Las noticias del planeta
parecen girar en estos días, sobre dos eventos trastornados de gran impacto y
un tanto inciertos en torno a sus desenlaces. Se está escenificando en
Argentina la cumbre de líderes del G20, cuyo encuentro parece un menú disperso
de controversias, declaraciones rigurosas y temas intangibles.
Se han observados
situaciones poco convencionales, como el impulso irritante de Donald Trump en
su velada con Mauricio Macri, quien andaba enrevesado con los auriculares del
traductor en directo y no evitó manifestar su desagrado sobre la calidad de la
transcripción, rompiendo el protocolo como nos tiene acostumbrado y con una
actitud de pocos adeptos.
Los dos mandatarios
tampoco pudieron evitar el hablar entre ellos sobre Venezuela. En esta reunión
bilateral que duró alrededor de 45 minutos en la Casa Rosada y con una
intimidad insondable, mostraron su preocupación
sobre la carencia de democracia en nuestro país.
Ya voceros
norteamericanos han dado claras luces que no desean a Maduro en el poder.
Recientemente la portavoz del centro de prensa de las Américas del Departamento
de Estado de EEUU, Lydia Barraza, tuvo la valentía y la conciencia en orden,
como para señalar que Washington observa a Venezuela como parte de un “eje del
mal”, junto a Irán y Corea del Norte.
Tal vez para el
usurpador de Miraflores está deplorable distinción le insufle de argumentos
para seguir despotricando de los gringos. Si para el gobierno su plan de
subsidios es más famoso que el Facebook y se ingenia subidas del salario mínimo
al por mayor, para seguir haciendo récord mundial en niveles de inflación inimaginables,
no sorprendería a nadie que Maduro se sienta cómodo por estar en la lista de
los gobernantes más odiados y peligrosos de la tierra.
Asimismo, el otro evento
internacional destacado es la toma de posesión del nuevo presidente de México,
Andrés Manuel López Obrador, quien tuvo los malos modos de invitar a Maduro a
su evento crucial, con la excusa insalvable de querer mantener una política de
amistad con todos los gobiernos del mundo.
Ante la irresistible y
empecinada idea de darle controversia a su nueva investidura, López Obrador
recibió también la crítica dura y recalcitrante del exmandatario mexicano,
Vicente Fox, quien utilizando el Twitter le inquirió respecto a cómo invitaba a
criminales que tienen las manos llenas de sangre, pues “a él no se le invita a
ningún lado, menos a México”.
Pero la respuesta más
enfática la recibió de la Red De Organizaciones Ciudadanas por México, la cual
entregó más de 20 mil firmas en rechazo al arribo del regente de una Venezuela
demolida en todos los ámbitos.
Se recabaron sin mayores
contratiempos, 20 mil 783 rúbricas de mexicanos indignados, entregadas a la
embajada de nuestra nación en tierras aztecas y acompañadas de un documento
explícito, el cual mostraba la cita cierta de catalogarlo como “un asesino que
tortura, encarcela y ha emprendido un ataque permanente y generalizado contra
la población civil de Venezuela”.
Con la mentalidad
alucinada y sin importarle el agriar el importante evento, López Obrador
también invitó a Evo Morales y a Díaz-Canel, abandonando de un portazo
cualquier incertidumbre sobre sus futuras acciones populacheras, como el de
convertir a la casa presidencial en un museo.
El nuevo apoderado de la
nación mexicana parece ya cumplir sin desmayos sus malos pronósticos, mostrando
desde ya a los amigos con los que se codeará en su mandato.
A la sazón de la
polémica y los planes populistas empecinados que tendrán que conocer los
mexicanos en un futuro poco alentador, ya lo ven capaz de legitimar a una
dictadura, como lo han considerado alrededor de 30 de sus intelectuales y
periodistas en un texto firmado, que han hecho con enfado y lo han entregado a
la opinión pública.
Los extravíos dolorosos
del régimen ya no son sólo padecidos por los venezolanos. Ahora otras naciones
son capaces de recoger firmas y considerar a Maduro como un visitante
indeseable; y hasta sus descaros ser tema de discusión en cumbres decisivas.
Una nación entera está deseosa de que pronto, con una sensatez internacional,
recibir la ayuda para liberarse de los agravios de un dictador, a quien siempre
le ha acomodado bien la desdicha de todo un pueblo.
José Luis Zambrano
Padauy
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
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