El senador Gustavo Petro sigue dando casquillo, y ahora como si fuera un símil del Ayatola Ruhollah Khomeini en 1979 en Irán, pero a la Colombiana y en la actualidad, está invitando a un paro nacional para el 24 de febrero, desconociendo las orientaciones del Comité compuesto por las centrales obreras, aunque no se sabe qué va a parar el senador, porque no es ningún sindicalista, ni lo ha sido(siempre hay que recordarle como miembro que fue del M-19 el asesinato del presidente de la CTC José Raquel Mercado en 1976) a no ser que deje la política partidista y se ponga al frente de los sindicatos, pero primero ganándose esa condición, ya que una cosa es bloquear y sabotear y, otra muy distinta cesar actividades conscientemente.
Los mamertos al perder influencia en la dirección del movimiento sindical, se han dado a la tarea últimamente de desprestigiar y desconocer a la centrales obreras, y en cambio usan sus aparatos de fachada para tratar de suplantar a las organizaciones de trabajadores, que han sufrido los embates de los diferentes actores armados, en donde también las bandas comunistas, como: el ELN, FARC, M-19 y otras, han martirizado al movimiento sindical, de ahí que los trabajadores deben volver a sus fuentes originales del siglo XlX, en donde los obreros guiados de manera formidable asumieron una posición anti-marxista en la Internacional de los trabajadores.
Los mamertos en su desesperación burocrática, plantean el paro no porque les interese la lucha social para las reivindicaciones de la población, sino a la espera de un levantamiento popular para desestabilizar al gobierno, cuando en la lógica los trabajadores buscan antes de realizar un cese de actividades unas negociaciones con la contraparte para lograr reivindicaciones sociales y económicos, como sucede en cualquier país civilizado del mundo, pero el comunismo totalitario poco le importa eso y lo que pretende es politizar la protesta para sus torcidos planes siguiendo la cartilla leninista, porque las personas para el comunismo son simples objetos.
Por eso los primeros anticomunistas o antimarxistas, fueron los obreros orientados por los libertarios, quienes le propinaron una vergonzosa derrota conceptual e ideológica al señor Karl Marx, en la Primera Internacional de los trabajadores en el siglo XlX, por sus dogmas absolutistas, burocráticos y embrutecedores, sin embargo en Colombia con ocasión de las negociaciones de paz en La Habana, se quería dizque proscribir el anticomunismo situación que fue azuzada por el partido comunista colombiano.
Así como existe el antifascismo, el antinazismo y el anti-apartheid ¿Por qué no puede existir el anticomunismo? a no ser que el marxismo que tiene insumos hegelianos se le quiera dar connotaciones sacrosantas y de intocabilidad, sin saber ¿por qué? ya que ese engendro es el responsable de más de 140 millones de asesinatos que han ocurrido en el último siglo en el planeta, entonces la mitología comunista hay que defenestrarla con la lucha de ideas, que es su punto más vulnerable.
La perversión comunista del marxismo leninismo no es la doctrina de los trabajadores, ni mucho menos la brújula que llevara a los pueblos a la felicidad eterna, sino que como secta criminal y burocrática pretende en el caso de Colombia subyugar a la población mediante una dictadura a perpetuidad como ocurre en Cuba, Norcorea, Nicaragua y Venezuela, siguiendo los lineamientos del comunismo totalitario para esclavizar a la nación mediante una represión feroz. El marxismo al no ser ninguna brújula es un camino de muerte, destrucción y miseria, y eso ha ocurrido con el marxismo durante su siniestra existencia, que promete la emancipación de los pobres con artimañas, pero sus finalidades son avasallar a las masas.
El partido comunista y las Farc con las negociaciones en La Habana buscaban proscribir el anticomunismo, elevando a delito el derecho a opinar, lo cual iría en contrapelo de la Constitución política del Estado, porque el anticomunismo no solo se expresa de manera pacífica en la lucha política e ideológica, sino que también las grandes religiones de la humanidad en sus enseñanzas son abiertamente anticomunistas como ocurre con el Islam, el Hinduismo, el Budismo y el Cristianismo, de ahí que el respeto fetichista que de manera ladina le buscan los dirigentes marxistas a su bodrio es una trampa para que se les reduzca la vía hacia la toma del poder, y eludir la confrontación ideológica a la que tanto le temen.
El anticomunismo es una concepción filosófica que rechaza al comunismo totalitario, que le ha traído a la humanidad las peores desgracias y sufrimientos, pero de manera torva en Colombia por parte del comunismo totalitario se le quiere igualar con el paramilitarismo, cuya aparición fue el resultado de la vesania de la narcoguerrilla marxista responsable de la génesis, degradación y lumpenización del conflicto, porque a las bandas armadas de las FARC y el ELN no les importa la vida de las personas, pues lo que les interesa es el poder por cualquier medio. Por ningún motivo se debe olvidar que los primeros anticomunistas fueron hace más de 150 años los obreros con sus organizaciones en la Primera Internacional, que impulsó los ideales libertarios seguidos por los mártires de Chicago sacrificados en 1886, precisamente por esas razones el movimiento sindical tiene que ser: Siempre libertario y nunca totalitario.
Al senador Petro, hay que decirle “zapatero a tus zapatos” y que haga su labor en el Congreso, presentando proyectos de ley de contenido social, si quiere, y deje al movimiento social y sindical que haga su tarea, ya que ante la agitada historia de la humanidad en la actualidad, principalmente por la crisis ambiental, los caminos de la lucha social y sindical ya no son los caminos de la política.
Ariel Peña
arielpena49@yahoo.com
@arielpenaG
Desde Colombia
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