlos Irazábal con su Hacia la democracia, de un año después; o como Mariano Picón Salas o Rómulo Betancourt –en varios ensayos– se esforzaron en demostrar que es posible otra Venezuela apegada a lo que Mijares llamó la «tradición de la sociedad civil», que sí, la hemos tenido, terminamos el siglo XX entregados al híper liderazgo de Hugo Chávez, «césar» y «democrático» en los sentidos exactos que le dio Vallenilla Lanz a las categorías. Por eso el balance es tan complejo: la idea en sí misma de que existe el cesarismo democrático parece estar confirmada, pero no con las consecuencias que él previó. Desalentador para los que cada tanto suspiran por un hombre que «venga a poner orden», bien sea un Pérez Jiménez (¡ahora que hay tantos jóvenes que lo añoran!), o bien sea uno de tipo cubano, al son de «llegó el Comandante y manó a parar». Pero desalentador también para quienes dieron lo mejor de sus esfuerzos en imponer la tradición de la sociedad civil sobre la caudillista. No estamos condenados a vivir embridados por un caudillo, pero tampoco somos inmunes a los encantos del hombre fuerte. Al contrario, cada cierto tiempo nos dejamos seducir por uno. Y el hecho de que estemos actualmente viviendo una ola de autocratización en el mundo, en la que líderes como Putin, Erdoğan o Viktor Orban demuestran, además, que es un asunto bastante más general.

Las victorias del historiador

Cesarismo democrático se convirtió en un libro muy influyente. Tal vez en el más influyente que haya producido nuestra historiografía y nuestra sociología, tanto en Venezuela como fuera de ella. El hecho de que tuviera la catapulta de volverse la ideología oficial del gomecismo (o parte de ella: en

lo personal Gómez prefería la epopeya para presentarse como heredero de Bolívar), y además contara con la vitrina de la prensa oficiosa, fueron claves en esto, pero no lo único que lo determinó. En una nota escrita a propósito de la muerte de Vallenilla Lanz en 1936, Rómulo Betancourt lo llamó el mayor exponente de «la prostitución intelectual» de Venezuela. Era un parecer generalizado en los opositores a Gómez y tenía razones importantes para sostenerse. Pero tampoco era tan así. Todo demuestra que Vallenilla Lanz ya había llegado a lo fundamental de sus ideas antes del arribo de Juan Vicente Gómez al poder, vio rápidamente en él la confirmación de sus tesis. Y con base en esas convicciones sirvió al «Benemérito» con pasión. En una multitud de ensayos, de discursos pero sobre todo de artículos de prensa, durante veintisiete años recorrió todos los caminos posibles para justificar cada medida del dictador, para explicarlo sociológicamente, para defenderlo frente a los ataques desde el exterior (es célebre su polémica de 1920 con Eduardo Santos). Además, tenía argumentos: dos décadas de paz, ocho mil kilómetros de carreteras, inversiones internacionales por torrentes, dinero como nunca había habido antes. Comparado con el desastre de la Venezuela de los años noventa del siglo XIX y de los primeros del XX, Gómez tenía cosas que mostrar.

Pero sobre todo Vallenilla Lanz tenía talento, un gigantesco talento, que puso al servicio de la propaganda. Escribía muy bien, como ya se dijo. Irónico, agudo, capaz de dar dentelladas de sarcasmo, a trechos poético, en ocasiones con el nervio de un novelista de aventuras o de misterio, sus textos producían tanto deleite como profunda indignación en los opositores. No renunció a la burla, muchas veces cruel cuando pensamos que no pocos de sus destinatarios estaban o habían estado aherrojados con grillos, o eran torturados, o padecían miseria en el exilio, o sus familias vivían en el ostracismo y la pobreza de una Venezuela de la que no podían escapar. O simplemente habían sido asesinados. Por eso se ganó numerosos, profundos, intensos odios. Hoy leemos al historiador de Críticas de sinceridad y exactitud o de Disgregación e integración (gran alegato de 1930 a favor de la centralización que llevaba adelante el gomecismo), y nos seguimos sorprendiendo por su calidad; pero el venezolano promedio de 1930 lo conocía por los editoriales de El Nuevo Diario, periódico oficioso del gobierno. Comprado por Vallenilla Lanz, seguramente con alguna generosa ayuda del Estado, fue el gran aparador de la propaganda gubernamental. Por algo estuvo entre las primeras cosas que las pobladas quemaron en los

disturbios de diciembre de 1935. Los dos tomos de La rehabilitación de Venezuela. Campañas políticas de «El Nuevo Diario», aparecidos en 1926 y 1928, pueden darnos una idea de sus dotes de polemista. De su inteligencia, mordacidad y, por qué no, en ocasiones crueldad.

Por otra parte, el venezolano promedio no tenía razones para pensar que Vallenilla Lanz haya sido esencialmente distinto a los otros intelectuales del gomecismo. No es posible afirmar que fueran simples plumas prostituidas, pero está documentalmente comprobado que además de los beneficios con que los premiaba, la dictadura era especialmente munífica con quienes le echaban incienso. Es difícil que en sus últimos años de diplomático en Francia (premio gordo para la lealtad de todos los áulicos), cortejado por los fascistas italianos y por la Acción Francesa (¡nada menos que Marius André prologó la versión francesa de Cesarismo!), no se haya dejado seducir, aunque sea un poco, por las mieles del poder.

Es otra cara más de la derrota del cesarista, del Vallenilla Lanz político. Su integridad sigue ofreciendo motivos para estar en cuestión. Pero lo que perdió como propagandista, lo ganó como historiador. Si bien las ideas políticas y las bases teóricas fundamentales de Cesarismo democrático están desprestigiadas, su valor historiográfico sigue prácticamente intacto. Digámoslo de esta manera: lo que investigando descubrió, continúa siendo valioso, lo que concluyó de ello, ya no lo es más. El mismo Betancourt que lo acusa de prostitución, unos párrafos después reconoce que a él se le debe un cambio fundamental de ver la historia: la bajó de los caballos de los héroes y la puso a caminar como fenómeno social. Tanto así que todos los marxistas de la primera hora, todos los historiadores posteriores, le debemos mucho a Vallenilla Lanz. En sus estudios reveló, con nombres y apellidos en una época en la que la Independencia era un asunto de los abuelos de todo el mundo, que los discursos maniqueos eran una manipulación ideológica. Que se trató, inicialmente, de una guerra civil, que las tensiones raciales y sociales fueron el acicate de las mayorías, que se trató de un fenómeno definido por procesos sociales y no por el estro de superhombres, semidioses o demonios. Cesarismo democrático se hizo famoso por sus ideas políticas, pero ellas están contenidas en ensayos históricos que aún se pueden leer con interés e incluso con emoción. Es difícil agarrar su libro e intentar soltarlo antes de voltear la última página. Aunque dé rabia. Incluso si el personaje nos da asco. Aún sus ideas producen en el lector venezolano un efecto de electroshock.

Tal es la victoriosa derrota de Vallenilla Lanz. Que a cien años Cesarismo democrático siga dando de qué hablar, que siga teniendo cosas interesantes que decir, que ofrezca razones para pensar sobre nuestro ser y nuestro destino, es una victoria que no se le puede regatear.

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Lea otros trabajos de la serie sobre Cesarismo Democrático: Vallenilla Lanz: “Un jefe que manda y una multitud que obedece”; por Elías Pino Iturrieta Una lectura de ‘Cesarismo democrático’; por Florence Montero Nouel Fue una guerra civil; por Laureano Vallenilla Lanz Cesarismo democrático: ¿un oxímoron innecesario?; por Wolfgang Gil Lugo A cien años de ‘Cesarismo democrático’, de Laureano Vallenilla Lanz; por David Ruiz Chataing

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Escrito por Tomás Straka
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