lunes, 30 de noviembre de 2015

MIGUEL BAHACHILLE M., EL COMERCIO: ¡GRAN CULPABLE!

La premisa gubernativa de reducir el comercio formal a su mínima expresión por ser un ente dañino y especulativo cuyo único propósito es enriquecer a unos cuantos en detrimento de “los otros”, la mayoría, constituye una perniciosa simplificación del escenario social, vulgarizada a veces por ignorancia o, como ocurre en el actual gobierno, por arcaicas visiones ideológicas. Basta rastrear el ensayo cubano para evidenciar cuál es el camino seguro hacia la ruina. Ausencia de comercio formal, plenitud de miseria.

Mientras el gobierno da al comercio un malsano tratamiento político acorralando a pequeños, medianos y grandes comerciantes e industriales, en países desarrollados es el Estado el que los costea, protege y hasta exonera de ciertas cargas impositivas. Aún más, en algunas gerencias municipales basta con presentar el proyecto arquitectónico para eximir al inversionista de buena parte del arancel correspondiente a sabiendas que en la posteridad contribuirán con más impuestos y empleos.
La desidia oficial aunada con su ineptitud, bajo el amparo de una ideología caduca, impide ver el resto del paisaje social. El producto expuesto en cualquier estante, comestible o textil, llega allí por la activación de un gigantesco circuito de acciones previas y conexas que van desde el examen científico hasta el más banal ornamento, pasando por laboratorios, manufacturas, máquinas, electrónica, transportes, fertilizantes, medicinas, entre muchos. 

¡Claro!, ese estadio es válido en países libres y productivos; no así cuando todo insumo deriva de la “adquisición cómoda con dólares petroleros”.

De hecho muchos centros urbanos subsisten gracias a su vigorosidad comercial. Algunas islas del Caribe e incluso pequeñas ciudades europeas, desprovistas de minerías e industrias, se sustentan gracias a recaudos impositivos derivados del turismo lo cual implica fuertes inversiones en hotelería, zonas de esparcimiento, transporte y actividades conexas. En otras palabras: comercio puro.

Venezuela, antes de esta fiebre estropeada y arruinadora, fue clasificada como uno de los países con más alto índice de crecimiento comercial de América Latina. Los progresivos desarrollos urbanos en todo el país estimularon la creación de importantes redes de comercio con la consecuente habilitación de mano de obra y recaudación de tributos por concepto de patentes y otros como IVA, ISR, SSO, etc. ¿No se beneficia el Estado de la actividad comercial?

No obstante ello, este socialismo exhorta “al pueblo” a suplantar todo ese conglomerado fructuoso, instituido durante décadas con grandes esfuerzos y alto costo, por “otra cosa”, cimentada en una ideología comprobadamente fracasada. No le vendría mal a Maduro recorrer las urbes rusas, en compañía de su amigo Putin, para evidenciar cómo se mueve el comercio en la región y la mano de obra recurrida.

Cuba por su parte, por información de sus medios estatales, ha habilitado el uso de tarjetas magnéticas en "tiendas minoristas y otras unidades comerciales" para el primer semestre de 2016, a objeto de facilitar las “transacciones comerciales” en ese país. Según la gerente general de Fincimex (institución encargada de emitir tarjetas magnéticas), Bárbara Soto, existen actualmente en la Isla 10.800 puntos de venta; de ellos, 2.300 fueron instalados este año. Anunció además para 2016 una nueva red de software para "perfeccionar” el servicio actual y darle mejor calidad.

¿Qué significa todo esto?. Que el comercio formal, higiénico, productivo, como contribuyente activo, no puede ser reemplazo por la ficción del Estado interventor que se cree capaz de fijar a capricho precios, calidad y ganancia de todo producto de consumo frecuente. Mercal, Bicentenario, PDVAL y similares ya están muy estropeados. Ahora han nacido entes al azar que especulan a antojo (“bachaquero”) sin que ninguna autoridad pueda evitarlo. ¡No!, el comercio no es culpable sino víctima, al igual que el pueblo, de una aberración que no sólo acaba con los suministros sino con el empleo.

La importancia de votar el 6-D para cambiar de rumbo no significa la restitución inmediata del equilibrio social perdido, pero si la voluntad mayoritaria expresada en libres elecciones para decidir si quiere proseguir con este modelo destructor o retomar la ruta del progreso acorde con la realidad mundial. Incluso con países ideológicamente afines como Bolivia; Ecuador; Nicaragua y la misma Cuba.

Miguel Bahachille M.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29

Miranda – Venezuela

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