Sorprenden los
resultados de estudios y seguimiento de la realidad. Para muchos la evidencia
del aumento de la pobreza que pudiera alcanzar tres de cada cuatro venezolanos
según estimaciones de las condiciones de vida y, en especial, de la medición de
los ingresos de nuestros hogares, produce una profunda necesidad de
reconocer nuestro presente. En primera
instancia tendemos a rechazarlo, pues estamos convencidos que con la renta
petrolera y la distribución de la misma a manos llenas esa sería una historia
superada. A pesar de la inexistencia de datos oficiales la realidad se impone.
La inseguridad de la vida con la violencia manifiesta el desabastecimiento que
implica hambre, desnutrición y muerte; la inflación traducida en la supervivencia
diaria con la incógnita del mañana hace imposible negar el caos, la
incertidumbre y el desconcierto de la cotidianidad. Es en este entorno que
llegamos al camino iniciado de búsqueda de cambio.
Estamos a las puertas
de tomar decisiones para ese cambio. A la desconfianza en los caminos para
lograrlo se unen la persistencia y la
fuerza de la acción humana para construirlo. Imposible negar que no estemos en
un sistema de votación “amigable” como dicen ahora, entre el ventajismo de las
fuerzas del régimen, el “legulellismo” del lavado cerebral del miedo, la
regaladera y, con ella, las redes establecidas de lealtades y sumisión mediante
la humillación de infinitas discriminaciones de colas, cédulas para limitar
cualquier servicio, sectarismo a ultranza y confrontación constante por parte
de los supuestos árbitros de la legalidad, pareciera que el monstruo se impone
por doquier.
Y sin embargo,
estamos llegando al paso inicial para la aspiración de cambio manifiesta y
concreta pues no hay rendición. ¿Cuáles son los logros? Contra viento y marea
la búsqueda democrática se ha consolidado en una visión unitaria con sus
propias diversidades. A los limitados recursos y la violencia se han movilizado
sin descanso comunidades, familias, y, especialmente, los jóvenes, que
significa algo muy valioso; han conocido y hablado con la gente, con la vida
diaria, lo que se traduce en aprendizaje de las vías de encuentro y alianzas y
obligado a organizarse para actuar. Ante la represión y arbitrariedad de los presos
políticos se ha sembrado conciencia nacional e internacionalmente, lo cual hace
cada día más difícil desconocer el déficit democrático y la destrucción
institucional del país y con ello, los intentos por desconocer o manipular los
resultados electorales tendrán consecuencias y necesidad de acordar propuestas.
Estamos a medio
camino. Las mesas electorales tienen que instalarse y los testigos actuar. Hay
que votar y defender las decisiones. En un ambiente de turbulencia y
conflictividad. El régimen ha dicho que sale a la calle y tiene el recurso de
la fuerza. El árbitro electoral pone cortapisas por doquier, no solo en la
observación internacional, sino en los corresponsales y medios comunicacionales
además del desbalance de los circuitos electorales. El país ha hecho un llamado
a nuestras fuerzas armadas para la defensa constitucional, porque no cabe duda
de su rol como defensa institucional en este proceso. La Conferencia Episcopal
y las iglesias reiteradamente alertan sobre el ventajismo, pero también sobre
su apoyo incondicional a la construcción democrática. La “autoritas” moral y
los jóvenes son los grandes árbitros ante la impunidad.
Afrontar conflictos
es la vida, y si buscamos cambio, está en nuestras manos.
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
Miranda - Venezuela
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