La llegada de Hugo
Chávez Frías al poder correspondió a una serie de factores que sería largo
enumerar y analizar en pocas líneas. Mencionando dos de ellos se podría cubrir
en gran parte la argumentación de su ascenso. Por una parte el agotamiento del
sistema político y la entronización de su clase dirigente para el momento,
renuente y reticente a los cambios que la sociedad exigía y a la oportunidad de
nuevos líderes que estuvieran a tono con los nuevos tiempos. Baste nombrar los
casos de los “Luíses”; Luis Alfaro Ucero-Claudio Fermín en Acción Democrática y
Luís Herrera Campins- Eduardo Fernández en COPEI. En ambos casos se empeñaron
en imponer unas candidaturas (la del propio Alfaro y la de Irene Sáez) que no
se correspondían con las naturales de Fermín y Fernández en su momento.
Luego,
el pésimo manejo electoral de esta claque, que viéndose perdida le retira el
apoyo a Ucero y se cuadra a última hora con Salas Rommer dejando al pueblo
huérfano de identificación produciendo un éxodo masivo hacia la opción de Hugo
Chávez. Éste por su parte resultó ser un líder formidable que sin escrúpulo
alguno se puso todos los disfraces que fueron menester (excepto el de golpista)
para hacerse del favor popular (de empresario progresista cuando visitaba
Fedecámaras, de trabajador abnegado cuando iba a la CTV, de estudiante en la F.C.U,
de jugador con los deportistas, hasta hizo de pitcher de opereta en el Yanqui
Stadium y de subastador en Wall Street, para nombrar solo algunos). Prometió
villas y castillos; remuneración para las amas de casa, desaparecer a los niños
de la calle (dijo que se cambiaba el nombre si no lo hacía) despachar desde una
carpa combatiendo el boato y el despilfarro de Miraflores, reducir el tren
ministerial a una decena de ministros (?), acabar con “las colitas” en los
aviones de Pedevesa, poner la fuerza aérea venezolana a la disposición del
pueblo para hacer turismo barato, respetar los medios de comunicación privados
porque para lo público bastaba con VTV y un largo etcétera que quedará para la
sorna, el escarnio y la vergüenza nacional en su contraste con la realidad
resultante.
Una vez instalado en Miraflores (antes no) se declara socialista
revolucionario (lo que mejor le cuadraba para perpetuarse en el poder) y
comienza la destrucción de las instituciones democráticas. Nada
quedó a salvo. Desde la conformación del congreso nacional (de dos cámaras a
una y su correspondiente cambio de nombre) hasta la modificación de los demás
poderes del estado a su real conveniencia, pasando por la destrucción de la
moneda, el cambio de horario y otro largo etcétera que hasta incluyó la desocupación
de Sofía Imber y de Mirla Castellanos del Museo de Arte Contemporáneo y de la
Casa del Artista respectivamente, para que su omnipresencia se sintiera en
todos los ámbitos de la vida nacional.
Aunado a todo esto,
el escenario petrolero (segundo factor supra aludido) de altísimos precios,
como nunca antes, le dió a la “revolución chavista” el mayor poder financiero
que gobierno alguno haya tenido en Venezuela el cual se usó, a ojos vista, como
arma de todo tipo y en todo terreno para la entronización en el poder del
“comandante eterno”. No hubo decoro ni disimulo para tal fin. La compra de
conciencia para ganar voluntades políticas se desparramó por doquier empezando
por el clientelismo y proselitismo electoral tanto nacional como extranjero.
Los “aportes” para Evo Morales, Daniel Ortega, Cristina Fernández (maletín de
Antonino Wilson dixit) y ni hablar de la entrega de la soberanía y los regalos
petroleros a Fidel Castro y su satrapía comunista entre otros. El retiro del
suministro petrolero a República Dominicana por no portarse “bien” con la
revolución cabe destacarlo dentro de este esquema de uso del poder de los
petrodólares.
A todas estas el desarrollo de la economía nacional pasó a un
segundo plano. No importó para nada que se descuidara la producción nacional.
Por el contrario, se expropió, confiscó y acosó a los particulares que si
producían dejando un cementerio de empresas y fincas con el consiguiente
desempleo y carestía. A realazos se paliaba la situación importándolo todo con
la chequera petrolera. Misiones y dádivas para “el pueblo” y la retórica épica
de estar liberando al mundo del imperialismo para mantener el circo y la
emoción revolucionaria. Resultado final; la más dramática crisis económica y de
toda índole que haya sufrido Venezuela.
La revolución chavista es hoy en día
una grotesca caricatura del “mar de la felicidad” prometido. Al irse el líder
(primer factor antes aludido) comenzó su hecatombe. En la siguiente elección,
el ungido perdió más de un millón de votos y casi pierde la presidencia de la
república. Luego al desplomarse los precios petroleros (segundo factor aludido)
la “revolución” pierde estrepitosamente el
poder legislativo representado en la Asamblea Nacional.
Desapareció el anclaje
que la conectaba con el pueblo y quedó al descubierto la mega farsa; migajas
para el soberano porque “ser rico es malo” y la discrecionalidad en el manejo
de las divisas, cerrojo manejado y a merced de los enchufados. He aquí el breve
resumen del régimen chavista que ha comenzado su agonía y anuncia su
desaparición. Lo que no han desaparecido y por el contrario están aún más
potenciadas son las causas por las cuales apareció el chavismo; la pobreza, la
miseria y la exclusión social. Aprendamos de la cruenta lección.
Gustavo Alfredo
Gutierrez Gonzalez
@GutierrezGonzo
Carabobo - Venezuela
ASI ES LAS CAUSAS ESTAN INTACTAS Y POTENCIADAS. ATTE LUIS BALO FARIAS
ResponderEliminarEs muy correcto lo que dice mi padre, ese escrito está buenisimo.
ResponderEliminarEs muy correcto lo que escribe mi papá aqui, las consecuencias fueron fatales pero aún peor, las causas quedan.
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