Comencemos por definir los términos de “alucinados” y “fanáticos”. Los “alucinados” se alimentan de esperanzas quiméricas divorciadas de todo contacto con la realidad. El “fanático” añade a la alucinación la calidad de desmedido y de ciego. Cuando ambos males atacan a una persona o grupo de personas al mismo tiempo se convierten en un virus más dañino que el Covid 19 que ha puesto patas arriba a la sociedad americana.
El ejemplo lo tenemos en una izquierda demócrata atacada por la alucinación y el fanatismo. En un período de tiempo relativamente breve esta gente ha secuestrado al partido y se ha robado elecciones. Ahora se proponen nada menos que perpetuarse en el poder. Por eso actúan como si nada hubiera pasado en las últimas elecciones. Pero según reza el refrán: “Una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero”.
La realidad es que los demócratas recibieron una soberana pateadura en las recientes elecciones por el control de los estados. Todos los casos son un presagio ominoso del terremoto político que se les avecina en las parciales del próximo mes de noviembre. Todo indica que podrían perder las mayorías en las dos cámaras legislativas en Washington. Cualquier persona normal daría señales de preocupación y estaría adoptando nuevas medidas para evitar la debacle. Pero no unos fanáticos que se consideran en posesión de la verdad absoluta.
Estas personas no son normales ni viven en un mundo real. La izquierda fanática que se ha apoderado del Partido Demócrata vive en un mundo alucinante hecho a la medida de sus prejuicios, sus metas ideológicas y su filosofía política. Están más interesados en promover su agenda política que en la opinión y el bienestar de los ciudadanos a quienes se supone que sirvan y representen. Siguen atacando a sus adversarios con las mismas cantaletas gastadas de “racismo”, “privilegio blanco”, “teoría crítica de las razas”, “pandemia de los no vacunados”, “insurrección republicana del 6 de enero en el capitolio” y “xenofobia” contra los inmigrantes. De ahí que les vaticino un despertar muy amargo.
Los únicos senadores demócratas exentos de esta negación de la realidad son el senador por Virginia Occidental Joe Manchin y la senadora por el estado de Arizona Kyrsten Sinema. Ambos se han convertido en un muro que cierra el camino hacia el comunismo del senador Bernie Sanders y sus apandilladas del grupo bautizado como “La Escuadra” en la Cámara de Representantes, que lidera la congresista Alexandria Ocasio-Cortés. En el curso de una entrevista con Brett Baird, de la cadena Fox News, Manchin dijo: “Me preocupa que estemos en un país totalmente dividido. Tengo la esperanza de que estas elecciones resulten en un llamado de alerta para todos nosotros.”
Por su parte, el resultado de las elecciones en New Jersey, Virginia y Texas demuestra que los Estados Unidos se encuentran en un momento de grandes peligros. Este parece ser el momento perfecto para que los americanos pasen revista a sus ideas sobre las cuestiones políticas, la forma en que el país es gobernado y la larga lista de mentiras de que han sido víctimas en el último año. Este es el momento. Porque no hay dudas de que éste es un momento de grandes peligros.
Estas últimas elecciones podrían ser resumidas en una sola frase: “El pueblo americano está harto de tanta mentira y de tanta maldad.” Hay un límite de hasta donde una población puede ser abusada antes de que se quite la “camisa de fuerza” a través del voto emitido en las urnas. Y eso es precisamente lo que vimos en estas elecciones. Unos pocos ejemplos confirman lo que digo.
En Texas, el Partido Republicano ganó un distrito mayoritariamente hispano. Un distrito que Biden ganó por 14 puntos hace nada más que un año. Esta vez lo gano el republicano John Lujan con un mensaje que muchos consideran anatema en un distrito con mayoría hispana: seguridad en las fronteras. Un principio aceptado por ciudadanos de todas las filosofías y de todas las razas es que los países tienen fronteras.
Mientras tanto, en Minneapolis--la cuna del liberalismo blanco y el lugar donde nació la idea de quitarle los fondos a la policía—los votantes rechazaron una medida para eliminar el departamento de policía. Resulta que ahora estos ciudadanos se han dado cuenta de que necesitan la protección de la policía. Y tenemos el caso irónico de New Jersey—un estado controlado por los demócratas durante varias décadas--donde un camionero republicano que invirtió solamente 150 dólares en su campaña derrotó al demócrata que presidía el senado del estado.
Al mismo tiempo, el gobernador de ese estado, el auto-designado “rey de New Jersey”, el multimillonario Phil Murphy, estaba seguro de que ganaría las elecciones por un amplio margen. Después de todo, se trataba de New Jersey, un estado controlado por la maquinaria demócrata que Joe Biden ganó por 16 puntos. Pero eso no fue lo que ocurrió. Murphy pasó un tremendo susto cuando ganó por el estrecho margen del 1 por ciento.
Pero la gran historia de esa noche fue la del estado de Virginia. Un novato en política barrió el piso con el “camaleón” y esbirro de la dinastía Clinton: Terry McAuliffe. Este hombre fue gobernador del estado de Virginia durante cuatro años y, en una conducta característica de los Clinton, acusó a su adversario Glenn Youngkin, de ser racista. Pero los americanos ya están cansados de estas acusaciones y no las creen. El resultado fue que los hispanos de Virginia favorecieron a Glenn Youngkin por un margen superior a los 9 puntos.
Y el “jaque mate” fue el discurso elocuente de la compañera de boleta de Glenn Youngkin, la inmigrante jamaiquina de la raza negra Winsome Sears. La nueva teniente gobernadora de Virginia es una veterana de la Infantería de Marina de los Estados Unidos. En su discurso de victoria electoral, la Sears dijo: “Hay algunos que pretenden dividirnos y nosotros no podemos permitírselo. Ellos quisieran que nosotros creyésemos que estamos de regreso en 1963, año en que mi padre vino de Jamaica. Pero todo ha cambiado de manera radical. Podemos vivir donde queramos. Podemos comer lo que nos apetezca. Somos los dueños de la fuente de agua. Hemos tenido un presidente negro que gobernó durante dos períodos. Y yo soy una prueba viviente de estos cambios.” Los presentes la premiaron de pie con una estruendosa ovación.
Winsome Sears es la primera mujer negra que es electa para un cargo a nivel estatal en el estado de Virginia. Cualquiera diría que un acontecimiento de esta importancia política sería cubierto por la prensa de todo el país. Pero su triunfo fue ignorado por una prensa comprometida con la izquierda política cuyo objetivo no es otro que la transformación radical de los Estados Unidos. Afortunadamente, como de costumbre, la izquierda que nos gobierna en estos momentos está consumiendo riqueza pero no es capaz de crearla. Y el pueblo americano está dando muestras de que despierta de su letargo. La salvación de esta nación está sólo a doce meses de distancia cuando hagamos el inaplazable ajuste de cuentas.
Alfredo M. Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director de www.lanuevanacion.com
Cuba - Estados Unidos
http://www.lanuevanacion.com/index.php/opinion/alfredo-m-cepero/1474-el-mundo-alucinante-de-la-izquierda-fanatica
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