domingo, 18 de julio de 2021

JULIA ALCIBIADES: TOMÁS LANDER Y LA CIUDADANÍA

Ciudadanía y libertad son parte del ideario republicano

Tomás Lander, en mayo de 1830, publicó la Revista de Colombia y Venezuela unida y separada con sus males y sus remedios, apuntando a un problema clave: “A nuestro modo de ver, el mal radical está en que se ha conseguido la independencia… pero no la libertad; y que se quiere lograr esta… como consecuencia necesaria de la independencia”. Razona que la causa central es que “hasta el día no se han poseído los hombres de la importancia que da el ciudadanismo…que les hace participantes de la cosa pública” (p. 4). 

He mantenido la grafía de la época por el respeto intelectual, el mismo que nos guía a comprender a cabalidad las ideas de la generación que sentó las bases políticas de nuestro país. Es notable lo que dice Lander en esa Revista, pues su concepción de ciudadanía coincide totalmente con la filosofía política republicana, que es rastreable hasta la Grecia clásica, con la concepción democrática implantada en Atenas con las reformas de Solón. En el ejercicio directo de la democracia instaurada entonces, los ciudadanos asumían la constitución de su futuro en mancomunidad decisoria, mediante un debate político participativo. 

Así se colocó en el centro del interés la configuración de lo que llamaríamos hoy una ‘agenda política’, interpretada de dos maneras: 1) los sofistas, que según la crítica socrática-platónica, centraban sus enseñanzas en la retórica, i.e. la habilidad para hablar en público y ser reconocidos, una acción transitiva para la consecución del poder; 2) los filósofos políticos, que fundamentaban el ejercicio ciudadano desde una estrategia reflexiva para “elevar el ojo del alma”, como enfatiza Platón en República VII, alcanzando ese grado de participante comprometido “que no necesita corrección”, tal como lo expresa Aristóteles en el Libro III de su Política.
 
El ciudadano es definido, en el Republicanismo clásico, como aquella persona que ejercita las virtudes políticas de la justicia platónica y la prudencia aristotélica, pues mediante ellas es capaz de contribuir en la conformación y desarrollo del espacio público, que exigía en el Republicanismo romano del patriotismo y del honor. En las repúblicas renacentistas italianas, de las cuales Maquiavelo fue actor comprometido, hubo el énfasis cívico en prevenir la dominación, siendo las leyes los medios para propiciar el ejercicio de la libertad. Finalmente, en el Republicanismo inglés de Filmer y Harrington, adoptado por los Federalistas estadounidenses, la ciudadanía moderna requería comprender los procesos comerciales que dan expresión al espíritu de iniciativa: el reto es participar en la creación de riqueza sin comprometer el espacio público por los diversos mecanismos de la corrupción.
 
 
Por tanto, la ciudadanía que concibió Lander exige del respeto al marco regulador, pues hace falta “que empiece el dominio de la ley, y acabe el de los hombres” (p. 16). También es necesario el límite impuesto por la responsabilidad, pues Lander acoge la idea de Thomas Jefferson de implantar una política pública que distribuya la tierra entre pequeños propietarios. Así, dice en El Relámpago del 16/11/1843: “los hacendados son los seres más identificados con… la tierra que cultivan. La suerte del territorio, del que poseen una parte, es la suya,… Por lo mismo, [ellos] deberían influir… en las leyes que el país se diera, y en el Gobierno que las administra”. Ciudadanía es ejercicio de la libertad, respeto a la ley, compromiso cívico y responsabilidad con el desarrollo sustentable del país.

Julia Alcibiades
juliaalcibiades@gmail.com
@juliaalcibiades
Venezuela 

No hay comentarios:

Publicar un comentario