sábado, 11 de febrero de 2017

RICARDO VALENZUELA, DON'T DRINK PULQUE

!TÍRENLE AL GUERO POPULISTA!
REFLEXIONES LIBERTARIAS

Hace algunos meses publicamos un escrito titulado, “Don’t Drink the water”, en el cual tratamos de aclarar el verdadero significado de la frase ante su ancestral confusión. La distorsión de ser una advertencia para los norteamericanos de no consumir el vital líquido en sus incursiones a nuestro país, ante el peligro de sufrir una grave infección estomacal como la famosa de Jimmy Carter.

La verdadera advertencia era para evitar un contagio más grave que produce la enfermedad del Perfecto Idiota Latinoamericano (PIL). Ese virus que se manifiesta como una enfermedad con síntomas de un avanzado retraso mental, conductas ilógicas adquiridas por modorra ética, pereza mental y el oportunismo civil. Revela una abdicación de la facultad de pensar, de cotejar palabras con los hechos, cuestionar la retórica que hace las veces de pensamiento, y más grave, inocula el otro inmisericorde virus, el de la destrucción. Una plaga que ya produce una mayor devastación que la peste negra de la Europa medieval.

Sin embargo, en los últimos meses la condición del paciente—la intelectualidad mexicana—se ha tornado terminal debido al ataque de un novedoso y letal virus de tal forma que, pasa de Perfecto Idiota a lo que ahora se conocerá como paciente de la Trumpitis Aguda y Colectiva. Una mutación viral la cual asume proporciones de apocalíptica, epidemia cuyos síntomas ahora incluyen una tendencia hacia su propia inmolación con el cuchillo de su pendejés, provocada y sazonada con ese enfermizo odio hacia el Güero populista, Trump.

Esta variante del PIL, presenta también una tendencia a un suicidio colectivo a través de la promoción del regreso a lo que tanto critican de Trump, el populismo con tintes de auto flagelo. Un populismo que ahora defiende el libre comercio ante la amenaza de Trump, con profundos argumentos como; “nomas por joder”. Un populismo experto en relaciones internacionales, blandiendo la bandera para  recuperar el territorio robado por los gringos. Un populismo tan democrático que ahora con fiereza desacredita el sistema electoral de EU, sin entender EU no es una democracia, es una república.

Llega a tal grado la descomposición cerebral del nuevo brote que, al mismo tiempo que se inmola a Trump por el pecado del populismo, se publica un escrito titulado: “Nos Urge un Populista”, acompañados de una cantidad de razones, las cuales, eficientemente se podrían utilizar como un novedoso método de tortura para prisioneros en Afganistán, simplemente recitándolas. Otros acuden a la historia para explicar el verdadero significado del término—según ellos—emanado de la palabra “pueblo” y así, pretenden lavar la pestilente llaga que durante ya más de un siglo ha supurado el pus de su gravedad y su idiotez. Es pues algo que invade todos los recintos de gobierno, las oficinas de los partidos políticos, sindicatos etc.

Algunos contagiados con el nuevo virus, de forma genial explican cómo el concepto de populismo nació para detener las salvajes avanzadas del despiadado mercado. Al inicio de la Revolución Industrial el cruel abandono de la economía rural, según nuestro sabio en turno, requería de la intervención del estado para rescatar el campo, pero sin permitir una de las funciones más importantes del mercado: su colado y purificación, permitiendo oferta y demanda coordinarse de la forma que cita el orden natural.

La tecnología de la Revolución Industrial, se convertían en el gran enemigo de las causas populares cuando la maquina desplazaba al hombre en las tareas. Pero el emergente gobierno hercúleo, contaminaba las aguas retando lo que Shumpeter describiera como, “la creativa destrucción de los mercados” y de esa forma, iniciara la creación de ese Frankestein que en estos momentos ya no puede controlar. Las recesiones económicas, afirmaba el economista, son el síntoma de la enfermedad que hay que atacar hasta sus raíces, y no darle al enfermo su morfina y se olvide del dolor mientras la enfermedad progresa.

Pero en Mexico le cerrábamos las puertas al mercado cortesía de conservadores, liberales, comunistas, socialistas, derechistas, la iglesia y finalmente los revolucionarios, para mantener el país en la época de las cavernas. De esa forma, nos sumergíamos en ese mar del populismo enmarcado en una nueva constitución que, de forma irresponsable nos arropaba con derechos, más no obligaciones y demagógicamente prometía felicidad para todos los mexicanos, solo por haber nacido con el grito, “tierra y libertad o, sufragio efectivo, no reelección”.

Y señores intelectuales, no se pierdan en los diccionarios; “Populismo es la estrategia que promueve crecimiento y redistribución del ingreso, gastando sin importar riesgos de inflación, déficits, devaluaciones, los factores externos y de los agentes económicos ante políticas anti mercado. Siempre nos explota en la cara y los más perjudicados son los grupos que supuestamente se deberían beneficiar.”  Populismo es repartir lo que otros crean, repartir lo que no existe, repartir miseria y hambre.

Se caracteriza porque la clase política implementa propuestas asistencialistas como solución permanente. Pero el riesgo se agrava por dos motivos: el aumento del gasto público y mayores impuestos que destruyen la competitividad, la inversión y las posibilidades de empleo. Por otro lado, la dependencia de la dádiva estatal destruye la cultura del trabajo y la familia. Este es un círculo vicioso porque los pobres se multiplican y cada vez son más los que votarán a políticos populistas.

Ahora navegamos en ese mar de “Nosotros los pobres, ustedes los ricos”, pero con una pequeña diferencia con nuestros vecinos del norte: Ellos tienen poderoso buque, mientras que nosotros nos hacemos a esa mar embravecida en una cámara de llanta vieja. Pero como todas las enfermedades que se tratan con esteroides, el ajuste de cuentas nos llegará con paquetes de miseria y de pobreza. Si Trump sume a los EU en sus políticas populistas, tardará más en llegarle el ajuste de cuentas. A Mexico ya le ha llegado y queremos más de lo mismo, populismo.

Es tan grave el nuevo virus que ya muestra perfiles similares a la necrofilia, enfermedad sexual en la cual el paciente tiene urgencia de relaciones con cadáveres momificados. En Mexico las multitudes se asemejan a Alan Bates, el cual mantenía una enferma relación con su madre que, aun después de muerta, la preservó momificada para de esa forma convivir y, en su deformada mente, nunca deshacerse de su protección y dependencia.

La nueva advertencia para los estadounidenses es más severa. Si se atreven a cruzar la línea: “Don’t drink pulque or tequila,” pues quienes los consumen, después del primer trago la masa molecular de la idiotez cubre su circunferencia y a su mente llegan las caricaturas de Calderón, los chistes de Catón y la figura odiosa del güero populista. Las víctimas más visibles son nuestros intelectuales, periodistas, empresarios, religiosos, y los incrustados en todos los partidos políticos. No hay que perderse el siguiente capítulo de lo que puede ser una cinta de horror: “México y su permanente día de los muertos.”

Ricardo Valenzuela Torres
chero@refugioliberal.net
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero  
México-Estados Unidos

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