jueves, 20 de diciembre de 2018

EUGENIO MONTORO, SHEBA


“El libro de las revelaciones o el Apocalipsis de San Juan es el final de todas las Biblias. Este libraco de 2000 años de edad se puede aplicar a nuestro tiempo. No hay duda que describe bien a nuestro monstruoso régimen, el cual inevitablemente caerá frente a una figura (o movimiento) cuyo nombre no se conoce”

El libro de las revelaciones o el Apocalipsis de San Juan es el final de todas las Biblias cristianas. Muchos lo aceptan como parte integral de los textos sagrados y otros dudan de que Juan, el Evangelista, hubiese sido su autor. Se estima se escribió a finales del siglo I en plena persecución de los cristianos por los romanos, pues los emperadores exigían adoración a sus estatuas como “hijos de dios” y a eso se oponían unos irreverentes que solo aceptaban llamar así a Jesús.

El apocalipsis posiblemente recoge mucho de este período de lucha entre los “malos” romanos y los “buenos” cristianos, pero lo hace a través de una extraña y curiosa simbología, de tal manera que el apocalipsis es interpretativo y tan maleable que se puede adaptar a diversas situaciones.

Para leer el apocalipsis es muy importante meterse previamente varios tequilas o cualquier bebida espirituosa de las fuertes, pues el mollejero de cosas raras que salen solo pueden ser toleradas con buen mareo. Un ejemplo: “El quinto ángel vació su copa sobre el trono del monstruo, y su reino quedó en oscuridad. La gente se mordía la lengua de dolor”. Otro más:” Tomé el rollito de la mano del ángel, y me lo comí; y en mi boca era dulce como la miel, pero una vez que me lo comí, se me volvió amargo en el estómago”.

Como muchos conocen, en la Biblia el número siete (7) está asociado a lo bueno y a lo celeste y el apocalipsis lo usa a montón. Comienza con siete cartas a igual número de Iglesias, sigue con siete sellos en donde aparecen los muy famosos jinetes, luego con las siete trompetas, las siete visiones de la mujer y el dragón, las siete copas, los siete cuadros de la caída de Babilonia y las siete visiones del fin. Así que, casi obligados, elegimos el hebreo SHEBA (siete) para titular estas líneas

Aunque las figuras malignas del libro posiblemente iban dirigidas como crítica encubierta a los romanos, también se han utilizado para asociarlas con Mao, con Hitler, con Stalin o con cualquier malquerido. De manera que nos fue fácil aplicar estas visiones angelicales al caso venezolano pues hay poca duda de que aquí tenemos unos demonios gigantescos y grotescos que, además, nos tienen pasando calamidades bíblicas.

Van entonces algunas copias textuales del libro.

“Allí vi una mujer montada en un monstruo rojo, el cual estaba cubierto de nombres ofensivos para Dios…. aquella mujer iba vestida con ropa de colores púrpura y rojo, y estaba adornada con oro, piedras preciosas y perlas. Tenía en la mano una copa de oro llena de cosas odiosas y de la impureza de su prostitución y llevaba escrito en la frente un nombre misterioso”. (Clarísimo que se trata de los malos del régimen vestidos de rojo)“Después de esto, vi otro ángel que bajaba del cielo; tenía mucha autoridad, y la tierra quedó iluminada con su resplandor. Con fuerte voz gritaba: ¡Ya cayó, ya cayó la gran Babilonia!¡Se ha vuelto vivienda de demonios, guarida de toda clase de espíritus impuros, nido de toda clase de aves impuras y de fieras impuras y odiosas! (Sin duda se trata de la oposición cantando y ya cayó y ya cayó).

“Los comerciantes del mundo también llorarán y harán lamentación por esa ciudad, porque ya no habrá quien les compre sus cargamentos de oro, plata, piedras preciosas, perlas, telas de lino fino y de seda, de color púrpura y rojo”. (se refiere a los ladrones del tesoro público y a los traficantes que abundan).

“Tú, oh cielo, alégrate por causa de esa ciudad y alégrense ustedes, los del pueblo santo y los apóstoles y los profetas, porque Dios, al condenarla, les ha hecho justicia a ustedes”. “Vi el cielo abierto; y apareció un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, porque con rectitud gobernaba y hacía la guerra. Sus ojos brillaban como llamas de fuego, llevaba en la cabeza muchas coronas y tenía un nombre escrito que solamente él conocía”.

Como se nota, este libraco de 2000 años de edad se puede aplicar a nuestro tiempo. No hay duda que describe bien a nuestro monstruoso régimen, el cual inevitablemente caerá frente a una figura (o movimiento) cuyo nombre no se conoce (aunque los adecos estarán muy animados por lo del caballo blanco).

La caída del malo poderoso frente a las fuerzas del bien, siempre ha ocurrido en la historia y seguirá ocurriendo y eso es lo que va a pasar en nuestra tierra de gracia. No somos adivinos, pero huele tremendamente que va a ser pronto.

Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es

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