jueves, 28 de marzo de 2019

RNESTO GARCÍA MAC GREGOR, ¿PUEDEN LOS POBRES DIRIGIR EL PAÍS?


La respuesta la dio el mismo Maduro: “a la clase obrera aún le falta mucho para poder asumir la conducción de la economía nacional”. Recientemente, en el congreso del PSUV expresó: “hasta ahora han fracasado los modelos productivos chavistas y la responsabilidad es mía, tuya de todos”. Bernal corona el frasco al decir: “no supimos gerenciar las empresas expropiadas y las llevamos al fracaso”.

La explicación a este fracaso comunista es aún más sencilla y era hasta predecible. En tiempos de la Colonia, el 80 por ciento de la población venezolana era pobre, ignorante y rural, fruto de la paternidad irresponsable que es la única causa de nuestra marginalidad social. Una clase desvalida y abandonada, donde la ignorancia, la miseria y la pobreza era lo normal. Este gigantesco estrato se mantuvo silente hasta que el petróleo provocó su éxodo masivo con el rancho a cuesta a las hasta entonces tranquilas ciudades.

Ese indio disfrazado de trabajador con pocas ansias de superación, sin noción del ahorro o de la previsión, y representado por la figura de Juan Bimba, era el prototipo de nuestro pueblo. Con el capitalismo y a través de esfuerzo, trabajo y superación progresó a una próspera y asombrosa clase media. Esta es la estirpe que el chavismo quiere acabar al mismo tiempo que estimula la vagancia entre la población indolente con fines proselitistas y no sociales.

Ante de la de la diáspora actual se calcula que unos diez millones de ciudadanos eran verdaderamente productivos al país. El resto no es que sea malo, pero se divide en los que aportan muy poco que son la mayoría; los que no son delincuentes propiamente dicho pero son incapaces de mantenerse honrados (bachaqueros, marañeros, saqueadores), los marginados que son una carga negativa para el progreso y unos miles de delincuentes chavistas que son una plaga a exterminar.

Mientras esto no se entienda y existan socialistas soñadores seguiremos iguales. La formación profesional, el estudio la meritocracia y el capitalismo son la

fórmula del éxito. No se puede colocar al portero a que dirija la fábrica, ni a un chofer de bus a que gobierne un país. Por eso estamos como estamos. Que oiga quien tiene oídos…

Ernesto García Mac Gregor,
@GarciaMacGregor

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