Es uno de los diez puntos del Manifiesto comunista de Marx y Engels, paradójicamente adoptado por la mayoría del mal denominado "mundo libre". Es cierto que el impuesto supone la apropiación por parte del gobierno de una parte alícuota de la propiedad ajena, y que a medida que esa parte alícuota va creciendo mayor es la apropiación que sufre la propiedad en perjuicio de su propietario y en beneficio de los burócratas. En este sentido, el marxista y los socialistas tienen razón en suponer que a través de este mecanismo puede lograrse la trasferencia de cualquier propiedad paulatinamente -y sin métodos "violentos"- de manos privadas a las manos de los burócratas que ellos llaman gobierno o "estado". Querido o no, este sería el resultado en todos aquellos lugares donde la progresividad se impusiera.
Resulta evidente que el autor del trabajo comentado simpatiza con esta tesis, ya que es a la única que no le fórmula ninguna crítica, pese a todas las que existen y que fueron esbozadas principalmente por parte de la Escuela Austríaca de Economía.
La mención de Stuart Mill, que fue un economista clásico, parece tener la intención de darle crédito a una teoría que -en si misma- es absurda. No sabemos bien que es lo que el autor llama individualismo, pero ya hemos aclarado suficientes veces que el individualismo no produce ninguna "injusticia en el reparto social", sino que, por el contrario, es el socialismo -y no aquel- el que descalabrara todo el "reparto social" volviéndolo no solamente injusto sino criminal, como las experiencias de la Alemania nazi, Italia fascista, URSS, China, Cuba y -más recientemente- Venezuela castro chavista comunista, han tenido ocasión de demostrar.
El error de los escritores clásicos (como Stuart Mill) consistió en que no conocieron la verdadera teoría del valor. Ellos creían que el valor de las cosas residía sola o preponderantemente en el trabajo que se les aplicaran, por eso no podían entender el fenómeno de la renta, y lo atribuían erróneamente a factores ajenos al mismo. No había nada "anormal" en la renta en sí misma, sólo que no acertaron a reconocer su verdadera fuente. Además, Mill introdujo confusión al enseñar que producción y distribución eran dos fenómenos separados e independientes uno del otro, lo que constituyó un grave error del cual se vale el marxismo y todas sus escuelas derivadas para propagar sus falacias.
"Que esa renta se debiese a la colaboración de la Naturaleza, como creían los fisiócratas y Adam Smith, o que respondiera a la presión de la población, como pensaban Ricardo y Malthus, o se debiera al azar y a las coyunturas sociales, como enseñara Sénior, de cualquier manera había que restituirla, a la comunidad, precisamente en virtud del principio «a cada uno el producto de su trabajo». Nada más realizar que por medio del impuesto sobre la tierra, ampliado hasta las proporciones necesarias para absorber la renta y elevado periódicamente de manera que acompañe el aumento de ésta; idea grandiosa que, por otra parte, Stuart Mili había recibido de su padre y que habría de agrupar a toda una escuela de economistas al margen del socialismo" (12)."[2]
Como se ve, se creía y se sigue creyendo (el autor citado participa de la misma idea al parecer) que la renta era producto del trabajo, y que todas las demás explicaciones sobre su origen no cambian ese hecho. El punto era que todos los escritores citados estaban equivocados al tratar de desentrañar la fuente de la renta. Y la teoría que la hacía fincar en el trabajo también estaba errada, por lo que no cabía "restitución" de ninguna naturaleza porque nadie había sido expoliado, y la renta no era resultado de una "expresión" como sostienen los marxistas y sus antiguos y modernos discípulos que cubren una vasta porción del planeta.
La renta -como cualquier otra ganancia- no nace de la propiedad de la tierra sino del valor que se le otorga a la misma, y ese valor siempre es subjetivo nunca objetivo. Es por no haber descubierto esto que los economistas clásicos se enredaron en un tremendo berenjenal que recién fue resuelto en 1871 con Carl Menger y su teoría marginalista junto con Jevons y Walras que -por vías separadas a la de Menger- llegaron a idénticas conclusiones que aquel. Menger, como es sabido, es el fundador de la Escuela Austríaca de Economía. No es la tierra sino el valor el origen de la renta. Si la tierra no tiene valor no producirá nunca renta alguna. Siguiendo en línea ascendente el origen del valor es únicamente el ser humano, único ente viviente que puede otorgarle valor a las cosas.
Que tamaña sarta de sandeces citadas el autor las califique de "idea grandiosa" indica el grado superlativo de su ignorancia económica. Lo que si es cierto es que los economistas clásicos de la Escuela de Manchester difícilmente pudieron imaginar que sus errores (al tener una defectuosa teoría del valor) serian aprovechadas en su favor por los teóricos del socialismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario