lunes, 10 de diciembre de 2018

JESÚS ALEXIS GONZáLEZ, VENEZUELA OTRA NAVIDAD BAJO EL DESMEMBRAMIENTO FAMILIAR


De inicio, ha de afirmarse que el flujo migratorio de los últimos cinco años es ¡incalculable!, aun cuando las cifras oficiales de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) reflejan que entre 2015-2017 el flujo migratorio creció cerca de un 11% al pas as de 700.000 a 1,5 millones, al tiempo que otras instituciones estiman un flujo global 2015-mediados 2018 de un 15% equivalente a más de 2 millones, mientras que la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) calculó que para junio 2018 el éxodo se situó en unos 2,3 millones , e igualmente The Ecconomist presentó una cifra cercana a los 4 millones; frondosidad de estimaciones a las cuales debe añadirse una altísima cantidad de venezolanos de doble nacionalidad que “viajaron” a un país destino bajo la figura de turistas donde pueden permanecer legalmente. A tenor de lo indicado, resulta por demás evidente (ante la disparidad de estimaciones) la dificultad que implica calcular, numéricamente, el tamaño del desmembramiento a la luz de la separación de los miembros de la familia.


La diáspora, hace referencia a la dispersión (disgregarse en una gran cantidad de países) por el mundo de grupos humanos impulsados por variadas causas, o lo que es lo mismo implica el desplazamiento masivo de grupos de personas hacia otros destinos en búsqueda de mejores condiciones para hacer sus vidas, que en algunos casos asume la condición de un exilio forzado cuando se trata de migraciones masivas propiciadas por razones económicas, políticas, o sociales.

Sea propicio resaltar, que la OCHA (antes citada), solicitó para el año 2019 US$ 738 millones para ayudar a los países latinoamericanos que reciben a venezolanos como migrantes (que dejan al país por voluntad propia en pro de buscar una vida mejor), especialmente Colombia, Brasil, Ecuador, Chile y Perú, habida cuenta que en América Latina un 60% de la migración se produce dentro de la región; siendo la primera vez que el caso venezolano se incluye en el denominado Llamamiento Humanitario Global de la ONU. Vale recordar, que Venezuela fue tradicionalmente uno de los países de destino más importantes de la región, hasta el 2010 cuando su perfil migratorio comenzó a cambiar hacia país de origen dando un alarmante salto nominal desde unos 90.000 en dicho año a los 4 millones del presente.

Complementariamente, resulta de suma importancia mencionar el ambiente de vulnerabilidad (riesgo de sufrir peligros inminentes) y de xenofobia (rechazo a los extranjeros) que se ha venido generando y masificando hacia nuestros hermanos especialmente hacia aquellos con menor nivel educativo y hacia aquellos que desempeñan trabajos informales. Es así, que, en la Reunión Técnica convocada en septiembre 2018 durante dos días en la ciudad de Quito, Ecuador (ahora denominada Declaración de Quito) con la participación de trece países latinoamericanos con la finalidad de tratar la migración de ciudadanos venezolanos, se concluyó, entre otros aspectos, que las personas que salieron de Venezuela son altamente vulnerables a la trata de personas, al tráfico ilícito de migrantes, a la explotación laboral, a la falta de acceso a la seguridad social, a la extorsión, a la violencia, al abuso sexual, al reclutamiento para actividades delictivas, a la discriminación y a la xenofobia.

Infinidad de testimonios, corroboran en mucho las conclusiones de la Declaración de Quito (Aleteia.org):

“Mi delito es ser venezolano. Mi pecado fue huir de casa, porque, aunque me gradué con honores y vine a trabajar de forma honrada, soy culpado de ignorante, pordiosero, ladrón o mendigo”.

“Partí a Ecuador, huyendo del hambre y buscando un mejor futuro. Encontré lo que muchos: rechazo e incomprensión. Aunque algunos corren con suerte, muchos otros son tratados como animales de carga, como victimas anónimas de una esclavitud moderna”.

“Fue el primer diciembre que pasé sin mi familia, durmiendo en la casa de un total desconocido, junto a otros doce venezolanos también desmembrados de sus grupos familiares”.

Reflexión final: Ante la gravedad de la crisis socio económica-política-institucional que está experimentando Venezuela, es de obviedad manifiesta que la intensidad y deseo de migración por parte de miles de compatriotas, no muestre signos de desaceleración (¡muy por el contrario!), al punto de ser considerada la más grande en la historia de América Latina, que en su cinismo acostumbrado el régimen niega su existencia al igual que la presencia de una crisis humanitaria, con el agravante que ante su torcido “pensamiento” ideológico Venezuela dejó de ser un país petrolero para simplemente convertirse en ¡un país que tiene petróleo!

En la mayoría de los venezolanos, tanto de los que aún nos mantenemos en territorio patrio, como de aquellos que se vieron forzados a salir del país a costa del desmembramiento familiar, ha de renacer la esperanza y fe de que es posible volver a convivir en uno de los países más bello del mundo, y que para ello basta con acordar acciones pacificas de fuerza para forzar una salida constitucional del nefasto régimen.

Jesús Alexis González
@jesusalexis_gon ‏

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