martes, 9 de abril de 2019

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, POLÍTICA EDUCATIVA PARA LA EMANCIPACIÓN.


El crecimiento, desarrollo y progreso de un país es el resultado, no solo de las transformaciones institucionales, sino muy especialmente de los cambios en las capacidades internas de la población inducidas en el proceso educativo que los coloca en posición de actuar motivada y responsablemente; sin que ello implique estar inmersos en una visión economicista de la educación que concede a los factores económicos primacía sobre cualquier otro al extremo de asumir que los hechos sociales se corresponden con el desenvolvimiento de dichos factores, como consecuencia del aporte productivo que al proceso dan las personas. 

En tal sentido, pueden distinguirse dos (2) enfoques en cuanto al proceso educativo se refiere: (1) Educación para la emancipación: estructuración de una población capaz de entender y hacerse cargo de la realidad, habida cuenta de la potencialidad emancipadora de la educación asumida como la liberación de cualquier modo de subordinación frente a un hecho, lo cual está en intima vinculación con la concientización a la luz de una aproximación consciente, profunda y critica de la realidad que facilita tomar decisiones de manera más efectiva en el marco de su papel histórico; o lo que es lo mismo ¡educar es concientizar! (2) Educación para el mantenimiento: estructuración de una población políticamente sumisa y económicamente productivos, y para lo cual se define una política educativa orientada a legitimar a la escuela como un espacio tanto para el   adoctrinamiento como para reproducción del modelo sociopolítico dominante (influencia que tiene la política en la sociedad); tal como es la intención del régimen militar-cívico venezolano en aras de profundizar una dictadura totalitaria donde un grupo gobierna de manera absoluta y arbitraria sin ningún tipo de restricción a la hora de tomar decisiones, e igualmente acumulando todo el poder en el Estado.

La educación, a pesar de ser  un hecho de elevada complejidad, puede y debe ser una herramienta estratégica de mediación para la emancipación a la luz de la instrumentación de distintos factores tales como: (A) Grado de autonomía con relación al gobierno, a las posturas políticas-partidistas, a los grupos dominantes y demás entes de poder; (B) Modo de atención al educando; (C) Ambiente donde se desarrolla el hecho educativo; (D) Metodologías y prácticas instrumentadas; (E) Capacidad de formular posturas críticas, frente a los modelos socioeconómicos imperantes; (F) Importancia otorgada a la función social de la escuela; (G) Trascendencia conferida por el Estado a la labor docente; (H) Prestigio social y nivel de remuneración del educador; (I) Integración y articulación del sistema educativo; (J) Planes de formación y capacitación docente.

Desde un ángulo complementario, resulta de interés supremo formular una interrogante: ¿Para qué sirve la educación? La respuesta podemos contextualizarla mediante una breve visión histórica de los fines consagrados a la educación:

1.- Educar a los ciudadanos para el buen ejercicio de sus derechos y libertades, y así consolidar el modelo de Estado (Estado Liberal).

2.- Formación para la participación social (Estado de Bienestar).

3.- Educación para promover las capacidades y valores propios de la deliberación (Sistemas Democráticos).

4.- Educación para la diversidad y la convivencia (Globalización e internalización del mercado).

5.- Desequilibrio entre la demanda laboral de una sociedad globalizada y una oferta académica con diseños curriculares y contenidos programáticos de rápida obsolescencia, que en muy poco contribuyen al desarrollo del individuo y a su formación para la vida, al punto que la educación se ve reducida a la promoción académica (Actualidad).

De igual modo, puede responderse haciendo referencia a los fines generales atemporales (que no se corresponden con un periodo histórico determinado):

A.- Transmisión inter-generacional del legado cultural.

B.- Desarrollo de la persona en su dimensión intelectual y moral.

C.- Instrucción en aquellos saberes prácticos que permitan al individuo insertarse en la sociedad.

En fin, tanto los fines históricos como los atemporales facilitan inferir que ¡la educación y la sociedad marchan al mismo ritmo!

Intentar abordar un análisis, con planteamientos académicos y técnicos, del asunto educativo venezolano impuesto por el chavismo-madurismo resulta totalmente estéril ya que el proceso educativo no se fundamenta en alguna concepción científica, y muy por el contrario lo asumieron como una acción política para perpetuarse en el poder, inicialmente bajo la figura de una dictadura que luego mutó hacia un régimen narco-terrorista apoyándose en la dominación social a través de la conciencia, al disminuir al máximo posible la capacidad de los ciudadanos de conocer sus carencias, capacidades, valores, esperanzas, emociones, pensamientos y actitudes, al punto de reducir en ellos su capacidad de juzgar lo que debe hacer y de sus responsabilidades. 

A tenor de lo antes señalado en cuanto a los fines de la educación, resulta propicio hacer una referencia sobre el modelo educativo cubano impuesto desde el inicio de la revolución (¿?) en 1959 previo desmantelamiento del “viejo sistema educativo” en pro de construir uno “nuevo” a partir del cual el ministerio de educación asumió el control de todas las escuelas y universidades luego de la abolición de todas las gerenciadas por el sector privado; en un contexto donde una mayoría de “cubanos letrados” colaboraron solidariamente con la “revolución” en favor de la construcción de un monopolio educativo con la particularidad que los salarios de los profesores, directivos y personal de apoyo pasaron a la nómina del Estado único facultado para modificarlos, mientras que simultáneamente la dictadura formó grandes sindicatos para tener un control directo y efectivo sobre todos los docentes y trabajadores. Obviamente, promovieron la desaparición del sector educativo privado en un escenario donde la “revolución” asumió la prerrogativa de formular los planes y programas incluido los del sector universitario aunado a la prohibición de todo tipo de formación con visión empresarial o de negocios. El “modelo educativo cubano”, convirtió a los profesores en burócratas carentes de criterio propio al tiempo de generar un sistema socioeconómico de altos costos integrado por profesionales sin iniciativa, carentes de espíritu emprendedor y autosubordinados y atados a un salario de subsistencia que complementan haciendo largas colas para recibir una pequeña ración de alimentos.

Reflexión final: Impulsar en Venezuela la fuerza emancipadora de la educación, hoy confiscada por un régimen narco-terrorista proveniente de una dictadura colonizada por Cuba, pasa, primeramente, por el cese de la usurpación para que luego de unas elecciones presidenciales, con un sistema electoral íntegramente renovado, se refunde la democracia (en nada referido a volver al pasado) y se inicie la ruptura con el dogmatismo educativo imperante que no admite cuestionamientos y basado en incoherentes principios carentes de doctrina; abriendo espacio a la reinstitucionalización de la visión holística de la educación en función de conducir el hecho educativo en torno a múltiples interacciones que lo caracterizan, en el entendido que se comportan de modo distinto a la suma de las partes y donde los fines atemporales (antes citados) se interrelacionen con elementos de una educación para la diversidad y la convivencia, aislada de ¡posturas político-partidistas!

Jesús Alexis González
@jesusalexis_gon
Planificador Educativo-Economista

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