domingo, 16 de abril de 2017

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, “AMOR” EN TIEMPOS DE TIRANÍA

PIDO LA PALABRA Y VENTANA DE PAPEL

El país político advirtió la rotura del estamento constitucional al violarse la ilación de preceptos que ensamblan la institucionalidad del sistema político ordenado por la Constitución venezolana.

La violación de los derechos constitucionales en Venezuela ha alcanzado tal grado de exasperación, que el ejercicio de la gestión pública, ejercida por el alto gobierno en los últimos años, rompió las barreras de la resignación, la conformidad y de la paciencia al abusar de la autoridad. O sea, trasgrediendo las prerrogativas que las leyes le confieren. Cada discurso presidencial, ha pecado de falsas acusaciones, cruentas humillaciones. Pero sobre todo, insolentes señalamientos que inculpan, sin prueba alguna, a quien cuestione las desvergonzadas e ilegales arbitrariedades cometidas por un gobierno cargado de la vulgaridad y soberbia propia de todo tirano.

Cada pronunciamiento de algún alto funcionario, expresa no sólo injuria y difamación. También, es contentivo de una alevosa manifestación de prepotencia. O de un desquiciado sentido de superioridad, que calza exactamente con el tamaño de la indecencia y del desconocimiento. Además, cargado del atrevimiento de todo ignorante capaz de asomar tanta torpeza, sin que logre comprender la necesidad y obligación de recular o de excusarse ante el dislate cometido. Las disonancias de lenguaje y expuestas órdenes de presumida cuartelaría, son demostrativas del primitivismo político que viene caracterizando la contrariada y cuestionada labor gubernamental. 

Lo que se ha visto durante estas dos últimas semanas a lo largo y ancho de Venezuela, ha sido en respuesta al paroxismo alcanzado ante la animosidad del régimen no sólo por mantenerse en el poder, a pesar de la ilegitimidad y exagerado nivel de maniobras con el cual ha intentado delictuosos hechos de inconstitucional tenor e ilegal cometido. Debe reconocerse que el régimen venezolano forzó toda medida de aceptada legalidad, mediante arbitrariedades logradas a la fuerza Así pudo desprenderse de las ataduras constitucionales que obligan al Poder Público Nacional a someterse a lo que la ley consagra como norma. Sin embargo, el Poder Ejecutivo, sordo, ciego y mudo ante las decisiones tomadas, y en complicidad con ilegítimos magistrados adscritos a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de (In)Justicia, puso al descubierto la sucia jugada de asaltar al Poder Legislativo valiéndose del predominio del cual goza a través de conspicuos asociados colocados en cargos claves relacionados con la elaboración de las torcidas decisiones que luego procedió a hacer efectivas.

Así el alto gobierno, se voló el ordenamiento jurídico abusando de la autoridad que le permite actuar desde las alturas del poder. En consecuencia, el país político advirtió la rotura del estamento constitucional al violarse la ilación de preceptos que ensamblan la institucionalidad del sistema político ordenado por la Constitución venezolana. Esta situación tuvo eco en una población agobiada, maltratada y vapuleada. En una población con hambre y con enfermedades. En una población sin un empleo que le asegure el sustento ya que el régimen se ha empeñado en incumplir su decretado compromiso de “estabilidad laboral”. Por otra parte, ha sido consecuente con la impúdica política de desconocer derechos que exhortan libertades económicas que resguardan la propiedad privada de intrusos agentes de  la economía y hasta del gobierno. Pero las realidades de estos días, demostraron que la paciencia llegó al límite superior y se desbordó en protestas que, la misma Constitución, permite y exalta como derecho humano adquirido. Tan convulsiva situación hizo que la paciencia popular explotara e implocionara. Pero también llevó a la exacerbación de la resistencia que venía asumiendo como conducta social. 

La presunción inconstitucional de desconocer al Poder Legislativo para sustituirlo por el ilegítimo fuero de la Sala Constitucional, sumado a decisiones de revolver y transgredir la convivencia social basada en el pluralismo político y democrático, tanto como la persecución a dirigentes políticos, y a quienes llegan a opinar en desmedro de las mentiras y trampas ordenadas y cometidas por el régimen, provocó el necesario enfrentamiento de sectores populares a las desmedidas imposiciones gubernamentales. 

Tanto ha sido el nivel de confrontación, que la justicia gubernamental se volvió plastilina. El diálogo pretendido entre actores de la oposición y agentes del gobierno, quedó sin oportunidades ni alternativas cónsonas con lo que pudo haber logrado lo políticamente ansiado por la unión organizada de factores de oposición. La inmadurez política demostrada por el régimen, hizo pensar que se estaba fraguando un Golpe de Estado desde el Imperio. Y con el auxilio de una oposición sectaria. Cuando contrario a dicho cuadro de falsedades, las realidades fueron el mejor retrato del engaño diseñado seguramente por colaboradores cubanos. La situación que de ello resultó, hizo ver que todo fue una manipulación concertada entre altos funcionarios con el propósito de asegurar el enroque sobre el cual ha venido sosteniéndose a duras penas, pues su popularidad se vino al suelo. La militancia del partido del oficialismo, se desgranó en tanto toletes como cuadros revestidos de decepción por el mal gobierno adelantado.

La furia producida en la maltratada población venezolana por tanto abuso gubernamental y humillación padecida, alcanzó su máximo apogeo cuando el gobierno -subestimando la indignación del pueblo- el pasado 11-A, convocó a un acto de masas en San Félix, Edo. Bolívar, con la burda excusa de conmemorar el bicentenario de la Batalla de San Félix. El enardecimiento y la iracundia contenida por dicha población, se tradujo en arrebato de violencia al término de un discurso presidencial cargado del más asqueroso populismo. A su salida, la comitiva presidencial fue objeto de contundentes y aireados reclamos, lo que no fue óbice para que le lanzaran huevos, tomates y piedras que dieron en la humanidad de algunos funcionarios y oficialistas. 

Tan inaudita acción, demostró que se perdió el miedo frente a la represión armada con la cual responde el régimen. Inclusive, con la impune intervención de civiles armados. Aunque el hecho no pasó a mayores, significó una abierta demostración de que el pueblo se hastió de tanta indolencia gubernamental. Su clamor es desatendido por el alto gobierno lo cual es entendido como descarada burla. 

De estos sucesos se aprendió que “quien se empeña en pegarle una pedrada a la luna, no lo conseguirá. Pero terminará sabiendo manejar la honda” (Proverbio árabe). Es claro que todo ello no fue ninguna respuesta de amor o de apoyo al gobierno nacional, tal como fue insinuado por algunos afectos al régimen. Aunque si pudiera verse como una contrariada expresión de “amor” en tiempos de tiranía. 

VENTANA DE PAPEL
  
CAMBIO DE FRECUENCIA

La historia es reveladora y fehaciente testimonio del poder de la oración. No sólo la Biblia lo confirma. También, los hechos sucedidos en medio de tempestades físicas, espirituales, militares Y desde luego, políticas. Sobre todo, ante el furor que una crisis política incita pues las desgracias que éstas acarrean, no sólo inhiben libertades. También, inducen estampidas cuya fuerza de arrastre genera los peores vendavales y tsunamis que jamás se hayan visto o imaginado.

De ahí que la oración se convierte en un arma tan poderosa como la de mayor potencia. Aunque la diferencia estriba en que un arma militar tiene efectos destructores pues su objetivo es arrasar con una realidad que, a juicio de quienes dirigen la fuerza armada, entorpece propósitos encaminados a ganar espacios políticos sobre los cuales se articularán nuevos intereses. Más de naturaleza económica y mercantilista, que de otra índole que pueda animar el desarrollo económico y social. Aunque la historia revela crasas excepciones.

La oración, por su parte, tiene la capacidad de inducir emociones y sentimientos que igualmente producen un sacudón. Pero de espiritualidad. De tal forma y magnitud, que es capaz de transformar actitudes, cambiar perfiles, adecuar condiciones, modificar consideraciones y reformar aptitudes. Es decir, la oración provoca un cambio de frecuencia a nivel de todo aquello que es susceptible de variación hacia lo mejor, hacia lo sano y lo constructivo por cuanto incita el crecimiento de cuanta humanidad haya estado aletargada, paralizada o desviada del camino de la solidaridad, la comprensión y la verdad.

La oración trasmuta disposiciones. Pero más aún, la creencia de estar obrando en consonancia con el bien, cuando en el fondo podría estar causando el peor mal que puede animar una decisión tomada arbitrariamente, o al margen de toda consecuencia posible. La oración pronunciada desde el alma, tiene la potestad de lograr el equilibrio espiritual y asentir en su justo lugar, valores morales hoy tan deliberados. Pero igualmente, desatendidos por quienes viven ofuscados ante la tentación que brinda el poder como instrumento de violencia y como equivocado ejercicio de ordenamiento. La oración tiene el impulso para hacer ver que muchas intenciones políticas, tienen un errado asidero pues se dictaminan como órdenes sin siquiera considerar sus verdaderos alcances. La oración sabe develar el error que se comete cuando se abordan criterios de justicia, libertad, democracia, igualdad encapsulados en la ambición, la obstinación y el resentimiento.

Razones éstas, justifican la necesidad de orar desde el alma y con el convencimiento de su eficacia y trascendencia. La oración es pues el mejor instrumento para lograr la necesaria transformación que claman obtusas y confusas realidades siempre avivadas por una política retorcida. Más, la oración elevada desde lugares de crítica realidad, sin duda alguna, provoca un real y hondo “cambio de frecuencia”. 

“ Cuando la política gubernamental alude al amor como razón para reivindicar ideales, está desviando el sentido que estructura su concepción. Por eso, la política busca justificarse en su capacidad para entrometerse hasta en el amor y así manipular los intereses que lucen convenientes a sus ámbitos de intervención”


Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela

SUSANA MORFFE, HUEVOCRACIA O LA MADRE DE TODAS LAS BOMBAS

ENTRE CIELO Y TIERRA

El mundo está mostrando su poderío nuclear y “artesanal” como respuesta a los adversarios que intentan dominar a las poblaciones con ataques terroristas y dictaduras disfrazadas de democracia y sus tintes ilegítimos e inconstitucionales.

Cuando las dictaduras se disfrazan no puede haber dudas  de que las animaladas irán apareciendo y con ellas el malestar, las (&/%$*) entre la gente que las vive aumenta hasta perder  el estribo del caballo, luego aparece un troyano que fija su objetivo hacia lo que más entorpece el camino, país, convivencia, etcétera.

Sobre armas, ¿Cuál es ahora la similitud entre Estados Unidos y Venezuela?

En un país dominado por armamento nuclear contra enemigos de fuerza y Estados Unidos, quizás esté apertrechado un poco más o un poco menos que otras naciones, y Venezuela dominada por la corrupción, no hay una gran diferencia para desencadenar una guerra con pretensiones de “poner orden” o desatar la enloquecida batalla que se ha venido anunciando y  así demoler  la gusanera que estorba a los intereses de propios y contrarios.  El gustazo se lo ha dado recientemente Mr. Donald Trump, Presidente de los Estados Unidos que hoy causalmente está atravesando una gran desunión,  al lanzar una  bomba no-nuclear calificada como la “Mamá de todas las bombas”, directo  al corazón de túneles del Estado Islámico, con precisión en la provincia de Nangarhar (Afganistán). A Donald lo tildan de mediático, pero ciertamente autorizó a las Fuerzas Armadas de su país para que procedieran, hasta ayer se cuentan 92 muertos del grupo yihadista. Un buen susto y advertencia para los terroristas islámicos.

En Venezuela hemos sido más folclórico, pero no menos agresivos en momentos cruciales para hacer un buen lanzamiento del arsenal pollino o gallináceo que tenemos por ahora a la mano para imponer el descontento que se ha generalizado en el país con la dictadura disfrazada de democracia. En honor a ella nace la “huevocracia”, forma legítima de defender y disparar hacia el objetivo que interrumpe la vida democráticamente cotidiana y civilizada en el país. Grandes aplausos para esta expresión colectiva que indica el alza del rechazo al régimen comandado por el mandatario Nicolás Maduro y su corte.

Lo que ocurrió en la ciudad de San Félix, estado Bolívar, la semana pasada, no se puede ver con otros ojos que los de la verdad. Estaban esperando salir del ensueño y la pesadilla se hizo realidad, al tener la oportunidad de  “disparar“contundentemente porque los venezolanos llegaron a su nivel máximo de capacidad de aguante y han desbordado la furia por tan penosas carencias y despojos que hoy vive la Venezuela haitiana.

Con el presupuesto del país se ha invertido grandes cantidades de dinero en compra de armamentos para la destrucción de los mismos venezolanos, ese es el propósito de la dictadura; entretanto la población se defiende de frente con lo que tiene, caminar, hacer colas y pasar penurias hasta para comprar un huevo. Ahora este minúsculo pero poderoso alimento proteico, se convirtió en el arma poderosa, no solo por su precio, sino por su capacidad letal para imponer en el país la “huevocracia” en defensa de los más altos intereses de la patria. Rápidamente las redes sociales establecieron jocosamente que el Tribunal Supremo de Justicia, impondría, con su acostumbrada cómica, la figura jurídica del  “huevocidio”, entre cinco jóvenes que osaron apertrecharse de las posturas de gallina para desencadenar el rechazo a la figura presidencial. Afortunadamente fueron liberados.

Si lo vemos desde el punto de vista folclórico, el asunto mueve a risa, pero desde la óptica social, la postura es el abreboca de lo que está por comenzar, sigue latente, en ebullición y cada día calienta más las calles del país.  Como dato curioso, días atrás se conoció en Argentina, el hallazgo de huevos de dinosaurios que datan de 70 millones de año.

Tal como lo ha hecho el régimen de Maduro y su compinche Vladimir Putin en sus negocios bélicos, los venezolanos debemos voltear la mirada hacia nuestro potencial socio, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, para que nos suministre un buen número de estas posturas arqueológicas para el emprendimiento de las futuras generaciones de Venezuela.  Estamos en guerra por todos los venezolanos que han muerto más recientemente. Llanto y furia es lo que hay y una muy seria decisión por elecciones YA.

Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
Nueva Esparta - Venezuela

CARLOS ALBERTO MONTANER, EL CRIMEN DE SIRIA Y EL CASTIGO AMERICANO

¿Y AHORA QUÉ VA A PASAR?  

Donald Trump dijo que lo estremecieron las imágenes de esos “niños hermosos” destrozados por el gas Sarín esparcido por la aviación del dictador sirio Bashar al-Assad. Por eso, afirmó, ordenó el lanzamiento de 59 misiles contra la base de donde habían despegado los aviones. Desde el fin de la Primera Guerra mundial está prohibido el uso de esas crueles armas químicas. 

Me parece bien el castigo. La gente, incluso la peor gente, tiene que aprender que sus acciones tienen consecuencias. La crueldad de Assad merecía la muy grave sanción de los Tomahawks. Estos misiles cargan unos 450 kilos de explosivos y cuestan, cada uno, aproximadamente un millón seiscientos mil dólares. La operación le costó a Estados Unidos, unos cien millones de dólares y devastó la base aérea siria. 

Dejó 59 cráteres, 20 aviones destruidos y unas instalaciones minuciosamente aniquiladas, aunque previamente los militares norteamericanos les avisaron a los rusos y a los sirios lo que se proponían llevar a cabo. Esta vez la guerra avisada dejó seis soldados muertos. Sin las llamadas hubieran sido muchos más. El objetivo no era matar enemigos, sino proyectar cierta imagen. 

Para Donald Trump también fue un episodio de aprendizaje. Aprendió que el presidente de Estados Unidos tiene que tomar decisiones en las que todas las opciones son malas. Para alguien acostumbrado al toma y daca de los negocios, supuestamente experto en recibir algo sustancial por lo que entrega, debió ser extraño tirar cien millones de dólares por la borda (nunca mejor dicho) sin la esperanza de recibir a cambio otra cosa que las críticas agudas de algún sector afectado. 

Si debilitaba a Assad, favorecía a ISIS y a Al Qaeda, los encarnizados enemigos de Estados Unidos. Si se inhibía, como predicaba antes de llegar a la Casa Blanca, beneficiaba a la dictadura de Assad, a Irán y a Rusia, mientras se tensaban y perjudicaban las relaciones con Turquía, un aliado en la OTAN, y con Arabia Saudita, un incómodo amigo, despótico y errático, pero valioso suministrador de petróleo y gran comprador de productos americanos, incluidos costosos equipos militares. 

Puesto en la misma tesitura, Obama prefirió pagar el precio de no actuar contra Assad, pese a haber declarado que la utilización de armas químicas era una “línea roja”. Seguramente la advertencia era una fanfarronada destinada a tratar de impedir que las usara. Algo así como el bluff al que recurren los jugadores de póker. Sólo que, cuando se descubre la mentira, los enemigos saben que el jugador es débil y se envalentonan. 

Probablemente Obama no ignoraba que Eisenhower pasó ocho años de tranquilidad relativa en la presidencia de Estados Unidos recurriendo el bluff de estar dispuesto a utilizar las armas nucleares contra cualquiera que retara el poderío americano. Cuando se retiró, se supo que había utilizado un farol –traducción de bluff—que le había salido maravillosamente bien. A Obama, en cambio, no lo creyeron. Al fin y al cabo no era un general victorioso sino un inexperto Premio Nobel de la Paz. 

Los sirios y, sobre todo, los rusos, estaban poniendo a prueba a Donald Trump. No necesitaban el bombardeo con armas químicas para lograr el objetivo de someter a los enemigos de Assad. Lo estaban logrando con armas convencionales. Pero la jugada les salió mal. 

Al margen de las imágenes terribles de los niños asesinados, la primera motivación de Trump fue enviar el mensaje de que con él en la Casa Blanca no se puede jugar. Él no era Obama. Por eso, 24 horas antes de desatar la furia de los misiles, tuiteó, injustamente, que la culpa del uso de las armas químicas la tenía el presidente anterior por no haber actuado con contundencia tras haber trazado la imaginaria línea roja ignorada por los sirios. Era el primer síntoma de que habría respuesta. 


¿Y ahora qué va a pasar? Sin duda, como dijo Netanyahu, los iraníes y los norcoreanos van a poner sus barbas en remojo. Ya saben que Donald Trump dispara desde la cintura. Sólo que eso también trae serias consecuencias. La política el arte de escoger la opción menos mala. El problema es que casi nunca sabemos cuál es esa maldita opción.

Carlos Alberto Montaner
montaner.ca@gmail.com
@CarlosAMontaner
Vicepresidente de la Internacional Liberal
Estados Unidos

ARMANDO P. RIBAS, EL FUTURO DE OCCIDENTE

DESDE ARGENTINA

Existe la teoría de que en la historia las civilizaciones nacen, se desarrollan y mueren en un ciclo de vida semejante al de los seres vivos. Si analizamos la historia universal no cabe la menor duda de que el proceso descripto es su carácter esencial. Desde ese punto de vista parecería que eso que llamamos Occidente y que yo, tal como me pregunté en mi libro ¿Quién es Occidente?, no sé muy bien qué es lo que es, estaría viviendo su Zenit. Más allá del acceso de Japón a la segunda potencia industrial después de la Segunda Guerra Mundial, ahora surge la amenaza de que la antorcha en algún momento del siglo XXI sería pasada al Celeste Imperio donde viven hoy casi un quinto de la población mundial.

                   En dos recientes artículos publicados en “Foreign Affairs”, Richard Bernstein y Ross Munro, de una parte, y Robert Ross, de la otra, trataron el tema. Los primeros sostienen que en la misma medida que la China se desprende de las cadenas ideológicas del maoísmo y aumenta su riqueza, será cada vez más amenazante y más peligrosa. La posición de Ross es distinta en el sentido de que la China es demasiado débil como para significar una verdadera amenaza para la hegemonía política de Estados Unidos. Creo que ambas evaluaciones se integran en la teoría anterior de la historia universal, y no toman en cuenta, ni la una ni la otra, la diferente realidad que enfrenta la humanidad a partir de la existencia de las armas nucleares y la revolución de las comunicaciones.

                   La guerra en el sentido escatológico que existió a través de la historia ha desaparecido como elemento determinante de alcanzar la supremacía mundial. Enfrentamiento y colisiones en el siglo XXI no significan, como hasta la primera mitad del siglo XX, guerra. Este solo fenómeno cambia de por sí la historia universal, donde las civilizaciones se sucedieron hasta conformar hoy una sola civilización en eso que se ha dado en llamar globalización. En ese sentido hoy están más vigentes las palabras de Kant en su “Paz Perpetua” que el predicado hegeliano, de que la guerra era la forma en que los estados hacían su irrupción en la historia. Hoy los estados están todos en la historia con más o menos poder de negociación, pero no con más poder de destrucción. No existe en la actualidad la capacidad de destruir sin ser destruido. Es decir, las aspiraciones de poder no van a desaparecer de la faz de la tierra pero los instrumentos para ejercerlos han sido y siguen siendo modificados.

                   Cualquier país europeo que hasta la mitad del siglo XX hubiera tenido el poder relativo de los Estados Unidos, habría intentado la conquista mundial. La guerra era “the name of the game” (el nombre del juego). Hoy hemos ido aprendiendo no a deponer los intereses nacionales en pro de una hermandad sublime, sino a expresarlo de otra manera. Ya bien decía Hume en sus escritos económicos: “...el incremento de la riqueza y del comercio en cualquier nación, en lugar de perjudicar, promueve la riqueza y el comercio de todos sus vecinos, y un estado puede difícilmente desarrollar su comercio e industria cuando todos los estados que le rodean están hundidos en la ignorancia, la pobreza y la barbarie”.

                   Es decir que la guerra no desaparecería de la faz de la tierra por la moral, sino por el interés y el egoísmo humano consciente del terror del holocausto y a través  de las comunicaciones. Demás está decir que la misma tecnología que hace a la riqueza de las naciones, las hace más vulnerables. De qué le sirve a los propios Estados Unidos hacer desaparecer de la faz de la tierra, ya fuera la Unión Soviética o a la China, cuando al menos la mitad de su población  se pierde en el empeño. Pero más aún, cada vez existen menos naciones cuya riqueza no dependa de su integración en la economía mundial. Eso quiere decir algo más. Si Japón hoy se hundiese en el Océano Pacífico, una gran parte de la riqueza de otros países y en particular de Estados Unidos desaparecería con el imperio del Sol Naciente.

                   Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que esta realidad no ha sido construida sólo a partir de hechos, sino que detrás de ella han estado las ideas que dieron paso a lo que Popper denominara sociedad abierta. Ha sido el reconocimiento de los intereses privados el que ha construido la riqueza que se sustenta en la propiedad y el comercio. Ese mal llamado “materialismo” ha sido la fuente de los mayores logros que han permitido satisfacer las necesidades de la gente común. No sé en virtud de qué espiritualidad la guerra pudo haberse considerado como un acto desinteresado y digno frente a la concupiscencia adscripta al comercio. No hay que ir a las castas hindúes para encontrar en toda la historia de la humanidad, la religión y la guerra como los paradigmas excelsos de la virtud, en tanto que el comercio, las finanzas y el trabajo eran descalificados por indignos. Fue sólo cuando se revirtieron estos principios, a partir del pensamiento liberal, que ha sido posible alcanzar el estadio de civilización que hoy disfruta una gran parte de la humanidad. Esto no quiere decir que en función de la globalización han de desaparecer ni las identidades nacionales ni las culturas. Pero sí que éstas habrán de adaptarse a los principios que podríamos llamar de la civilización, si es que los pueblos pueden aspirar a elevarse por sobre la pobreza. Y ése no es el modo de la generosidad, sino del interés, no del reparto, sino de la creación. Ninguna cultura que intente desconocer los principios de la civilización universal puede esperar alcanzar los estadios de libertad y bienestar que gozan hoy los países industrializados. Esos principios no son otros que el reconocimiento del derecho del hombre a la búsqueda de la propia felicidad, a la vida, a la libertad y a la propiedad. Y estos derechos individuales parten del reconocimiento de la naturaleza falible del ser humano tanto en el orden moral como en el del conocimiento. De ahí la necesidad de la limitación del poder político.

                   Mi preocupación, entonces no surge del que otros países orientales o africanos alcancen la riqueza que hoy parece patrimonio del Occidente industrializado y Japón. El problema de Occidente está dentro del mismo Occidente. Curiosamente el propio Bernstein, en su explicación de la nueva posición China, de hecho reconoce el problema. Así dice: “La ironía en las relaciones chino-americanas es que cuando China estaba bajo la féerula del maoísmo ideológico y proponía tal ferocidad ideológica que los americanos creían que eran peligrosos y amenazadores, era realmente un tigre de papel, débil virtualmente sin influencia global. Ahora que China se ha liberado de la trampa del maoísmo y se ha embarcado en un curso pragmático de desarrollo económico, y de comercio global, parece menos amenazadora, pero de hecho está adquiriendo la posibilidad de apoyar ambiciones globales y sus intereses con verdadero poder”.


                   Es evidente que el poder surge en las propias palabras de Bernstein del capitalismo que no es una faceta económica de la existencia, sino una concepción ética que se implementa políticamente y produce la riqueza. El estar bajo el umbral ideológico de Mao es precisamente la actitud opuesta que diluye las motivaciones para la creación de riqueza en función de un deber ser absoluto y fútil que significa la opresión y la inseguridad. El problema en Occidente es precisamente que sus intelectuales descreen de ese mal llamado sistema capitalista y en la medida que el estado se apodera de la economía se cae, casi sin darse cuenta, en la trampa ideológica del maoísmo. Ahí reside el peligro de que se cumpla el ciclo histórico y Occidente dé lugar a otra civilización no distinta sino precisamente porque aprendió lo que Occidente olvidara.

Armando Ribas
aribas@fibertel.com.ar
@aribas3
Argentina

JOSÉ TORO HARDY, ¿VIOLA LA OEA NUESTRA SOBERANÍA?

Don Quijote a Sancho: "todas estas borrascas son señales de que ha de serenar el tiempo. Habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca".

Los grandes filósofos políticos del Siglo de las Luces, precursores de la Revolución Francesa,  van desgranando en sus obras los principios sobre los cuales se asienta la democracia:

"Le pouvoir arrête le pouvoir" (el poder frena el poder) decía Montesquieu en su obra "L'Esprit de Lois " (El espíritu de las leyes). Se refería al equilibrio de los Poderes que debe existir en democracia. La misma idea la usan los anglosajones con el concepto de "Check and Balance" para referirse a la relación que debe existir  entre los Poderes cuyo objetivo es impedir que alguno de ellos abuse de sus facultades.

Cerca de 60 sentencias del TSJ contra la AN y en particular las sentencias (sin juicio) 155 y 156,  así como la "aclaratoria" de las mismas, ponen en evidencia que no hay separación de Poderes.

Rousseau en su "Contrato Social" se oponía a la excesiva fuerza del Estado. “Convengamos, pues, en que la fuerza no constituye derecho, y que únicamente se está obligado a obedecer a los poderes legítimos” . Allí se basa el Art 350 de nuestra Constitución: "El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos".

John Locke desde Inglaterra señalaba que la soberanía emana del pueblo y que el Estado tiene como misión principal proteger las libertades individuales de los ciudadanos. Abordaba también Locke al principio de la separación de los Poderes. La autoridad del Estado se sostiene en los principios de soberanía popular y legalidad. El poder no es absoluto sino que ha de respetar los derechos humanos.

Basándose en Locke nuestra Constitución establece que el pueblo es el soberano. Señala en su Artículo 5to. "La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo ... Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos"

El soberano no es el régimen, es el pueblo, quien ejerce directamente esa soberanía "en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio por los órganos que ejercen el Poder Público".

 Esa delegación "indirecta" está pues sometida a dos condiciones: que se respete la voluntad popular expresada en sufragio y que se respete la Constitución y la ley.

En Venezuela se ha producido una suerte de agavillamiento de Poderes a través del cual se pretende desconocer la voluntad popular expresada en los sufragios que le dieron a la oposición el control de las 2/3 partes de la Asamblea Nacional. Se  irrespeta así nuestro Contrato Social.  Se viola la soberanía del pueblo cuando se impide el Referendo Revocatorio previsto en los artículos 72 y 73. La misma burla tiene lugar cuando se impide o retrasa la elección de gobernadores también prevista en la Carta Magna. Igual cuando una Sala Constitucional (dudosamente elegida) pretende "interpretar" disposiciones no interpretables, porque se trata de condiciones "Ad litteris" (letra por letra) como las previstas en el Artículo 41: "Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad, podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República...". Y ni hablar de las actuaciones de la referida Sala violentando la soberanía popular al desconocer facultades de la Asamblea Nacional arrogándose el ejercicio de las mismas y acusándola de desacato. ¡No existe tal desacato en nuestra Constitución!

Las transgresiones son tan descaradas que la comunidad internacional ya no puede permanecer callada. Eso es lo que está ocurriendo en la OEA y también en el Mercosur.

El régimen pretende hacernos creer que hay una injerencia y una violación de nuestra soberanía. ¡Falso! Como antes se dijo el soberano es el pueblo. Es el régimen quien viola la soberanía del pueblo cuando valiéndose de la delegación "indirecta" en algunos Órganos de los Poderes Públicos vulnera la Constitución.


La Resolución del Consejo Permanente de la OEA señalando las graves alteraciones del orden constitucional e instando al gobierno a restaurar la plena autoridad del Parlamento y restablecer orden democrático, queda perfectamente enmarcada dentro de la Carta Democrática Interamericana que es un Tratado Internacional suscrito por el gobierno venezolano y ratificado por el Parlamento."Pacta sunt servanda" (lo pactado obliga). Allí no hay injerencia alguna. Hay, sí, un llamado al gobierno de Venezuela para que respete la independencia de los Poderes y los DDHH que son principios fundamentales de la democracia representativa, cuya promoción y consolidación es el propósito fundamental de la OEA. 

Jose Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josetorohardy
Miranda - Venezuela

BEATRIZ DE MAJO, RÉQUIEM A LA BINACIONALIDAD I,

COLOMBIA EN CAPSULAS
Hubo años en el pasado en los que el Comercio entre Colombia y Venezuela superó los 7.000 millones de dólares. Siempre desfasado a favor de Colombia, recibíamos productos de la nación neogranadina que multiplicaban por 6 los que Venezuela vendía más allá del Arauca. Es decir, Venezuela fue tradicionalmente el gran objetivo de las ventas externas de Colombia, particularmente desde que el mercado común andino favoreció los intercambios con una libertad casi total y a partir del momento en que los dos países juntaron sus esfuerzos por desvanecer la frontera a favor de ambos lados.
Colombia fue siempre el lado fuerte de la ecuación pero en ello fue muy relevante el hecho de que el proceso de industrialización no petrolera de Venezuela era lento y lleno de escollos y el de Colombia era muy agresivo y eficiente. Cualitativamente había una diferencia que abultaba más aun nuestra debilidad exportadora. Colombia mandaba a Venezuela productos elaborados mientras Venezuela solo alcanzaba a exportar materias primas o productos con muy bajo nivel industrial de incorporación de valor. 
 
El petróleo siempre alcanzó para nutrir de dinero a las administraciones estatales, así que esforzarse por comerciar otro tipo de productos no era una prioridad. Mejor dicho, no había mucho que exportar que no fuera nuestro crudo y en la medida en que el precio internacional del oro negro estuviera alto, en esa misma medida el interés gubernamental por desarrollar otras producciones exportables se tornaba débil o inexistente.

Una muy corta visión del provenir económico del país siempre prevaleció, pero de nuevo, los intentos integracionistas del Continente y de la Región Andina, más impulsados por otras naciones que por la nuestra, nos fueron acercando más y más a Colombia para beneficiar a los vecinos por encima de nosotros, aunque la intención no haya sido nunca desbalancear los intercambios a favor de Colombia.

Con el advenimiento de la Revolución Bolivariana sí se inició una deliberada acción para aniquilar la relación que se había construido con los años. Desde las primeras medidas que obligaron al trasbordo fronterizo de las cargas, hasta nuestro retiro voluntario de la CAN, todas las acciones estatales fueron orientadas a bombardear la binacionalidad en el terreno de lo económico. Las inversiones de empresas colombianas de este lado de la frontera y las inversiones conjuntas para la atención de terceros mercados, las que también se habían comenzado a materializar, se esfumaron con el tiempo. Todo ello sin mencionar que la política cambiaria revolucionaria  no nos ayudó en el terreno de lo comercial para exportar y las importaciones de Colombia, dentro de nuestra política cambiaria, se vieron primero catapultadas hasta las nubes por la sobrevaluación del bolívar, pero más adelante fueron seriamente afectadas por la ausencia de divisas asignadas a las compras a ese país
.   
Hoy, después de 18 años de destrozos económicos dentro de la binacionalidad, queda poco que rescatar. Asi lo han entendido los colombianos de los sectores empresariales quienes más temprano que tarde entendieron que esforzarse por mantener el mercado venezolano era equivalente a perder su pólvora en zamuros.

El último informe de   la Cámara de Integración Económica Venezolano-Colombiana (Cavecol) - institución que paradójicamente ha conseguido mantenerse en medio de la debacle- nos ha anunciado que el intercambio entre los dos países para el año pasado cerró en 802 millones de dólares, con una tendencia positiva para Colombia.


Esta verdadera bagatela numérica ilustra dramáticamente sobre el efecto que ha tenido en una relación muy sólida y prometedora- la más proactiva del Continente para el momento del advenimiento de este modelo- el ánimo excluyente y destructivo prevaleciente en relación con Colombia. Hoy el comercio es casi un décimo de lo que alcanzó en los años buenos. ¿Es este proceso reversible en la hora actual? Rescatar la relación en lo económico y reestructurarla en lo político será tarea prioritaria para quienes sucedan al actual gobierno. 


Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Internacionalista
El Nacional
Miranda - Venezuela 

EUGENIO MONTORO, LO PEQUEÑO ES HERMOSO

SMALL IS BEAUTIFUL
En 1973 un tal Schumacher publicó unos escritos que pondrían a pensar sobre creencias económicas con el título “Small is beautiful” (pequeño es hermoso).

OSWALDOALVAREZ PAZ, EL AMANECER SE ACERCA,

DESDE EL PUENTE 
“La noche avanza y va a llegar el día. Dejemos pues las obras de las tinieblas y 
revistámonos de las armas de la luz” (Romanos XIII, 11-12) 
La cita viene al pelo con la situación de Venezuela.
Los sucesos de los últimos días son reflejo de lo que sucede. 
La inmensa mayoría de la nación, la gente de la humanidad común,
en abierta oposición al régimen dominante aspirando a un profundo 
cambio, por una parte y, por la otra, la cada día más reducida 
minoría atrincherada en las alturas del poder, desquiciada, 
enloquecida, con el único objetivo de retenerlo a cualquier precio. Son prisioneros 
de la incertidumbre por lo que pueda ocurrir cuando sean despojados de sus posiciones. 
Parece mentira, pero en lugar de facilitar el cambio que el pueblo reclama y ajustarse a Derecho, apelan a la represión y a la violencia física e institucional en contra de instituciones y personas como nunca antes en la historia contemporánea.

JOSÉ LUÍS MÉNDEZ LA FUENTE, DESACATOS, INHABILITACIONES Y ALGO MÁS

Cuando  se le da una mirada a la situación de la oposición  dentro del  espectro político venezolano,  de cara  a procesos electorales venideros, el  historial de los últimos diez años nos condena. En efecto, o bien parte de su dirigencia se encuentra  presa o lo ha  estado, o bien ha sido inhabilitada para ejercer cargos públicos en el futuro inmediato, o bien se encuentra en desacato en el presente.

En este sentido, una nueva inhabilitación política del gobierno de Maduro, en esta ocasión contra Henrique Capriles, lo que le impediría postularse a la relección como gobernador  del  Estado Miranda, o a la presidencia de la república, habla por sí sola. Y es que ya desde el 2008, se dio inicio a esta práctica al aprobarse  la inhabilitación de más de 200 venezolanos que quedaron sin posibilidad de ocupar un cargo público, algunos hasta el 2014. Resaltaban en ese lote, la del ex gobernador de Miranda, Enrique Mendoza; el ex alcalde de Chacao, Leopoldo López; el ex candidato a la Gobernación del Táchira, Williams Méndez y el ex candidato a la alcaldía de Baruta, David Uzcátegui, todos retirados del escenario político electoral cuando trabajan en sus campañas electorales.

Las más significativas, antes de esta de Capriles, fueron las que afectaron  los comicios parlamentarios de diciembre 2015, cuando  la Contraloría general de la Republica inhabilitó para ejercer cargos públicos, hasta por diez años, a María Corina Machado y otros líderes de la Mesa de la Unidad Democrática, como los ex alcaldes Daniel Ceballos y Enzo Scarano,  dentro de una  la lista de más de cien candidatos de la oposición.

El asunto de las inhabilitaciones explotó, internacionalmente, al fallar la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el 1 de septiembre del  2011, a favor del exalcalde de Chacao Leopoldo López. En aquella decisión se le ordenaba al Estado venezolano, dejar sin efecto las resoluciones del 24 de agosto  y 26 de septiembre del 2005, emitidas por el Contralor General de la República, mediante las cuales declaró la inhabilitación de Leopoldo López, para el ejercicio de funciones públicas, por un período de 3 y 6 años, respectivamente.

Como era de esperarse,  la Sala Constitucional  del TSJ venezolano, respondió inmediatamente declarando "inejecutable" el fallo de la Corte Interamericana, pues la inhabilitación no era política sino administrativa, por lo  que los derechos políticos de Leopoldo López nunca estuvieron afectados. Pero lo que nunca explicó  el TSJ es cómo podía ejercer sus derechos políticos Leopoldo López, sino lo dejaban inscribirse como postulante a un cargo político.

Hoy en día, la  inhabilitación no se aplica, solamente, a los posibles candidatos de la oposición. También  los partidos políticos, como ya dijimos en un artículo anterior, pueden quedar fuera de cualquier proceso electoral  sino se relegitiman  recogiendo un número de firmas determinado, cuya validación quedará al libre arbitrio del Consejo Nacional  Electoral.

Si a la contingencia de quedar inhabilitado, le agregamos la de que algunos potenciales candidatos de la oposición pudieran  ir a la cárcel para engrosar la lista de políticos presos,  como le gusta llamar al gobierno  del señor Maduro a los presos políticos; el número de aspirantes  opositores con altas probabilidades de  ganar las elecciones se reduce drásticamente.  Un buen ejemplo  de esto lo es Leopoldo López, eliminado, por ahora, de la carrera presidencial.

La nueva malformación que ha surgido en los últimos años es la del desacato, otra forma de inhabilitación, que le desconoce a un espacio político dominado por la oposición, el ejercicio de sus funciones y actuaciones. Desconocimiento que se extiende a sus integrantes.

La palabra desacato es de esas pegajosas que se queda pronto en la boca. Por eso, tanto en las conversaciones  callejeras, como en la prensa internacional, es frecuente tropezarnos  con la frase  “es que la Asamblea está en desacato”.

Lo que habría que hacerle entender a la opinión pública es que nunca  un poder público, trátese del ejecutivo, del legislativo o del judicial, puede estar en desacato con respecto al otro. Cosa distinta es el desacato de alguno de sus miembros, como un ministro que no acude a un llamado de una comisión parlamentaria cuando tiene la obligación legal de hacerlo; de un diputado o de un magistrado frente a una sentencia judicial legalmente dictada; o del presidente de la Republica cuando no  presenta, por ejemplo, el presupuesto de la nación a la Asamblea Nacional para que lo apruebe, como manda la Constitución. Pero lo que debería quedar aún más claro, es que ningún desacato produce la desaparición del órgano o poder público, ni mucho menos un trasvase de sus competencias a otro ente distinto.

Ya por desacato, por inhabilitación o por lo que sea, lo cierto es que la oposición venezolana, lo va a tener difícil a la hora de buscar un candidato a la presidencia de la república o a una  gobernación, que como la del Estado Miranda, hasta ahora, con Capriles al frente,  ha resultado inconquistable para el chavismo. Al menos, muy complicado, para encontrar un contendiente electoral que no sea del agrado del señor Maduro.

Jose Luis Mendez
Xlmlf1@gmail.com
@Xlmlf1
Miranda - Venezuela   

SIXTO MEDINA, UN PAÍS SIN DEMOCRACIA Y SIN JUSTICIA

Una democracia es, por naturaleza, el régimen donde se realiza 
la justicia. La politización de la administración de justicia y el 
sometimiento del Tribunal Supremo de Justicia al ejercicio de 
la autoridad que impone Nicolás Maduro, con métodos forzosos 
para ejercer su voluntad sobre la población civil, 
es tan innegable como lamentable, signo del retroceso que significa 
el hecho de que la política y el sentido de algunas resoluciones, 
dictámenes y sentencias judiciales es la urgencia de tener que 
recordar la imperiosa necesidad de la independencia del poder 
judicial y lo peor que nos puede ocurrir en esta materia es 
acostúmbranos al fenómeno perverso que se instaló en nuestros 
ribunales con la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998, y lo ha 
profundizado Nicolás Maduro, quién ha puesto punto final a la 
democracia en Venezuela.