!TÍRENLE AL GUERO POPULISTA!
REFLEXIONES LIBERTARIAS
Hace algunos meses publicamos un escrito titulado, “Don’t Drink the
water”, en el cual tratamos de aclarar el verdadero significado de la frase
ante su ancestral confusión. La distorsión de ser una advertencia para los
norteamericanos de no consumir el vital líquido en sus incursiones a nuestro
país, ante el peligro de sufrir una grave infección estomacal como la famosa de
Jimmy Carter.
La verdadera advertencia era para evitar un contagio más grave que
produce la enfermedad del Perfecto Idiota Latinoamericano (PIL). Ese virus que
se manifiesta como una enfermedad con síntomas de un avanzado retraso mental,
conductas ilógicas adquiridas por modorra ética, pereza mental y el oportunismo
civil. Revela una abdicación de la facultad de pensar, de cotejar palabras con
los hechos, cuestionar la retórica que hace las veces de pensamiento, y más
grave, inocula el otro inmisericorde virus, el de la destrucción. Una plaga que
ya produce una mayor devastación que la peste negra de la Europa medieval.
Sin embargo, en los últimos meses la condición del paciente—la
intelectualidad mexicana—se ha tornado terminal debido al ataque de un novedoso
y letal virus de tal forma que, pasa de Perfecto Idiota a lo que ahora se
conocerá como paciente de la Trumpitis Aguda y Colectiva. Una mutación viral la
cual asume proporciones de apocalíptica, epidemia cuyos síntomas ahora incluyen
una tendencia hacia su propia inmolación con el cuchillo de su pendejés,
provocada y sazonada con ese enfermizo odio hacia el Güero populista, Trump.
Esta variante del PIL, presenta también una tendencia a un suicidio
colectivo a través de la promoción del regreso a lo que tanto critican de
Trump, el populismo con tintes de auto flagelo. Un populismo que ahora defiende
el libre comercio ante la amenaza de Trump, con profundos argumentos como;
“nomas por joder”. Un populismo experto en relaciones internacionales,
blandiendo la bandera para recuperar el
territorio robado por los gringos. Un populismo tan democrático que ahora con
fiereza desacredita el sistema electoral de EU, sin entender EU no es una
democracia, es una república.
Llega a tal grado la descomposición cerebral del nuevo brote que, al
mismo tiempo que se inmola a Trump por el pecado del populismo, se publica un
escrito titulado: “Nos Urge un Populista”, acompañados de una cantidad de
razones, las cuales, eficientemente se podrían utilizar como un novedoso método
de tortura para prisioneros en Afganistán, simplemente recitándolas. Otros
acuden a la historia para explicar el verdadero significado del término—según
ellos—emanado de la palabra “pueblo” y así, pretenden lavar la pestilente llaga
que durante ya más de un siglo ha supurado el pus de su gravedad y su idiotez.
Es pues algo que invade todos los recintos de gobierno, las oficinas de los
partidos políticos, sindicatos etc.
Algunos contagiados con el nuevo virus, de forma genial explican cómo el
concepto de populismo nació para detener las salvajes avanzadas del despiadado
mercado. Al inicio de la Revolución Industrial el cruel abandono de la economía
rural, según nuestro sabio en turno, requería de la intervención del estado
para rescatar el campo, pero sin permitir una de las funciones más importantes
del mercado: su colado y purificación, permitiendo oferta y demanda coordinarse
de la forma que cita el orden natural.
La tecnología de la Revolución Industrial, se convertían en el gran
enemigo de las causas populares cuando la maquina desplazaba al hombre en las
tareas. Pero el emergente gobierno hercúleo, contaminaba las aguas retando lo
que Shumpeter describiera como, “la creativa destrucción de los mercados” y de
esa forma, iniciara la creación de ese Frankestein que en estos momentos ya no
puede controlar. Las recesiones económicas, afirmaba el economista, son el
síntoma de la enfermedad que hay que atacar hasta sus raíces, y no darle al enfermo
su morfina y se olvide del dolor mientras la enfermedad progresa.
Pero en Mexico le cerrábamos las puertas al mercado cortesía de
conservadores, liberales, comunistas, socialistas, derechistas, la iglesia y
finalmente los revolucionarios, para mantener el país en la época de las
cavernas. De esa forma, nos sumergíamos en ese mar del populismo enmarcado en
una nueva constitución que, de forma irresponsable nos arropaba con derechos,
más no obligaciones y demagógicamente prometía felicidad para todos los
mexicanos, solo por haber nacido con el grito, “tierra y libertad o, sufragio
efectivo, no reelección”.
Y señores intelectuales, no se pierdan en los diccionarios; “Populismo
es la estrategia que promueve crecimiento y redistribución del ingreso, gastando
sin importar riesgos de inflación, déficits, devaluaciones, los factores
externos y de los agentes económicos ante políticas anti mercado. Siempre nos
explota en la cara y los más perjudicados son los grupos que supuestamente se
deberían beneficiar.” Populismo es
repartir lo que otros crean, repartir lo que no existe, repartir miseria y
hambre.
Se caracteriza porque la clase política implementa propuestas
asistencialistas como solución permanente. Pero el riesgo se agrava por dos
motivos: el aumento del gasto público y mayores impuestos que destruyen la
competitividad, la inversión y las posibilidades de empleo. Por otro lado, la
dependencia de la dádiva estatal destruye la cultura del trabajo y la familia.
Este es un círculo vicioso porque los pobres se multiplican y cada vez son más
los que votarán a políticos populistas.
Ahora navegamos en ese mar de “Nosotros los pobres, ustedes los ricos”,
pero con una pequeña diferencia con nuestros vecinos del norte: Ellos tienen
poderoso buque, mientras que nosotros nos hacemos a esa mar embravecida en una
cámara de llanta vieja. Pero como todas las enfermedades que se tratan con
esteroides, el ajuste de cuentas nos llegará con paquetes de miseria y de
pobreza. Si Trump sume a los EU en sus políticas populistas, tardará más en
llegarle el ajuste de cuentas. A Mexico ya le ha llegado y queremos más de lo
mismo, populismo.
Es tan grave el nuevo virus que ya muestra perfiles similares a la
necrofilia, enfermedad sexual en la cual el paciente tiene urgencia de
relaciones con cadáveres momificados. En Mexico las multitudes se asemejan a
Alan Bates, el cual mantenía una enferma relación con su madre que, aun después
de muerta, la preservó momificada para de esa forma convivir y, en su deformada
mente, nunca deshacerse de su protección y dependencia.
La nueva advertencia para los estadounidenses es más severa. Si se
atreven a cruzar la línea: “Don’t drink pulque or tequila,” pues quienes los
consumen, después del primer trago la masa molecular de la idiotez cubre su
circunferencia y a su mente llegan las caricaturas de Calderón, los chistes de
Catón y la figura odiosa del güero populista. Las víctimas más visibles son
nuestros intelectuales, periodistas, empresarios, religiosos, y los incrustados
en todos los partidos políticos. No hay que perderse el siguiente capítulo de
lo que puede ser una cinta de horror: “México y su permanente día de los
muertos.”
Ricardo Valenzuela Torres
chero@refugioliberal.net
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero
México-Estados Unidos
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