No hay nada más ajeno a la venezolanidad que el chavismo, suprema explotación de la mentalidad aquella que admira la autodestructiva viveza criolla, es la materialización del “ponme donde hay”. Perdonen nuestra franqueza, pero es que a veces la indignación asalta a la mesura como un furioso caballo de troya.
La Venezuela del siglo XXI es la representación más fidedigna del famoso tango “Cambalache” del cual se desprende el siguiente texto aplicable a nuestro país: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador. Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”.
Pero no termina allí, la letra continúa: “No hay aplaza'os, ¿qué va a haber? Ni escalafón, los inmorales nos han iguala'o, sí uno vive en la impostura y otro afana en su ambición. Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón, qué falta de respeto, qué atropello a la razón. Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón (…)”
Este tango vivencial culmina así: “Si es lo mismo el que labura (trabaja) noche y día como un buey, que el que vive de las minas (mujeres), que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley”. Semejante descripción para ser una predicción de la Venezuela que hoy sobrevivimos.
Los que pudimos disfrutar la Venezuela del Siglo XX padecemos doblemente que aquellos que solo han visto la del Siglo XXI ¡Y si! resaltamos lo de “disfrutar” porque cualquier padecimiento o carencia que existía en la denominada IV República era ínfimo en comparación a los de esta Quinta República, cuya misión histórica ha sido empeorar los padecimientos de la “cuarta” y crear males muchísimos peores… hasta el agua y la gasolina hoy son un lujo, el voto no cambia nada.
Cada día transcurrido comprendemos mejor a quienes han tomado la dura decisión de emigrar, pero la respuesta es sencilla ¡es más duro quedarse! y ser protagonista de “Cambalache”. No enumeraremos los dolorosos problemas consabidos por todos. Nada sirve, todo empeora, no hay autoridad, los políticos distantes como nunca de los problemas reales del país, son parte del problema. Vivimos asediados por la violencia institucionalizada, por racionamientos, controles, bonos por afinidad partidista, hasta pretenden imponernos qué comer a través de bolsas de comida de quinta categoría… todo esto es vivir chavistamente.
Por sí fuera poco, algo también grave. Los medios de comunicación por igual forman parte del problema, prestándose para imponer matrices falsas, una Venezuela irreal donde los destructores aparecen como sus supuestos salvadores, nos referimos a ambos bandos; los del chavismo y las falsas oposiciones, por que no hay solo una. Son contados con los dedos de una mano los líderes opositores en que aún podemos cifrar esperanzas, pero con igual cantidad de dudas.
Toda esta mega conspiración contra los venezolanos, contra todo lo que históricamente es Venezuela, pretende imponer una “normalidad” que no es más que la imposición del modelo cubano, con elecciones absolutamente inconstitucionales, con los candidatos que el chavismo permite. Tratan hacernos creer la proliferación de kioscos de venta de chicha en un indicador de mejoría económica, que la hiperinflación desapareció amén de realizar la tercera conversión y entregarnos a las voraces fauces del dólar paralelo.
Para que Venezuela cambia debe ocurrir exactamente lo contrario a lo que hoy acontece, es decir: ciudadanos activos ejerciendo presión y una oposición real que imponga agenda.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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