Al reflexionar sobre el estatuto de la libertad en la adquisición de la verdad, éste tiene que ser derivado de un Supremo Acto de Amorosa Libertad Creadora. Necesitamos un pensador de la unidad, que busque trascender las distinciones formales para penetrar lo real en su auténtica verdad como orientadora de cara al devenir.
Así comienza el primer libro de la Metafísica de Aristóteles: “TODOS LOS HOMBRES POR NATURALEZA DESEAN SABER.” escrito hace unos dos mil quinientos años y todavía una de las obras más influyentes de la filosofía occidental.
La naturaleza humana no ha cambiado: el deseo de saber todavía nos mueve, incluso si la comprensión de la física de Aristóteles ha sido barrida por la gravitación, la teoría de campos, la relatividad y la mecánica cuántica. Lo mismo ocurre con sus ideas sobre cómo funciona el cuerpo humano. Pero muchas de las preguntas en Metafísica aún esperan respuestas.
Esas preguntas comienzan con la palabra "metafísica" misma. La primera línea de su entrada en la renombrada Stanford Encyclopaedia of Philosophy admite: “No es fácil decir qué es la metafísica”, antes de continuar explicando que el término no fue acuñado por Aristóteles sino por un editor póstumo, quien lo usó para advertir a los estudiantes que no se apresuren a leer las obras posteriores de su maestro.
Catorce volúmenes fueron etiquetados como " Ta meta ta phusika ", que significa "los que siguen a los físicos". La instrucción implícita era primero leer y dominar la Física de Aristóteles, sobre el mundo natural, antes de aventurarse en preguntas más grandes y profundas.
Hoy en día, la metafísica se centra en conceptos abstractos como el tiempo, el espacio y la existencia. ¿Te suena familiar? Eso es porque se parecen mucho a las grandes ambiciones de la ciencia, particularmente de aquellas ramas que buscan una “teoría del todo”.
De hecho, la metafísica y la ciencia tienen mucho en común; decidir dónde termina uno y comienza el otro no es fácil. La filósofa Karen Bennett de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, compara la relación con la que existe entre el trineo deportivo de invierno y el skeleton: muy parecidas en muchos aspectos, con objetivos y métodos similares, pero no exactamente iguales.
Eso dice mucho del poder y el alcance de la ciencia moderna. Las preguntas que alguna vez se consideraron "meta" o más allá de la mera física ahora se están infiltrando en su ámbito. Por ejemplo, probablemente haya una respuesta material a las preguntas filosóficas sobre la naturaleza de la realidad.
Tampoco se trata sólo de física. Otras ciencias también se están acercando al territorio filosófico. La neurociencia, por ejemplo, puede algún día ser capaz de decirnos si nuestro sentido del yo es solo un truco de la mente, mientras que la biología evolutiva nos ayuda a comprender lo que queremos decir con el bien y el mal. Ambos brindan nuevos conocimientos sobre lo que es experimentar el universo.
¿Qué puede decirnos la ciencia sobre las preguntas más profundas que los humanos jamás se han hecho? ¿Cómo puede la filosofía informar a la ciencia y ayudarnos a comprender lo que realmente significa?
No estamos diciendo que la ciencia haya reemplazado a la metafísica o resuelto los problemas de la filosofía. Todavía queda mucha ciencia fundamental por hacer, y también mucha metafísica. Pero la intersección entre los dos es un territorio fascinante, con ambos campos empujando constantemente los límites de lo que sabemos y lo que podemos saber.
Mi maestro me sugirió que deberíamos recurrir a la metafísica solo después de precisar los atributos fundamentales del cosmos. Nuestra experiencia actual sugiere que podemos progresar incluso si solo tenemos algunas de las respuestas. Así que, ¿por qué no intentarlo? O dicho de otro modo, nos lanzamos y decidimos llevar nuestra humanidad en una carrera de carruchas cuesta abajo para ver hasta dónde podremos llegar y disfrutamos del viaje.
El propósito aquí es examinar la naturaleza y el alcance del elemento metafísico en la teoría política. La filosofía es acción, hacer, política en su sentido genuino, o no lo es en absoluto. La filosofía no sólo es acción, es el tipo de acción más decisivo. La filosofía como acción es absolutamente decisiva, urgente e histórica. La verdad es partidista.
Si hacemos realidad la actitud liberal, que exige una posible sociedad abierta, o si pretendemos rechazar la condición de miembro fiel de una sociedad cerrada, necesitamos por todos los medios un marco metodológico. Creo que este marco del liberalismo lo proporciona la filosofía europea más tradicional, es decir, la metafísica. Las características de la metafísica nunca radican en un sistema irreal compuesto de concepciones abstractas, que se aplican sin razón al mundo real.
Por el contrario, la metafísica se ha desarrollado mediante la metodología del 'Logos', que es la lógica del diálogo crítico entre dos individuos, derivado de interminables preguntas y respuestas. Como en el caso de la vía dialéctica de Platón, o el método de la duda de Descartes, este diálogo para buscar una sola verdad no se logrará tan fácilmente, porque es capaz del imposible al llegar al punto final del pensamiento donde podemos ver la sustancia de la única verdad. Verdad absoluta. Esta forma crítica de la metafísica valora la búsqueda de la única verdad como tal, en lugar de la posesión de la verdad absoluta.
Este concepto también se puede realizar en todas las situaciones de nuestra vida diaria o de la sociedad que nos conciernen. Se ha descrito principalmente como una actitud que apoya el individualismo frente a la administración organizada por una autoridad. Además, apoya la autocrítica frente a la sobrestimación de una sola teoría o ideología, así como una actitud que defiende la tolerancia y la sinceridad de nuestro propio conocimiento.
Así, el Liberalismo Metafísico puede ser un principio económico, que protege una sociedad de mercado, permitiendo la perfecta libre competencia entre nosotros, porque es un punto de vista que rechaza toda compulsión organizada sobre las acciones libres de un individuo. La injerencia injusta en un mercado libre por parte de un gobierno debe evitarse principalmente en aras de respetar las acciones voluntarias de un individuo. Toda sanción para restringir estas acciones debe ser tratada de manera independiente, es decir por consenso entre los actores.
El liberalismo también afirma que el principio del universalismo pluralista debe aplicarse a sociedades de cualquier nivel, desde escuelas o actividades de clubes hasta partidos políticos o parlamentos, para que se puedan realizar políticas multiculturales, mediante las cuales personas de diferentes entornos cooperen para vivir juntos en paz. Esto es igual al principio del “republicanismo federal” que nosotros propugnamos.
Es válido establecer un grupo de observancia imparcial en cada organización, y celebrar allí un órgano deliberativo, en el que todos los miembros puedan participar directamente y hacer discusiones abiertas divididas para resolver problemas internos causados en cada sección. Pero arraigarse en la actitud tolerante y autocrítica del liberalismo, no sólo es posible mediante la mejora sistemática.
Repito, esto solo es posible con las palabras de Kant: “Revolución del pensamiento”, en el nivel de la conciencia de un individuo, lo que significa 'Paideia' (del griego παιδεία, "educación" o "formación", a su vez de παις, país, "niño") de la filosofía, es decir, esa educación de la forma liberal de pensar en metafísica. Esta educación filosófica no es un ideal, sino la tarea indispensable a la que nos enfrentamos hoy. Si queremos transitar ese Nuevo Ideal Nacional para la construcción de la Nueva República en la Venezuela Posible con Bienestar en Libertad.
Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es mejor!
Raúl Amiel
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