jueves, 23 de marzo de 2017

ANTONIO JOSE MONAGAS - EL SACERDOTE QUE LLEVÓ LA UNIVERSIDAD EN SU CRUZ

VENTANA DE PAPEL
(IN MEMORIAM AL PADRE JESÚS ABAD)

La decisión de invitar al Santo Padre, Juan Pablo II, en su visita a Mérida, en 1985, fue clave para que la Arquidiócesis adoptara la decisión de formalizar la creación de la Parroquia Universitaria, con sede en el recién estrenado Núcleo La Hechicera de la Universidad de Los Andes. Para su conducción, se escogió al Reverendo Sacerdote Claretiano, Jesús Abad. Tan determinante designación no pudo ser más acertada en términos del trascendental compromiso eclesiástico que, en lo sucesivo, iba a desarrollarse. Ni tampoco, más acorde con el profundo sentimiento de educador de Jesús Abad, dada su condición de ser hombre de magisterio.

Nunca el concepto de Universidad se vio más y mejor comprendido, que con la llegada del Padre Abad a la Universidad de Los Andes. Lo que recita el artículo primero de la Ley de Universidades, de que “es una comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre”, fue palabra santa y juramento de vida del padre Abad. Asentó y afianzó su labor eclesiástica y docente en tan profundo concepto. Su trabajo pastoral lo desarrollo convirtiendo la capilla universitaria en bastión de comunión. Ahí reunió a la comunidad universitaria. Trabajó exaltando la espiritualidad como razón en la búsqueda de la verdad y en la exhortación de los valores morales del universitario. Misiones de catequesis, de evangelización, de divulgación, de información y de acercamiento con la comunidad aledaña, hizo del Padre Abad el sacerdote a quien todos solicitaban el camino para acercarse a Dios desde el recodo emocional que habita en los sentimientos de cada feligrés universitario o vecino de la Parroquia Universitaria.

Como profesor de Ética Profesional en la Escuela de Derecho, fue respetuoso de cada proyecto de vida que encarnaban sus alumnos. Como sacerdote, su devoción alcanzó a los vecinos de Los Curos. En los predios de tan populoso sector merideño, compartió la labor evangelizadora de la Iglesia Católica merideña con otros sacerdotes claretianos.

Su vida fue la del incondicional amigo, solidario y desprendido de todo cuanto fuera expresión de presunción. Fue el verdadero pastor de almas, jardinero espiritual de corazones ganados al Cielo. Fue lo que el nombre de la Capilla Universitaria exaltaba: Jesús Maestro. Fue un hombre esculpido en la sencillez por lo que conquistó el aprecio y admiración de todos quienes lo conocían y trataban. Su afecto desbordaba sinceridad y hermosa humildad. Su amor no cabía en su cuerpo, porque lo respiraba desde el alma. Fue el sacerdote que llevó la Universidad en su cruz. 

“Toda universidad que no respete y siga el curso de lo que su autonomía le exige y determine, es tristemente algo convertido en reducto de la intelectualidad que presta su nombre y brinda sus esfuerzos en la dirección equivocada de coadyuvar al desarrollo de realidades que le son inmanentes a su complexión”


Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela

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