El mercado
ilegal de armas en el país vecino data de hace más de 50 años. Este es un nicho
activo que alimenta no solo a la guerrilla y bandas para-militares sino a otros
enclaves de delincuentes que el país no ha logrado neutralizar. La inteligencia
preventiva de los órganos oficiales nunca ha sido demasiado eficiente en este
terreno, lo que juega a favor del comercio irregular y es por ello que el
conjunto de normas para regular la actividad de compraventa de armamento y
munición que sí existe en Colombia no ha servido realmente para mucho.
Ello
explica que el país colombiano se pone en guardia cuando se comienzan a
observar movimientos que indican que se estaría preparando una compra masiva de
material bélico para alimentar a los grupos al margen de la ley. La realidad
hace ver que desde el Acuerdo de Paz a esta parte, en lugar de debilitarse la
demanda de armas por parte de éstos, ha estado ocurriendo todo lo contrario. Es
que lo que potencia su crecimiento no es solo la necesidad de equipamiento de
las organizaciones criminales sino lo lucrativo que alcanza a ser este negocio.
Medir el
tamaño de este mercado es una tarea compleja en extremo, pero lo que sí ha sido
posible determinar por parte de investigadores, instituciones de vigilancia y
los entes multilaterales es el lugar de proveniencia inmediata y cómo transitan
hacia Colombia los pertrechos bélicos ilegales. Una idea del tamaño de este
tráfico lo aporta el número de armas decomisadas, las que llegan a más de
43.000, entre 2019 y 2020. Pero en lo corrido del 2021 ya han sido incautadas
por encima de cinco mil. Las armas han avanzado igualmente en sofisticación:
hoy han sido incautados fusiles con miras telescópicas, visión nocturna,
silenciadores, mástiles y hasta controles de temperatura.
En el año
20219 ya el Coronel José John Marulanda aseguraba que el mayor porcentaje de
armas ilegales ingresaba por las regiones del Urabá y el Darién, por vía
acuática y aérea y en segundo lugar, por las regiones del Pacífico: Chocó,
Valle del Cauca, Cauca y Nariño, provenientes de Ecuador. De otros países como
Estados Unidos y países de Europa y Asia al igual que de Panamá y Centroamérica
ingresaban armas por la frontera con Brasil y Venezuela.
Rusia,
Rumanía y China han estado ocupando recientemente el espacio de los proveedores
tradicionales, debido a la vigilancia de las autoridades estadounidenses sobre
el comercio mundial. También Tailandia, Bielorrusia o Jordania, donde existe un
potente mercando negro de estos artículos, han entrado en el juego. Un “mano a
mano” de intercambio de drogas por armamento se ha vuelto una forma operativa
cada vez más utilizada por que no deja rastro. Esta es la razón por la cual las
fronteras terrestres se han puesto a valer en el tráfico de ambos tipos de
mercancías ilegales: el tránsito fronterizo es menos riesgoso, sobre todo si
las autoridades de uno de los dos lados facilitan o participan de las
transacciones.
Un
documento de inteligencia rescatado por la Revista Semana ilustra que el ELN,
distintos frentes de las disidencias de las Farc, el Clan del Golfo , Los
Caparros y Los Pelusos están, en la actualidad actualizando su arsenal de
guerra a través de 20 rutas muchas de
las cuales son trochas fronterizas con Brasil, Ecuador , Perú y Panamá. Al
menos seis están en la línea divisoria con Venezuela.
Cada
organización guerrillera cuenta con su unidad especializada de comercio de
armas y uniformes. Se conoce que en la frontera con Venezuela se han encontrado
fusiles israelíes y se sabe que allí actúan en esas operaciones tanto las
disidencias de Gentil Duarte como las de Iván Márquez, cuya relación con
Miraflores es innegable. El control territorial de este mercado es seguramente
una pieza clave de la violencia entre grupos criminales que ha sido la
protagonista en Apure en estas últimas semanas.
Lo que
salta a la vista es que toda la logística involucrada en el tránsito de armas
desde su llegada al país proveedor de Colombia es compleja y envuelve no solo
la localización y compra de las armas de todo origen, sino la utilización,
dentro de Venezuela, en este caso, de rutas aéreas, terrestres, fluviales y
marítimas hasta su llegada al punto cercano a frontera donde se pagan las armas
o se efectúa el trueque con pasta de coca. Todo ello requiere de mucha destreza
y de mucha complicidad en el desarrollo de las operaciones. Cuánto de toda esta
vasta organización ha sido investigado por nuestras autoridades es algo
imposible de determinar.
Pero es
algo que debería mantener en alerta no solo a los colombianos.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Venezuela – España
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Venezuela – España
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