jueves, 21 de febrero de 2019

LEANDRO RODRÍGUEZ LINÁREZ , EXPECTATIVAS DEL 23 DE FEBRERO


¿Por qué ocurrirá el 23 de febrero? La ayuda humanitaria ofrecida a Venezuela es producto del terrible desmejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos, a pesar de ser probablemente - por sus dimensiones geográficas, demográficas en proporción a las riquezas/bellezas naturales que posee - la nación con mayor potencial del mundo, la más rica.

Sí bien es cierto no hay hambruna como la concebimos en países africanos, es cada vez más común observar familias enteras buscando qué comer en los cestos de basura, ya no son los multiplicados indigentes (de todas las edades) los únicos en hacerlo, hoy se ven personas “bien vestidas” que desde hace años han sido arrastradas a una sobre vivencia indigna. Más aún, sí a esa dramática realidad sumamos las familias en hogares que pasan hambre, obligadas a comer una vez al día o que algunos de sus integrantes soportan días sin hacerlo para cederle su bocado a sus hijos, comenzamos a darnos cuenta que en Venezuela sí hay hambruna.

Organizaciones criollas e internacionales llevan los registros de desnutrición, las cifras son impactantes. “Cáritas Venezuela” señala en 2018, 20 de cada 100 niños menores de 5 años presentan desnutrición, 45% de los emigrantes venezolanos salen del país con desnutrición aguda. El diputado a la Asamblea Nacional, José Guerra (economista), informó que 80% de la población come menos de dos veces al día.

Ello no termina allí, la crisis del sistema de salud es dantesca, 90% de los hospitales no cuentan con equipos, insumos, salubridad ni recurso humano, crisis que no es ajena a las clínicas privadas. Debemos sumar la escasez de medicinas que oscila en 80% así como el impagable costo de las que se encuentran. La crisis por carencia de alimentos (por escasez o hiperinflación) y la crisis del sector salud, sin lugar a dudas atestiguan una crisis humanitaria gigante.

Pero continuamos, adicional a lo prenombrado, se suma el cavernario sometimiento a controles, racionamientos, condicionantes a derechos y libertades que padecen los venezolanos, amén de una violencia institucionalizada cada día peor. La insensibilidad de un aparataje gubernamental inquisidor y excluyente, servicios básicos como agua potable, electricidad y transporte en ruinas, formas de control social vulneradoras de derechos humanos, militarización y partidización de lo civil, la aniquilación de todo el espectro constitucional y democrático, instituciones públicas de espaldas a las necesidades del pueblo… una sociedad abandonada a su suerte. Dicho esto ¿Se atreve señalar que en Venezuela no hay crisis humanitaria?

El chavismo dejó de ser un problema venezolano, la diáspora afecta gravemente las economías de la región. La sal picante afinidad del régimen venezolano con otros regímenes antidemocráticos como el norcoreano, cubano, turco, ruso, nicaragüense y sirio, así como su cercanía con grupos terroristas como las Farc, lo han puesto en el ojo del huracán mundial. También hay que agregar presuntos vínculos con el narcotráfico, corrupción globalizada como “Panamá Paper”, Odebrecht y tan súbitas como multimillonarias cuentas bancarias que riegan la banca internacional, entre otras.

El próximo 23 de febrero será una fecha donde el proyecto chavista, exitosísimo para gobernantes y sus allegados (riquezas, lujos y privilegios) pero una indignante calamidad para el pueblo (crisis humanitaria), deberán aceptar el fin de su tiempo. Asediado por un impaciente rechazo popular de más del 90%, por la acción decidida de la comunidad internacional influyente/determinante, se dará cuenta no controla los escenarios, el chavismo está a merced de quienes por tanto tiempo ultrajaron. Esa fecha será la cachetada final que los hará pisar tierra, afrontar lo que inevitablemente deberán afrontar.

Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango 

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