miércoles, 21 de abril de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ MIÉRCOLES 21/04/2021

 





BEATRIZ DE MAJO: EL COSTO DE CAER EN DESGRACIA. CHINA HOY

En cualquier país de corte liberal todo empresario de cierta talla procura mantener una buena relación con sus gobernantes. Conseguirlo puede redundar en una disposición de las autoridades a favorecer un dialogo útil para ambos lados de la ecuación. En la China de Xi Jinping, el solo disenso de las políticas que emanan de la alta jerarquía tiene un muy alto costo para quienes desarrollan negocios o emprenden iniciativas. El caso de Jack Ma , no es solo ilustrativo, es lapidario.
 
Ma en sus cortos 54 años ha exhibido una carrera sideral como prominente inversionista y hombre de negocios exitoso, al punto de haber alcanzado un envidiable reconocimiento al ser considerado por la revista Fortune como el segundo en la lista de los líderes más grandes del mundo. Sin duda alguna, Ma es el individuo más rico de la China comunista de lo cual da fe un patrimonio neto que hoy supera los 42.000 millones de dólares.
 
Una trayectoria tan destacada como la suya en cualquier latitud debe ser motivo de estudio y seguimiento y en China también lo es. Solo que el hombre de marras adolece de ciertas debilidades incompatibles con el modelo abrazado por sus dirigentes cuando se divorcia de los postulados y del estilo de quien detenta en su país un poder omnímodo. Allí, brillar con luz propia es un pecado en sí mismo, pero además el ideario y la filosofía que ha hecho propia como empresario lo convierten en un individuo peligroso. Ma no es solo un ferviente defensor de la libre empresa. Sus notorias inclinaciones filantrópicas a favorecer a comunidades mas pobres en China, África, Australia y Oriente Medio, lo convierten en un político que no puede ser desestimado por el régimen totalitario que gobierna al país.
 
En su meteórica carrera hubo hitos que llamaron poderosamente la atención de su país sobre sus ejecutorias e hicieron sonar las alarmas. Alibaba se convirtió en una de las compañías de tecnología más valiosas del mundo después de recaudar los $ 25 mil millones, la mayor oferta pública inicial en la historia financiera de los Estados Unidos.
 
La incomodidad oficial se hizo crítica al percatarse el régimen de la velocidad de crecimiento de lo que llamaban los “rinocerontes grises”, otras empresas chinas que, al igual que Alibaba, se desarrollaban aceleradamente dentro de la globalidad. En ese entonces del año 2017 arrancaron las limitaciones impuestas por los entes reguladores. Solo que la visibilidad de estos gigantes en la escena mundial y la capacidad de Ma de dirigirse de viva voz a calificados foros en el planeta eran un freno para las ansias controlistas de Xi. No fue sino en agosto pasado, cuando Ma hizo conocer los detalles financieros de sus empresas y al mismo tiempo mostró su interés por influenciar la política de su país, que se tomó la decisión en el Partido Comunista de detener el peligro que representaban este tipo de empresas que captan la atención del más humilde de los ciudadanos. Se cuentan por cientos de millones el número de chinos que pagan sus compras a través de Alipay!... Es decir, la población china, en un altísimo porcentaje, carga en su bolsillo un producto creado por el imperio de Ma.
 
Lo demás es Historia reciente. Un muy bajo perfil le fue impuesto desde Pekín al potentado después de que un incisivo proceso de amedrentamiento se puso en marcha en su contra y el hombre permaneció “desaparecido” por tres meses. Quien fuera en sus inicios un humilde maestro fue puesto de rodillas cuando el régimen totalitario se percató de su fuerza. Poco importó cuanto estas empresas tecnológicas le han aportado a la China de Xi en los últimos años y cuanto les queda aún por aportar.

Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
Venezuela – España 

ANDRÉS HOYOS: EL EJERCICIO DE OPINAR

Por definición, las columnas son un espacio de opinión. ¿Pero qué pasa con ellas? A veces se puede calibrar el efecto que tiene alguna y debo decir que es rara la que le merece a uno muchas palmaditas en la espalda y sobre la que concluye que dio, si no en el blanco, al menos en algún blanco. Más normal es recibir ataques, críticas, reproches. 

Tendría yo que ser un iluso de siete suelas si pensara que es posible convencer a la gente de algo con una columna o incluso con un ensayo más largo. La gente suele tener opiniones formadas sobre los temas de interés, las cuales son el acumulado de años de roces, y no se deja mover del pedestal con facilidad. ¿Entonces para qué sirve el ejercicio de opinar si usted descarta de entrada la posibilidad de avanzar su punto de vista, estimado columnista? Bueno, sirve para poner a circular ideas que, así no ganen adeptos de golpe y porrazo, sí exigen al menos ser tenidas en cuenta, aunque solo sea para después echarlas a la caneca. La gente con frecuencia vive cómoda en medio de sus contradicciones y no le gusta que se las sacudan o pongan en evidencia. 

Tomemos un ejemplo. En este espacio yo he sostenido repetidamente que la guerra contra las drogas, según la ejerce el Estado colombiano sobre todo cuando está en manos de la derecha, como ahora, es un desatino monumental. Pues bien, la opinión pública es prohibicionista en su amplia mayoría. Sin embargo, cuando se les pregunta si no les parece dramático que haya tantos asesinatos de líderes sociales, lo más normal es que le reviren a uno con mucha fuerza, considerándolo tibio, si no cómplice. Este es uno de esos territorios de los círculos cuadrados, porque si alguien quiere que bajen e incluso desaparezcan los horrendos asesinatos de líderes sociales, es preciso que acompañe su deseo y ayude a fomentar un cambio en la guerra contra las drogas por la simple razón de que son los mafiosos de todo tipo los que pagan el sueldo de los sicarios que asesinan líderes. Solo reduciendo el flujo de dinero disponible para pagar por matar se puede afectar esta actividad. 

Abundan por ahí las convicciones de base contradictoria. Otro ejemplo: las varias ías no solo no sirven para combatir la corrupción, sino que al final de cuentas la fomentan. ¿Por qué? Porque al hacerles la vida a cuadritos a muchos funcionarios probos los alejan de la función pública, dejando el camino libre a quienes, por saber manipular incluso a un fiscal o a un procurador, roban y se lucran con más tranquilidad. Los problemas sí que existen, pero no se solucionan en las ías. Piénselo, querido lector escéptico, ¿cuál fue el último exfiscal general, exprocurador o excontralor elegido presidente de Colombia? Desde que está vigente la Constitución de 1991, ninguno. Esto sin duda significa que los electores no consideran que las ías sean un trampolín legítimo para los altos cargos del Ejecutivo, en especial la Presidencia, y les ahorro los ejemplos porque no tengo espacio. 

En 1979 se fundó el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) como heredero de los tribunales Russell-Sartre. El TPP tampoco es una corte internacional que La conciencia de la humanidad y el Tribunal Permanente de los Pueblos en Colombia

En su examen al Estado colombiano, el Comité contra la Desaparición Forzada enfatizó en la necesidad de aclarar las cifras, sobre todo referentes a niños.

ONU pidió a Colombia aclarar cifras sobre la desaparición forzada

En el ejercicio de opinar, lo que importa no es qué piensa usted —al fin y al cabo uno encuentra por ahí opiniones para todos los gustos, algunas originales, muchas gastadas y falsificadas por la experiencia—, sino por qué piensa lo que piensa, es decir, de qué manera sustenta su opinión y cuál de las muchas opciones de justificarla escoge, porque suelen ser numerosas, como lo son las que la contradicen. 

En fin, yo sigo aquí de pararrayos. 

Andrés Hoyos
andreshoyos@elmalpensante.com
@andrewholes
Colombia

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA: EL NACIONAL SOMOS TODOS

Mi relación con ese diario comienza en los años cuarenta del siglo pasado: antes de irme a mis clases de primer grado y posteriores, debía ir hasta el puesto de periódicos a buscar los ejemplares de El Nacional y La Religión que diariamente se leían en casa.  Y cuidado si antes: en unos tiempos en los que no abundaban los jardines de infancia en Venezuela, se puede decir que muchos aprendimos a leer antes de llegar a la escuela para poder disfrutar de las comiquitas que los diarios traían insertas en las ediciones de los jueves y domingos. 

La rutina de buscar los periódicos —y leer los titulares cuando iba de regreso a casa— solo terminó cuando decidí vestir uniforme y tuve que separarme de la familia.  Pero persistió la conexión con el diario, al leerlo la mayoría de los días entre los periódicos que llegaban a los casinos de la escuela, primero, y de los cuarteles, después.  Y se afirmó aún más cuando, a pedido de Franklin E. White —editor de El Nacional y natural de Tinaquillo, a pesar del nombre agringado— comencé a colaborar con ese diario el 4 de agosto de 1987.  Me dijo que había leído algunas de las cosas que yo escribía para El Carabobeño y que quería que yo, por estar todavía activo en las Fuerzas Armadas escribiera un artículo de ¡media página!, en honor a la Guardia Nacional que, en ese día cumplía sus primeros cincuenta años de vida útil para Venezuela. 

Después de 2003 no es mucho lo que lo haya hecho para ayudar en el avance del país y sí mucho, por el contrario, para su deterioro, debo reconocer.  Retomo después de esta corta digresión obligada.  Hice el artículo encargado Que muchos me lo celebraron) y continué colaborando en su página 4 cada dos semanas por varios años más, hasta que decidí cesar porque ya residía en Valencia y me era complicado hacer llegar mis escritos hasta la esquina de Puerto Escondido.  Eran tiempos en que todavía se redactaba en máquina de escribir y, no existiendo Internet, había que mandar físicamente, con alguien las cuartillas.  Todavía, diariamente, recibo y disfruto de las noticias y los artículos que llegan en su newsletter electrónica. 

O sea, que tengo motivos de sobra para romper una lanza por ese diario en un momento en que su incolumidad y cotidianidad corren el peligro de ser interrumpidas por el inmenso afán del régimen y sus cómplices de mantener el monopolio noticioso, en persistir en sus intentos de dibujarnos diariamente un país de fantasía, muy alejado de la horrible inopia que nos abruma, de brutal existencia que debemos sufrir por la inseguridad, hambre, enfermedad y incuria debidos a la torpeza y el latrocinio oficiales.  No pueden aceptar que exista un medio que les lleve la contraria, que presente en sus páginas las noticias que muy pocos otros medios nacionales se atreven a reproducir y los artículos de opinión con los que su muy reconocida plantilla de colaboradores contribuye.  No ha variado nada el empeño que se inauguró al mero inicio de la robolución, cuando el pitecantropus sabanetensis explicó que iba a buscar la hegemonía comunicacional. 

En la patraña actual —ya que no pudieron comprar a El Nacional con fondos públicos, ni subyugarlo mediante amenazas y excesos— ahora, con la complicidad de magistrados rojos-rojitos del Tribunal de la Suprema Injusticia, reintentan la apropiación encubierta del diario por medio de la avilantez del enano siniestro del mazo de hacer creer que él puede sufrir “daños morales” y por eso lo demanda. 

El Nacional solo trascribió una noticia que ya había sacado el madrileño ABC y que después reprodujo The Wall Street Journal.  Para colmo, la reseña solo informaba lo que había declarado un antiguo espaldero de “ojitos lindos” y que, según aquel, le constaba.  No se le agregó ni una coma a lo que ya había aparecido en negro sobre blanco en España y los Estados Unidos.  E Internet, claro.  Y, lo que es más, después se le ofreció públicamente a Diosdi, varias veces, el derecho de réplica que prevé la norma venezolana.  Nunca lo aceptó.  Porque la idea era de ponerse en unos reales, ¡cómo si les hicieran falta!, o ponerle la mano al periódico.  Para eso, empleó las rutas de los derechos civil y penal.  Y, presumiblemente, se aseguró de que los argumentos de los demandados fueran desoídos o rechazados.  Parece que, para eso, el PUS tiene bastantes jueces y magistrados en la nómina… 

Tan descarada es la sentencia actual que indexa a petros —un artilugio que el régimen quiere inútilmente convertir en moneda de curso legal— lo que debió ser en bolívares, que es lo que manda la “mejor Constitución del mundo”.  Y en la indexación no pudieron emplear los informes del BCV porque este, en una muestra de vergüenza poco común en los entes oficiales, no los publica desde hace años.  La malhadada decisión es de una peligrosidad muy alta para el resto de los venezolanos porque ese exabrupto jurídico, con el Poder Judicial actual, pudiera ser entendido como jurisprudencia o, peor, doctrina, y pudiese ser aplicada a cuanto deudor haya en el país. 

Ya por lo anterior, todos los venezolanos debemos apoyar a El Nacional y denunciar la maniobra.  Pero hay más razones.  De mucho más peso, moral en este caso.  El Nacional es un medio de comunicación que ha mantenido una continuada y muy reconocida trayectoria dentro y fuera de Venezuela durante los ochenta y tres años de su existencia.  En muy pocos de ellos, ha coincidido con razonamientos oficialistas.  En casi todo su recorrido, se ha caracterizado por llevarle la contraria a las líneas que tratan de imponer desde arriba, sean gobiernos de verdad o regímenes como el actual.  Siempre apoyando a la ciudadanía, diciendo verdades por encima de todo.  Alegrándose y celebrando con el pueblo por los acontecimientos laudables, meritorios.  Pero, también, denunciando los hechos improcedentes, ilegales, perjudiciales, ilegales o corruptos. 

Por eso es que ¡El Nacional somos todos! 

Humberto Seijas Pittaluga

hacheseijaspe@gmail.com

@seijaspitt

Venezuela 

http://www.lanuevanacion.com/index.php/opinion/alfredo-m-cepero-4/954-el-nacional-somos-todos

EDUARDO FERNÁNDEZ: ISMOS

La llamada revolución, terminó siendo una espantosa involución a nuestros peores vicios del pasado. Costará trabajo recuperar el tiempo perdido, pero lo haremos.  

Con el chavismo regresaron muchos “ismos” de la política venezolana que parecían sepultados en el último cajón de la historia. Regresó el golpismo, por ejemplo, y regresó con tal fuerza, que muchos opositores abrazaron la idea de que para salir del horror que había creado el golpismo chavista, la solución sería más golpismo. Golpismo nacional o golpismo internacional. Se abandonó el camino de la política, de la inteligencia, de la democracia y se abrazó el camino de la violencia, de los golpes, de la fuerza bruta.
 
Alguna vez leí una novela en la que se hablaba de un país tan primitivo y tan salvaje que “allí todavía los militares daban golpes de estado para cambiar los gobiernos.”
 
Pero no sólo fue el “golpismo”, otro ismo funesto que resucitó, fue el militarismo. En la historia venezolana el militarismo ha sido una trágica constante. La Fuerza Armada es una institución muy respetable y muy necesaria cuando cumple las funciones que le ha establecido la Constitución. El militarismo, en cambio, es una práctica abominable. Es convertir a la Fuerza Armada en un instrumento al servicio de la política partidista, del atropello, de la arbitrariedad, del abuso de poder.
 
Ha regresado con tal fuerza esa pésima costumbre de partidizar a la Fuerza Armada, que sectores importantes de la oposición piensan que la solución a la tragedia creada por el militarismo es, más militarismo. Militarismo vernáculo o, peor todavía, militarismo extranjero.
 
Han regresado otros ismos funestos: el caudillismo, el mesianismo, el autoritarismo. Chávez encarnó la figura de un mesías vengador. Un mesías de opereta. Un caudillo embriagado de poder, de dinero y de arrogancia.Todos estos “ismos”, por cierto, son típicos del siglo XIX venezolano: caudillismo, militarismo, mesianismo, autoritarismo, golpismo. Esos fueron los ismos que prevalecieron desde el nacimiento de la república en 1830, hasta la muerte del último caudillo, en diciembre de 1935.
 
Todavía tuvimos unos estertores del golpismo militarista en octubre de 1945 y en noviembre de 1948. El militarismo nos acompañó durante toda la década que terminó en enero de 1958.
 
Los viejos fantasmas del pasado volvieron a aparecer, para desgracia de las nuevas generaciones de venezolanos, a partir del 4 de febrero de 1992. La llamada revolución, terminó siendo una espantosa involución a nuestros peores vicios del pasado. Costará trabajo recuperar el tiempo perdido, pero lo haremos. Los venezolanos volveremos a ser una nación civilizada.
 
Seguiremos conversando.
 
Eduardo Fernández
efernandez@ifedec.com
@EFernandezVE
Twitter: @ifedecve
Instagram: @Ifedecvenezuela
Facebook: @ifedecVZLA
 

EGILDO LUJÁN: TAPANDO HUECOS EN PLENO DESIERTO. FORMATO DEL FUTURO.

El Fondo Monetario Internacional le acaba de recordar al Gobierno de Venezuela, lo que, seguramente, el régimen no habría querido escuchar. Le dijo que “para ti no hay reales”. Y unos 5.000 millones de dólares que aquí, posiblemente, ya habrían sido cuantificados en su potencial uso, y calificados en el rutinario aprovechamiento en el que se emplea todo lo que ingresa a las arcas nacionales sin tener que rendirle cuentas a ningún ente administrativo, de repente sólo han servido para alimentar las informaciones internacionales, y servir de referencia a los pocos medios de comunicación social venezolanos que se las ingenian para mantener vivas las expectativas de la población.
 
Y debía ser así, en vista de que a ese mismo ente, en 23 años de andanzas, distintos voceros sobrecargados de poder y de soberbia, desde la misma Venezuela, se permitieron decirle fanfarronamente, a la vez que presumían de rebosante dinero proveniente del negocio petrolero, que dicha institución, emblema global del capitalismo, no era querida ni necesitado en esta parte de América Latina.
 
Inclusive, un poco más, y casi le recuerdan que sus recursos se los podía guardar en donde mejor pudiera darles cabida. Y era posible en vista de que si algo sobraba aquí, aparte de arrogancia, petulancia y menosprecio, era capacidad para comprar adulancia y aduladores, cazadores de fondos fáciles. También de facilidades para hacer posible que un emblema de la Espada Libertadora, sencillamente, casi pudiera convertirse en la  útil y presuntuosa manera de ostentar la representación cuasidiplomática de la voz del mando nacional.
 
Habrá que esperar la aparición de quienes, conscientes de que la escasez de fondos en Venezuela no es actualmente un cuento falso, traten de justificar lo injustificable, argumentando que el FMI está actuando de acuerdo a su sometimiento a la voluntad norteamericana. Pero, además, que los derechos  venezolanos son tan legítimos como los de todos los países que están literalmente en la lista de quienes son víctimas de “sancioneros”, como de  las consecuencias  del Covid 19.
 
Sin embargo, más allá de dicha espera, de los argumentos y de los señalamientos sobre a quiénes se les deben semejante maltrato, hay otras realidades cuyas características, definitivamente, no pueden seguir siendo utilizadas como si hubieran convertido a Venezuela en su víctima privilegiada. Sí. Porque  lo cierto es que aquí, pudieran escasear fondos como consecuencia de la destrucción de fueron objeto -entre otras firmas nacionales- la Industria Petrolera y las demás empresas básicas del Estado venezolano y lideradas por quienes decidió algún día el régimen nacional.
 
Es que, además, el suelo venezolano es un terreno en donde se combinan, por igual, empresas privadas expropiadas e inutilizadas, espacios agropecuarios cargados de ineficiencia y convertidos en albergues del canto nacional al populismo y la mentira productiva, y espacios de recreo y resguardo de algunos favorecidos de países vecinos, por el sólo hecho de haber construido “hermandad” ideológica en tierra venezolana.
 
En pocos meses, mientras tanto, a la vez que se difunden y multiplican descripciones sobre las glorias que emergerán de una recuperación económica que sigue imposibilitada de poder crecer, ante la ausencia de una básica estrategia que haga posible un entendimiento mínimo entre el Estado y la cada vez más golpeada y menospreciada empresa privada, la inquietud que reina es mucho peor que lo expuesto. Y tiene que ver, triste y dolorosamente, con la vida y capacidad productiva de los venezolanos a los que la pandemia china les anulará su derecho a ser testigo y activista de lo que fue Venezuela hasta hace 23 años.
 
¿Cuántos venezolanos se quedarán en el camino?. Ciertamente, más de 5 millones de hijos del país, como lo definen muchos, ya “se la  están jugando” fuera del sitio donde apreciaron el sol por primera vez. No obstante, las dudas giran alrededor de lo que ha estado sucediendo internamente, la preocupación que provoca un descalabrado e infuncional sistema de salud apropiado para hacerlo frente a lo que, día a día, se impone en cualquier puerta hospitalaria.
 
Pero ya no por la desatención e imposibilidad familiar para, unidos con médicos, enfermeras y personal de apoyo, salir airosos del desigual conflicto existencial. Sino debido a que, como si fuera poco, ese mismo contingente de profesionales está siendo derrotado en los esfuerzos conjuntos que desempeñan aquellos que se atreven a aliarse para luchar. No para esperar eternamente a que  el mundo se conduela del caso venezolano, en vista de que el llamado recurso vacuna, sencillamente, es una esperanza y nada más que eso. Difícilmente la opción de sobrevivir.
 
Es posible que, entre discursos, acusaciones y señalamientos oportunos para los que no han podido demostrar cuál es su verdadera función en el desempeño del poder, surja alguna tesis dirigida  a acusar a los “enemigos del país” de ser los únicos y verdaderos culpables de que el Covid se desplace libre y felizmente por los rincones de Venezuela.
 
Sin embargo, aquellos que ya fueron debidamente informados acerca de que el Jefe de Estado “ya se vacunó”, por lo que él goza de la ventaja de la protección que le garantiza el hecho de estar en donde está, tendrán que seguir esperando. No por la vacuna. Sino por el favor que, “de buena nota”, pueden ofrecer los socios criollos de nacionalidad rusa, turca, cubana, china o de Irán, Nicaragua y hasta de Corea del Norte.
 
Mientras tanto, entre “la fórmula venezolana” 7 x 7, las empresas venezolanas sometidas a restricciones que no terminan de evidenciar el avance de una lucha abierta a favor de poder seguir viviendo, la tarea colectiva de encontrar respuestas  serias y concretas, no pasan de ser  otra cosa que seguir siendo espectadores de un proceso de Tapar Huecos en Pleno Desierto.
 
 En parte por la sensación predominante de que, en primer lugar, no se sabe en dónde está el desierto. Luego de que quienes lo han ubicado, no tienen claro en qué consiste tapar los huecos, y, por último, que, identificados los dos impedimentos iniciales, carecen de gasolina y de diésel para asegurar la movilización de los afectados, y retornar al sitio de resguardo.
 
Al final, todo concluye en lo mismo. Y se trata de que ayer, literalmente,  se pateó al Fondo Monetario Internacional por lo que es y representa para quienes afirman ostentar el ejercicio del poder, como se traduce en muchas decisiones administrativas. Después que el ejercicio del poder, para quienes afirman gobernar, es una simple posibilidad de permanencia en puestos improductivos. Y la población venezolana sigue soñando con lo que ya se le decía en 1979, cuando algún dirigente escribía que  “debemos  adoptar un diseño o proyecto del país , ampliamente compartido, pero que  no sea producto de la necesidad política inmediata, sino de la visión a largo plazo de la nación en perspectiva, para lo cual es necesario formar una capacidad de acción”.
 
Guste o no admitir, la gran verdad es que el sistema político actual se está agotando, porque está perdiendo la capacidad de acción. Vale decir, una gestión eficiente y unas metas previsibles. Eso, y que es lo inquietante, ha comenzado a convertirse en un argumento de valía e importancia innegable para quienes creen en que la pandemia “puede servir para todo”. Tanto, de hecho, como para que parte del nuevo discurso político comience a tratar como factible -y necesaria- la instauración de una nueva forma de hacer política, más allá, inclusive, de lo que “algunos aventureros” denominan izquierda, derecha, democracia.
 
Egildo Lujan
egildoarticulos@gmail.com
egildolujan@gmail.com
@egildolujan
Venezuela

JUAN DE DIOS RIVAS VELÁSQUEZ: BASTA DE DAÑAR A VENEZUELA CON MENTIRAS

El Socialismo del Siglo XXI se abraza a la mentira como medio para hacer política “con p minúscula” y a sus cuadros se les obliga a engañar y mentir como medio de tener “tropa para engañar la miseria, pobreza y mal vivir”. El SSXXI usa la TV y Canales del Estado para “insistir” en espejismos socialistas/comunistas que no han logrado bienestar y liberar a ningún pueblo de la pobreza, corrupción, mal gobierno y malos servicios públicos. El resultado es que los que dirigen el PSUV, GPP, TSJ, CNE, Administración Pública “PDVSA, CVG, CANTV, IVSS, Banco Central, METRO, ELECTRICIDAD, GOBERNACIONES, ALCALDIAS,  ETC., solo han aprendido a dañar, mal operar, ampliar la corrupción, tener bandas de testaferros, enchufados y familiares posicionados en la corrupción y saqueo. Este germen pervertido a permeado a los opositores y convertido a muchos en “Alacranes, Pillos y Bandidos que sirven de sostén y ayuda a Chávez/Maduro y su SSXXI. 

En el SSXXI se ignora que los valores morales se basan en la honestidad y en hacer el bien. La verdad es un término filosófico de buen uso humano y político. En Política hace referencia a la realidad, ética y a lo verídico. Se debe determinar con exactitud qué es lo que sucede o se realiza, mal utilizar la verdad resulta mal para el pueblo y engañar para seguir mal gobernando, es lograr malos resultados, pobreza y daño humano. El creer que confundiendo y engañando al pueblo “electores” lo mantendrá en el Poder, resulta en ocasiones muy confuso y termina hundiendo su futuro por repetir en malos resultados. El SSXXI  hace referencia a dos teorías acerca de la verdad. Una de ellas es por correspondencia a la teoría del mal Socialismo/Comunismo; sin embargo, en este sentido es primordial que conozcamos la realidad de las cosas y la historia, para verificar  que el Socialismo/Comunismo es por naturaleza incoherente, no democrático, corrupto, empobrecedor, destructor y miente al ofrecer y no dar democracia participativa y protagónica. Sus Gobernantes no saben de Buena Gerencia, Administración y Operar bien la Administración Pública.  Ya son muchos años de fracaso y nada sirve,  el hambre y miseria mata y enferma cada día más al pueblo. 

Para el SSXXI  la mentira tiene una definición un poco más sencilla. La mentira es su verdad en términos generales del SSXXI y es recurrente a la ausencia de la verdad en el ver, juzgar y actuar.  El SSXXI no respeta y menos estimula la verdad, la cual se constituía como uno de los más altos valores morales del venezolano y muy especial en los buenos políticos y fundadores de la Patria que nos Libertó Simón Bolívar. 

Reivindicar la mentira como un valor moral del SSXXI en ciertas situaciones es congruente con la idea del Comunismo. Hoy necesitamos reeducar con buenos principios y valores humanos, para poder tener a los espíritus fuertes y bastante independientes como para reconsiderar los juicios de los valores opuestos y abrir nuevos caminos para SALVAR A VENEZUELA y poder tener una DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA, que posibilite COGOBIERNO Y DESARROLLO SOCIAL DEL PUEBLO para liberarnos de la pobreza y mal gobierno. Se necesita lograr una filosofía remozada y honesta, con muchos valores universales, para qué que nos saque de la politiquería y corrupción y nos permita rectificar y re analizar el mal vivir por mal actuar de los gobernantes y cuadros políticos gobierneros y populistas. Todo a   la luz de nuestra Constitución y realidad actual, desde un punto de vista científico-tecnológico vigente. 

La mentira es simplemente una comunicación falsa, unida a la intención de engañar (que nos impuso el SSXXI) con la maldad e intencionalidad de Chávez/Maduro/PSUV. Es hora de castigar a los mentirosos y  obrar contra la mentira, distingue varios tipos de ellas, las cuales termina dividiendo a la gente, comunidades y les hacen daño a la sociedad y comunidades y de estas últimas habla de tres principales, las que ayudan a alguien, las que pueden salvar la vida de alguien y las que protegen la pureza de alguien. 

Desde un punto de vista evolutivo del SSXXI, es el engaño en las especies sin lenguaje y la mentira en los seres humanos se encuentran muy extendidos, prácticamente todas las especies hacen uso del engaño con fines de supervivencia y reproducción. En relación con el hombre, la mentira tiene una función primordial en cuanto a mala cohesión social y mantener en el poder al mal habido y desnaturalizado. 

La mentira en esencia nace con el lenguaje y mala ideología, para ellos es solo engaño. Charles-Maurice de Talleyrand decía “El habla fue dada al hombre para no ocultar sus pensamientos, lo mal hecho o actuado”. Mentir implica el reconocimiento de estados mentales en los otros. Somos “lectores de la mente inconscientes” opinaban Krebs-Dawkins. Los niños que son capaces de mentir de manera exitosa, generalmente son niños con un desarrollo normal, “los niños que no mienten tal vez no sean niños buenos, sino niños autistas” y por eso el SSXXI es autista y falsos politiqueros. 

En términos neurofisiológicos, la mentira implica la suficiente inteligencia para mal conceptualizar los estados mentales propios y de los demás, involucra un mecanismo neuro-conductual muy complejo, como complejas son las mentiras en el ser humano totalitario y la capacidad para mentir puede relacionarse con la inteligencia “mal sana” del individuo corrompido e incluso en su capacidad de socialización de buena fe. Mintiendo y chupando medias se asciende en el régimen de Maduro. 

Por último, uno de los aspectos más comunes en el acto de mentir es la capacidad de mentirnos a nosotros mismos cuando aceptamos a politiqueros que nos engañan, arruinen y nos matan de necesidades y malos ingresos. El autoengaño plantea situaciones filosóficas de la mente que nos remiten al dualismo cartesiano y a la teoría multi-modular de Freud. 

Pero lejos de cuestiones filosóficas o anatómicas que pudieran explicar la capacidad para mentir a ellos mismos en el SSXXI y esto está “por ahora” en su función neuropsicológica. 

Las personas que son capaces de auto engañarse y engañar a diario, que pueden y hacen de alguna manera modificar su interpretación de la realidad, son, en términos generales, personas más desleales y peligrosas. Su contraparte, las personas que observan la realidad tal cual es, son individuos con más tendencia a la depresión, en general, son menos sociales y más fatalistas. Sin mentiras podemos SALVAR A VENEZUELA. 

Juan de Dios Rivas Velásquez

rvjuandedios@gmail.com

@rvjuandedios

Presidente de Solidaridad Independiente

Venezuela